¿Cómo los
ha tratado la vida, camaradas? Espero que bien. Sin más preámbulo, la séptima
entrega y la continuación de la saga del pueblito ballenero:
¡Chacachacachááánnn!
¡Ballenas que caminan! ¡Pueblos arrasados por catástrofes con tintes bíblicos!
Y un misterioso personaje que es un indígena de una tierra que nunca existió… (¡Uyuyuy…! ¡Espántame pantera…!) Y aquí
pueden cerrar los ojos “sospechosistamente”,
o sea, rasgarlos y parecer malos como diputado federal, porque la historia se
desenvuelve hacia su final! No es cierto, todavía faltan un par de capítulos
para que la historia de José Galicia, mi abuelo, termine. Apenas iremos por la
mitad, un poco más allá de la justa mitad, si lo medimos en páginas.
Hay algo
que me gustaría comentarles. Cuando esta tierra llena de nopales logró su
independencia después de una cruenta lucha, los bandos ganadores se dividieron
en Federalistas y en Centralistas. ¿Qué significa esto? Pues básicamente, que
esta tierra estaba dividida en regiones que aún no eran lo que se conoce hoy
como “Estados”, que en un momento dado podrían decidir quedarse unidos a México
o en otro, podrían decidir libremente si se erigían en otros países o unirse a otros,
como pasó con los estados de Guatemala, Yucatán e incluso el triste caso de
Tejas. Bueno, para no hacerles el cuento largo, se decidió por un modelo
federalista semejante al de Estados Unidos de América, y por eso el nombre de
éste país lleno de nopales cuyo apelativo oficial es Estados Unidos Mexicanos.
Todo esto
viene de que el país tiene una historia, un camino recorrido, y si en un
principio se imitó a los Estadounidenses, fue porque en el mundo del siglo XIX
sólo existían dos repúblicas a seguir: la francesa y la gringa, así que el
nombre de mi país no es una mera imitación, es producto de sus luchas internas
y externas por darse un rostro, rostro que aparentemente molesta mucho a la
gente que en este momento tiene el poder, un rostro que no termina de formarse
ya que a la gente de mi país le viene guango el saber de su historia y se
pregunta poco de dónde venimos, y por lo mismo tiene muchos prejuicios, ya que
admira a los indios muertos, pero desprecia a los vivos, donde te hacen a un
lado nomás porque sabes divertirte sin estar borracho o no te inclinas a un
ídolo muerto de tela como es el caso mexicano, donde no te dan trabajo si te
sales un punto o dos de un estúpido perfil, aunque seas capaz de hacer lo que
te piden, y donde se reescribe la historia oficial cada sexenio para asegurar
la legalidad del espurio en turno en el poder. En fin, que me molestó mucho la
propuesta de Felipe Calderón Hinojosa, el espurio presidente de esta sufrida
patria, de cambiarle el nombre a este país que duele quererlo y que sin embargo
se le quiere, por nada más “México”.
Afortunadamente,
los senadores tuvieron más sentido común y le rechazaron su estúpida propuesta.
Y aún más afortunadamente, el carnicero está por irse. Sobre su cabeza los
noventa millones de muertos de esta “guerra” que no quiso hacer. Y también
sobre su cabeza los estados virtuales de sitio como el que priva en este
momento en el palacio legislativo de San Lázaro, donde va a tomar posesión otro
espurio que compró los votos de la necesidad y de la ignorancia, el sangriento
Enrique Peña Miento. Al igual que cuando Calderón entró a la presidencia, a San
Lázaro no entra nadie, ni siquiera los vecinos que tienen la desgracia de vivir
por ahí. ¡Cómo se quejaron los poderosos del plantón de Obrador a Reforma! Ahí
si había fotos, reporteros, nota diaria, pero nadie habla del bloqueo criminal
a San Lázaro, ahí no hay ni reporteros (salvo los valientes de Radio Fórmula)
ni fotógrafos ni nadie tomando en cuenta el clamor de la gente que vive y
trabaja en ése sitio. Cuando la Constitución de este país garantiza el libre
tránsito, llegan unos soldados y policías, gente generalmente ignorante y con
mentalidad cuadrada, y llenan todo de bardas metálicas y perros evitando que la
gente circule libremente, y ni discutir con ellos. Parece que no son gente,
cumplen la norma del dicho popular que reza. “no hay amo más cruel y duro que
el que antes ha sido esclavo”. Porque si como dicen, fueran electos por la
voluntad popular, ¿a qué le tienen miedo? Porque sólo como miedo se puede
entender el proceder de los poderosos. Si realmente fueran limpios, no temerían
nada, la cámara de diputados estaría abierta a la gente para que fuera a
presenciar la toma de poder. Bien dice el Señor, cuando dijo en los evangelios
“por sus frutos los conoceréis”.
Después de
ver estos desmanes que hace la gente en el poder, uno desearía que las cámaras
y los palacios de gobierno los pusieran en sitios alejados y desolados, donde
no molesten a nadie, y donde no tengamos que sufrirlos. De todas maneras hacen
lo que quieren, que por lo menos no nos molesten ni a ti ni a mí, que nos dejen
tranquilos de una vez por todas.
¡Sayonara! ¡HASTA LA ENTREGA QUE VIENE! ¡HISTORIETA O
MUERTE! ¡VENCEREMOS!