viernes, 1 de julio de 2016

Eructos Literarios: “Desde el Cielo” y “No es por hacerle al Cuento…”


                ¡Mis estimados camaradas! ¡Cuánto tiempo de no vernos por éste cojín! El tiempo, el implacable, como diría esta canción, y además de que el italiano – ¡mientras no sea el alemán Alz, jé jé!- llamado Franco Deterioro me tiene en sus garras, y no me deja hacer gran cosa!

                Bueno, esto es cierto sólo en parte. Sigo con mis clases ahora en su recta final, y he comenzado a pintar al óleo otra vez. He retomado dos proyectos que creí abandonados por instantes, “Xibalbar”, donde continúa la épica historia del Dr. Yazz-Ot-Tsé junto a su compinche el “Aguilita” ahora en un antro de perdición, (¡llevo ya diez páginas! ¡Ijajayyy!), y sigo ahora con la animación de “Un Conejo Llamado Caballo” ya en su toma 4, y a punto de terminar ésa toma. (Me faltan como cinco, ¡chín!) Y traigo un proyecto nuevo. Deseo retomar a José Galicia de “Sombras en el Adoquín”, en una historieta nueva en un contexto casi nuevo. Ya les platicaré qué onda con esto.













                Y como ésta entrada en realidad es casi puro texto, no quiero abrumarlos con tantas letras. Ahí les va lo que espero que les guste, este par de cuentos cortos:


Desde el Cielo.


Al Nalguito y a mis Carnalitos.

Apenas van a dar las tres de la mañana. El cielo nublado devuelve la poca luz haciendo que todo se vea fantasmagórico. Hace un rato que Ritssi y "El Monita" dormitan, agüevados a mi lado, después de la casi opípara cena de chelas y hot dogs, y, exponiéndome yo también a la indigestión, abro mis chocotrones observando la distancia.

¡Qué solo está este lugar! Creo que ni en despoblado hay tanto silencio como en ésta colonia... Parecieran horas ya y no minutos desde que el último perro ladró, y ahora, el silencio casi es absoluto; de no ser por las respiraciones acompasadas de mi carnal "El Monita" y del Ritssi, creería que yo también me he quedado dormido... No, quizá si me he transportado al otro lado de la vigilia, porque las escasas luces de los faroles perecieran apagarse y todo el paisaje, la colonia perdida y su cielo nublado, se vuelven grises azulados, como muertos, como si esto fuese una película de zombies... Lo único vivo dentro de este adormilamiento, es la línea de la Vía Mexiquense, con sus luces y los pocos autos que corren desde allá hasta allá a éstas horas de la madrugada.
Comienzo a creer que no salí de mi casa y que en realidad me hallo en mi cama, arrebujado y comenzando a gemir porque el ambiente se halla muy raro; esto no es una salida para fotografiar ovnis, ni me hallo junto a mis amigos "Sky peeping", sino que me hallo de frente a una de mis jodidas pesadillas, y una muy gacha, por lo que se ve.

- ...despiértate, chingao...

El viento se levanta y agita los papeles, y pareciera que levanta también la cabeza de mi carnal "El Monita", ya que se despereza convenciéndome con ése simple movimiento de estirarse, que no me hallo dormido.

- ...pinche nochecita que escogimos, ¿no carnalito? Toda nublada, qué esperanzas de fotografiar platos voladores...

- Pero ya está haciendo viento... Que no te entre la histeria, valedor; esta zona es famosa, y si logramos sacar un buen video, o una foto chida, quizá Miaussan la ponga en "Tercer Mi Leño"...

La sorda voz de Ritssi termina por convencerme de que no me hallo dormido; se endereza mientras enciende un cigarro, y en la rara obscuridad su brasa se recorta como un faro, pese a que siempre fuma "Melburro", y sigue platicando, un poco con nosotros y el resto quizá queriéndose convencer a sí mismo que nos ganó el entusiasmo y que la noche que agarramos para volvernos "sky peeping" es pésima, pero con todo aún puede pasar, con algo de optimismo, algo chingón que recordar:

- ...vas a ver cómo 'orita se van las nubes y se aclara, y si no vemos un ovni, mínimo vemos una pinche bruja...

Es verdad. Esta zona es famosa no sólo por los platos voladores; también hay reportes de extrañas "bolas de fuego" y desapariciones de niños y muchachas, y de secuestros y de robos y de…
El viento que se suelta en ráfagas frías no me permite terminar de sugestionarme y, como traído por ése raro viento seco, una voz nos hace voltear hacia la puerta que da a ésta azotea en la que nos hallamos con las solapas de las chamarras subidas hasta los cachetes.

- Qué onda, jóvenes... ¿no se meten? Porque ésta noche parece que va a ser una de ésas...
Nos dice la silueta recortada a contraluz del dueño de la tienda de conveniencia "Veinticuatro por Siete" a quienes convencimos de que nos dejara pasar la noche en su azotea; al principio reacio, ya que se le hacía muy extraño que tres güeyes le pidieran chance de quedarse toda la noche con el objetivo de fotografiar o de tomarse la "selfi" con un plato volador. "Tan re' güeyes... ¿'Pa qué le andan buscando ruido al chicharrón? ¿No están ya verijoncitos 'pa andar con esos jueguitos?" "Charros, Don... Piense en la fama, ¿que no vio en la tele el avistamiento de la otra noche? Si Miaussan saca nuestras fotos y videos en su programa, ¿no cree que va a vender más?" "Y de todos los chingaos sitios, ¿por qué mi tienda?" "Ah, porque así le compramos a usté y no tenemos que cargar nada y todos ganones, ¿no...?"

