sábado, 30 de octubre de 2010

Arte Objeto: El Beso De La Salvación.


Las Calles estaban llenas de niebla, espesísima. Apenas podía distinguir, la noche de antes de ayer, el amarillo con que la tierra se viste para ésta fecha en especial. La niebla eran mis alas. El frío el fuego con el que me calentaba los huesos, y con ése fuego avancé hasta el lago, cortando con mis manos descarnadas, ardientes, mis propias alas





Y ahí estás, amada. Conservada en el agua que todo lo purifica. Cantando agudamente que qué bonito es volar a las tres de la madrugada. Celosa de todo amor, te comes a los niños, y reposas éste desamor de siglos en medio de ésta laguna: tu feudo, llorona, tu castillo, cihuateteotl, mujer serpiente cihuacoatl. Aunque llores el destino de éstos pobres desgraciados, a ellos no les importas más, como no les importa su desastroso futuro que lloras a las tres de la mañana.


No, mi amada, no les importamos que alguna vez fuimos dioses, vencidos por uno mayor, uno más fuerte, que en los ojos de los conquistadores y de sus perros era fuego y rayo, ignorantes que ciegos erran, como nosotros al pretendernos dioses, amada mía. Mi querida, mi mujer de agua, ahora mi dulce Mictantecihuatl.Deja de llorar, amada mía, que ya dejé yo de llorar por ésas fantasías de ayer. Ven, abrázame, escapemos de éstas llamas, que con sólo nuestros huesos podemos darnos amor. No el que los hombres le dan a todas las cosas. No. Nosotros buscaremos uno más fuerte, uno más puro. Dejaremos de ser seres de la noche, volaremos al fin bajo la luz del sol.


Abraza, mi vida, ésta cruz como yo he comenzado a abrazar la mía. Unámonos, mi vida, dejemos ésta noche. Dejaré de ser Huitzilopochtli, el eterno sediento de sangre, y tu dejarás de ser Chalmecacihuatl, la sacrificadora.
Esta cruz en nuestra frente nos dará descanso. Ven, ven conmigo, mi vida, salgamos de ésta obscuridad.




Y bueno, ¿Qué les pareció? Ésta especie de alebrije lo hice en cinco días, pese a tener un retraso de un año por variados motivos. Pero sí, fueron en total como cinco días, con el alambrón y el empapelado. ¿Les gustó? Es grandecito, como de cerca de un metro 20 por otro metro veinte, de la punta de las alas hasta la coronilla y la punta de los pies. Está hecho totalmente de papel maché, como podrán ver en las fotos, y tiene las alas quemadas, por que han logrado salir del infierno con su tierno beso.

Hoy precisamente les iba a empezar a recetar la “Noche Maldita”, una historieta de mi hermano, la primera historia del Dr. Yazz, que es el protagonista de “Tzitzimine” y “El Ángel Azul”, pero como es la víspera del día de muertos, pensé que quedaba mejor. Y como ven, estoy experimentando para ponerles más ilustraciones en las cinco que permite Blogger. A ver cómo se ve. ¡Pero comenten! Se vale de todo, pues. Para eso les pongo éstas cosas. Un saludo de vez en cuando no hace daño.

Bueno, sin más en el frente, me despido de todos ustedes. ¡No celebren halloween! ¡Basta de seguir volviéndonos gringos! Si tienen niños, ¡enséñenles a pedir muerto o calaverita, no halloween! ¡Disfrácenlos de cosas nacionales, no zombies ni ghouls! Tenemos que preservar nuestra poca identidad, que se disuelve poco a poco en la fuerza mediática del imperio. Y sin rostro, ¿qué podemos decir?


¡Sayonara! ¡Hasta la siguiente entrega!

sábado, 16 de octubre de 2010

Pintura de Caballote: Los Cuadros Borrosos 1.

