miércoles, 27 de julio de 2011

Histerieta: “Los Que Cayeron De Cabeza” 12da Entrega.


           
          Y pues bien, camaradas peludos, lo siento mucho, pero tengo que empezar con algo malo… Hasta aquí les puedo poner “Tzitzimine”. Es una lástima, ya que me hubiese gustado mucho que la conocieran de cabo a rabo, y supieran que como historia, no es del todo mala. Son diez códices, y sólo les pude poner tres. Qué mala pata. Me hubiese gustado ponerles un cachito del final, para que vieran que buen suspense agarró, pero ni modo, qué se le va a hacer.

            Cantando las “Golondrinas” se aleja esta última parte gratuita de ésta historietota, pero como compensación, les hice un videín tipo presentación “power point” con una pizcachita de los otros códices y del final, y ésa se las debo para la entrega que sigue, se los prometo. Y sin más, (para qué andar con tanto rollo, estas cosas son tristes) aquí les pongo el final del códice tres, “YEI”:








              Y bueno, ya está… Tristes que son los finales, ¿no lo creen? Como datos sueltos sobre Tzitzimine, les comento que investigué un montón sobre culturas antiguas del altiplano mexicano para hacer ésta historieta. Los libros que utilicé fueron, de don Alfonso Caso, “EL PUEBLO DEL SOL” y “LOS ANTIGUOS MEXICANOS”, así como “QUETZALCÓATL” del difunto y también personaje de ésta historieta, don Ramón Piña Chan, todos del Fondo de Cultura Económica. También consulté una enciclopedia excelente sobre arte de editorial Herrero: “40 SIGLOS DE ARTE MEXICANO”, en especial los dos primeros tomos que tratan de arte mesoamericano; de ahí tomé muchos apuntes para hacer al ídolo maldito y nociones para hacer las partes del códice “Van Derkerkoff-Jakonoff”, amén de un par de visitas al Museo Nacional De Antropología e Historia. También tomé notas del libro del francés Jaques  Soustelle, desgraciadamente perdí su bibliografía, creo que es “Vida Cotidiana en el México Antiguo”, o algo así, no recuerdo bien, pero si checan la viñeta final del códice, pueden ver un fragmento de los tormentos de los infiernos, que saqué del libro de Soustelle. Otro de los libros de cabecera, fue el “MANUAL DE HISTORIA DE LA CULTURA” de Carlos Alvear Acevedo, un gran libro que me ha sacado de un buen de atolladeros, de editorial Jus. También he de agradecer al INEGI y su sección de mapas que me permitieron hacer un esbozo creíble de Xico, donde se da el clímax de ésta historieta; a mis hermanos Alf, por la sabrosa descripción del cerro, no en balde su sobrenombre de “agua en el pico”, y H. P, que aparte de ser el autor original de la novela corta “Los Que Cayeron De Cabeza”, hizo el argumento y pasó horas ayudándome a corregir esbozos y situaciones que no se pueden hacer con los maniquíes de madera ni con los Max Steeles. 

De manera especial y extraordinaria, también he de agradecer a mis amigos no humanos que me llenaron de compañía todas ésas madrugadas que me pasé doblado sobre el escritorio, armado de una taza de café, galletas y mis estilográficas: ¡claro! Me refiero a mis gatos, mis difuntos amigos la gatita Feber, y el gran Fermín Kakoten Aguilar, conocido mejor en el barrio como “Tito”. Se me quedaban viendo horas cómo dibujaba y dibujaba, como diciéndose entre ellos: “mira a éste loco. Tanto esfuerzo, ¿para qué? Está en México, el país de América Latina donde más se consume historieta pero también el país de América Latina donde menos se toma en serio este oficio… ¡Necio!”

¡Ah! Sólo por necedad y por vicio se puede terminar un trabajo así de grande. Sí, un trabajo que desearía que no sólo ustedes pudiesen verlo. Ojalá alguna editorial, con menos prejuicios, con menos ínfulas, con ganas de arriesgarse, se animase a publicarla. En fin, que soñar no cuesta nada, camaradas. En todo caso, creo que fue Ernesto Sábato quien decía que escribía por que no hallaba libros que le gustasen, y en mi caso, algo hay de eso, aunque no del todo. Mas bien, mi justificación para éste vicio, sería que hago historieta por que me gusta contar historias a base de monos, y las historias a base de monos que hay, me satisfacen sólo un ratito, pero me dejan con hambre de más.

