¡Mis
estimados! ¿Qué me cuentan de nuevo?
Antes
que nada quiero disculparme con ustedes, por todos los desaguisados que tuvo
esta primera entrega de “Sombras en el Adoquín”. Resulta que se me extraviaron
dos páginas, y no las hallaba en ningún lado, no quedándome más remedio que
volver a escanear, pero ya quedó resuelto. Si se fijan bien, las páginas 5 y 6
ya se hallan en donde deben estar.
Ahora
vamos con lo que sigue, ya con el orden correcto:
¡Cachacachán ca chán! ¡Comienza la
aventura! ¡Ijajayyy! ¡José Galicia ha sido presentado ante ustedes, camaradas!
También el otro personaje de estrafalaria gabardina. Un par de cosas sobre
estas páginas: resulta que la página 2, la que sigue después de las manos
cayendo y entrando al agua, es vital para comprender posteriormente la
historia, y por eso es importante que ustedes la vieran, aunque a primera vista
parezca que la historia puede sobrevivir sin ésas páginas. Sólo déjenme adelantarles
que los huesos enormes no son un error de dibujo, un error de proporción, no.
La otra cosa, es la influencia de Charles Bukowsky, el genial novelista
estadounidense en el agarrón a golpes que se da José Galicia con el Buen
Joseíto; adivinen de qué cuento tomé un poco de esta sátira, que espero que no
sea ofensiva para los compadres gallegos que en realidad aprecio mucho. Tan
sólo necesitaba un personaje que hablase un español duro y que no fuese capaz
de dar los delicados tonos de “S” del idioma múscido. A decir verdad, pensé en
un indígena o un ruso cuando hice por primera vez el argumento, pero la
cuestión es que no podía agarrar al indígena por que ellos hablan suavemente, y
mucho menos a un ruso o a un japonés, ya que era necesario que hablasen el
mismo idioma de José Galicia. Y la otra cosa es el apodo de “Cansao”. A mi
padre le apodaban así sus hermanos, pero José Galicia en realidad no es mi
padre. En realidad se trata de mi abuelo, el primer “Cansao”, de los cuales, yo
vengo a ser el tercero, y agradezco al cielo que no haya un cuarto, jé je je…
El suéter con la “E” roja enorme viene de la mascota del “Acuérdate de Ayer”,
del querido Chimino, que intentaba representar a todos los estudiantes de CCH
Sur.
Y la
sopa de Caracol… ¿Alguno de ustedes se acuerda que grupo tropical tocaba esa
canción? En ella se menciona (o creo recordar que así es) que la Sopa de
Caracol es un potente afrodisíaco, aunque a mí me da mucha repugnancia el hecho
de comerme un caracol, aunque provenga de la cultura que más insectos come en
el mundo… (no soy capaz de comerme ni un miserable chinicuil, ni siquiera un
chapulín cuando voy a Oaxaca.) En todo caso, la energía será necesaria para las
páginas que siguen, eso se los aseguro.
Y por
ahora es todo, compadres. Me da gusto poder seguir por acá dándoles un poquito
de todas estas locuras, de todo este esfuerzo sin más resultado que el
mostrárselo (sin albur). Esto de las historietas es algo muy semejante al
pintar. Cuando empiezo una, hasta la panza me duele al enfrentarme a la hoja en
blanco, a redondear la idea cuando apenas es un bosquejo general de las cosas,
y hacerla grande, pero no tanto para que funcione bien y no se rompa como
tantas veces ocurre.
¿Por
qué les digo esto? Será que tengo un vacío creativo que ya me ha durado
bastante. Las cosas no salen, y cuando creo que tengo una idea que vale la
pena, o se queda en embrión por falta de fuerzas para crecer, o crece tanto que
me estalla en la cara. (Espero que “Hadas” no sea de estas últimas, aunque la
verdad, me está costando mucho avanzarla) Será que me he enfermado de realidad,
y esta realidad cotidiana es horrenda. Da miedo ver a los niños sabiendo
cuantos lobos hay sueltos por ahí… ¿Qué mundo les estamos dejando? Lleno de
corrupción, lleno de angustias, de pobreza y abuso, lleno de enajenación, y
también de ignorancia. Hace poco se ha desatado aquí en la colonia una ola
delictiva fuerte. Los ladrones entran a las casas y negocios, robando y bendito
sea Dios que no matando ni violando todavía. La gente tiene miedo, pero, ¿no es
el miedo lo que utilizan todos hoy en día como medio para obtener sus fines?