¡Hola a todos y a todas! ¿Cómo están? Espero que bien, mis estimados camaradas y compañeras. Pues uno aquí, bien, sobreviviendo, claro está. Sobreponerse a las pérdidas nunca ha sido una tarea fácil, menos cuando la persona ausente es una amiga de la infancia. Por que eso habla de que uno también ha comenzado a envejecer, uno ha comenzado también su propia línea de descenso hacia las tenebrosas regiones donde los muertos bailan sabrosamente como en cámara lenta los ritmos del más allá, parafraseando al gran Gabriel Vargas. Es una lástima que nuestros intelectualuchos VIP nunca hayan madurado lo suficiente como para exigirle al gobierno que al gran Gabriel Vargas, también se le hubiese velado en Bellas Artes como al Monchiváis. Una verdadera lástima que también él haya tenido que marcharse.

¡Pero viejos los cerros y reverdecen! ¿A poco no? Si todavía me quedan muchas cosas por mostrarles, y surgirán más, ahora que he terminado el cuadro “Buscando a Dios 3: Catedral Interior” y que próximamente les mostraré, además de que estoy a punto de terminar “Buscando a Dios 4: Juego de Niños”, obra de la que ya les mostré por ahí, en alguna entrada vieja, un breve boceto, y “El Ángel Azul”, la Histerieta que me ha consumido en la fiebre de mis extintas veinte primaveras. ¡Pero qué más da! ¡Como diría el Serrat, “hace veinte años que tengo veinte años”!

Y bien, el cuadro que les quiero mostrar en ésta ocasión, es el que sigue:








Se titula “Ayes de la Matria”, y fue hecho en la década de los noventa. Es un cuadro grande, (en realidad mediano si tomamos en cuenta que el gran formato se toma a partir del 1:50 x 1:20 mts.) mide 1 metro x 70 centímetros, difícil de colgar en éstas pequeñas paredes que tienen las casas de hoy en día, ¡pero qué carajos! Éste es el tamaño que me gusta pintar. Me hallo incómodo con los formatos pequeños, digamos un 40 x 20 cms. No sé si porque mi poyautlez aumenta día a día, o porque le saco a los microdetalles, ésos que se logran únicamente con pinceles del doble o triple cero. Pero considero éste tipo de medidas la justa para poder decir algo que valga la pena.

En el año del ’95, cuando acabé de pintar éste cuadro, estaba en plena carrera de Artes Visionudas, en la ENAP, y la clase de pintura era libre en exceso. De hecho, no recuerdo que el profesor nos haya juntado siquiera para darnos una clase de técnica, el rollo era que si uno tenía duda sobre algo, entonces se acercaba a él. Ese fue uno de los tantos factores que acabaron por desanimarme de terminarla, aunque Manuel Marín me decía siempre que esperaba mucho de mí, y Francisco Castro Leñero, el barbón, siempre apreciaba mis dibujos. Mi profe de pintura, Enrique (no me acuerdo qué, qué pena me da no recordar su apellido, y tengo dudas hasta de su nombre, háganme el favor) también me decía que yo, aunque no sabía bien la técnica, siempre le hallaba el modo y lo resolvía bien. Esas palabras me llenaban de orgullo.

Y no sé si sean mis semillas cecehacheras, pero también consideré siempre que la pintura debía decir más que una imagen. De ahí viene éste cuadro. Un poco tomando elementos de la portada del libro “México Bárbaro” de Kenneth Turner, y mi gusto visual por las mujeres de posaderas anchas. (A poco no. Un Gran Cabuz es siempre una bendición.) El cuadro no es más que un ¡ay! prolongado sobre la situación del país, que, desgraciadamente, no ha cambiado mucho, con la supuesta llegada a la dizque “democracia”. Por eso lo escogí para esta entrada, la del Bicentenario. Creo que toda nuestra historia ha sido un gran y prolongado ¡ay! salvo unas pequeñas alegrías, como el 5 de Mayo, la expropiación petrolera, la aun más efímera nacionalización de la banca, cuando Cárdenas ganó la regencia de la Ciudad de México, etc. etc. etc.