Y no es que no haya historietas que me gusten. Puedo recordar, así de momento,  la extraordinaria MIX’Q del maese Ostos Sabugal. Sobre todo su episodio “MICTLAN”, que es excelente. Otro genio poco valorado, es Ricardo Camacho, que tiene varias en su haber. Han de conocer su trabajo, ya que es quien hace las viñetas para TV Novelas y su sección de humor, así como para H; tiene unas muy buenas, publicadas en el “Gallito Comics” como “6 OJOS”. Otros excelentes, ya clásicos y que no pueden faltar en la colección particular de cualquier amante de las historietas que se considere serio: “Santa Madre”, de la dupla Frik-Clément, Helguera, con su “Aventuras del Infante Patatús”, Jis y Trino con su “Santos vs. La Tetona Mendoza”, Luis Fernando con su excelente obra “La Blanda Patria”, y cómo olvidarme de la enorme “El Cara De Memorándum” que ilustró magistralmente Ahumada con textos de las canciones de Jaime López, mas los que pasé de largo, ¡puro peso pesado, damas y caballeros!

Y si ven atentamente ésos trabajos, verán que todos tienen un eje común: todos buscan una forma de expresar la mexicanidad, basándose en lo antiguo, llámese época prehispánica, colonia, o siglos XVIII y XIX. Todas buscan alejarse del acartonamiento de la época de oro de la historieta mexicana, tan “industrial” en el sentido de entregar páginas por fecha determinada, lo que obligaba al dibujante a hacer dibujos previos para solo calcar, haciéndola a veces rígida. También buscan alejarse de la fresez del comic gringo, tan “inn” que llegan al extremo de hablar babosadas mientras pelean. Estarían más cercanas al manga japonés  en lo fantástico, salvo por esto: la historieta mexicana busca zafarse de los lugares comunes, busca sorprender, evitar la obligada secuencia de la transformación mágica o del género de los muchachitos de secundaria-prepa que descubren que están llamados a algo fantástico. No, la historieta mexicana está más emparentada al Realismo Mágico en su forma literaria, es burlona y pesimista al grado de volverse sombría a momentos por que nuestra realidad es así y busca la libertad expresiva sin salirse de los cánones descriptivos comunes, es decir: estilísticamente, estaría más emparentada al surrealismo de Bretón. Busca generar cosas nuevas, sorprendentes, con elementos que vemos todos los días, sin caer en la libertad absoluta, y por tanto incomprensible, del expresionismo abstracto o del arte abstracto en común.

En mi caso particular, con “Tzitzimine” busqué en las raíces. Hay una introducción al disco “Y la Canción Se Hizo Calavera” de Óscar Chávez, donde me parece que es Jorge Ibargüengoitia quien habla que la raíz más preciada de los mexicanos es la indígena. Por eso nos gustan los colores chillones, las fiestas, muchas cosas como procesiones y actos de fé, que son netamente indígenas, y eso se transcribe al arte, ¡el que quieran! Así, Tzitzimine trata de ser una forma de mirar a los indígenas, no sólo a los muertos, que es al único indígena que le gusta mirar a las clases medias y ricas, sino a los que aún viven, los que venden tepalcates en el tianguis, muñequitas de trapo afuera del metro o que se cubren el rostro con un pasamontañas cansados de que nadie les haga caso, de que nadie quiera escuchar su voz y que son los herederos inmediatos de ésa grandeza que los españoles estuvieron a punto  de destruir totalmente a fuego y epidemia. Por eso Cuauhtémoc y sus Tlamahuichihuanis aparecen en la historia, y son muy importantes en el desarrollo de ésta. Comprenden que el verdadero enemigo es algo antiguo, tan antiguo, que pocos se acuerdan de que alguna vez existió, y ése mal, siguiendo la forma indígena de pensamiento, no es más que uno de los actores de un equilibrio eterno: los nahuales buscan poner como Señor del Cielo a su dios Tezcatlipoca, para que siga el equilibrio. Así, somos nosotros los malos, los que obstruimos ése equilibrio por la razón egoísta de querer  seguir vivos. Los yanquis, encarnados en Andrew y sus compinches de la CIA, para variar, no entienden nada por que sus 200 años de historia segregada no les han permitido desarrollar un pensamiento místico, capaz de comprender la naturaleza del problema, y como le tienen miedo a todo lo que no pueden manejar ni comprender, buscan destruir, aunque tampoco entiendan contra qué se enfrentan. El único que puede comprender algo así, y que tiene los mecanismos teológicos y místicos para intentar detener al enemigo, sería alguien que es heredero de una historia tan rica como la mexicana: el chino Yazz-Ot-Tsé, y es el otro que ayuda al Aguilita, mestizo al fin, aunque heredero de lo mejor de las dos sangres, la indígena y la española, a detener al enemigo y darnos una oportunidad más, de demostrar que somos dignos de existir un rato más ante la inmensidad de la voluntad de Tloque Nahuaque, o Ipalnemohuani, que sería el concepto indígena del monoteísmo, como el único dios que no fue creado, sin principio ni fin, que simplemente ES, tan semejante al concepto judeo-cristiano, y que como éste, contrariamente a lo que creen los sociólogos e historiadores así como los antropólogos al tratar de explicar la religión, es muy antiguo, más antiguo que el politeísmo, pero esto es tema que después trataré, por que es harto interesante.