Vean simplemente un rato la publicidad de la televisión: “si te expones al sol te va a dar cáncer, ¡usa nuestro bloqueador!”,
“que no se mojen tus hijos, se van a enfermar de gripa, a menos que consuman
nuestras vitaminas”; ¿recuerdan el viejo “López Obrador, ¡un peligro para México!”? El chantaje crece y
nadie hace nada para evitarlo. ¿Qué hacer?
Lo
cierto es que el miedo es un enemigo, nunca un aliado. El miedo nunca es
inocente, ni siquiera en la broma de esconderte y salir, ya que implica dolo.
Pero peor es cuando la justicia, la que debe protegerte, te abusa y entra a tu
casa con toda su fuerza, para llevarse a uno de tus hijos que es inocente para
culparlo de robar un automóvil y un banco y chantajearte con cuarenta millones
de pesos mexicanos para que lo suelten. Y da más coraje cuando los jueces se
prestan a la extorsión. Esto lo escuchamos apenas ayer con Carmen Aristegui, en
su noticiero de radio, y ocurrió en el Estado de México, municipio de Ecatepec,
lugar con una de las policías más corruptas del mundo. La guerra ya empezó. La
política llegó a su término, ya que todos nos están haciendo la guerra: los
narcos al llenarnos de pavor con su violencia contra todos. La policía y los
jueces al permitir y prohijar los abusos a la población. El gobierno al robar
descaradamente la voluntad popular y ser copartícipes de este robo, al subir
cientos de veces los precios de los energéticos sin cobrarles ni un centavo a los
grandes empresarios, y permitir que estos grandes empresarios no suban salarios
a sus trabajadores. Los ricos con eso, además de imponer los perfiles que son
un cuello de botella a la hora de pedir trabajo, cuando debieran dar trabajo a
todo el que lo pide. Se roba y se atormenta a los viajeros mal llamados
inmigrantes por todo el país, gente perversa secuestra a miles de personas que
no quieren otra cosa que vivir en paz, aparecen día a día carteles de personas
desaparecidas por todos lados, y no quiero pensar en manos de quién estarán. Es
una guerra horrible contra la población mexicana, y nadie hace nada, excepto
unos cuantos grupos como los Zapatistas, como los chavos del 132, como los
seguidores del Poeta Sicilia, como tanta gente buena que ayuda y da la otra
mejilla y son más cristianos que muchos que se dicen serlo. Afortunadamente,
son los tiempos del fin, y El Señor no tarda en regresar a terminar con todas
las injusticias. ¡Aleluya!
El
Señor Jesucristo viene. Y viene con la espada desenvainada para dar a cada
quien el pago de lo que ha hecho. Ante Él no sirve ni el dinero ni las
influencias, con Él no vale “conozco al Senador, es mi amigo”, ni sirven las
redes de corrupción que tapan a los ladrones y asesinos. Él lo ve todo, y viene
a Juzgar. ¿De que lado estarás tú en esta guerra? Piénsalo, camarada, y me
respondes, pero no a mí, sino a tu corazón. Recuerda, que la Salvación que da
el Señor es por Misericordia, no por Obras, y es totalmente gratuita, no has de
pagar ni un centavo. ¡Aún es tiempo! ¡Sólo tienes que decir en tu corazón: “Señor Jesucristo, reconozco que moriste
por mí en la cruz para llevar mis pecados en ti, para que esté limpio de
injusticia el Día de Tu Juicio. Reconozco que Resucitaste al Tercer Día y que
ahora Reinas. Señor, te acepto, límpiame, ven a mi vida”!
¡Sayonara! ¡Historieta o Muerte!
¡Venceremos! ¡Hasta la entrega que viene!