La foto no es buena, y me da pena decirlo, ya que la tomé con una excelente cámara que para desgracia del cuadro no era réflex (aún no había cámaras digitales) y por lo mismo, su lente no era el adecuado, así como la luz. Y fue tomada en una exposición que hicimos los integrantes del grupo “Los Decepcionistas” en una escuela que se hallaba en la colonia Molino de Rosas, el Colegio Nicolás García de San Vicente. Su directora es (no sé si siga siendo la directora de ahí, o si el colegio aún exista) buena onda, pero su local no era muy adecuado para una exposición pictórica y de fotografía, pero le echamos ganas y transformamos un aula en sala de exposiciones, ayudando todos los “Decepcionistas”.

Los “Decepcionistas”. Si hasta teníamos una especie de manifiesto, que íbamos agrandando con cada cosa que no nos satisfacía. Luego les contaré más sobre ésa banda pesada de la ENAP, de la que desgraciadamente perdí contacto debido a mi poyautlez.

Muchos de ustedes dirán “pero del cual fumó este gato risón. Poyautlez, ¿de donde saca éstos terminajos?” Pero viene del libro “Azteca” del gringuito Gary Jennings, refiriéndose a la miopía de su personaje Tliléctlic Mixtli. Según Jennings, “Poyautla” significa “perdido en niebla”, por lo que me gustó y adopté como nickname para algunos dibujos y en la internet, antes de que mi sobrinito “el Bolillo” me pusiera “Gran Tair”.

Y bien, para terminar, la ficha técnica: “Ayes de la Matria” 1995 Óleo sobre tela. 1x.70 mts. Colección de la Familia Conde Ortega.

¡Sayonara! ¡nos vemos en la siguiente entrega, donde espero ponerles otra historieta de mi hermano, H.P. Aguilar, “Noche Maldita en el Castillo Chükrut”!

P.D: No sé si éste cojín se lea y vea hasta la hermana república de Chile, pero si hay por ahí algún chileno entre la tropa que lee el Cojín, ¡muchas felicidades! Ustedes los chilenos han dado una muestra de gallardía, pundonor y amor por el prójimo que pocas veces se ve. ¡Qué fantástico rescate de los mineros de Atacama! ¡Jamás se dieron el lujo de perder la fé! Demostraron que trabajando juntos, se pueden hacer cosas que a primera vista parecen imposibles. Demostraron, que la vida humana es lo más valioso que existe y que vale la pena intentar rescatarla, pese a costos e imposibilidades técnicas. ¡Cómo hubiese querido que nuestro fuchi ex - presidente Vicente Fox se hubiera comportado como el suyo! Aquí en México, se abandona a los mineros a su suerte, como en Pasta de Conchos, y se persigue a su líder como debiera perseguirse a una rata como el dueño de Minera México, que abandonó a los mineros a su suerte sin intentar siquiera rescatarles. ¡Vaya un saludo fuerte y combativo hasta ustedes!

Sólo he visto a los chilenos tan felices cuando cayó el asesino de masas Pinochet. Recuerdo que en el CCH estaban bailando los hijos de los inmigrantes por las explanadas. Es un recuerdo muy bonito, muy entrañable para mí. Ahora sólo espero que sus autoridades no se hagan como las mexicanas, y que les den lo justo a los mineros que no pudieron trabajar mientras duró el rescate, ya que la solidaridad debe ser hacia los atrapados, como para los que no pudieron trabajar, pero no por falta de ganas. Ellos también tienen familias que mantener.

Y, ahora sí, ¡Sayonara!

miércoles, 6 de octubre de 2010

Obituario: Hasta Siempre, Kequita.




¿Qué ocurre en los cielos, cuando una luz se apaga? La luz de una estrella, idéntica a otra, a simple vista. ¿Habrá alguien que note que ésa estrella ya no está?

Y con las hormigas. ¿Se darán cuenta las demás cuando alguna de ellas sirve de alimento a algún gorrión?

¿Habrá alguien que sienta la ausencia de una gota de agua, de un grano de arena, de tierra?

