¡Mis
estimado/as contlapaches! ¿Cómo han estado?
Aquí
este gato transmite nuevamente, con la potencia de la antena de esta
computadora que cada día se halla más mal, intentando retomar las cosas que se
han quedado a medias. Duros sucesos han ocurrido en este país nopalero, y uno
se pregunta, como la canción de Abelardo Rodríguez, “¿Quién parará esta locura
parará, quién parará esta locuraaaa…?”
Si me
escuchan ronco, es porque traigo una gripe marca llorarás, es decir, que la
cabeza me duele y tengo los ojos muy llorosos, pero como ya me cansé de la
cama, Platón se me ha hecho algo insufrible con su homosexualidad y sus jóvenes hermosos como no se han visto en la
Hélade, y como también los videojuegos me han fastidiado, decidí ponerme a
escribir esto. ¿En dónde nos habíamos quedado? ¡Ah, sí! El Aguilita y compañía han tomado rumbo a Texcoco, gracias a la
renovada ayuda de Cuauhtémoc Tetepa
–que acaba de perder a su hijo Bernabé a manos de un nahual- y Juan Tochtli. Helicópteros militares y
de la Policía Federal de Seguridad –intento
de ser una especie de “sección 9” de Ghost In The Shell”-, retacados de
agentes y soldados, se dirigen a un encuentro fatídico, con la desventaja de
que Andrew, el agente de la CIA ya
sabe el paradero del enemigo a vencer. Juan
Ixtlicóyotl. Otro factor enemigo es el tiempo, pero a diferencia del hockey
sobre hielo y el fútbol americano, aquí no hay tiempos fuera. El tiempo es muy
corto ya. Permítanme presentarles, con orgullo, el Códice Nueve de Tzitzimine
con las palabras finales del Aguilita en el Códice 8: “interiormente no sabía si alegrarme o preocuparme sobre que Andrew
trabara el primer contacto con Ixtlicóyotl; después de todo, él no sabía contra quién se iba a enfrentar.”
¡El
telón se ha descorrido! ¡Todos los actores ya están colocados en escena! Los
planes se han descubierto: los nahuales serán los encargados de abrir la puerta
a su señor Tezcatlipoca, el “Espejo Humeante”, para que regrese a éste universo
para destruirlo y pueda él a su vez, crear el Sexto Sol, en un sitio que el Dr.
Yazz y el Dr. Moebius Pino Suárez acaban de descubrir, el cerro de Xico,
mediante el sacrificio de 52 doncellas recientemente secuestradas. Todo parece
en contra, y aparentemente, sólo un milagro puede salvar ésta vez a la
humanidad de su destrucción.
Permítanme
hacer, camaradas, un par de apuntes sobre lo que va de éste códice 9: En el
mundo prehispánico, y hasta que no se descubra otra cosa, Tezcatlipoca era un
dios muy especial. Contrario a los dioses griegos, que eran terriblemente
humanos, y contrario al carácter divino de las grandes religiones monoteístas,
los dioses mexicanos tienen un velo de misterio dado que aparentemente son
superpoderosos, pero inevitablemente están también marcados por su propia
naturaleza, contra la que no pueden luchar: el buenbo será irremediablemente
bueno hasta que el malo (si puede) pueda hacerlo caer (Quetzalcóatl y
Tezcatlipoca con relación a su exilio). Tezcatlipoca, “El Espejo Humeante”, es,
para la mente indígena, una especie de deidad maligna, infernal, pero a su vez,
es quien dicta algo muy semejante a lo que los católicos llaman “la divina
providencia”, es quien decide el azar, y por lo mismo, es el patrono de los adivinos
y de los brujos; de los Nahuales,
ésos magos que son capaces de transformarse en el animal que deseen y que
cuando son muy poderosos, son también capaces de dominar la lluvia y el clima.
