martes, 4 de octubre de 2016

Eructo Literario: Estefania.


-Pues le digo, comadrita, que con el ahorro que Peñita nos da en la luz nos va mejor…
-Ajá.
-¿Y ha visto la cantidá enorme de patrullas y soldados que vigilan las calles? Como que nos hace sentir mejor, ¿o no? Como que más seguros…
-Ajá…
-Y pos por lo mismo, yo como que me siento, gracias a las reformas estructurales, como que más parte del mundo…
-Mejor cuénteme una de vaqueros, como el truculento relato que nos ofrece ahora el Gato Jazz desde su cojín.

ESTEFANIA:


A los cuates y a los ex cuates.


1)De vuelta a las andadas.

No había prisión más canija que la prisión de este condado/municipio/colonia/barrio ¡qué más da! en diez condados/municipios/colonias y/o barrios a la redonda. Por sus galerones y celdas, sólo se escuchan sordos lamentos...
- ...quero pollo...
...y a sus reos, el largo encierro los ha vuelto rabiosos, desconfiados animales; ya no hay rastro de humanidad en ésos cuerpos, en ésos rostros de ojos hundidos sin esperanzas...
-¡Ése "Gordolobo" Hernández! ¡A la reja con todo y chivas!
El grito del cabo Remington resuena poderoso entre los lamentos, ecos imperecederos de la infernal prisión; ecos que jamás han de apagarse mientras haya aquí seres a quienes se les haya de extirpar el alma como si fueran garrapatas en una res.
- ...quero pollo...
Me desperezo. Estiro mis miembros entumidos y bostezo indolente. ¿Mis Chivas? Sólo un viejo calendario del mejor equipo de fútbol que haya existido jamás y un número aún más viejo de don Marcial Lapuente y sus historias de vaqueros, la única lectura coherente que ha evitado que me vuelva loco y que me ha acompañado durante el tiempo en el que he estado aquí.
- ...quero pollo...
Sin embargo, en un acto raro en mí -sospecho que el encierro, las lunas que llevo en este sitio de dolor y soledades han terminado por volverme blando-, decido mejor rolárselos al pelao Juan Carrillo "La Chiva", cuyo eterno antojo por el pollo me desespera así como sus rancios gustos pamboleros; se lo doy de buena gana junto con el calendario del Rebaño Sagrado -ésos dos artículos son mi único lujo aquí, ¡en serio, qué buena gente soy!-, para ver si así logro introducirle un poco de sentido común -¡le va al América, chingada madre! ¿Dónde chingados se ha visto que un pinche chivo le vaya al aún más pinche club  América?- y al que aún le restan algunos años más en ésta pocilga, seguramente merecidos por irle al equipo de fútbol más fantoche y pinchurriento que existe.
- ...tenga, pa' que se entretenga...
- ...sales, pero recuerda...
- ¿Que cosa?
- ...que mis Águilas tienen más campeonatos que tu rebañito de chivas...
- ...chinga tu madre.
- ...ódiame, ódiame...
Y decido ignorar los renovados lamentos del villamelón éste...
- ...quero pollo...
...mientras camino por el pasillo siguiendo al cabo Remington hasta llegar a la oficina del marshall Verisgüell  donde me entregan las llaves de mi caballo, mi viejo tejano, mi .45 Mamerson's Special, la consabida y "amistosa" advertencia para que sea de ahora en adelante un buen ciudadano y como algo nuevo, una carta amarillenta de Alma. Checo la fecha del matasellos: un año de retraso, nada más. Nada fuera de lo común en una cárcel infernalmente común como la de éste malhadado barrio/pueblo/colonia/municipio/condado o congal común. De momento me conformo únicamente con pasarla a la altura de mi nariz mientras absorbo el perfume a jazmín y frituras de ella, recordándola -¡qué buenas nalgas! ¡me cae de madres! ¡Unas voluptuosas y blancas nalgas dignas de mil y un cochinadas que iré a hacer apenas me remoje el gaznate!- y salgo al abrasador sol del mediodía.
Nada cambia por éstos andurriales: el mismo polvo, las mismas personas, los mismos letreros y colores gastados de siempre, pienso mientras enciendo no sin esfuerzo al caballo -seguramente trae baja la batería después de tanto tiempo apagado; nada que una buena talacha con el veterinario no arregle- y echo a cabalgar. Lento, suavecito, paladeando ésta libertad recién recobrada. Veinte años estuve dentro del botellón, y, a su manera, es agradable saber que todo sigue igual, saber que los pinches "Conchitos" ojetes fueron puestos en su lugar, que sí hicimos una jodida diferencia. El precio a pagar fue justo. No me arrepiento de nada porque no tengo nada de qué arrepentirme. Reconociendo el barrio, mis recuerdos hechos inercia y la sed, el ansia por un buen sotol y no uno destilado en un radiador oxidado me hacen enfilar hacia la vieja, extrañada cantina "The Pollito's Saloon" -las deliciosas posaderas de Alma tendrán que esperar un rato más-, donde hallo al viejo Polo, tan ciego y borracho como siempre, y a quien he venido a buscar para que me ponga al día.
- Que hay, viejo Polo...
El anciano, como un viejo coyote desdentado, otea el aire un momento, y cuando me reconoce, abre mucho sus ojos llenos de cataratas a través de los gruesos lentes obscuros  mientras su desdentada boca se arquea en una mueca que intenta ser una sonrisa.
- Ésa voz... Ése olor a patas y axilas sudadas... ¡"Gordolobo"! ¡Muchacho! ¡Cuantos años de no verte...! Ven, muchacho, azota ése gran cabuz aquí junto a mí! Platícame, ¿tiene mucho que te soltaron...?
- Pa' qué perdemos el tiempo en jaladas... ¿Qué hay de nuevo, viejo? ¿Qué es lo que se dice por las calles?


2) Cabalgata al pasado bajo el calor del dios sotol.

- 'Pérate tantito... Deja te veo, muchacho... Charros, 'tas más viejo, más calvo y más gordo, cabroncito, de como 'tabas cuando te agarraron los muchachos de Verisgüell...
¿Calvo yo? ¿Gordo yo? ¡Já! Sonrío al comprobar que el viejo Polo sigue igual de "topo" que siempre. E irremediablemente nos perdemos en los recuerdos, los motivos por los que me llevaron preso: la sangre más joven, más volátil, la mano presta a volar hacia la .45 Mamerson's; el condado/municipio/colonia/barrio/pueblo entero sumido en el terror que provocaba la despiadada banda de los "Conchitos": si no mataban aunque fuera uno a diario, no se sentían contentos. No conformes con ser los amos del bajo mundo, también controlaban la precaria economía de toda la región; ni un chingado quinto se movía por aquí sin tener algo que ver con ellos. Y la gota que derramó el vaso: el pinche "Santos" Concho, junto a sus compinches secuestrando a la adorable Alma, hija del granjero Romualdo. Yo venía regresando al barrio/pueblo/colonia/municipio/condado -¡qué importa cómo se le diga a éste cacho de tierra amarillenta y polvosa!-, después de irme a andar y andar los caminos buscando compañera y con lo primero que me topo, ¡oh sorpresa!, los pinches "Conchitos" golpeando al viejo y raptando a mi amor de estudiante, mi primer amor. Ésa fue la primera escaramuza que tuve con ellos.
- ¡Alto malandros! - les dije enérgicamente, y el "Santos" se me quedó viendo con una mirada vidriosa, con sus asquerosos mocos escurriéndose de su sucia nariz. Nunca comprendí cómo éste malasangre pudo ser puesto como cabeza de la peligrosa banda, contrario a sus hermanos, más listos o habilidosos a fin de cuentas. Desdeñoso, me dijo desafiante nomás midiendome mientras yo aprovechaba para comprobar la redondez y firmeza de las chipocludas nalgas de Alma que se marcaban deliciosamente a través de los ajustados vaqueros y que también se me quedó viendo llena de esperanza... y deseo.
- Y usté qué pedo, que quere púes...
- Me dicen "Gordolobo" y soy desfacedor de entuertos...
- ¡Changos pintos, qué mamón eres carnal, ni que jueras El Quijote De La Mancha...! ¡Madréemoslo por pinche farol...!
