De cómo se aleja un tributario de su Tribu.
Hace
chorrocientos mil años, si la memoria no me es infiel, caminó sobre la tierra
un extraño ente de sobrenombre “Señor Kuku”, el cual, viendo cómo la tribu se
hacía vieja y ante la escasez de Guñez para comer, decidió probar suerte en lo
único que sabía hacer: decorar cuevas. “¡Pero
tus decoraciones son horribles!” le hizo ver el “señor Ñaña”. “¡Para muestra, éstas que hiciste sobre mis
muros!”
“¿Ves? ¡Son horrendas!”
Sabiamente, el señor “Ñaña” le hizo ver al señor “Kuku” la imposibilidad de
vivir únicamente pintando, ya que el señor “Kuku” sabía su oficio, pero por
alguna misteriosa razón, era incapaz de pintar pájaros y flores, cosa que
causaba el rechazo de la gran mayoría hacia sus preciados hijos, que, como los
entes rechazados que eran, se conformaban con subsistir vagando entre las
paredes de la cueva del señor “Kuku”, negada la misericordia de que siquiera
los amigos quisieran alguno de sus horrendos hijos en sus paredes. Imposible,
era menester hallar otra cosa.
“Además, eres el Ni-Ni más viejo que conozco” le siguió espetando duramente el
señor “Ñaña”. “¡Mierda! ¡Es verdad!”
El señor “Kuku” resintió el golpe. Eran ya muchos años de haberse sumido en su
interpretación de la realidad, y ya se sentía a veces cansado, y más en
ocasiones como ésta, en que alguien visiblemente menor en años y experiencia
que él, le indicaba verdades de a tonelada. Normalmente, le habría contestado
al señor “Ñaña” con algún albur o alguna ironía, pero se hallaba francamente
aburrido. Muchos años de estar tumbado frente al muro vacío, buscando
afanosamente algo que incitara a la reflexión. El señor “Kuku” creía
fervientemente que los decoradores de cuevas debían ser algo más que creadores
de cosas bonitas; es más, creía fervientemente que la decoración de cuevas tenía
la obligación de ser el reflejo de la verdad de la tribu; el único problema era
que ésa tribu, jamás se miraba al espejo, si no era con afeites y adornos que
entorpecían y distorsionaban irremediablemente ésa visión. Y en lo que el señor
“Kuku” esperaba que la tribu se decidiera a mirarse, el terrible espantajo del
hambre y la pobreza tocaba irremediablemente a su puerta, figura por demás
alegórica ya que el concepto “puerta” había sido desechado. No había necesidad,
ya que el jefe de la tribu Kochinanka había decidido imponer reformas
estructurales que vendieron a las tribus más poderosas todas las cosas que los
Kochinankas a través de generaciones de guerras habían conseguido. Así que los
Kochinankas no poseían nada propio ya, haciendo irrelevante el concepto de
“puerta”.
Es más,
ante los depredadores de la región, los Kochinankas han desarrollado un método
por demás eficiente que consiste en mirar hacia otro lado, en el exacto momento
cuando los depredadores llegan y se meten a alguna cueva, ignorando los gritos
de auxilio que los habitantes dan al ser devorados. Hace poco tiempo, recuerda
el señor “Kuku” al señor “Ñaña”, se había metido un demonio de fuego a una
guardería de la región Chonchora, devorando a muchos inocentes niños. Cuando
los padres pidieron apoyo, todos los kochinankas olímpicamente miraron hacia
otro lado, hacia el juego de pelota o hacia el teatro de comedia que daban en
el anfiteatro nacional. La misma obra, “La Señocienta”, alterada y remendada
millones de veces ya que el gusto de la tribu parecía no cambiar nunca. Aunque
ahora andaban dando brincos de gusto con la obra “El Indito Feo”, e igual que
con la “Señocienta”, ya llevaban varias reinterpretaciones de la misma –la
última reinvención de “El Indito Feo”: “Antes muerta que indita” era la
comidilla entre la tribu-, y que sirve para lo mismo, en este caso, ignorar la
desaparición forzada de los estudiantes del tepochcalli de Ayotzinapa, o la
masacre de los macehuales de Tlataia, aparentemente llevada a cabo por
valerosos caballeros águila y tigre. Y el más reciente: el asesinato de un
tlacuilo que trabajaba en un periódico de la región olmeca que en algunos años
se llamará “Veracruz” -dice proféticamente el señor “Kuku” con los ojos en
blanco, espantando de momento al señor “Ñaña”- por descubrirle -según las malas
lenguas que nunca faltan- los malos manejos tipo mafia del Tlatoani de ésa
región.
