¡Mis
estimados contlapaches y contlapachas! ¡Hasta salpullido de la emoción me da de
escribiros nuevamente! Hoy, en éste día especial, me gustaría compartirles un
proyecto en el cual trabajé durante mucho tiempo: “HADAS, la historia de
Cassandra”. Estoy tratando de ponerles aquí, en una página extra, la novela
entera. Chequen por favor.
¡Chín! ¡Malas noticias! Acabo de enterarme que Blogger no acepta formatos PDF. Dejen checar luego a ver si encuentro una forma. Ya les estaré avisando. Ahora, regreso al tema principal.
¡Chín! ¡Malas noticias! Acabo de enterarme que Blogger no acepta formatos PDF. Dejen checar luego a ver si encuentro una forma. Ya les estaré avisando. Ahora, regreso al tema principal.
Primero,
y para no perder la costumbre, un poco de historia. Quizá deba decir histeria.
Hace mucho tiempo, cuando aún era un párvulo de secundaria, rondaba en mi
cabeza el hacer una historieta que tratase sobre el nada original tema de los
últimos días de la raza humana sobre la Tierra. Sí, es un tema harto común,
tratado hasta el hartazgo en numerosos medios que van desde la literatura hasta
el cine; su humilde servidor únicamente es un dibujante, al que le gusta contar
historias por medio de dibujos, “monos” como se dice aquí en México, sin mucho
éxito. Sin embargo, como diría sabiamente Ernesto Sábato, uno escribe primero,
de las cosas que a uno le preocupan o le apasionan, y en segundo, uno escribe
porque las cosas que uno lee –y aquí se
puede extender hasta las cosas que uno ve, sea cine, historieta, y hasta música-
no terminan por satisfacer totalmente. Hay algo que queda en el tintero, algo
que a uno le gustaría decir sobre el tema.
Verán,
soy la colita de una serie de generaciones a quienes la idea de un futuro
distópico se constituía en un tema apasionante y para discutir sabrosamente,
contrario a las nuevas generaciones, que ya viven en un presente distópico. Por
lo mismo, yo leí de joven mucha ciencia ficción y fantasía, como a Julio Verne,
Ray Bradbury, Arthur C. Clark, Aldous Huxley, Isaac Asimov, algo del genial
Horacio Porcayo –uno de los máximos
exponentes de la ciencia ficción en México. Recomiendo su obra “La Primera
Calle de la Soledad”- etc. Asimismo, me llené con la fantasía de “La Espada
Salvaje de Conan el Bárbaro”, que acá en México trajo la Editorial Novaro,
junto a otras historietas del mismo rubro como Titanes Planetarios, además de
la carga hasta natural para un muchacho, del cómic de superhéroes. En cine y
televisión, pues nada más que “Battlestar Galáctica”, “Star Trek” –a mí me
gustan más que la “Guerra de las Galaxias”, perdón-, películas maravillosas
como “Starman”, “Naves Misteriosas”, “El Abismo Negro”, “Enemigo Mío”, por
mencionar algunas. Alcancé el rabito de “Perdidos en el Espacio”, “El Túnel del
Tiempo”, “El Hombre Nuclear”, además se series de dibujos animados como “Flash
Gordon”, “He-Man y los Amos del Universo”, y el gusanillo de no poder ver sino
hasta los veinte años la clásica “Heavy Metal”-cuando me llevaron a verla, al actual Centro de Espectáculos Plaza
Condesa, sencillamente no me dejaron
pasar. Era muy chico para ver un par de chiches dibujadas- refugiándome en
el ánime. Todo esto es la caldera de “Hadas”.