Y cedió. No tanto por la fama, sino porque lo convencimos de que no era un pretexto para robar su tienda, ya que nos iba a encerrar en la azotea, además de que le prometimos comprarle todas las chelas y antojitos que consumiríamos durante la larga noche en la que nos hallamos. Serio, nos advirtió de que no sólo se veían ovnis, sino que habían noches malas donde cosas malas salían a dar la vuelta por el barrio, y durante ésas noches, hasta el minisúper "Veinticuatro por Siete" no le abría a nadie...

- ...y ésta parece que va a ser una de ésas noches. Cuando ni los perros ladran, quiere decir que es mejor cerrar a piedra y lodo; cerrando yo ésta puerta, no le abro ni a mi padre, jóvenes. ¿'Tons qué? ¿Se meten o no?

- No, Don. Sólo denos chance de ir a soltar el "miedo"...

- ...que conste que se los advertí; yo cerrando ésta puerta, no le abro ni a mi apá.

Y dicho y hecho. Apenas salió del baño "el Monita", sonaron a nuestra espalda tres cerrojos.

- ¿Como ven al viejo loco, mi compadre?

- Ya, ya... Mejor destápese otra ronda de chelas, "mi Monita"...

- Ahí vas, pinche Ritssi, no más no se me empede, que briago va a ver hasta enanitos verdes...

- Imagínense que pudiésemos grabar algo tan chido como lo del viernes...

El viernes pasado. Quién lo fuera a decir. Caminábamos hacia el metro los tres; yo distraído regateando un libro de pintura románica, una verdadera joya con un librero ambulante cuando "Monita" nos dio la voz de alarma, y cuando volteé, ya habían muchos pares de ojos y manos armadas con celulares tomando fotos.

El espectáculo era alucinante, algo jamás visto: luces pequeñas que al principio únicamente se movían; 'ora parecían separarse, volar en formaciones; 'ora parecían bailar hasta que terminaron formando grandes espirales en muchísimos colores, ¡el cielo entero una feria, un carnaval, lluvia de luces volando sobre nuestras asombradas cabezas! ¡Y yo ahí, entre embriagado y asustado, las manos sudorosas, el cuerpo tembloroso y la boca seca como seguramente también se hallaban "Monita" y el pinche Ritssi, y toda la gente que nos rodeaba y que oraba y lloraba y reía, los sentimientos confundidos como los míos que tampoco sabía si orar o reír o llorar! Nadie quiso apartar la vista del cielo, incluso un par de horas después, entre espantados y maravillados, sólo por si el grandioso espectáculo dado por -seguramente- los visitantes de otros mundos se repetía.

En las noticias hubo mucha especulación, ya que nadie sabía a ciencia cierta qué había sido todo ése vaivén de luces en el cielo; lo cierto es que, aguijoneados por el amigo Ritssi -a quien desde hacía mucho tiempo se había sentido atraído por el asunto de los extraterrestres- nos asaltó la idea de conseguirnos unas buenas cámaras e intentar, por nuestra cuenta, tomar una buena foto de un plato volador que no fuese un mero punto luminoso y desenfocado. "El Monita" le entró por una razón distinta: la posibilidad de vender esa foto, y más que la cosa estaba caliente por el avistamiento masivo.

Yo siempre sentí curiosidad, es verdad, por esas cuestiones y desde el viernes -ése fue el primer y único avistamiento que haya visto hasta estas horas- me hallaba como embriagado, con hambre de ver otra cosa igual. Ritssi nos trajo un buen bonche de revistas y artículos de internet y todas coincidían en que en el sitio en donde nos hallábamos ahorita no sólo habían avistamientos, sino que se aparecían duendes y brujas; lo divertido es que las revistas de ovnis decían que los supuestos duendes y brujas no eran otra cosa que presencias alienígenas, y los ocultistas que eran aparecidos y espectros. En lo que si coincidían, era en el hecho de que esta colonia estaba llena de energías extrañas. Así que nos decidimos, y en el carrito de Ritssi nos dimos apenas ayer una vuelta para decidir en donde pondríamos nuestra base de "sky peeping"...

Y aquí estamos: resistiéndole al frío que de pronto se soltó. Tanta chela y el ambiente me aflojaron la vejiga, y sin creerle al gerente del minisúper, fui hasta la pequeña puerta metálica y toqué una, dos, tres veces sin resultados.

- Ah que diantre de viejo... Era cierto lo que nos dijo: no le abre ni a su papá. El pedo es que si no meo, se me va a reventar la vejiga...

El Ritssi raudo y veloz me ofrece una botella dónde descargar mis necesidades, pero el tamaño es muy reducido.

- No mames güey, traigo harta chis; ahí ni a madrazos va a caber... Ni que fuera tu vieja que se conforma con chingaderitas, güey...

- La tendrás muy grande, puto... pinche pajarito cortito.

- Lo normal, güey... Y más vale rinconero sabrosón, pajarito cantador que tu pinche tubito de pasta de dientes desinfladon... No mames, ya hablando en serio, traigo un chingomadral de chis...