Y ya tenía sobre mí como a diez desalmados pelafustanes facinerosos, pero para todos tenía, ni siquiera me bajé del cuaco de lo poca cosa que eran, así que empecé a repartir nudillos y puñadas, ¿que qué quiere usted? ¿nudillos? ¡tenga! ¿y usted? ¿puñada? ¡tome! ¡tome! ¡chín! ¡pom! ¡cuas! ¡salen tortas de puño con chile y pitomate para todos! ¡Para esta runfla de vagos no necesito usar mi "Mamerson's"...! Pero no contaba con el arma secreta del "Santos", el cual, después de sentir en carne propia el acero de mis puños forjados en mil batallas, en un descuido mío -y es que las nalgas de Alma son de campeonato, son un perfecto distractor- no vi cuando empezó a soplar por su nariz y a embarrarse mocos en los nudillos, y cuando me percaté de ello era demasiado tarde: ¡ya el "Santos" saltaba sobre mí con un mortal y asqueroso coctel cuyo blanco era mi bello rostro! ¡Lo único que pude hacer fue cerrar los ojos y tratar de resistir el viscoso impacto, que me arrancó literalmente de mi caballo y me proyectó al suelo!
- ...te madrearon bien bonito; ¡ni las manos metiste, pinche chamaco pendejo!
- ...cállese viejito, o no le disparo otra ronda de sotol...
- ...'ta güeno, 'ta güeno, me callo el hociquito y ya, puésss...
Asqueado, perturbado, confundido... No hay palabras que definan exactamente el estado en que me hallaba; caído, pese a haberme batido como los meros buenos, la panda de forajidos sin ningún sentido del honor me agarró a patadas, haciéndome pinole y llevándose a mi bella Alma. Cuando volví en mí, el viejo Romualdo -también muy golpeado, daba lástima el pobre infeliz- limpiaba con un paño la sucia afrenta de mi rostro. No tuvo que pedirme nada, únicamente había un pensamiento entre los dos: rescatar a Alma de las garras asquerosas del pinche "Santos" y sus hermanos, la despiadada banda de los "Conchitos".
Tardé un par de días en reponerme, y ocupé ése tiempo en calcular el golpe. Desgraciadamente, no iba a poder solo, ya que los "Conchitos" eran cuatro hermanos mas su madrecita, doña Concha -¡y ella sí que era de cuidado!-, y tenían bajo su mando como a doscientos pelados descalzonados e igual de malditos y despiadados que sus jefes. Así que decidí tragarme mi orgullo y apenas pude caminar, encendí el caballo y me dirigí a buscar a mis contlapaches de juergas Igor Ritssi la "Caballita", a quien encontré echando chelas y mareando gente con su choro interminable mientras se jugaban un pokarito en un antro de poca monta; al "Monita" Charles lo hallé donde siempre, meditando con los indios y gitanos alrededor de un viejo radio de transistores mientras escuchaban "Cascajo", y con el gran poeta y borrachote a la vez Toño Urelio "la Pata" Solórzano, hubo que ir a buscarlo hasta su casa. Su esposa, la piel roja doña Tiricia al vernos llegar al Ritssi, al "Monita" y a mi, supo que no era para saludarles.
Fríamente nos recibió -ella siempre ha estado en contacto con el mundo espiritual; no es de extrañar que a veces ésos seres le comuniquen ciertas cosas- y, supongo que por la fatalidad en la que está curtida su raza milenaria, dejó ir con nosotros a su marido, no sin antes advertirle seriamente que "si vas garrar ansina otra vieja, reencarnarás en un pinchi pato de verdá, y 'tonces yo te cocinaré. Mánitu no miente. 'Tas avisao". Aún así, ante la terrible situación que vivía el condado/municipio/colonia/barrio/pueblo, vino con nosotros, prometiéndole a su costilla que sólo en un caso de extrema urgencia usaría el chúperpoder que doña Tiricia detestaba que usara. Juntos, formamos a la más formidable "ala de dragón" que se haya visto por éstos andurriales, y fuimos a hacer justicia.
Necesitábamos toda la información que pudiésemos obtener sobre "Los Conchitos", y en todas estas soledades, únicamente había alguien que podía ayudarnos, y según mis fuentes...
- Ha de haber sido doña Beta -dice el viejo Polo a la concurrencia que se ha reunido para escuchar nuestro relato-, la señora que vende tamales. Hace como chorrocientos años que todas las mañanas me desayuno con ella uno de rajas, uno de dulce y mi atolito...
¡Cájum! Como iba diciendo, doña Beta nos dijo que el mítico vaquero -o viejo argüendero, según el punto de vista- sólo podía hallarse en un sitio: el "Pollito's Saloon". En ese entonces el viejo Polo aún no era ni tan viejo ni estaba tan ciego como hoy...
- ¡Respete mis canas, chamaco!
...Cierto, ya cruzaba su mirada la blanca carnosidad impidiéndole cualquier certeza, pero también era cierto que desde siempre el viejo Polo ha sido el que sabe vida y milagros de todas estas serranías...
- ...No, pos 'ora, hasta el sambenito de chismoso me colgaste, no hay derecho...
- Y a poco no. Viejito cabrón... ¿Quién es el viejito chismoso? ¿Quién es el viejito cabrón? ¿A quién le gusta enterarse de lo que no le importa?  ¿Quién...? ¿Quién...?
- jhé jhé jhé... 'Pos yo...
Pues sí. No hay algo que el no sepa, lo que lo hace "el Anciano" por excelencia. Así que como recordará, nos dirigimos al "Pollito's Saloon" buscando su sabiduría.
- ...recuerdo aquella vez en que me buscaste por primera vez, jovencito e inexperto, pidiendo consejo para rescatar a tu novia...
- ...yo también lo recuerdo, viejo. Tu fama que ganaste junto al gran charro Chingongón te precedía...
- Nos decían "Don Chingongón" y "Polo Panza"...
- Cállese. Llegamos buscando a la leyenda viva y casi te pisamos en la entrada. Estabas tirado de briago todo rojizo por el sol que te estaba dando de lleno en la jeta, sabrosamente; tuvimos que jalarte pa' dentro de la cantina pa' que no te fueras a quedar más ciego de lo que ya estabas. Dormiste la "mona" por otras dos horas, viejo borracho, pese a las sonoras bofetadas guajoloteras que te acomodamos, 'pa ver si volvías en ti...
- ...no cortes el bonito recuerdo, muchacho... Sí, tu noviecita Alma... ¡qué buenas nalgas las de la condenada! ¡De campeonato! ¡Daban ganas de agarrarlas y clavarse en su textuuura...!
- Cállese el hociquito, viejo, no me haga enchilar...
- Ni aguantas nada, chamaco...
Escuchaste entonces, junto a mis amigos nuestro plan para rescatarla. Abriste tus ojos blancos como claras de huevo cocidas, como si estuvieses enchamucado...
- ¿Que no te enseñó tu jefecita a respetar a tus mayores?
- ¡'Ora usted también! ¡...que no corte el bonito recuerdo, chingaos! ...Escupiste al suelo en un acceso de tos, y nos dijiste:
- ...'tán bien pendejos... ¿Siquiera tienen una pinche idea sobre contra quien se quieren meter? Es mejor que la dejen, chamacos babosos; conociendo a Alma (¡y vaya que la conozco!), lo más seguro es que ella solita se le haya ido a meter al "Santos", ya ven que es bien pu...
- Cállese viejo, eso no le viene ni le va. Mejor despepite lo que sepa de los "Conchitos", dónde tienen su madriguera...
- ...'ta güeno, 'ta güeno. Si se quieren petatear, allá ustedes. Se van derechito hacia allá, y a la tercera peña grande que se jallen, dan güelta a su chueca; como a unos diez minutos, van a ver a "La Ponderosa", luego dan otra güelta a la derecha hasta una cantina llamada "El Atorón de los Charros" y de nuevo otra güelta a la derecha y van a toparse con un perro muerto... Aguas ahí, porque se acaba de petatiar y huele harto gacho. Diez minutos más y dan otra güelta a la derecha hasta un cacto que se curva como mi pajarito, hacia la derecha; lo siguen hasta toparse de nuevo con "La Ponderosa"...
