viernes, 13 de julio de 2012

Pata de Gato: Un Rayito de Esperanza.

Mis estimados camaradas. Una vez más, la voluntad popular de México ha sido arrebatada por medio de trampas y chapucerías. Una vez más, el afán progresista de un pueblo entero ha sido opacado por la tiranía más abyecta y vil e hipócrita que uno pueda imaginarse. Ustedes, camaradas que han vivido en países con dictaduras militares feroces, ustedes, camaradas chilenos, españoles, argentinos, uruguayos, guatemaltecos, nicaragüenses, salvadoreños… vecinos todos de esta América Hispano parlante, que han sufrido en sus historias recientes el flagelo de una oligarquía que se niega a dejar el poder, una oligarquía que detiene el progreso material, cultural y espiritual de nuestros pueblos, sepan que en México, ésa misma oligarquía, ahora disfrazada de “democracia”, hace una nueva jugarreta a la historia y nos detiene. Vuelve el PRI a Los Pinos, vuelve el sistema vertical, piramidal de gobierno, vuelve el garrote y el bozal. Ustedes, compañeros latinoamericanos, ustedes, compañeros que hablan español como yo, pueden entender esta frustración y este enojo.
El mismo domingo 1ro de Julio, el día de la elección, andando por la calle, vi a mucha gente en las casillas, vi a mucha gente creyendo una vez más, que las cosas podrían cambiar, creyendo que el voto es realmente un arma y un derecho legítimo de los pueblos para su autodeterminación, que es realmente un timón para decidir que camino es el que mas conviene a la gente.
Pero de este mismo pueblo, una parte sustantiva, vendió seis años de vida, vendió su derecho a decidir, vendió su dignidad por una tarjeta de dinero electrónico de conocida tienda departamental, llamada Soriana. ¿Cuánto valió la dignidad de la gente? Entre mil y cien pesos mexicanos. Entre 3 y 30 dólares, ése fue el precio del futuro, ése fue el precio de la sonrisa de sus hijos y ése fue el precio del hambre futura.
Deprimido, desesperado y furioso, no quise salir a las calles, apagué el radio y la televisión, y me encerré, haciendo mansión en la soledad. Hasta que una llamada de mi hermano H.P. Aguilar me sacó de mi apatía y mi desgano, y me invitó a salir una vez más, con el puño en alto, con la voz en la boca y con los pies en la tierra, a esta marcha por la justicia, y salí, y grité una vez más mi coraje, y al ver a tantos y tantos que tomamos la calle, a tantos y tantos que no fueron convocados por corruptos, por tantos que como yo, no tienen más partido que la justicia y la igualdad para todos, volvió mi esperanza. Aquí las fotos:















Acá unas bellas jaraneras. Lástima que no pude tomar audio ni video, la canción era sobre la imposición y no era nada mala.



Una valiente Gay Fox exigiéndole al ejército que recuerde que es producto de una revolución popular.

















Acá un muchachito arengando a la gente por medio de un megáfono.










¡El viejo grito de guerra del Partido de las Lombrices! ¡Que se vayan todos! Cortesía de los chavos de la ENAH (Escuela Nacional de Antropología e Historia)








Esta foto que sigue creo que es muy simbólica. Sí, México me duele a mí también. Y mucho.



La Trilogía de los Pendejos…


Y un Lábaro Patrio con un crespón de luto.


Y estas… La Bandera Negra, de Luto. Como diría el maese Arturo Meza: “el águila voló, y vive la serpiente”.



No podía faltar La Justicia, y a continuación una oferta irresistible.






A continuación un cerdo con la playera de las fuerzas del PRI y el copete de su líder espurio mas una justificación del porqué la gente vendió seis años de futuro.



Esta foto que sigue, es muy simbólica de lo que está pasando en México. Había varios periodistas junto a mí, así que creo que esta imagen le va a dar la vuelta al mundo (espero). Los muchachos son de Ciudad Juárez, una de las ciudades más violentas de la tierra, gracias al PRI y al PAN.


Un recuento de infamias. Valiente muchacha. ¡Yo también soy México!




El Zócalo de la Ciudad de México lleno hasta el tope, lo malo es que como fue un acto improvisado, no hubo oradores, ni templete, ni nada, sólo la fuerza viva de un país llenando la plaza más histórica de todo México. La gente, como llegaba, así se marchó.






¡Hidalgo! ¡Juárez! ¡El Padre de la Patria y El Benemérito en la marcha! ¡Tiembla, PRI, tiembla, Peña! ¡No podrás hacer lo que te digan tus titiriteros que hagas!
 


¡La entrada triunfal al Zócalo! ¡Tiemblan mis venas, mis pulmones roncos están por cantar el Himno Nacional! Y a continuación, un mural efímero de voces en gis.












Y para terminar, camaradas, una carta y una flor para los guardianes del orden del Zócalo.
Fue una marcha que me renovó, me hizo saber que hay mucha gente dispuesta a que estas ratas no hagan lo que quieran, y si… Por lo menos, hay esperanza. Una esperanza frágil, muy endeble, tan endeble como nuestros brazos desnudos contra las bayonetas, como la fuerza del papel y la tinta contra las balas y los dientes de los lobos. Como este fragmento de Nuestra Historia que les presento. No había helicópteros, ni de policías, ni de reporteros. Esta fue una verdadera marcha silente para la gente en el poder. Pero calladita, como la flor de este final, la esperanza crece. Quizá ganaron, quizá se hayan salido con la suya todos los corruptos, pero espero que este movimiento que crece, con gentes valiosas y valientes como el Poeta Sicilia, como el Ingeniero Cárdenas, como los padres de los bebés asesinados de la Guardería ABC, como el Subcomandante Marcos y todos los Zapatistas, como todos los que salimos espontáneamente y que decimos “¡YO NO ESTOY DE ACUERDO!” “¡YO NO SOY CÓMPLICE!”, se convierta en un árbol fuerte, de amplias raíces que nos cobije a todos, y que un día, quizás no tan lejano, por fin, en esta tierra tan llena de injusticias y de hambre y de niños descalzos y mujeres violentadas y de hombres explotados y que todos, hombres mujeres y niños sin voz ni rostro, tengamos justicia y equidad, que al fin no haya poderosos, y el que quiera ser grande comprenda que la verdadera grandeza está en servir y no en ser servido, que la promesa de Dios se cumpla cabalmente: “no habrá más lágrimas, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron”.
¡Sayonara! ¡PELEA! ¡CON LOS MEDIOS QUE TENGAS! ¡QUE SE VAYAN TODOS! ¡Hasta la entrega que viene!