(Acá en Estado de México, cerca del volcán Popocatépetl, aún existen “nahuales”
bien vistos por la población: Los
Graniceros. Son capaces de leer el carácter del volcán para saber si va a
estallar y en un determinado momento, son capaces de atraer por ritos mágicos
como cantos y danzas, a las lluvias y a los vientos.) Si tienes buena estrella,
es debido a la influencia de Tezcatlipoca, y por lo mismo, estás marcado y eres
enemigo de los poderes luminosos, Cuahtehuinitl, “El Sol Ascendiente”,
Quetzalcóatl, “La Serpiente Emplumada” y que es, a su vez, el creador de éste
universo que habitamos, y de los otros dioses como Tláloc, que en éste
conflicto aparenta ser neutral, pero igual se relame con la idea de volver a
crear otro universo.
Como
Tezcatlipoca rige el azar, sabe bien que su naturaleza ha de ser destructora,
para que sus designios puedan cumplirse, y por lo mismo, sabe que él es a quien
corresponde la tarea de crear el siguiente universo; por lo mismo, debe
intentar por todos los medios que tenga a su alcance el destruir la obra de
Quetzalcóatl, y éste es el meollo de ésta historieta. Ipalnemohuani, “Aquel Por
Quien Todas Las Cosas Existen”, atisbo de un monoteísmo indígena, ha
designado que sea el año 1-Caña el año de la destrucción de éste universo, y su
voluntad es inmutable. Contra él no puede ni Tezcatlipoca ni Quetzalcóatl –ni
siquiera el mismísimo dios viejo, Huehuetéotl- pero aún así, Tezcatlipoca puede
intentar adelantarse a los tiempos y la ocasión idónea es durante un eclipse
total de sol, como el que ocurrió el 1° de Julio de 1991 en México. Se supone
que en ése momento todos los poderes de la obscuridad se alían y la Luna trata
de comerse al Sol, en la corta noche de “Tonatiuh Cualo”, “El Sol Devorado”. El Sol, Huitzilopochtli, el Conservador de la
obra de Quetzalcóatl, se halla débil y por lo mismo, quizá no pueda salir bien
librado del trance. Si el Sol pierde, bajarán los Tzitzimine a destruir y a devorar a los hombres.
Espeluznante,
¿apoco no? En ésta época de computadoras y lógica racionalista, el creer en
algo así nos parece absurdo. Pero, ¿qué tal si nuestros antepasados, no se
hallaban tan errados? Porque la otra causa para que Tezcatlipoca pueda
adelantarse a los tiempos, sería que la humanidad decidiese destruirse a sí
misma.
Mi país
tiene una larga historia de crímenes de lesa humanidad. No hablo de la
Conquista, ni de las intervenciones extranjeras, no. Hablo del asesinato de
hermano contra hermano, Caín y Abel. Y para perpetuar ésa lucha fratricida,
necesitaría a autoridades y a una sociedad que consintieran en dicha lucha
fratricida: la Triple Alianza del Valle de México, Texcoco, Culhuacán y
Tenochtitlán, tenía por saco de boxeo a Tlaxcala. Es el primer ejemplo. El
segundo, sería con la lucha entre Insurgentes y Realistas: cuando estaba a
punto de triunfar la causa realista, los poderosos del país, temerosos de que
le fueran a quitar sus privilegios la Constitución de Cádiz, que obligaba al
rey de España a ceñirse a ella, idearon el Plan de la Profesa, y apoyaron
abiertamente una idea que años antes les parecía maligna: Que América tuviese
su propio gobierno. Así, el primer gobernante mexicano no fue un representante
popular, sino un caudillo que se autoproclamó Emperador de México: Agustín de
Iturbide.
Y así
siguen los ejemplos, con la Guerra de Reforma, las Guerras de Castas yucatecas,
hasta llegar al duro siglo XX: la masacre de Tlatelolco en 1968, Acteal, Aguas
Blancas, la Guerra contra el Narco, Wirikuta, la Guardería ABC, Cocula (donde
30 alumnos de una secundaria rural fueron secuestrados por una fuerza
aparentemente policíaca) y la gota que derramó el vaso: Ayotzinapa. México ha
vivido en éstos últimos años, más violencia que durante la Revolución Mexicana;
pero, pese a la barbarie vista en la Revolución (las masacres de chinos, la
masacre que hicieron los revolucionarios con el desbandado Ejército Federal de
Huerta: apenas veían los alzados a alguien con un corte estilo militar, lo
ahorcaban) la violencia de éstos últimos años puede compararse a un genocidio.