- Usté nos está guasiando, ¿verdá? ¿'Pa qué chingaos damos todo ése pinche rodeote?
- Nomás quería ver si de a deveras me estaban poniendo atención, con ésa jeta que tienen de "si, te 'tamos oyendo, pinchi viejito pendejo"; güeno, de ahí derechito de "La Ponderosa" se van hasta topar con pader y 'tonces dan otra güelta a la chueca y van a ver una miscelánea llamada "La Oaxaqueña"...
- ¿Y allí es...?
- No. Allí sólo venden chelas y chocotrones; es el único negocio legítimo que tienen y les sirve de fachada a sus otros "bisnes" -aunque se dice por ahí, que a veces el "Santos" disfruta el despachar a los niños chocolates con sus manos puercas de rabo, ombligo y tilín, nomás pa' divertirse viendo si les da disentería-, pero ahí no despachan. Se siguen derechito y van a ver un letrero grande que dice de las de acá: "El Edificio". Ahí mero es...
Cortamos un momento nuestros recuerdos para darle un gran trago a nuestros tarros. Me limpio con el dorso de la mano, aclaro la garganta, y seguimos.
- Y amablemente nos hiciste un croquis hacia la guarida de los "Conchitos"... ¡Qué detallazo, viejo!
- Ni madres, pinche chamaco ojete. Bien que me sigues debiendo la información... Tuve que dibujarlo porque sus cabecitas de mosco no entendían las señas. Ya te quisiera ver dibujando algo con estas cataratas y ésta artritis.
- 'Pérese don carcamán, ¿no ve que le corta toda la substancia al relato? Además, ¿quién le está invitando el chupe?
- ¿En serio, mocoso? 'Orita que lo pienso, acabas de salir del tambo, ¿'trais pa' pagar?
- En fin... Lo recuerdo bien, viejo...
- No te hagas el que San Monorio te habla, ¿'Trais pa' pagar...?
- ...¡Cájum! Éste recuerdo es tan substancioso que nos alcanza no solo pa' ésta, sino hasta pa' cinco rondas más. ¿Qué hace?
- Cuento mis quintos, pa' que no nos corran a patadas.
- Usté aliviánese; con que ponga el sombrero y ya, ¿no ve como todo el personal está ansioso por escuchar en qué acabó todo? Vea cómo hasta los ojitos les brillan esperando escuchar el final de nuestra narración. Como iba diciendo: salimos a todo galope haciendo que los cascos chirriaran en el asfalto, sacando chispas al golpearlo con violencia. La gente, al vernos pasar, se quitaban los sombreros y nos daban "hurras" y "vivas"...
- Dirás que les aventaban piedras y mentadas de madre... ¡Casi atropellan a varios al salir así de locos!
- Ahí va de nuevo. ¿Qué pues con usté? Como iba diciendo, la gente nos vitoreaba cuando salimos a hacer justicia. Dejamos el pueblo/colonia/barrio/municipio/condado atrás, mientras la tarde nos bañaba con su fuerza, tiñiéndonos de rojo furia, rojo sangre, prediciendo una noche negra, de muerte y lágrimas.....................
- ...y que más.
- Con usté no se puede. ¿No ve que era una pausa dramática? Lo cierto es que sus indicaciones fueron acertadas. Ahí se vislumbraba ya, recortado ominosamente contra el cielo obscuro, la mole que era "El Edificio"; terrible mazacote de ladrillos y cemento... ¿Sigue sirviendo de palacio municipal, alcaldía y ayuntamiento?
- Sí, chamaco. Nada ha cambiado en estos veinte años. El poder de este pelao lugar, se asienta ahí
- Bueno, como iba diciendo, a su entrada, como feroces cancerberos, había cerca de veinte pelados descalzonados. Sus horribles y deformados rostros eran  iluminados por grandes hogueras donde asaban a pobres transeúntes atrapados desprevenidos...
- 'ora si te fuiste hasta la luna, chamaco... ¿Como que "transeúntes"...?
- Bueno, bueno... ¡Los conejos también van de paso! ¿no? ¡Y también son atrapados cuando andan desprevenidos y se asan! ¿O qué...? ¡Ya deje de interrumpir!
La tensión se sentía con fuerza en el aire. Pese a los chúperpoderes de los amigos, eran muchos pelaos para todos; no había de otra, debíamos hallar otra manera de entrar evitando a toda costa un enfrentamiento directo, ya que sería una carnicería, y muy posiblemente terminase la intentona con nosotros cuatro empalados y asados también. Toño Urelio "La Pata" nos hizo ver un pasadizo por donde podríamos escurrirnos: un boquete más o menos grande que daba a uno de los patios, pero lo más importante, sin guardia... Le pedí al cuasi místico  "Monita" Charles que nos diera su opinión:
- Ííííc... ic íc ¡Ícc!
- ¿Qué chingados dice? -espetó Toño Urelio "La Pata" Solórzano (que para efectos legales y otras cosas, será en adelante únicamente "La Pata")- ¡Nunca he podido entender qué dice éste cabrón!
- ...iiiic...
- ¡SILENCIO TODOS! -rugí sordamente para que los mugrosos no me escucharan- ¡ESTÁ TENIENDO UNA PRE-MONICIÓN!
Con los ojos en blanco, el "Monita" comenzó a bailar... Las estrellas parecieron alinearse con sus pasos, la poca vegetación también daba la impresión que se hacía de aquí para allá sintiendo la vibra, el "chí" que como un aura parecía que lo cubría, el cosmos todo bailaba junto al "Monita" Charles, el cual avanzaba en espirales, y todos nosotros nos sentíamos embriagados ante el ballet cósmico que nos invitaba peludamente a bailar y a seguirlo hasta el pasadizo que la "Pata" nos indicara minutos antes...
- ...iiiic, ic ic iiic...
- ¿Y eso? ¿Todo ése desmadre para que nos señalase el mismo chingao sitio que yo ya había visto? ¡No mamen!
- ...Silencio, "Pata". Ahora hay certeza.
- ¡Chinguen a su madre!
Sin embargo, "Pata" se quedó a nuestro lado, mascullando en voz baja "las nalgotas... por las nalgotas..."; el Ritssi también empezó con la misma cantaleta y ya iba a madrearlos porque seguramente se referían a Alma -¡y ésa colita apretadita es solo mía!-, cuando, aún en trance, el "Monita" Charles nos expuso su genial plan:
- Ic! Ic iiiiiic iiic Ic!
- ¡Claro! ¡¿Cómo es que no se nos había ocurrido?! ¡¿No es un chingón este pinche mono?! ¡Manos a la obra!
El "Monita" se ajustó el sombrero y raudo y veloz tomó una liana (nunca sabré dónde halla tanto chingado mecate, el caso es que donde él se halla, siempre hay lianas a la mano) ¡y se columpió hacia las hogueras de los desprevenidos enemigos, soltando pesados gases que se incendiaron convertidos en espantosas explosiones, matando a la guardia y atrayendo la atención de la gran mayoría hacia él...!
- ¡¡ÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍC...!!
- ¡HIJO DE SU CHANGADA...!
- ¡AGARREN AL JIJO DE SU PELUDAAAA...!
- ¡PINCHE CHANGO JIJO! ¡MÁTENLO! ¡MÁTENLOOO...!
- ¡¡ÍÍÍÍÍÍC...!!
¡...dándonos tiempo para escurrirnos adentro de la fortaleza por el pasadizo! En la lejanía aún se escuchaban las maldiciones, los plomazos y las explosiones, pero confiábamos plenamente en nuestro místico camarada de peluda cola, casi indio, casi noche, más mico que chango, convencidos de que no tardaríamos en reencontrarnos con él.
La estratagema había funcionado a la perfección: la gran mayoría había salido tras el "Monita" y los pocos miembros de la feroz banda se hallaban reunidos abajo de una ventana, perplejos por la sorpresa y los gritos de auxilio de Alma que se desprendían de ésa misma ventana; ella seguramente corría protegiendo su pudor de las erectas ansias del sucio "Santos", pobrecita...
(Voz en off) - ...aaaaAAAaaa... Así, así...