- Pues ya ni pex... Él se lo buscó, carnalito, tendrás que marcar ese territorio... -"Monita" me señala hacia un tinaco, pero me acuerdo que el gerente se ha portado gente con nosotros, y decido mejor mear hacia la calle, pero eso sí, atrás del tinaco y lejos de la puerta de entrada, cuya cortina de acero para ésos momentos se halla cerrada y la marquesina apagada. En fin, que si se llega a dar cuenta el viejo, siempre se le puede echar la culpa a algún perro. No bien comienzo a liberar mi presión interna cuando los cuates me llaman, entre excitados y asustados:

- ¡Pinche gordo, ven pronto!

- ¡Pinches nubes ojetas, ábranse tantito, no sean culeras...!

Maldice Ritssi, mientras enciende la cámara y trata infructuosamente de enfocar hacia un resplandor extraño que hace que las cosas blancas brillen mientras todo lo demás aparece morado. Como si fuera la luz negra que se usa en los antros. Es solo un segundo que la rara luz cruza el cielo, sale de las nubes y muestra su extraña, ambigua forma justo enfrente de Ritssi y de "Monita" y se desvanece como si se apagase.

Y es en solo ése segundo, que todo el cuerpo se me enchina; si no estuviera orinando ya, seguramente ya me habría mojado los pantalones: una voz rara, un acorde entre infantil y gutural llega a mis oídos como un susurro... Los tres dejamos lo que hacemos y al unísono corremos hacia la puerta.

- ¡ABRANOS! ¡POR SU MADRE, ABRANOS!

- ¡PINCHE VIEJO OJETE! ¡¿QUE NO NOS OYE?! ¡QUE NOS ABRA CON UNA CHINGADA...!

Con una certeza abrumadora, los tres comprendemos que ésa puerta no se abrirá.

- Creo que... tenemos que calmarnos... No mamen valedores, me están temblando las patitas...

- Pinche gordo, no mames, éstas todo orinado, güey...

- Y tu no, pendejo... Mira nomas la pinche manchota que traes... Yo de perdis ya estaba chiseando, aunque creo que del pinche sustote hasta el pajarito se me escapó...

Quisiéramos reírnos, pero lo más que podemos hacer es alzar una pequeña sonrisa que sin embargo, nos regresa la cordura. Mi carnal "el Monita" se sobrepone más rápido que Ritssi y yo, respira profundo y aunque hay miedo en su voz, trata de calmarnos:

- Creo que... estuvo de la chingada éste pinche sustote. A ver, Ritssi, checa la cámara, a ver que captó.

Los tres vamos, tratando de controlar el temblor de las manos; Ritssi manipula el aparato, y en su rostro se dibuja la desesperación:

- Está muerta... ¡La jodida pila está muerta!

- A ver, checa las otras pilas... esto está muy pinche raro...

Ritssi no responde. Con manos temblorosas cambia una pila, pone otra, y la última, con el mismo resultado. Entonces saco mi viejo celular, para descubrir que se halla muerto también. "Monita" voltea a checar su aún más viejo reloj de cuerda: se ha detenido justo a las tres y media de la madrugada.

El viento no ha cesado de soplar, y ahora pareciera hablar, susurrando en voces infantiles  palabras que no quiero ni deseo entender; no sé si sólo sea yo, pero siento el cuerpo helado y me duele la espalda baja, seguramente por el golpe de adrenalina.

- No quiero espantar a nadie, carnalitos, pero creo que algo me ha dicho algo al oído...

- ¡A mí también! ¿Serán extraterrestres...?

- ¿Y si no son? Ésa voz... Parece la de una niña...

No acaba "Monita" de hablar cuando el tripié, con todo y cámara, se rompe frente a nuestros ojos, como si manos gigantescas lo tomasen y aplastaren. El viento arrecia, parece que nos cachetea mientras, ahora sí, aterrorizados, escuchamos muchas voces de niñas y mujeres, 'ora riéndose, 'ora llorando, quejándose en un terrible ulular...

- Creo... que tenemos que largarnos... -digo, notando la iridiscencia, como de luz negra, que nos envuelve. El viento ahora son gritos e insultos en muchas lenguas; allá, a lo lejos, como a diez eternas cuadras de distancia se ve la única luz humana -y por lo tanto, amigable- que se halla cerca: la Vía Mexiquense. Los tres entendemos que el llegar ahí es cuestión de vida o muerte. Y si no tuviésemos tanto miedo, quizá no haríamos lo que estamos haciendo: corremos, brincamos hacia un pobre ficus que nos sirve de colchón, salvando el piso de altura y logramos alcanzar la calle. Que chingue a su madre el ojete gerente del "Veinticuatro por Siete", que chingue a su madre el destartalado carrito del Ritssi que seguramente se halla muerto igual que toda la jodida electricidad de ésta pinche colonia embrujada; mi carnal me empuja y echo a correr, y jalo al Ritssi que de milagro no se cae. Corremos hacia la luz de la avenida perseguidos por el estruendo de las raras y hostiles risas femeninas mientras los sentimientos me estallan por los ojos porque escucho los gritos de mi carnalito chulo "Monita" fustigándome para que no deje de mover las piernas pero ya no siento su mano empujándome y sus gritos ahora se escuchan desde arriba y cada vez más lejanos; y lloro, cuando la horrible bruma color violeta me rodea y no dejo de gritarle con todas las fuerzas que me quedan al pinche Ritssi para que no deje de mover sus patitas, pinche puto a ver si dejas ya de fumar pendejo, que aquí te va la vida y no chingaderas, mientras algo, una fría mano que parece de niña me toma de la nuca y veo al Ritssi corriendo como nunca pero desde arriba, y le sigo gritando que mueva ésas pinches patas aunque creo que el pendejo ya no me escucha porque ya valí madre.


