miércoles, 28 de noviembre de 2012

Histerieta: “Sombras en el Adoquín” Séptima Entrega.




            ¿Cómo los ha tratado la vida, camaradas? Espero que bien. Sin más preámbulo, la séptima entrega y la continuación de la saga del pueblito ballenero:



















            ¡Chacachacachááánnn! ¡Ballenas que caminan! ¡Pueblos arrasados por catástrofes con tintes bíblicos! Y un misterioso personaje que es un indígena de una tierra que nunca existió… (¡Uyuyuy…! ¡Espántame pantera…!) Y aquí pueden cerrar los ojos “sospechosistamente”, o sea, rasgarlos y parecer malos como diputado federal, porque la historia se desenvuelve hacia su final! No es cierto, todavía faltan un par de capítulos para que la historia de José Galicia, mi abuelo, termine. Apenas iremos por la mitad, un poco más allá de la justa mitad, si lo medimos en páginas.

            Hay algo que me gustaría comentarles. Cuando esta tierra llena de nopales logró su independencia después de una cruenta lucha, los bandos ganadores se dividieron en Federalistas y en Centralistas. ¿Qué significa esto? Pues básicamente, que esta tierra estaba dividida en regiones que aún no eran lo que se conoce hoy como “Estados”, que en un momento dado podrían decidir quedarse unidos a México o en otro, podrían decidir libremente si se erigían en otros países o unirse a otros, como pasó con los estados de Guatemala, Yucatán e incluso el triste caso de Tejas. Bueno, para no hacerles el cuento largo, se decidió por un modelo federalista semejante al de Estados Unidos de América, y por eso el nombre de éste país lleno de nopales cuyo apelativo oficial es Estados Unidos Mexicanos.

            Todo esto viene de que el país tiene una historia, un camino recorrido, y si en un principio se imitó a los Estadounidenses, fue porque en el mundo del siglo XIX sólo existían dos repúblicas a seguir: la francesa y la gringa, así que el nombre de mi país no es una mera imitación, es producto de sus luchas internas y externas por darse un rostro, rostro que aparentemente molesta mucho a la gente que en este momento tiene el poder, un rostro que no termina de formarse ya que a la gente de mi país le viene guango el saber de su historia y se pregunta poco de dónde venimos, y por lo mismo tiene muchos prejuicios, ya que admira a los indios muertos, pero desprecia a los vivos, donde te hacen a un lado nomás porque sabes divertirte sin estar borracho o no te inclinas a un ídolo muerto de tela como es el caso mexicano, donde no te dan trabajo si te sales un punto o dos de un estúpido perfil, aunque seas capaz de hacer lo que te piden, y donde se reescribe la historia oficial cada sexenio para asegurar la legalidad del espurio en turno en el poder. En fin, que me molestó mucho la propuesta de Felipe Calderón Hinojosa, el espurio presidente de esta sufrida patria, de cambiarle el nombre a este país que duele quererlo y que sin embargo se le quiere, por nada más “México”.

            Afortunadamente, los senadores tuvieron más sentido común y le rechazaron su estúpida propuesta. Y aún más afortunadamente, el carnicero está por irse. Sobre su cabeza los noventa millones de muertos de esta “guerra” que no quiso hacer. Y también sobre su cabeza los estados virtuales de sitio como el que priva en este momento en el palacio legislativo de San Lázaro, donde va a tomar posesión otro espurio que compró los votos de la necesidad y de la ignorancia, el sangriento Enrique Peña Miento. Al igual que cuando Calderón entró a la presidencia, a San Lázaro no entra nadie, ni siquiera los vecinos que tienen la desgracia de vivir por ahí. ¡Cómo se quejaron los poderosos del plantón de Obrador a Reforma! Ahí si había fotos, reporteros, nota diaria, pero nadie habla del bloqueo criminal a San Lázaro, ahí no hay ni reporteros (salvo los valientes de Radio Fórmula) ni fotógrafos ni nadie tomando en cuenta el clamor de la gente que vive y trabaja en ése sitio. Cuando la Constitución de este país garantiza el libre tránsito, llegan unos soldados y policías, gente generalmente ignorante y con mentalidad cuadrada, y llenan todo de bardas metálicas y perros evitando que la gente circule libremente, y ni discutir con ellos. Parece que no son gente, cumplen la norma del dicho popular que reza. “no hay amo más cruel y duro que el que antes ha sido esclavo”. Porque si como dicen, fueran electos por la voluntad popular, ¿a qué le tienen miedo? Porque sólo como miedo se puede entender el proceder de los poderosos. Si realmente fueran limpios, no temerían nada, la cámara de diputados estaría abierta a la gente para que fuera a presenciar la toma de poder. Bien dice el Señor, cuando dijo en los evangelios “por sus frutos los conoceréis”.

            Después de ver estos desmanes que hace la gente en el poder, uno desearía que las cámaras y los palacios de gobierno los pusieran en sitios alejados y desolados, donde no molesten a nadie, y donde no tengamos que sufrirlos. De todas maneras hacen lo que quieren, que por lo menos no nos molesten ni a ti ni a mí, que nos dejen tranquilos de una vez por todas.

            ¡Sayonara! ¡HASTA LA ENTREGA QUE VIENE! ¡HISTORIETA O MUERTE! ¡VENCEREMOS!



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