- Ya le están dando a Almita, güey; creo que el empaque del grifo ha comenzado a gotear porque se ha endurecido, güey. Ojalá conviden papaya, güey, porque con Alma, si se puede, güey...
- ¡Cállate pinche Ritssi! Seguramente está corriendo alrededor de una mesa, protegiéndose...
(Más voz en off) - ¡...aaaaaaaaaaAAAAAaaaaayyyyy así asííí...!
- Ésos gritos no son de defensa, güey... Más bien son orgásmicamente orgiásticos, güey... No está "corriendo", güey, está "corriéndose", güey.
- Óinkcido con el camarada "Caballita", valedor. Voto por revolver atoles con Almita, ya ven que ella es bien golosa... Yo haré de Don Fernando, Ritssi puede ser Ron Jeremy y, para que no chilles, pinche "Gordolobo", te dejamos ser Rocco Sifreddi de petatiux; suerte para ustedes que siempre cargo mi buena dotación de globitos...
- ¡Que se callen cabrones! ¡Ella se está de-fen-dien-do! ¡Mejor haz lo tuyo, pinche Ritssi! ¡"Pata" y yo te cubrimos! ¡Resiste, Almita, que ya voy en camino!
Aprovechando que se hallaban en corro, el Ritssi, cigarrito en mano, desplegó sus mortales habilidades: mimetizándose a la perfección con los descalzonados y mugrosos con su rostro siempre cambiante, a veces "el Gallito" Christian Valdés, otras "Vaquita la del Barrio ", las más de las ocasiones una rosácea mezcla muy extraña entre "Majinbú" y "Pablo Mármol", el caso es que ellos nunca supieron cómo llegó su final...
- Qué onda güey...
- Qué pué... Oiga, usté es artista, ¿verdá pué?
- No, no soy artista, güey...
- Usté sale en la tele, ¿o no, pué? Tenga, un chupe pué, unos huevitos, un jamoncito pué...
- Gracias güey... Es que traigo muchas broncas güey...
- ¿Que dice usté que trai?
- Muchas, muchas broncas güey... Aquí estoy, solo, sin flecha, sin esto ni aquello, blá blaurgh blaurblaurgh güey blaurgh blabláblaurgh güey blábláblaurgh, güey... ¿Unas chelas, güey?
Perfecto. Ya estaban atrapados en su mortal espiral, su diatriba, chora interminable. En unos instantes la mayoría comenzó a retorcerse, jalándose las greñas de la desesperación, arañándose el rostro, los ojos saltones, drenados de su energía, condenados a morir con la mente en blanco. Los pocos que no murieron, huyeron con el pálido rostro de la locura para hallar a la Señora Kalachan, ama y dueña de Calacas, en el monte.Terrible el poder chorero del Ritssi, verdaderamente es aterrador. Lo único malo de su chúperpoder, es que a veces el zonzo también queda atrapado, costándole un rato el reponerse. Así que nos tocaba al "Pata" y a mí. Subimos por una escalera de caracol hasta una especie de patio interno. Los gritos de Alma se escuchaban claramente ya...
- ¡...aaaAAAAaaaaaAAAAaaaah...! ¡Así! ¡Así...! ¡Más! ¡Más...!
- A ésa cabrona le están dando hasta por las orejas...
- ¡Que te calles, con una chingada, pinche "Pata"! ¡Se defiende! ¡¿Entiendes?! ¡Se defiende!
Seguimos avanzando, llegando hasta la habitación de donde salían los alaridos de ella. "Pata" y yo nos miramos inteligentemente, y a un mismo tiempo, nos abalanzamos contra la puerta, derribándola... En la penumbra, un par de enormes y blancos gajos, exuberantes y mórbidos se balanceaban...
- Pobre muchacho, ha de haber sido muy duro para ti, pero ésa mujer ha sido de todos y de nadie, como todos aquí pueden constatarlo... El tiempo ha pasado y seguramente ya lo habrás superado...
- ¿De qué chingaos me habla, viejo Polo? ¡Que no me corte el recuerdo! ¡Con una chingada...! ¡Camarero! ¡Tráigase otra botella!
Alma se defendía como las buenas. El pinche "Santos" ojete, mugroso, sin calzones el puerco infeliz, pero éso si, con su sucia playera del Cruz Azul F.C., trataba de evitar que Almita escapara sujetándola de las caderas y los muslos, mientras ella, sin el apoyo de sus hermosas y bien torneadas piernas que flotaban en el aire, trataba de huir con sólo sus brazos que se apoyaban en el piso.
- ¿No te lo dije, pinche "Gordolobo"? ¡Hasta "carretillas" están haciendo! ¡Y no invitan los muy ojetes! ¡Me dan ganas de entrarle yo también y "pintarle otra rayita al tigre"...!
"Pata" se hallaba tenso ante la visión. Seguramente su chúperpoder -el cual consistía en seducir a las changuitas agitando los quintos y tostones en las bolsas, y siempre que se veía obligado a usarlo era causa de problemas con su vieja, la india doña Tiricia (aunque siempre que lo hizo, lo hizo por la Patria, me consta)- lo dominaba ante la vista estupenda de la blanca desnudez de Alma. Seguramente ni en sus sueños más húmedos había imaginado que existiesen mujeres así de bellas, acostumbrado a andar con pura changuita patas chuecas.Tuve que darle dos certeros bofetones para que reaccionara y recordase a qué habíamos venido aquí.
- ¡CHÍN! ¡CHÍN! (Onomatopeyas) ¡No seas pendejo, "Pata"! ¡Ella trata de huir! ¡Huir! ¡Vamos!
¡Y nos abalanzamos contra el sucio, puerco "Santos" derribándolo de dos certeros golpes dejándolo KO! Pero en éso, viejo, en éso apareció ella...
- ...no me digas que...
- ...sí. La misma en quien usted está pensando, viejo Polo...
Recortándose a contraluz en el marco roto estaba ella, doña Concha Concho, la mismísima madre de los diabólicos "Conchitos". La situación había cambiado de golpe: en una de sus brutales manazas llevaba arrastrando de la peluda colita a un desmayado "Monita", y cautivo en el otro terrible sobaco, a un colapsado y vencido Ritssi que únicamente podía dar pataditas de ahogado al tener su cara atrapada en la hedionda ala, incapaz de utilizar su chúperpoder. Atrás de ella, los tres "conchitos" restantes se regodeaban en las terribles torturas que nos harían, apenas pudiesen poner sus asquerosas manos llenas de dedos mugrientos en nosotros: "Chito", amo del engaño y oloroso siempre a orines. "Sabú Alí", un descastado mercenario cuyo peor delito es irle al Atlante F.C., buscado en cuatrocientos veinte estados por múltiples delitos, imposibles de catalogar, y el feroz "Se-Sergio", ocioso el ver su catálogo de infamias; sólo diré que era tan masivo, que no cabía ni en su nombre, por ello su apodo al que se le agregó una "se" para que le quedase un poco más holgado.
Alma ahogó un grito, mientras, ya liberada del sucio "Santos", corrió a protegerse detrás de la cama rota. Iba a llover tomate, porque ni a éste "Pata" ni a éste "Gordolobo" los iban a capturar sin dar una buena pelea, de ésas rompedoras de huesos y huevos. Nos miramos "Pata" y yo, y a una, se desató el infierno.
Los fríos cañones salieron a relucir, orinando plomo caliente; en un instante, las paredes de la  habitación se llenaron de grandes hoyos por donde podría pasar fácilmente una vaca, y a golpes de plomo obligamos a doña Concha a soltar a sus rehenes; las balas rebotaban en su delantal blindado sin hacerle daño, pero desbalancéandola, cosa que aproveché para recuperar al desfallecido "Monita" y al casi muerto Ritssi; sin embargo, la situación era desesperada: los despreciables "Conchitos" comenzaron a flanquearnos utilizando a su madre de tanque de guerra, además de que el parque empezaba a agotarse. Cuando se quedó sin balas, "Pata" se hacía el que San Monorio le hablaba, seguramente intentando a toda costa eludir su terrible y a la vez glorioso destino:
- ¡Cuas! ¡Bang! ¡Pum...! ¡Rat-ta-ta-ta-tát...!