¡Ah! Que se me cansan los dedos, camaradas. ¿Vieron al Conde Herbert Karkus Von Chukrüt? Sale en éste códice, y es una forma de redondear los relatos, al apoyarlos en otros que anteriormente se han hecho, en éste caso, con la “Noche Maldita En El Castillo Chukrüt” argumentada e ilustrada por mi hermano H.P, que ya les puse aquí en éste su cojín; a mí en lo particular, me satisfizo mucho mi imagen del Conde, ya que traté de ponerlo flotando entre la niebla, y con los ojos brillantes como los de los perros en la noche, para hacerlo espeluznante. Otro dato curioso sobre Tzitzimine, y sobre éste códice: la tumba del relato de Moebius, existe. Se halla en el panteón que está saliendo del metro Coyoacán, yéndose hacia la Cineteca Nacional. Y en la viñeta donde Yazz y el Dr. Pino Suárez llegan al cubículo de Estéticas, la chica que está sentada con un libro y tiene lentes, no es más que mi Corazón Asesino, la chava que me mató de amor por diez años. ¡Já ja ja! Las cosas que hace uno, con la libertad de la creación; sólo para el Memorial De Las Vergüenzas, les platico que a ésa chava le hice dos historietas: “Bien Podría Decirte Hoy”, que era mi declaración de amor y que por lo mismo considero perdida (créanme que nunca de los nuncas lo vuelvo a hacer. Regalar una obra de arte es como dar un ramo de flores, y a veces, la sangre de una rosa es más valiosa que la persona a quien fue sacrificada. Como diría en versos un poeta jalisciense que no recuerdo ahorita su nombre:  “eres como una garza en medio del agua, orgullosa y bella. Por eso me niego a hacerte poemas que puedas presumir”), y “Venganza De Poeta”, que sería mi declaración de desamor y de la cual básteme decir que es un rollo muy visceral y que por lo mismo, no pienso poner aquí, aunque sí me gustaría enseñársela a ella algún día a ver si le entra un poco de remordimiento. Já, hasta creo, ¿verdad? También aparece, pero no en éstos códices, sino por el quinto, el “Chimino”, la mascota que teníamos en el periódico mural que hacíamos en CCH Sur, el glorioso “Acuérdate de Ayer” con sus pelos crespos y su suéter blanco, con su “E” de Estudiante en el centro; y mis gatitos muertos, en el 5° y el 8°. También aparece Alf, ya que por ésa época en que hice esta historieta, tuvo la desgracia de que le chocara un juniorcito que hizo que mi carnal estuviese con dos costillas rotas en un separo por 36 horas, cuando por la evidencia del choque, se ve que mi hermano no tuvo la culpa. Para bajar el enojo de todos, le puse que fue el Aguilita que, escapando de las balas traicioneras del Andrew, cayó sobre su cofre, provocando la carambola que se ve en éste códice tres.

Bueno, camaradas peludos, les dejo con la frase célebre del PL, el Partido de las Lombrices: ¡LA REVOLUCIÓN YA EMPEZÓ! ¡NO VOTES! ¡QUE SE VAYAN TODOS!

¡Hasta la entrega que viene! ¡Sayonara!

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