“Ya que andas de molón, acompáñame a hacer
unos trámites en las oficinas de Seguridad y Sanidad de la Tribu para nuestra
Toci, abuela” le pidió el señor “Kuku” al señor “Ñaña”, el cual no
comprendía que únicamente hubiese un hospital en toda la región para atender a los
habitantes de la tribu de problemas ortopédicos y traumatismos. “El Gran Jefe Casita Blanca Copete Chaparro
no tiene dinero” –le intenta explicar “Kuku” a “Ñaña”- “así que ha de ahorrar en todo. La crisis
internacional del Pulque ha dejado al país sin dinero, y como una de las
Reformas Estructurales consistió en regresarle a las tribus poderosas el
derecho de explotación y venta del Pulque Nacional, el supremo gobierno de la
tribu anda ladrando por no tener metálico; hay recortes en todo, de
trabajadores que son despedidos y en cultura y en servicios…” “Volviendo a lo mismo”-contesta “Ñaña”- “¿Qué vas a hacer de ahora en adelante? ¿Seguirás
dando clases de decoración de cuevas?” “No
lo sé… Apenas gano tres sacos de cacao transgénico al mes y ahora resulta que
me cobran impuestos. Me quitan una quinta parte de cada saco, y ahora quieren
pagarme en ésa cosa que se llama Tabla de Débito… Se me hace que me están
jineteando el cacao y ellos sacan y sacan y a mí me pagan con puro sebo de
iguana. Dicen que no hay dinero, pero para las elecciones locales y para elegir
nuevo Gran Jefe hay hasta de sobra, por no hablar de su gran canoa que se acaba
de mandar hacer y su nuevo palacio, todo lo que se gasta en pregoneros para
propalar a los cuatro vientos de que la tribu va hacia arriba y todo lo que se
gasta de representación, además de sus múltiples viajes donde carga hasta con
el molcajete a costa del erario tribal, lo que me hace pensar que la crisis
sólo es para nosotros…” “Ahí vas de
nuevo…” -le espeta el señor “Ñaña”- “¿No
ves que ésa actitud es la que te frena como decorador de cuevas? ¿No entiendes
que la actitud correcta de un decorador de cuevas es la de un padrote vendiendo
belleza? No la de un emisario del pasado buscando derechos para el populacho,
eso ya no se usa, porque los jodidos no importan, ¿no ves lo que dicen los
nobles? ¡Si son pobres, es porque son flojos! ¡Si quieres triunfar decorando
cuevas, debes besar traseros hasta que te salgan pelos gruesos!” “Ah que las hilachas… No creo poder hacerlo,
estimado Ñaña… ¿Quieres ver lo que he estado tallando?” “A ver…”
“Estos que siguen son para mi novelita “Hadas” que acabo de
terminar…”
“¡Qué cosas más tétricas haces! ¡Por eso no
tienes novia!” “No, ‘Ñaña’, salen muy costosas y no tengo cacao.” “¿Por qué no
pintas y tallas pericos? Eso siempre vende, deja de ser tan terco, Kuku.” “Ahí vas de nuevo… ¡Que no! Volviendo a lo de
antes, creo que sólo le voy a dar chance al trabajo que tengo en el centro de
desarrollo tribal como instructor de decoración de cuevas del Desarrollo
Integral del Clan hasta diciembre, y después, me iré a buscar trabajo de lo
único que hay en esta Ciudad-Estado…” “¿De
qué es ése trabajo que dices?” “De Garrote de Seguridad, Ñaña, garrote de
seguridad… Ante tanto ratero, ante tanta crisis, ¿de qué otra cosa se puede trabajar? Sólo de ladrón o de garrote de seguridad…” ¡FIN!
¡Ahí
nos vemos hasta la próxima entrega, Camaradas! ¡Con el Gran Finale de
Tzitzimine! ¡Tatatiúuu! ¡Tatatiúuu! (Trompetas y fanfarrias) ¡Sayonara! ¡AUNQUE LA
AUTORIDAD LA EXCOMULGUE, LA PROTESTA SOCIAL NO ES DELITO! ¡LA LIBERTAD DE
EXPRESIÓN HA DE SER SAGRADA! ¡BASTA DE MORDAZAS A LA OPINIÓN PERSONAL! ¡EL
INTERNET AL SER DERECHO HUMANO, DEBE SER ABIERTO Y LIBRE! ¡HISTORIETA O MUERTE!
¡VENCEREMOS! ¡HASTA LA ENTREGA QUE VIENE!