Sin
embargo, “Hadas” no es solo la visión de un futuro distópico. Necesitaba un
marco legible, y muy místico, porque cuando el destino es algo obscuro, una
serie de desastres uno tras otro, un rosario de desgracias, la única forma de
mantenerse cuerdo es la fé en un ser superior. No puedo separar a Cassandra, la
protagonista de la novela, de la religiosidad. Será mi sangre latinoamericana,
que es mística por naturaleza propia, que me hace creer firmemente que Dios no
necesita tecnología. Un dios que baje en una nave a la Tierra, sencillamente no
es un dios. Tengo la idea de que Dios sólo necesita su voluntad, para que las
cosas ocurran; si los humanos necesitamos tecnología, es debido a que nuestra naturaleza
es débil e imperfecta; la tecnología es, en cierta medida, pura ortopedia. Un
pequeño ratón, en su propia naturaleza, es más fuerte que un ser humano. Aquí
debo dar un agradecimiento a mi abuelita Wences. Ella me mostró que no importa
el tamaño de la adversidad, hay una verdad más allá de este mundo, y que éste
mundo, aunque nos enceguezca el materialismo, tiene mucho de espiritualidad.
Ella me mostró en su risa, la Salvación de Jesucristo. Por lo mismo, tomé ése
marco, porque yo creo que El Señor regresará, y pronto.
“Hadas”
empezó como un proyecto de historieta, pero después de hacer “Rock&roll
Blues”, “Alejandra (bien podría decirte hoy)”, “Tzitzimine” y mi obra maestra
“Sombras en el Adoquín”, vi que la labor era titánica, ¡no podría llevarla a
buen puerto en cerca de quince años! Así que quedó el proyecto como novela, de
la cual hice como veinte borradores antes de que quedase en su forma actual. De
hecho hice un par de páginas, pero desgraciadamente, con la muerte de mi anterior
computadora, se perdieron para siempre. Sí, acabo de revisar todos mis
respaldos buscando ésas dos páginas para ponérselas, y no aparecen por ningún
lado. Ya qué. Siguiendo con esta especie de digesto sobre “Hadas”, la escribí
partiendo la historia en tres partes: la primera, serían los antecedentes,
donde un ángel llamado Aurel baja a la Tierra, persiguiendo a Satanás para
llevarlo ante Dios para que éste lo juzgue por la crucifixión, retomando la
idea de la Trinidad. Éste ángel duda de la capacidad divina de poder tomar su
vida por sus propios medios, y de esta forma, cae de la Gracia. Incapaz de
regresar al Reino de Dios, se refugia con los humanos, en la forma de una
especie de profetisa, llamada Aurelia, y es en ésa forma, donde concebirá a
Cassandra. La segunda parte, es el cuerpo general de la obra, y son las
desventuras de la pobre Cassandra y el Mundo desgraciado. Y la parte final,
está compuesta de historias alternas o “spin-off” que complementan los relatos
como historias un tanto independientes del cuerpo principal. Cada capítulo
llevaría una ilustración a lápiz, y ésos son los dibujos que les voy a mostrar.
Una
nota final antes de mostrarles los dibujos. “Hadas”, aunque habla de
religiosidad, no es en sí un libro religioso. Como todo escritor, yo también
escribo sobre las cosas en las que creo, y no obligo a nadie a creerlas.
Únicamente son mis puntos de vista sobre ciertos aspectos que muy bien pueden
ser de éste mundo, o no. Eso lo dejo a la amable consideración de ustedes, como
todo lo que he escrito hace ya varios años en éste Cojín. Y ahora sí, ¡basta de
rollo!
Estos
son los dibujos:
Ésos
fueron los mejores bosquejos previos. Hice muchos, pero estos son los
mejorcitos. Como ya les he dicho antes, al ser artista plástico, mi imaginación
es muy visual. Si no puedo visualizar algo, simplemente no me sale. Los
siguientes dibujos, son los que puse como portadas. Quizá no estén acomodadas
en orden, pero si leen la historia, verán el orden correcto. Ahí les van:
La gran
mayoría están realizados con grafitos de diferentes densidades sobre papel
marquilla, otros, los que tienen color, son lápices conté sobre cartoncillos
del color del fondo. Como tres, tienen un poco de intervención computacional,
pero no en el dibujo en sí, sino en el marco y para resaltar la luz; y dos,
solo dos, están hechos totalmente con la computadora, a ver si adivinan cuáles
son. De todos modos, en el cuerpo del relato, al final de la novela, incluyo un
“portafolio” donde pongo el nombre y la técnica de cada dibujo, así como sus
medidas.