No es por hacerle al cuento.


No es por hacerle al cuento, pero yo tenía harta hueva de verla...

Y en ése momento, hace dos días, la nostalgia cecehachera, la vieja Alma -no es por hacerme el interesante, pero hace veintitantos años la traía de un ala, babeando la banqueta por éste cuerpecito mío, ésta boquita chenchual, eeeh...- cayéndome de pronto y sin tapujos a través del  celular  justo en la oficina entre el ruido de las teclas del ordenador, la impresora y mi radio que empezaba a dar la noticia del escape de un loco desollador caníbal; charros, pinche Alma, ni siquiera me dejaste escuchar el nombre del nuevo terror de la ciudadanía... "¡Hola!" "Te hace la cola", yo grosero sin motivo, pero conteniéndome porque mi madre -la "Aguelita de Fatman"- así me lo enseñó: "lo Cortés no quita lo Cuauhtémoc, m'ijo"; pero lo cierto, es que en ésos momentos la voz de Alma por el teléfono en vez de caerme simpática... Ayayay... La reconocí al momento -¡pero qué puntadas las suyas de hablarme al trabajo, y yo con un chingomadral de papeles por sacar y la jefa ya asomándose desde su cubículo, y yo con una hueva de aquí hasta el estadio Azteca!-; "está bien, debes ser educado como te lo enseñó tu madrecita santa, solo córtala con suavidad y a otra cosa, mariposa" pensé para mis adentros, pero no me esperaba que me invitase a cenar...

- Que milagro, ¿cómo supiste mi teléfono?

- Me encontré a Ritssi el otro día, y blaurblaurblaurg blaurblaurblaurg blaurblaurblaurg...

- Sí... sí... (¡Pinche Ritssi! ¡Esta me la pagarás cabrón...!) Ajá... sí...

- ...blaurblaurblaurg blaurblaurblaurg y más blaurblaurblaurg...

- Sí... (No ha cambiado nada... ¡Como habla, parece que le dan cuerda! ¡Se va a acabar mi crédito! ¡Ya, ya córtala, acepta cualquier cosa y a volar!) ... ajá...

- ...así que pensé en que sería lindo vernos...

- ...bueno, ahorita tengo harta chamba, pero luego podríamos quedar...

- ¿En serio? ¿Qué tal mañana...?

- Lo siento, Almita, pero mañana no puedo... - realmente quisiera decirle que qué hueva verte de nuevo, pero no puedo dejar de pensar en qué ojete me estoy viendo, y más por el chingo de tiempo desde la última vez que nos reunimos; casi puedo ver el rostro desencantado de ella, seguramente lloroso y pues... ¡qué más da! ¡Por los viejos tiempos! - ...pero si quieres, podríamos vernos pasado mañana, ya que voy a salir temprano de la chamba...

No es por dármelas de muy acá, pero casi puedo sentir el rostro luminoso de Alma cuando acepté verla... Es que machitos como yo, no se hallan a la vuelta de la esquina, ¿apoco no? Acordamos el sitio y la hora, que para mi gusto fue muy tarde, los problemas de desplazarse a pata por la ciudad, el transporte público hecho un desmadre pero ya qué, y una vez que colgué me acodé en el escritorio mascullando sobre ésta cita a destiempo. "Pero... ¿cuántos años han pasado? Y esta pen...sadora sigue babeando por mí... ¿por qué no se busca algo que hacer...?" pensé de nuevo, bien machito como siempre. Y es que ella, pese a no ser fea, tenía un no sé qué que me molestaba. Sencillamente no me gustaba, se me hacía poca cosa, me aburría, pero ella no se dio por vencida sino hasta que se acabó el bachillerato y la misma vida nos aventó por caminos bien diferentes. En todo ello pensaba haciéndome güey frente al altero de chamba cuando el teléfono volvió a sonar, pero al reconocer la sorda voz llena de nicotina del Ritssi, me valió madres que mi jefa volviese a mirar ceñuda hacia mi escritorio. Un tipazo el pinche Ritssi, me cae de madres, ¡que suerte ser su amigo!

- ...así que le diste mi fon, pinche Ritssi pendejo...

- Te pasas de güey; todavía que te buscan, zonzo... Qué, ¿hice mal? ¿Y si te afloja el tesorito, puñal? Agradecido deberías de estar...

- ...bueno bueno, es que tu no la conociste como yo... ¡Era de un latosa!

- Yo cumplo con avisarte cabrón puñal; ya sabes que si tu no le entras, yo si le atoro...

- Te la regalo, a ver si la aguantas... Ya, ya, ¿y cómo la viste? La recuerdo tan bien, que parece que la estoy viendo ahorita mismo: medio flacucha y desgarbada, caminaba encorvada como si se le hubiera olvidado quitarle el gancho a su blusa...

- Siempre fuiste medio güey con las viejas, dándote tus pinches aires pedorros de intelectual jipi pero sacateándole a todas... ¿Y qué si estaba flacucha? ¿Y qué si era desgarbada? Por lo menos quería contigo pendejo, tú no eres un primer premio zoquete y si no me crees, pregúntale al espejo...