¡Graznaba frenéticamente tratando de ganar tiempo! Parapetados detrás de la agujerada cama, sólo teníamos una solución, la única que había si no queríamos morir todos ahí... Sólo restaba el camino del sacrificio; plugiese al Cielo, viejo Polo, que yo hubiera podido inmolarme en lugar de cualquiera de los amigos, pero el Destino, Mánitu, San Monorio, llámelo como usté quiera, sin dejar de tener un dejo de ironía, quiso que a él, y solo a él, le correspondiese tamaña gloria, ya que su chúperpoder era justo el indicado para la urgencia en la que estábamos...
- ...no, pinche "Gordolobo", no mames güey, no voy a hacer éso... No quiero reencarnar en pato y que mi vieja me haga a la naranja o al adobo... Me cae, güey, que yo siempre he sido muy respetuoso de Mánitu...
Me decía, lleno de escalofríos. Abundante sudor frío empapaba su frente y su camisa. Se las olía, el cabrón. Sólo dije: "por la Patria, Pata" mientras miraba hacia los cuerpos casi muertos del "Monita" Charles y de Ritssi "La Caballita" que no hacían otra cosa que echar espumarajos por la boca y dar pataditas de ahogado, luchando por reaccionar y volver en yes; y Toño Urelio "La Pata" Solórzano comprendió que ésa, era la hora de los Héroes.
- ...no manches tu triste y peluda vida, chamaco... ¿Deveritas deveritas que ésa fue...?
- Sí, viejo Polo. Ésa fue la Hora de los Héroes...
Jamás vi tanto valor, tanta gallardía, tanto desprecio por la propia existencia... "Pata", sobreponiéndose al miedo, tomando con sus manos el dolor y su bolsa de quintos y tostones, se arrojó a la hoguera: saltó, y corrió ágilmente esquivando el fuego enemigo que lo rasuraba hacia donde doña Concha dirigía a sus hijos, y mientras lo hacia, lo vi reírse de la Muerte o, como la conocemos todos, doña Kalachan mientras se desnudaba; yo lo vi todo, viejo Polo, absolutamente todo... Como un mago, un terrible y palmípedo gigoló, desnudó con una habilidad que jamás creí que tuviera a una desconcertada matrona; le arrojó virtuosamente varios puños de harina que sonaron sabrosamente "¡flop! ¡flap!" y cayó de golpe en los masivos brazos de ella, seduciéndola y haciéndola suya en tan solo unos segundos, cumpliendo con su deber y al mismo tiempo, siendo aplastado por una gigantesca -y llena de pelos y bolas- chiche de ella, que también murió en medio del más chipocludo orgasmo que seguramente nadie hubiera podido darle jamás, excepto "Pata", y con su enorme sacrificio nos salvó, ya que los "Conchitos", asqueados, huyeron sin rumbo. La terrible banda, ya descabezada, se desbandó llevándose con ellos a su sucio hermano "Santos" aún desmayado, trayendo la paz a este barrio/pueblo/colonia/municipio/condado...
- 'Tons no entiendo, chamaco. ¿Si no había delito que perseguir, por qué te agarraron los Rurales?
- Apenas saliendo del "Edificio", viejo. Ya tenían rodeado el lugar las fuerzas del cabo Remington y el marshall Verisgüell. No quise ser menos que el valiente esfuerzo de mis camaradas que aún no podían mantenerse en pié. Los Rurales se acercaban, y sin tiempo para nada más, me quité el pesado abrigo y con él cubrí la hermosa desnudez de Alma. Dejé que me echaran la culpa de las muertes y de los daños psicológicos ocasionados por "El Monita" y por Ritssi, y, ¿por qué no? del finado "Pata"... El cadáver de doña Concha esbozaba una gran sonrisa. Mientras me subían a la Julia, no dejaba de decirle a Alma que la distancia es como el viento, se lleva con el tiempo de un olvido...
- ...más bien te agarraron de chivo expiatorio, ¿o me equivoco, chamaco zonzo?
- Charros, viejo, usté bien que le quita el sabor al relato.


3) Agarrón en el "Pollito's Saloon".

El viejo Polo se acomodó los anteojos, le dio un gran trago a su sotol, y escupió atinándole directo a la escupidera de latón, que soltó un melodioso retintín. El viejo quería decirme algo, y, por lo que se veía, muy importante.
- ¿Sabes, chamaco? He llegado a apreciarte mucho. Con todas tus babosadas y tus aires a frijoles con chorizo y huevo que intentan ser heroicos; pero, "Gordolobo" Hernández, muy adentro de mí sé que estás llamado a hacer algo importante. Aún no sé que sea, y tampoco sé hasta dónde repercutan en un futuro tus acciones; sólo dedícate a seguir a ese heroico corazón que tienes, porque, chamaco, el bien solo puede ir hacia adelante, pésele a quien le pese. Ay. Te tengo una mala noticia, muchacho... Cómo detesto, en serio, dar malas noticias a la gente que estimo...
- Qué es, viejo.
- ...has de saber que "Los Conchitos" han vuelto.
No podía creerlo. ¿Entonces, todos nuestros esfuerzos, la heroica muerte del camarada "Pata" fue en vano? ¿La paz de nuestro barrio/pueblo/colonia/municipio/condado, de nuevo se hallaba rota por las torcidas intenciones de este pinche grupo de ojetes malvivientes? Embotado, sin creer totalmente lo que me estaba diciendo el viejo Polo, escuchaba sin oír, como si tuviese la cabeza dentro de un barril lleno de agua.
- ...Hace un año, justamente, muchacho. Tomaron represalias con todos los que de alguna manera los apoyaron, incluyéndome a mí, y has de saber que tus amigos sufrieron...
Ésto me sacó de mi marasmo. La sangre se me encendió pensando en el "Monita" Charles, seguramente rasurado y obligado a pedir dinero con un pocillo de peltre amarrado por el cuello a un cruel organillero escuchando a toda hora: "sobre las olas del mar/a Guadalupe le dio por zurrar/y como no tenía papel/se limpió con el dedo pulgar...", el inmortal vals "Sobre las Olas" de Juventino Rosas a ritmo de feria pueblerina; al "Caballita" Ritssi obligado a vivir sobrio, sin tabaco, sin flecha y taladrados sus oídos con cumbias y reguetones, colmados de estribillos idiotas como "el mechón/el mechón/enciéndeme el mechón", verdadera tortura para un amante de la música gringa ochentera como él, y a Alma... No, mejor no pensar en ello.
- ...Yo resistí, como pude, al terrible impuesto al chupe y a los chescos del veinticinco por ciento, el quinto del rey, que fue a parar todo a las bolsas de los "Conchitos". Afortunadamente, el "Monita" Charles se fue del pueblo justo a los tres años de que te metieron a la olla, y lo último que supimos de él es que se había vuelto indio, creo que siux como se volvió también su padre, pero "La Caballita" Ritssi, ése pobre...
- ...no me diga que...
- Fue coptado por el enemigo y le lavaron el cerebro, seguramente después de haberlo torturado, ya que ahora quema cd's piratas para "Los Conchitos" y los defiende a capa y espada. Puedes hallarlo todas las noches en el centro del pueblo. Prepárate, porque ya no es ni la sombra del vaquero valiente que alguna vez fue.
- ...y... y qué fue de... -temo preguntar, la cuestión se me atraganta.
- ¿Alma? Muchacho. Ella sufrió mucho. ¿Como decírtelo sin lastimarte? Ella... Ella necesitaba apoyo. El viejo Romualdo murió poco después de la golpiza que le dieron, y aunque hice lo que pude -ya no soy un jovencito, me canso rápido ya, y necesito para medio cumplir de la chingada pastillita azul, tú me entiendes-, ella... No la culpes, muchacho. Estaba sola, necesitaba protección, apoyo, y en este pueblo de cobardes, el único valiente se hallaba encerrado injustamente. Ella regresó... con "Santos".
- No puede ser...
- Era mucho tiempo. Te esperó mucho tiempo. Diecinueve años son muchos años, y más para una mujer joven como ella... Más para una mujer de su temperamento...