Y
bueno, aparentemente es todo. Salvo un par de ángeles que les puse la entrega
pasada, y que son Aurelia y Cassandra, ¡se los pongo otra vez, pues qué caray!
Y ahora
sí, creo que es todo. Nos vemos la entrega que viene, si Dios quiere, y si no estalla
antes la tercera guerra mundial entre Rusia y E.U., ya ven que “Vicente” Trump
está muy loco. Sinceramente, no creo que le alcancen las fuerzas;
históricamente, quienes han ido contra Rusia, han perdido, ¿por qué con los
norteamericanos debiera ser diferente? Es tan absurdo intentar aislar a Rusia,
como es igual de absurdo tratar de imponerle un bloqueo comercial a E.U. Por no
contar con el frente de Norcorea, y China, y las metidas de pata contra toda la
comunidad internacional. Este hombre, Donald Trump, me recuerda mucho a Vicente
Fox, con la abismal diferencia de que el primero, tiene a su cargo las armas
nucleares suficientes para acabar con la vida no sé cuántas veces, y el
segundo, sólo tenía su prozac.
Resistamos
juntos, camaradas y camarodos, que los dolores del éste parto hacia una mejor
humanidad, apenas está empezando. Lo que tenga que pasar, pasará de un modo u
otro. Comentaría sobre los hermanos venezolanos, y sobre la farsa que es la
oposición de Capriles, pero todo lo que uno pueda comentar, es sabido ya. Basta
recordar, cuando aquí en México, y por ende, en muchos países del mundo que
hemos estado bajo la hegemonía de algún imperio, cuando se intenta, por medio
de la ley, controlar a los “trust’s” comerciales, éstos desestabilizan a los
gobiernos. En México, asesinaron al presidente Madero, en Chile, al presidente
Allende, y así sigue el rosario de infamias. Como dijo mi Señor Jesús, “por sus
frutos los conoceréis”. Aquí, el apátrida de Peña Nieto apoya a Capriles,
porque éste traidor a la patria entregó de nueva cuenta los energéticos a los
“Trust’s” multinacionales; Felipe Calderón, el hombre que desestabilizó al país
llenándolo de sangre con su supuesta “guerra contra el narco”, habla muy fuerte
contra Cuba, ¡já! Y el más divertido de todos: Vicente Fox: el hombre que tuvo
la mayor entrada de capital debido a que en su gobierno, el barril de petróleo
alcanzó los cien dólares, no hizo nada por su patria. ¿Dónde está ése dinero?
Misteriooo… Todos ésos, incluida la OEA, creada a instancias del gobierno de
los E.U., están muy preocupados por la “legalidad y los derechos humanos” en
Venezuela, pero es la misma OEA que no dijo ni pío cuando el gobierno
británico, en una guerra de conquista, le arrebató a la Argentina las Malvinas.
La misma OEA que no dice ni pío contra el muro de Trump ni contra su política
de no aceptar refugiados ni inmigrantes producto de sus mismas ansias
colonizadoras. Sepulcros blanqueados, eso es lo que son. Como dice la sabiduría
popular, “el buen juez, por su casa empieza”, así que Peña Nieto primero,
debiera decir qué pasó con la gente de Ayotzinapa, antes de meterse a criticar
a cualquier país. “El Respeto al Derecho Ajeno, es la Paz”, dijo Don Benito
Juárez.
Y
bueno, camaradas y camarodos, nos vemos hasta la entrega que viene, porque les
pienso poner otro cuentito llamado “El Rostro de Luis”. Pienso juntar éstos
relatos en un libro, y a ver qué pasa. Me despido desde el otro lado del Muro de las Trompetillas,
el país del “ya merito”, esperando traerles más cosas la próxima vez que los
vea. ¡Sayonara! ¿Consigna política? Unícamente Resistir. No queda de otra.
¡Hasta la entrega que viene! ¡Sayonara!