- Te pasas de claridoso, tú tampoco eres plato de entrada; si acaso, cabrón, eres de ésas sobras que son para el gua-guá...

- ...'pérate, zonzo, que aún no acabo. Le hubieras agarrado las nalgas ya de perdis, pero tu enfermedad, o sea, el ser puñal con las viejas, te hace bien mamón. ¡A todas les encuentras algo!

- Ya, ya te entendí, no te pases de lanza, pinche güey.

- Bueno, sólo déjame decirte que le sentó bien la edad; yo, por lo menos, la vi muy buena. Se le hicieron unas nalgotas que a través de la falda se veían muy ricas...

- No mames, güey...

- En serio, y serás muy pero muy pendejo si la dejas ir otra vez. Nomás aguas con el "Monita" puto.

- ¿Y quién es ése güey?

- Si que andas bien pendejo... ¿Qué, ya estás metido dentro de tu latita de confort güey, que ni el radio oyes? Es el loco que anda matando gente desde los árboles. Se descuelga y ¡riata! Ni cuenta te das cuando te la deja ir...

- No mames, ¿es en serio?

- ¿Por qué crees que le pusieron ése apodo? Si toda la tecolotiza lo anda buscando; nadie sabe cómo chingados se peló y lleva no sé bien cuantas víctimas; hay quien cree que tiene un cómplice pero no creo. Si anduviese con cola, ya lo hubiesen agarrado por ésa misma colita pelada de rata...

- Sería peluda, como de chango, ¿no?

- Como sea, güey. Creo que también le gusta que le llamen "El Amo del Escándalo"; ha de pensar el pinche loco que se parece al luchador Emilio Charles...

Y no es que pasara nada más, pero el Ritssi me picó la curiosidad; se trataba de Alma, y la verdad, no podía imaginármela buena, nalgona, rompiendo mis recuerdos de su cuerpo flaco, su piel entre blanquizca y amarillenta como si la hubieran lavado con cloro, sus chichitas que más que tetas, parecían tachuelas clavadas entre las costillas... Tenía que verla con mis propios ojos, así que me preparé la noche de la cita como Dios manda, arreglado y perfumado, con calzones limpios y una buena dotación de "globitos" de los estriados para hacerle cosquillitas si se presentaba la ocasión y me dirigí a verla cuando dieron las siete de la noche.

Y no es por hacerle al cuento, pero lo que el pinche lujurioso del Ritssi me dijo se quedaba corto: realmente la niña flacucha y desgarbada ahora era una suculenta y madura mujer que acababa de divorciarse hace apenas unos meses -"¡suerte que me cargo!" pensé creyéndome en serio que se habría una ventana a la oportunidad-; platicó ella por los dos por más de tres horas, desahogándose. Tuvo una relación caótica cuyo recuerdo provocó que más de una persona voltease a nuestra mesa cuando ella soltó un par de lágrimas barnizadas con un lenguaje florido hacia su ex. En fin, que ella ahora lucha por superar su derrota en un grupo de Neuróticos Anónimos y alternadas sesiones entre un psicólogo y un psiquiatra -bien buena pero también bien loca; espero que también bien cachonda, que es el único tipo de loca que me agrada-, y justo ése es el motivo para buscarme: aparentemente su grupúsculo de orates enojones piensa que puede ganar paz interior al darme una disculpa por ser tan molona conmigo en nuestra lejana juventud, y nada más...

- ...en serio, gordito, tú eres mi hermano... Siempre creí que podíamos ser pareja, pero hasta ahora te comprendo; siempre supiste que así no funcionaríamos, porque tú y yo seremos siempre como hermanos...

Un balde de agua fría sobre mis ya erectas ansias. Y si he de ser sincero, debo reconocer que ése hecho me sorprendió. "Chasco que se llevó Cara Sucia" como diría mi madre; yo esperando sexo y caricias, y resulta que la zonza ésta nomás quiere disculparse... ¡Y lo más ofensivo es que ésta pinche loca ahora me está viendo como si fuese una especie de gorda con trenzas! Me sentí herido en mi ego.

Así que quise tomar revancha de alguna forma, pero en ése momento me hallaba tan molesto, que lo único que se me ocurrió fue pagar yo la cuenta ante la insistencia de ella por hacerlo.

- Deja, gordito, deja; yo te invité, déjame pagar a mí... Por lo menos permíteme pagar lo mío...

"¡Ni madres!" "¡Un machito que se precie no permite jamás que ninguna vieja, frígida además, le pague nada, faltaba más!"

- No te apures, Almita, por los viejos tiempos...

- Tu siempre has sido un caballero.

Y para rematar, se nos ocurrió meternos al sitio más caro que pudimos encontrar, y me quedé con lo justo para el regreso. Salimos, ella se prendió de mi brazo, y echamos a andar. Seguramente la poca gente que transitaba por la avenida, al vernos, podría pensar que éramos una pareja buscando el sitio donde entregarnos al amor, pero no. No, no y no. Solamente éramos la loca Alma y su tonta gorda amiga recordando lo tontos que fuimos cuando ella quería ser mi novia, y yo lo "prudente" que fui al negarme. Esa imagen comenzó a desquiciarme, a un grado tal, que me sentí intoxicado y, en un momento dado, dejé de escucharla. Seguimos caminando hasta que llegamos a un parquecillo, donde nos sentamos en una fría banca.