La ira comenzó a nublarme el entendimiento. En mi mente sólo habían imágenes de muerte y desolación. ¡Maldito "Santos"! ¡Lo haré llorar sangre así como a sus hermanos! ¡La muerte es poca cosa para castigar su maldad! ¡Aprovecharse de la inocencia, de la situación de desamparo de una joven pura para lograr su perverso fin! ¡Torturar al noble como un poney Ritssi y obligarlo a trabajar para ellos! ¡Ponerle impuestos a las bebidas de todos! ¡Imperdonable! Comencé a beber, sin medida, sin control, llenándome de rabia ciega y sorda ante las terribles noticias que el viejo Polo me daba:
- ...Dicen que se encerró con ella por más de una semana, y que sólo gritos salían del cuarto...
- ¿Solo gritos salían? (Glú glub glub...)
- Sí, y dicen que ella le decía al "Santos" que eras un baboso que la puso en un altar pero no en la cama y que nunca le cogiste ni la mano...
- ¿Eso decía ella? (Glub glub glub glú...)
- ...y que el "Santos" alardeaba de bajarte a tu vieja, al legendario "Gordolobo" que decían que era el responsable de comerse cien tacos de carnitas en una apuesta, responsable de chutarse enteros diez pollos rostizados él solo, de zamparse solito un pastel de boda...
- ¿Eso decía él? ¿Y mostró algo de temor o respeto por mis hazañas? (Glub glú glub...)
- No. Y se burlaba de que eras puñal y de que la tienes chiquita, además de que estás pelón y eres harto feo...
La temperatura bajó. Afuera del "Pollito's Saloon" comenzó una atípica lluvia que en nada se transformó en aguacero. Grandes granizos silbaban rompiendo al helado viento que se soltó mientras brillantes y atemorizantes relámpagos cruzaban el cielo, reflejo de mi corazón atribulado y enardecido. Rechiné los dientes, y su sonido no pudo ser acallado por los feroces truenos que retumbaron por todo el pequeño pueblo/barrio/colonia/municipio/condado, y escupiendo las palabras, pedí al viejo:
- Mira, Polo, toma el dinero que se juntó en el sombrero, paga la cuenta y vete de aquí. Y llévale a doña Tiricia la parte que le corresponde del "Pata" ya que el Ritssi se ha rajado...
- ¿Y tú, muchacho? ¿Que vas a hacer...?
- Voy a ajustar cuentas con un mugroso boquiflojo, pero antes iré a tratar de recuperar a un amigo.
- Espera, "Gordolobo", hay algo más que debes saber... Los "Conchitos" tienen nueva madre, y su poder supera con mucho al del rival más poderoso con quien hayas peleado... Ten éso en mente. ¿A donde vas, pues?
- ...'Pérese tantito viejo; creo que me oriné, como que de pronto todo hiede a pipí...
Me levanto de la silla, y me hallo tan briago, que doy un traspié que me tira al suelo justo en el momento en que entran al "Pollito's Saloon" tres descalzonados que, sin previo aviso, disparan; pero las balas que eran para mí, me pasan silbando en la calva, tumbándome el sombrero y se incrustan en el pecho del viejo Polo, que cae pesadamente. La sorpresa es tal que hasta la borrachera se me baja, y, veloz como una cascabel, respondo al fuego hostil matando a los facinerosos, descubriendo entre ellos al cobarde "Chito". Me acerco, cautamente, descubriendo que ni ante la muerte deja de oler a orines, mientras me dice en medio de sus estertores:
- ...morirás, pinche "Gordolobo"... ¡Cájum! "Sabú Alí" viene por ti... No podrás escapar... ésta vez... Aunque te tragues todo lo que haya... no... escaparás... muero... agh.
Y murió. Afuera hay más, y ladran como los perros que son:
- ¡ÉSE CERDO NO É DE AQUÍ...!
- ¡HAY QUE MATÁ A ÉSE CERDO...!
- ¡CERDO MATA, BULLANGUERO...! ¡AH! ¡CERDO MATA!
- ¡A LA COLOCOMBECOMBÉ!
- ¡A LA COMBÉ, EEEÉH...!
Y arrojan cócteles molotov, liderados por un feroz "Sabú Alí" enardecido -seguramente porque intuye la muerte de su hermano-, a quien distingo justo antes de que el resplandor del fuego me ciegue momentáneamente; los fieles parroquianos se ponen a resguardo donde pueden, mientras el cantinero me arroja un viejo winchester de palanca y dos cajas de munición y con ellos respondo a la agresión, parapetándome a la entrada y mientras mando a otros cuatro mugrosos descalzonados más a conocer a la Señora Kalachan, me percato de que otros dos corren tratando de ganar la puerta trasera del "Pollito's Saloon". Me hecho el rifle a la cara, y los busco con la mira cuando resuena una nueva descarga que me obliga a agacharme mientras pedazos del marco me bañan, y en lo que respondo al fuego de los secuaces de "los Conchitos", me doy cuenta de que los dos malandros han salido de mi campo visual: ciertamente van por mi espalda para cubrirla con plomo caliente.
No puedo moverme del sitio, y mis posibilidades son definitivamente malas, porque los espantados parroquianos del bar apenas si se pueden mover. Ésa cantina es frecuentada únicamente por gente pacífica, que va a ahogar sus penas en sotol y a escuchar por la rockola a Josialfredo mientras se echan un dominó o una baraja; no me hallo ni en el "Xibalbar" ni en el "Cuzcadiabla", donde los parroquianos son más agresivos. El acto del cantinero al darme el rifle, es un claro mensaje de que necesitan que yo los defienda, ya que corre a cubrirse detrás de la barra, justo abajo de un balón de fútbol y un trofeo que se hallan en una de las famosas repisas que el Gran Charro Chingongón hacía como pasatiempo, aunque con el feroz tiroteo que me obliga a concentrarme en el frente, hay una alta posibilidad de que los dos piojosos que buscan la entrada trasera acaben matándome como a todos los concurrentes, para que el descastado y cobarde "Sabú Alí" se salga con la suya.
Aún así, con el rabillo del ojo, puedo percibir las sombras que se proyectan desde ésa puerta trasera, acercándose, y en un momento más, puedo ver también las siluetas a contraluz que se preparan a atacarme, mientras el fuego enemigo al frente me obliga a concentrarme ahí. "Esto ya valió", pienso preparándome para conocer en persona a la Señora Kalachan, ama y dueña del Valle de Calacas, a quien ofreceré una rosa y un baile cuando me halle en sus fríos brazos. Es lo único que puedo hacer, ya que no soy hombre de rezos. Tampoco puedo cerrar lo ojos; he de ver mi fin, y lo he de hacer con los ojos muy abiertos. Y no puedo creerlo cuando distingo una tercera figura, muy veloz, que se abalanza sobre ellos y en un instante los vence a purititos... ¿picotazos? Abro los ojos, incrédulo mientras recargo el rifle, y es entonces que veo al tercer elemento de esta demencial ecuación: ¡un pato negro, el pico amarillo que juraría que me sonríe mientras se acomoda sus espejuelos ahumados!
Y antes de que termine de cargar el rifle, ¡saca de entre sus plumas un racimo de dinamita, la enciende con las flamas del incendio y corre, y a cada paso que da se escucha el sonido legendario de los quintos y los tostones, arrojándolo hacia los mugrosos que se acercan a la puerta, haciéndolos explotar! Mira desdeñosamente a los humeantes y retorcidos restos, y ahora voltea hacia mí mientras grazna antiguas palabras de lealtad:
- Cuac cuác cuac...
Lo reconozco plenamente. Desde el más allá, en el Reino de la Señora Kalachan -dice- sintió mi urgencia, y salió del limbo para venir a echarme una mano. Y sé que no me hallo solo en esta lucha.
- Pinche "Pata"... Tu vieja tenía razón. Reencarnaste y ahora eres un Pato completo.
- Cuác, cuac cuac cuac...