¿Pasará lo mismo con nosotros, los humanos? ¿Habrá quien tenga memoria de todos los transeúntes, de la gente que hoy viaja en el metro, y mañana ya no? ¿Habrá quien sienta la ausencia de uno, cuando ya no camine por ésa calle?





Yo creo que sí. Yo creo que hay alguien que tiene hasta nuestros cabellos contados, hay alguien que tiene memoria de cada una de nuestras células, por que Él las hizo.

Y hay alguien que tiene cuenta del dolor y de la soledad terrible y fea de los enfermos. Por que hasta el dolor de una simple gota de agua cuenta, hasta la diminuta lágrima que soltó ésa pequeñísima hormiga es tomado en cuenta.

Quizá al mundo sólo le importe la ausencia de los V.I.P., de los artistas, de los geniales escritores y actores, de los capaces mandatarios, de las rutilantes estrellitas cuyas existencias son tan brillantes que nos obliguen a todos a voltearlas a verlas aunque sea una vez.





Pero el mundo está entregado al enemigo, amiguita. Pero el mundo nos interesa en la misma proporción en que se preocupa por nosotros, amiguita, o sea, nada. A mí, y estoy seguro, no sólo a mí, me importa tu ausencia, mi pequeña amiga, que no vi lo suficiente para comprender toda tu compleja existencia, que a vista de la mayoría de la gente, era simple y llana, como la compleja existencia de toda la gente que pasa a diario por la calle: todos nosotros, que no somos rutilantes estrellitas, y que tenemos suerte si alguien nos voltea a ver



Te cargué recién nacida, mi pequeña amiga, te paseé en mi avalancha, y también llegué a molestarme con tu avasalladora energía cuando quería estar solo en medio de mi adolescencia. Me dolí con tu dolor de niña abandonada por tu madre; me indigné y lloré con tus amaneceres con hambre de pan y de afecto, sintiéndome pequeño para llevarte algo de ayuda que te fuese útil, y no solo juegos. Pero, ya ves, amiguita, Dios no te abandonó nunca. Él estaba acompañándote en tu hambre de madre y de pan, y te envió otro ángel que cuidó de ti y de tus hermanas, y a quien pudiste llamar Mamá Gelito. Y te envió otro ángel que te cuidó durante las largas y áridas horas en el hospital llamado Manuel, y te envió un ángel más, Elis, que se encargó de pelear ferozmente contra el mundo y su sed de dinero para intentar curarte. Ésos ángeles que te amaron (y te aman) y dieron lo mejor de ellos para ti cuidarán también de tu hijo, así que descansa en paz, amiguita. Descansa en paz, Kequita.



Ahora duermes, cansada de ésta vida fea que te tocó. Ahora descansas ya de ésa horrible cama de hospital y de ésa fea enfermedad, herencia de tu niñez sin amor. De ésa terrible y tenebrosa cárcel en que se convirtió tu propio cuerpo, al negarse a seguir tu mandato y tu deseo. Ahora, al fin, la palomita que estaba en medio de tu pecho reposa ya, y créeme, amiguita, yo, y no sólo yo, te lo aseguro, vamos a extrañarte mucho mucho mucho.

Tu risa.

Tus locuras.

Tu hermosa ingenuidad.

Y tus enormes ojos, que parecían salir a pasear por su cuenta.

Hasta siempre, bella durmiente en espera del Señor. Yo me quedo con tu risa, con tu sonrisa, con tus locuras, y con tu hermosa ingenuidad aquí, aquí, en medio de mi pecho, como rosas que guardaré conmigo hasta que a mí también me llegue la hora de descansar. Hasta siempre, Kequita, Keka Briones, como te decíamos de cariño, mi estimada Kalaka, que ahí, pronto, porque ésta estancia en éste mundo es un suspiro, nos veremos de nuevo, cuando El Señor nos levante de nuestros lugares de reposo, así que, amiguita, descansa en paz que nos vemos de nuevo donde El Señor.

Irene Yarisol Arias Cruz. 1975-2010.