Se hizo un silencio incómodo. Sin poderme contener más tiempo, tomé sus manos, y como ella no las retiró, quise ir por un beso.

- ...no, no gordito, no...

Dijo ella haciendo a un lado su rostro. Era todo. Sin poder medir mis palabras, exploté:

- ¿Pero quién te crees que eres...?

Alma me mira ahora fijamente, y no sé cómo interpretar su mirada, lo que termina por encender mi cólera. No domino lo que mi boca convertida en hocico ahora escupe. Simplemente quiero lastimarla...

- ...Siempre fuiste una creída, una pendeja que no entendió jamás que tenías que encenderme, pero no. ¿Que por qué nunca fuimos pareja? ¡Fácil, pendeja! ¡Porque no quisiste nunca que te tocara ni la mano! ¡Y la única vez que quisiste, oh decepción! ¡Ante mí estaba la putita más frígida que jamás imaginé! ¡Encueradita, con tus chichitas que no me calentaban nada! ¿Sabes qué sentí al verte ahí, tapándote todas tus vergüenzas con la cobija mientras cerrabas tus ojos pretendiendo que no estabas ahí? ¿Sabes qué sentí, pendeja? Lo mismo que siento ahora, al ver otra vez a la misma puta frígida: lástima. Pobrecita Almita, cuyo marido dejó abandonada a su suerte... Seguramente porque no quisiste darle lo que cualquier hombre normal como yo necesita: sexo. Sexo, sexo y más sexo. ¿Entiendes, pendejita?

Me pasé de la raya, es verdad, pero lo dije, y ya qué.

- ¡Ay! ¡Qué cosas dices! ¡Siempre has sido tan bromista...!

No supe bien cómo reaccionar ante ésa mirada que tenía tintes felinos. ¿Salvado por su propia estupidez? Realmente Alma nunca fue muy lista. Y sin embargo, ésa mirada... Alma ahora la desvía, mientras juega con su bolsa entre las manos.

- ...Tienes razón. Todas ésas cosas feas que me dijiste quizá debieran ofenderme, pero, ¿sabes qué? La verdad no ofende, gordito. Yo también lo he pensado, como tú, que con cada año que pasa nos hacemos más viejos, y las cosas no duran para siempre...

No puede ser. Además de ser la amiga gorda y con trenzas, ahora también soy vieja... Sin embargo, la voz de Alma cambia, y vuelve a clavar sobre mí ésa mirada que no sé interpretar.

- Es cierto. Debí ser más... cachonda contigo, amigo. Debí aprovechar mi juventud, y, ¿por qué no? También aprovechar la tuya. Siempre he querido enmendar mis errores, mi psicólogo no cesa de insistir en que lo haga; incluso con mi ex, a quien quiero perdonar y a quien he empezado a ayudar... Hoy quiero que enmendemos lo que no hicimos cuando fuimos jóvenes...

Ahora Alma, además de mirarme fijamente, toma mis manos, las acaricia, y no dejo de alegrarme mientras mis ansias se erectan por la oportunidad que vuelve a abrirse.

-Yo siempre he querido tener intimidad contigo, gordito. Sólo que, y lo sabes bien, aquí, dentro de  esta enferma sociedad, en nosotras está mal visto que tomemos la iniciativa. Si tú supieras cuántas veces lloré por no poderte ver... Quisiera que pudieras haber visto cuanto te deseé, todas ésas horribles noches en que mordía las cobijas mientras apretaba mis muslos imaginándote que estabas sobre mí y que mi mano era tu... Tú me entiendes, ¿verdad? Y ahora tengo a mi lado a mi oso gigante de peluche... Sólo quisiera que fueses... más romántico... Sólo un poquito más romántico... Pero si no es eso lo tuyo, ¡qué más da...!

Y nos besamos. Ella ahora me busca con ardorosa lujuria: muerde mis labios, busca hasta casi asfixiarme mi interior con su activa lengua; con su mano aprisiona con tanta fuerza mi virilidad que me lastima, mientras con verdadera furia abre mi bragueta e ignorando que nos hallamos en un sitio público, busca a tirones bajarme el pantalón. Me espanta, y comienzo a  sopesar la posibilidad de echarme a correr, pero no puedo echarme para atrás... ¡Un verdadero hombre no se repliega jamás ante la batalla! Además de que ya es muy tarde y ya no hay transporte. Debo resistir, crecerme al castigo, como hombre que soy; lo malo es que en serio me lastima con sus dientes, cuando hunde su rostro en mi vientre y me lo muerde con ansiedad. No puedo evitar temblar un poco cuando la separo casi a fuerzas de mi abierto y bajado pantalón y vuelvo a ver su mirada, ésa mirada semejante a la de un gato cuando está cazando a un pobre ratón.

- ¿De qué tienes miedo, gordito? ¿Es suficiente para ti? ¿Quieres que te lleve a tu casa?

Entre las muchas "lindezas" de Alma, tiene un lord fiesta que le había arrebatado al pobre güey del ex, pero enfurruñado como estaba, sentí como un puñal al rojo vivo rascando en mi herido orgullo su ofrecimiento de llevarme a la casa. Me enceguecí. No me importó estar en un parque público a las dos de la madrugada con las tambochas al aire. Lo único que quiero en éste momento es desquitarme, tomarla con todas mis fuerzas de las caderas y clavársela bien adentro. Ella se relame lujuriosa, y sin recato de ningún tipo, se levanta la falda y se quita la pantaleta, no olvidando el mostrarme su evidente orgullo: su par de grandes, redondas y blancas nalgas, que me ponen como loco y hacen que deje de pensar.