¿Qué diferencia hay, amigos, amigas, entre las cámaras de gas de los nazis, la
cruel indiferencia del virrey inglés en
la época de la reina Victoria en la India, la monstruosidad perpetrada también
por los alemanes en la Isla Tiburón, las atrocidades que cometió la familia de
la emperatriz Carlota en el Congo Belga, con las desapariciones forzadas de
pueblos enteros en Tamaulipas debido al narco? ¿A las muchísimas fosas
clandestinas repletas de cuerpos quemados con sosa cáustica y gasolina halladas
en Michoacán y Guerrero y quién sabe cuántos sitios más? ¿Qué diferencia
existe, camaradas? Yo digo que ninguna.
Si nos
ponemos a pensar un poco, el escenario ya está planteado para que haga su
entrada triunfal algún Señor Obscuro; quizá ya camine entre nosotros. La
pregunta del millón, camaradas y camarodos: ¿cómo se disfrazará éste dios
infernal? ¿De líder espiritual? ¿De político moral? ¿Un militar con visión de
futuro? ¿Acaso un empresario verde con ideas de vanguardia? ¡Já ja ja! ¡Debajo
de ése pellejo, de ése telón de carne, seguiría siendo un dios maligno deseoso
de alimentarse de sangre como un vampiro! Digo, no se trata de popularidad.
Antonio López de Santa Ana, el cruel dictador mexicano de mediados del siglo
XIX, era reelegido por voluntad popular. Eso me hace pensar en los otros
“caudillos” que tenemos hoy, a los que la gente sigue sin pensar más que los
acarreados a los mítines oficiales, pero que se niegan a apoyar causas
verdaderamente populares.
Parece
que la gente al fin se ha despertado. Ayotzinapa ha sido la gota que derramó el
vaso. Pero me guardo mis reservas. En 1988 también la gente aparentemente había
despertado, pero la situación se agravó. Y la Historia nos muestra que no
siempre las rebeliones populares son justicieras. Fue el mismo pueblo alemán
quien impuso a Hitler en el poder, de la misma manera en que fue el pueblo
mexicano quien aclamaba a Antonio López de Santa Ana para que tomara de nueva
cuenta la presidencia. Así como todavía hay sitios en México, principalmente en
Oaxaca, donde hay gente que cuelga orgullosamente retratos de Porfirio Díaz en
su elegante y lleno de medallas uniforme militar.
Ya para
terminar, camaradas, quiero compartirles un par de dibujos, que espero que les
agraden:
Ahora
que fue Día de Muertos acá en México, hice estos dibujos. El primero es una
familia, hecha a lápiz 2B sobre papel bond carta.
Como la idea me gustó. Hice éste segundo ahora en un papel
mejor y con lápices de carbón compuesto, basándome solo en la parte central.
Espero que les agrade. No tiene título.
Este otro ya lo presenté en varios lados. Se titula “La
Podrida”, y es una muchacha que se ha pasado la vida esperando a su príncipe
azul, sin reparar que quizá, éste ya esté a su lado. Pero como se halla
embebida en propia fantasía romántica, no se ha dado cuenta. Hasta que murió y
ahora pena esperando a aquél que no ha de llegar jamás. ¡Espero que les agrade!
Y sin más, me despido, camaradas y camarodos. ¡AUNQUE LA AUTORIDAD LA EXCOMULGUE, LA
PROTESTA SOCIAL NO ES DELITO! ¡EL INTERNET AL SER DERECHO HUMANO, DEBE SER
ABIERTO Y LIBRE! ¡HISTORIETA O MUERTE! ¡VENCEREMOS! ¡HASTA LA ENTREGA QUE
VIENE!