lunes, 25 de enero de 2010

Histerieta: “La Última Última Cabalgata de Piero Bambini” Primera Entrega.

¡Hola!

Pues nada, les mando un combativo saludo desde éstas nopaleras tierras. ¿Cómo ven lo de Haití? Muy gacho, verdaderamente. Creo que uno tiene la obligación, aunque sea moral, de solidarizarse, pero bueno, nada debe ser tampoco a fuerzas. Como dice el dicho: ”a fuerzas, ni los zapatos entran”, pero si les sobra una latita de atún, la cruz roja está recibiendo donaciones para Haití. También se están recibiendo en el Estadio Olímpico de C.U. (todavía.)



















Los temblores… Recuerdo el de ’85, el gran terremoto de la Ciudad de México. Yo iba en la secundaria, la heroica Secundaria Diurna # 3, “Héroes de Chapultepec”, e iba entrando justo a las 7:18, corriendo como siempre, por que el zaguán se cerraba a la 7:20 de la mañana, en un último sprint. Justo estaba saludando a un compañero, Calderón, antes de formarme para subir al salón, cuando éste me dijo: “está temblando” con su sonrisa grande y todavía infantil, y como recordé el consejo de que uno debe guarecerse en el dintel de una puerta, me acerqué a una unión de dos trabes y una columna. En eso, los vidrios se rompen, todos en hilerita. Uno deja de pensar en ése instante, y creo en parte que por eso soy cristiano, por que creo que un ángel poderoso vino, y literalmente nos empujó al patio. Sin pensarlo, tan sólo sentí en la espalda la imperiosa necesidad de correr. Volteé a mi derecha, y vi al prefecto Cruz, “el Avezcruz”, que heroicamente tomaba a un compañero del pantalón, levantándolo en vilo y cargándolo como si fuese una criatura con el brazo derecho, mientras que con el izquierdo, en jarras, cargaba a otro muchacho, echando a correr. A mi izquierda, muchos muchachos corriendo por su vida, y en un instante, un viento poderoso nos empujaba a todos, el ruido de las varillas doblándose, y alguien que al caer me hacía caer a mí también. Por unos segundos, no pude ver nada, por el polvo espesísimo que nos hizo toser a todos. Y cuando se asentó, todo tenía un aire de irrealidad. Yo tardé algún tiempo en comprender que la secundaria se había colapsado, y reaccioné por que vi a muchos compañeros, con las ropas llenas de caliche, llorando. Algunos estaban orando, en círculo, el Padrenuestro, espantados. Todos estábamos espantados. Un compañero me ha de haber visto pálido como un muerto, y me ofreció un pedazo de pan, “para el susto”. Poco a poco los compañeros comenzaron a reunirse, y vimos con creciente angustia que muchos faltaban… Un maestro de educación física, junto con uno de los señores de mantenimiento, con dos mandarrias abrían un hoyo en el muro posterior de la escuela, y nos pedían que saliéramos con tranquilidad. Afuera, la ciudad, mi amada Ciudad de México, era un caos.

Pero basta de cosas tristes. Como lo prometido es deuda, aquí les traigo la primera entrega de una Histerieta que ganó una mención por dibujo en el Segundo Concurso Nacional de Historieta de la Sexta Gran Feria de la Historieta, categoría Alternativa Independiente, que se llevó a cabo en el Palacio Mundial de las Ferias, en La Fragua # 4, col. Tabacalera, el mes de marzo de 1999. Luego les sigo platicando, tanto del Terremoto, como de cómo me fue en ése concurso.

¡Sayonara!