Toma con fuerza mi pene, y me arrastra literalmente hasta un sitio del parque donde los arbustos crecen y la ausencia de luz debido a los árboles lo hacen perfecto para descargar nuestras ansias. Caminamos como podemos. Ella jadeando y yo sosteniendo mi pantalón para que no se me caiga totalmente y me impida andar. Y caemos en el pasto. Ella abre sus muslos y me recibe, y me hallo tan caliente, que me vengo apenas me asomo. No me acuerdo ni de los condones estriados embebido en mi placer.

Me hallo un poco avergonzado, es cierto. Sin embargo, Alma toma mi virilidad de nuevo, y ahora sí, con maestría comienza a buscar levantarla de nuevo, mientras suspira, y comienza a hablar:

- ...Ay gordito. Espero haber sido todo lo caliente que esperabas. Espero que esto que pasó y lo que pasará no afecte nuestra amistad...

"¡Bien!" pensé, ya que el segundo round era inminente. Ella seguía masajeándome, sin permitirme separarme de entre sus muslos, a los cuales yo sobaba a dos manos.

- ...porque quiero que sigamos siendo amigos. ¿Seguiremos así, gordito?

- Claro que sí, sólo dame un momento para reponerme, y me toca a mí llevarte al cielo...

- ¡Ah! ¿Lo dices porque sigo sobándote tu cosita? No, no es eso, gordito; es curiosidad. Verás, yo fantaseé por mucho tiempo con esto, y la verdad, una exagera todo con la imaginación; siempre te creí más potente, más grande. No lo tomes a mal, pequeño, pero lo que hicimos era el corregir nuestros errores del pasado. Y creo que lo hicimos, ¿o no? Te veniste rico adentro de mí, ¿no? Yo satisfice mi curiosidad, y tú tu deseo insatisfecho...

Me molesta, pero como siento tan rica su mano en mi tilín, finjo que no la escucho. "Pequeño". Habrase visto tanta desfachatez. Mi erección vuelve, como la cantaleta de Alma:

- ...ahora prométeme que no me odiarás por esto, ¿me lo prometes?

"Te lo prometo meto, y te lo repito pito" pienso, pero teniéndola abiertita con mi tilín en su mano, con el delicioso aroma de su puchita impregnando el ambiente, enardeciéndome, decido, como diría Santa Ana, prometer hasta meter de nueva cuenta:

- Claro, pequeña. Te prometo que seguiremos siendo amigos pase lo que pase.

Alma suelta mi pene, y aprieta fuertemente mi cintura con sus piernas; parecen cuerdas y, sorprendido como me hallo, no reacciono correctamente. Escucho desde las ramas de los árboles un chillido como de mono, y entonces algo me golpea con fuerza en la nuca:

- ¡¡ÍÍÍÍÍÍÍC...!!

La vista comienza a nublárseme, totalmente aturdido cuando Alma me libera al fin para ser sujetado por dos brazos que intuyo que no son fuertes, pero como estoy desvaneciéndome, no puedo quitármelos de encima. Alma se pone su pantaleta, mientras voltea hacia mí.

- Perdóname, gordito. Pero todos ustedes son unos cerdos. Los anteriores a ti, pero ésos sólo fueron para ayudarle al "Monita"; creyeron que yo era una prostituta haciendo la calle. Tú, que seguramente viniste a verme únicamente por lo que te habrá dicho de mí el pinche lujurioso de Ritssi, ¿verdad? Nunca hubieras venido a verme por ti mismo, por las ganas de ver a una vieja amiga. Mi ex "El Monita", que ahora te está amarrando, y que quería que hiciéramos no sé cuántas marranadas conmigo atada; sus custodios en el manicomio que apenas me les insinué, se lanzaron sobre mí los muy cerdos al mismo tiempo con ganas de revolver atoles y ni cuenta se dieron de que éste pinche mono se les escapaba; los policías que me interrogaron, todos, todos, sólo quieren sexo. Hasta mi psicólogo, que nunca ha perdido una oportunidad de acostarse conmigo. No me guardes rencor. Ya te dejé acostarte conmigo, y creo que ya estamos a mano; ahora debo ayudar a mi ex marido. Es para tener paz interior, no es nada contra ti. Un último consejo, por nuestros viejos tiempos: no te resistas. Este mono goza mucho cuando alguien se resiste. Y entonces hace lo que hace muy largo... Sólo déjate matar y ya, ¿si? Me voy, porque las cosas que le gustan a mí me dan mucho asco.

Pinche Alma culera... La miro alejarse con sus nalgotas que suben y bajan como si hiciera buches, mientras su ojete ex me enseña un cuchillo cebollero mientras se ríe bajito y lo único que lamento en este momento, ¡pendejo de mí! es haberme venido tan pronto.


FIN.

                Bueno, eso lo puse para que no creyeran que seguía más… ¿Cómo los vieron? Tengo muchas ilustraciones, no es que no haya andado de flojo, pero éstas son para el Proyecto Hadas, que ha llegado a buen término, y que únicamente espera el registro en Derechos de Autor, para poder compartirles ésa novelota de chorrocientas mil páginas. He visto que otros camaradas bloggeros son capaces de publicar libros en formato PDF aquí. ¿Alguno sabe cómo?