Sí, amigo "Pata", ¡por supuesto que sí! ¡Mánitu ha actuado en ti! Sin embargo, ¡esto aún no acaba! "Sabú Alí", furioso, manda al resto de sus hombres a aplastarnos. Un titipuchal de mugrosos descalzonados que al correr hacia el "Pollito's Saloon", bajan por un instante sus armas; "Pata" y yo entendemos de inmediato que a la oportunidad la pintan pelona, le arrojo el rifle y habilidoso como siempre, comienza a disparar haciéndoles numerosas bajas mientras corro, salto la barra y tomo el balón de fútbol de la repisa, ¡y en una amplia curva lo arrojo a la calle! ¡Y al instante, salta "Sabú Alí", lo recibe con la cabeza empezando a hacer "dominadas"! No pierdo el tiempo: desenfundo rápidamente a mi "Mamarson's Special" .45 y descargo un único tiro, el cual impacta la cabeza del terrible mercenario que se desploma pesadamente, cazado por su único vicio conocido: el fútbol. Los mugrosos descalzonados voltean a verse incrédulos, observando con mirada tonta a su líder muerto en el lodo, y cuando asimilan la verdad, huyen dando alaridos de soldados mariguanos, perdiéndose en la negrura de la tormenta.
El tiroteo ha cesado, cosa que es aprovechada para sofocar el incendio; me dirijo entonces a presentar mis respetos al cadáver del gran vaquero Polo, valiente viejo que recibió por mí las balas que segarían mi vida. Me saco el sombrero respetuosamente, mientras hinco una rodilla en tierra. "Pata" también se coloca a su costado, con un ala negra se descubre la cabeza, la cual baja, contrito, respetuoso. Un minuto de silencio por una vida heroica y valiente.
- Cabalga, viejo Polo, ahora en las grandes llanuras que Mánitu ha dispuesto para sus bravos, donde hermosas doncellas eternamente vírgenes te darán a beber el sotol reservado sólo a los héroes...
- Charros chamaco, ni soy indio ni soy musulmán; más importante: ni siquiera me he muerto...
- ¡Viejo! -¡No quepo en mí de gusto!- ¡¿Pero cómo...?!
- ¡Don Marcial Lapuente me ha salvado, y no por primera vez! -dice triunfal, mientras saca de entre sus ropas su gruesa colección de "Estefania", donde se hallan incrustadas las balas que nos hubieran asesinado.


4) RITSSI INC.

Después de la batalla, salimos a la calle respirando a todo lo que nos dan los pulmones, celebrando esta vida defendida a golpes de bala. La feroz lluvia de hace unos instantes, ahora es una suave brisa que moja nuestros rostros. Debemos movernos con rapidez, porque una cosa es clara: la corrupta ley de este barrio/pueblo/colonia/municipio/condado, ha estado siempre con "Los Conchitos"; su siguiente movimiento, seguramente, será mandar a Verisgüell y a Remington para encerrarnos otros veinte años. Pero antes de dirigirnos al "Edificio", debo hablar con Ritssi "La Caballita". Debo ver por mis propios ojos el daño que le han infligido los enemigos. Ojalá pudiésemos contar con la ayuda del "Monita" Charles, pero, a éstas alturas, quizá sea mejor que se haya vuelto un míquico y místico indio. Ojalá con ellos halle la iluminación que siempre buscó durante toda su vida. Elevo no una oración, pero sí un deseo, a Mánitu o a quien sea que él crea, porque se halle bien, abrazando a una changuita de muslos grandes y mórbidos como siempre quiso y, también, elevo un segundo deseo, esperando que Alma esté bien. Pronto te rescataré, y viviremos felices muy pero muy lejos de este sitio olvidado de Mánitu. Sí, iremos a donde nadie nos conozca, quizá a Oaxashington. O a Mi Nezota, ¿quien sabe?
Mi caballo se halla en llamas, alcanzado por la refriega anterior, así que debo tomar el caballo de "Sabú Alí", y "Pata" se hace con el modelo compacto, deportivo, de "Chito". Le advierto que todas las cosas del finado "Chito" se hallan plenas de olor a pipí, pero "Pata" me dice a graznidos que le da igual; como pato, se halla acostumbrado a la humedad. Les cruzamos los cables para encenderlos, y arrancamos, -no sin antes asegurarnos de que el viejo Polo se esconda para que no sea blanco de alguna posible represalia- buscando el centro del barrio/pueblo/colonia/municipio/condado. Y ahí, tal y como me había dicho el viejo Polo, se halla Ritssi...
Ya no es el esbelto muchacho de rostro cambiante y rosado que alguna vez fuera. Bueno, el rostro es el mismo, sólo que con más arrugas, un bigote tupido y que comienza a cubrirse de canas, una calva voraz que le carcome el ya casi desnudo cráneo, y un voluminoso abdomen que a duras penas puede cubrir la camisa de seda burguesa. No le ha ido mal, aparentemente, ya que abajo de las patas de gallo, las ojeras y las bolsas aún conserva la mirada del muchacho soñador que alguna vez fuera.
- Lo que te guste, güey, te lo checo sin compromiso, güey.
- Ando buscando algo... No sé...
- Tengo de todo, güey, ¿alguna peli en especial, un tema? Tengo románticas, de ésas para ver con tu chica, güey; también tengo de miedo, pa' que le des sus arrimones a tu chica, güey. También hay de acción triple equis, por si te pones locochón con tu chica, güey...
- Ando buscando algo que trate sobre viejas amistades, mano. Algo que vaya sobre el sacrificio de varios amigos, y sobre uno que olvidó ése sacrificio y ahora trabaje para el enemigo... Quiero ver si tiene un buen final, como que el amigo olvidadizo honre a sus viejos camaradas regresando a luchar con ellos.
Y es hasta entonces que Ritssi levanta la mirada, la clava en mí, reconociéndome.
- No es posible... Ése olor a patas y axilas sudadas... ¡"Gordolobo"! Güey, 'tas más viejo, más calvo y más gordo de como 'tabas cuando te agarraron los muchachos de Verisgüell, güey... Se nota que comías bien en la cárcel. ¿Cuando te soltaron?
"Pata" asiente meneando el pico, y no puedo dejar de pensar en que los años han hecho estragos en los compañeros. ¿Calvo yo? ¿Gordo yo? ¡Já! ¡Yo, contrario a estos güeyes, siempre seré un muchacho!
- Apenas hace un rato. No mames, ¿tu también? 'Tas igual de cegatón que el viejo Polo.
- ¿El viejo Polo? Pero se suponía que para estas horas ya debería estar alimentando a las lombrices... -se le escapa involuntariamente a Ritssi, que dándose cuenta del garrafal error, intenta corregirse- ...quiero decir, era muy viejo ya, ¿o no, güey?
Ritssi comienza a temblar sin control, cosa que aprovecho para acercarme, la mirada dura, la voz baja pero firme.
- ¿Y yo, cabrón? ¿También estoy ya viejo y debí morirme en la emboscada que me tendieron el pinche "Chito" y el puto de "Sabú Alí?
- ¿Que... que pasó con ellos, güey?
- Los mandamos derechito a alimentar a las lombrices. Es decir, 'orita mismo están bailando las calmadas con doña Kalachan... Y es obvio que sabías lo que tramaban ésos cobardes montoneros. ¿Que tienes que decirme?
- Yo... yo... ¡Perdóname "Gordolobo"! -Ritssi se derrumba- ¡Yo no quería que éso pasara! Es... Es que tengo muchas broncas, güey, muchos muchos pedos, güey...
- ¿Que dices que traes? -digo, de forma automática, la cabeza me da vueltas, pierdo el control sin querer.
- Muchas broncas, güey. Ando aquí sin flecha, güey, solo, güey, y blablabláblaurgh blaurgh blaurgh...
¡Maldición! ¡Es el chúperpoder del pinche Ritssi traidor! Debí imaginármelo. Este cabrón ya no es mi cuate, ha vendido su alma a los puercos "Conchitos" y su corrupción le ha tragado el alma. ¡Debo pelear! ¡Debo evitar a toda costa caer en su espiral chorera! ¡Su diabólica verborrea! Trato de coger mi arma, pero el temblor de mis miembros es incontenible; de seguir esto así, me drenará toda mi energía emocional y física, ¡hasta que me mande a conocer a la Señora Kalachan...!
- ¡¡PLAST!! ¡¡PLAST!!
¡Resuenan poderosas dos bofetadas que "Pata" le arrima a Ritssi con toda el ala, cortando su terrible choro! Ritssi cae  sobre el puesto, el cual se derrumba quedando el ex camarada cubierto de sus películas piratas. Adolorido, se soba las mejillas mirando a "Pata", incrédulo.