                Y bueno, ya para terminar, sólo comentar sobre la bronca de los profesores de la CNTE. El país ya no aguanta más, y el descontento tiene muchas formas de hallar su camino, ya que es como un río que si se presiona, rompe sus contenedores. Los profesores en realidad no son santos de mi devoción. Yo hallo hasta perverso el asunto de que sean capaces de heredar sus plazas, y más en una profesión en que la vocación debiera ser la norma. Llevo dos años dando clases de dibujo y pintura, y cuando veo a los profesores que educan a nuestros niños, que forman a nuestro futuro, me da espanto, y es cuando comprendo muchas cosas del porqué los mexicanos somos como somos. No diré que toda la culpa sea de ellos, no. Pero un gran porcentaje si va hacia ellos. Podría llenar veinte páginas por sus dos lados con historias de malos profesores, y quizá sólo media con relatos de buenos profesores. Pero eso es una cosa, y otra muy diferente, es que el gobierno federal venga con el cuento de dizque querer echar a andar una supuesta “reforma educativa”, cuando en realidad es una reforma laboral. Y lo peor, es que ése dizque gobierno, que supuestamente fue electo por mayoría, y que por lo mismo debería representarnos a todos, en vez de sentarse y dialogar, saca a relucir su único argumento: la macana y la represión y la censura.

                Y esto no es nuevo, pasó en Sonora, con los niñitos de la guardería ABC, pasó en Aguas Blancas, pasó en Atenco y en un larguísimo etc, donde aparentemente, debe de haber muertos para que se dizque sienten a dizque dialogar. Otro caso sería si en vez de sacar la macana, éste gobierno tuviese autocrítica, y con mano izquierda ponerse a negociar de verdad. No habría muertos. Pero el caso es que no dejan ya que nadie se manifieste, porque inmediatamente llaman a sus voceros la prensa vendida, a atacar a los manifestantes porque no dejan que los automovilistas circulen.

                Lo malo es que esto no es sólo aquí en México. Ahorita están todos los canales abiertos mi país diciendo que por culpa de la CNTE hay desabasto en Oaxaca y Chiapas. Analícenlo un momento, camaradas, y se darán cuenta de que es la misma estrategia que están usando ahora en Venezuela, la misma que usaron contra Dilma en Brasil, el mismo chantaje que usaron contra los Kirschner en Argentina y el mismo sabotaje que tratan de hacerle a Evo en Bolivia. Y lo hacen en Grecia. Y lo están haciendo en España. Y recientemente en Francia. ¿Quién gobierna el mundo? Todo mundo dice en los noticieros abiertos de televisión que la macroeconomía es importante, pero la verdad, la gente pobre siempre ha estado pobre. Supuestamente México es la decimotercera economía global. Pero no hay aumentos de salario consistentes que ayuden a la población, y al revés, estadísticamente la división entre ricos y pobres aumenta alarmantemente. La gente sale a vender lo que puede, desde discos piratas hasta alitas rostizadas porque ya no le alcanza el dinero, pero yo no veo que lo pasen mal ni los Azcárraga, ni los Salinas, ni los Coppel, ni las dieciséis familias que macroeconómicamente hablando, dominan México.

                Y a lo que voy, para acabar, es que el mundo se está alineando en bloques económicos, que dan paso a bloques militares. Y de ahí, no hay que ser un experto en geopolítica ni ser un as en historia, para no darse cuenta de que así justamente empezó la Segunda Guerra Mundial: los bloques se hicieron y no tardaron en chocar entre sí.

                Y ya me voy, camaradas, si no, no acabo. Espero que les gusten estos cuentitos. Son del mismo corte que uno que ya les había puesto antes: “Las Últimas Horas del Batallón de los Mártires”, y si se pudiera, algún día, hacer una recopilación, me gustaría ponerlo junto a “La Japonesa” y a “Alas de Asfalto” dentro del título “Los Sueños”, porque todos estos cuentos, han estado inspirados en sueños virgueros.

                ¡Sayonara! ¡Espero que nos veamos pronto de nuevo! ¡AUNQUE LA AUTORIDAD LA EXCOMULGUE, LA PROTESTA SOCIAL NO ES DELITO! ¡LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN HA DE SER SAGRADA! ¡BASTA DE MORDAZAS A LA OPINIÓN PERSONAL! ¡EL INTERNET AL SER DERECHO HUMANO, DEBE SER ABIERTO Y LIBRE! ¡HISTORIETA O MUERTE! ¡VENCEREMOS! ¡HASTA LA ENTREGA QUE VIENE!



Histerieta: Sustancia Fallida de Álvaro Aguilar.


¡Mis estimados contlapaches y contlapachas! ¡Que gusto verles de nuevo! Hace tiempo que no publico casi nada, pero en esta ocasión, quiero decirles que me siento muy orgulloso de mi sobrino Álvaro Aguilar, joven pintor en ciernes que ha sido secuestrado por su play 4 y su teléfono celular; pero aún así, mi sobrino ha tenido los arrestos para hacer por sí mismo una historieta que quiero compartir con ustedes. ¡Espero que les agrade!








¡Já ja ja! ¡Esperoq ue les haya agradado tanto como a mí! Esta entrada es esclusiva de mi sobrino, así que quiero compartirles un retrato de él, hecho por mí, por supuesto:


¡Sayonara! ¡Nos vemos en un ratito, que voy a compartirles un par de cuentos!