- ¿Y... y ése pinche pato, güey?
- ¿No lo reconoces, pinche traidor ojete? Es tu antiguo amigo "Pata". Por si no lo recuerdas, murió en brazos de la Madre de los "Conchitos" para darnos ésta oportunidad de estar vivos, y ha reencarnado en un verdadero pato, como acertadamente profetizó la piel roja doña Tiricia.
- Cúa cuac cuac Cuac Cuac Cuác Cuac.
- ¿Que... que está diciendo?
- El mamón quiere que lo llamemos "El Pato de la Muerte", pero ni madres. Para mí, siempre será "La Pata".
- "Pata"... Perdónenme. No... no estuve a la altura de su sacrificio... Tuve miedo. Ustedes no saben nada, ¡pero los "Conchitos" controlan todo aquí! ¡Todo! ¡Me amenazaron con pegarme, con romper mis películas! ¡Mis figuras de acción de la "Guerra de las Garnachas"! ¡Ustedes saben que ésas cosas son mi único tesoro! ¡Compréndanme por favor, güeyes! Pensé que si aceptaba su yugo, podría ayudarte, "Gordolobo", ¿no te alimentó bien Remington? ¡Yo hice que no te fuera tan mal en la cárcel, güey! ¡Sabía que si salias de ella, te asesinarían ya que es lo que siempre quisieron ellos! ¡Por éso siempre trabajé para que siguieras dentro y que no fuera tan gacha tu estancia ahí, güey! ¡Debiste quedarte dentro, güey! ¡Debiste darte cuenta de que traigo muchas, pero muchas broncas, güey, hartas broncas...! En serio, güey, traigo muchas broncas...
- ¿Que es lo que dices que traes..?
- ¿Cuac cúa cuac...?
¡En toditita la madre! ¡Se me olvidó de nuevo su jodido chúperpoder...! ¡Y ha logrado atrapar a "Pata"! ¡Estamos perdidos! El cabrón Ritssi, sabiéndose ganador, enciende su cigarrillo, aspira una gran bocanada y la suelta con parsimonia, haciendo pequeños círculos mientras sigue su ataque contra sus antiguos amigos:
- ¡Muchas broncas! ¡Debiste quedarte encerrado, cabrón, pero no! ¡Tenías que ser el héroe, güey! ¡Y por éso ahora tengo que acabar contigo! Pinche "Gordolobo"... ¿Y qué me cuentas tú, pinche "Pata"? Tú también has estado con ella, nuestra mamacita, ¡tu sabes bien de qué te estoy hablando! ¿Por qué tuviste que seguir a éste zonzo santurrón que la ve como si viese a una aparición, a una virgen? ¡Tambien te tengo que eliminar, "Pato de la Muerte"! Qué pendejo eres, pinche " Pata", ¿qué sigue? ¿Llamaremos al collón, cobarde "Monita" Charles: "William Moni"? Já já... Pero veanlo por el lado bueno, cabrones: es mejor que sea yo quien los elimine, así, con una buena plática entre viejos amigos, suavemente, y no cosidos a plomazos como quiere el  "Santos", güeyes... Ríndanse, dejen de pelear, que Alma está bien cuidada por todos nosotros... ¡Así seguiremos siempre, bien juntitos con Alma...! ¡Buenísimas nalgas, firmes nalgas las de Alma, güey! Tú no la mereces, siempre tan pomposo, güey, con tus aires pedorros de intelectual jipi, "Gordolobo"; nunca la has cachondeado, nunca quisiste agarrarle ni la mano, güey, por éso ella nunca podría ser tu mamacita, güey, como es nuestra mamacita...
¡Pinche Ritssi! ¡Cállate! ¡Ella es una dama! ¡Ella no se presta a tus lujurias ni a las de nadie porque es una D-A-M-A! ¡No una sucia furcia del peor congal en los que estás acostumbrado a revolcarte! Quisiera decírselo a golpes al sucio traidor, pero no puedo moverme ya, y por lo visto, "Pata" tampoco ya que aletea sin coordinación, los ojos vueltos espirales hacia la locura, como seguramente se hallan los míos... ¡Maldición! ¡¿Qué puedo hacer?! Ritssi sigue con su despiadado ataque contra nosotros...
- ...Jamás podrás, triste y gris caricatura de John Wayne, de Clint Eastwood, de Hugo Estiglits, de Julio Alemán, tú, "Gordolobo" Hernández, jodido vaquerito monta perros, hacerla tuya, hacerla realmente tu mamacita porque, güey, a ella le gustan las emociones fuertes, a ella le gusta que la hagan sentir llena y plena de placer güey, porque ella es toda una experta...
- Íc, ic ic ic íííc...
- ...¡Exacto! ¡Yo no pude decirlo mejor, güey...! Espera...
- Ic ic ic ic ic.
- ...Pero olvidas que el sexo es cañón, güey, no puedes decir éso, ¿o si se puede...? ¿Puedes tú, seriamente, controlar el deseo...?
- Íc ic.
- ¡Mientes! ¡Nadie puede, güey...!
¿Quién es ése que acaba de descolgarse? Ésa sombra que pareciera caer de un árbol... Ésa voz... ¡"Monita"! ¿Será cierto o únicamente una jugarreta de mi mente a punto de ser exterminada por el chúperpoder del Ritssi traidor, rastrero, culero...? Alzo la cabeza, y aunque mi mirada se halle borrosa y desenfocada, no puedo dudar de ésta visión, ya que soy testigo de la formidable pelea de chúperpoderes que se desarrolla enfrente de mí. Poco a poco el dolor de cabeza disminuye, y mis miembros dejan de temblar, mientras el colosal duelo sigue desarrollándose; casi puedo ver las poderosas energías que se juntan en sus manos y sus bocas como un bizarro kamehamehá:
- ¡Íc ic ic ic íc!
- No, güey, no puedes decir éso de ésa manera, güey...
- ¡ÍC! ¡ÍCC! ¡Íííccc...!
- ¡NO GÜEY! ¡YO TAMBIÉN TRAIGO MUCHAS BRONCAS, GÜEY...!
¡Se sostienen las miradas, agresivas, desafiantes! ¡Las manos prestas a volar hacia las armas! La tensión sube diez grados... ¡Y antes de que Ritssi pueda hacer nada, el "Monita" Charles, rápido como el viento, se descuelga en un poderoso impulso de su liana! ¡"Pata" y yo entendemos la maniobra, y con nuestras escasas fuerzas nos pegamos al suelo, las manos y las alas cubriendo las cabezas, luchando por sobrevivir! ¡Ritssi también la entiende, pero una centésima de segundo más tarde! ¡Arroja su cigarrillo con la angustia reflejada en su cambiante rostro, pero el "Monita" ya está pasando rasante junto a él, soltando un pesado gas que se prende con la brasa del cigarro! ¡Y el mundo parece explotar! ¡Todos, todos salimos volando por los aires!
Pasan unos segundos de quietud que parecen horas. Y entonces, como una aparición, una cascada voz cargada de nicotina parece flotar entre los escombros del sitio:
- No entiendo... cómo fue que perdí, güey...
Ritssi se halla derribado en medio de lo que alguna vez fuese su gran puesto de películas y cd's piratas, derretidos, formando una especie de lápida de acrílico por donde asoma su torso y un brazo; pobre, indefenso Ritssi. Su gloria de antaño como humo evaporándose junto a las llamas de las portadas y su cabello que comienzan a extinguirse. Agotado, se ve más viejo y más turbado que de costumbre. Sus ojos grisáceos y su calva humeante piden una explicación.
- Fácil, traidor. Comenzaste a filosofar, y al amigo "Monita", ya indio como lo ves, nadie puede ganarle a ello, ¡nadie! Entraste sin querer en su terreno, y aunque te hayas dado cuenta, su chúperpoder es más rápido que el tuyo, por la simple razón de que tu chúperpoder es como una serpiente: si no enreda, no funciona; el suyo es directo, y por lo mismo, más explosivo, más veloz. Tu último error, fue el no haber dejado de fumar. Tú solo te entregaste.
- La verdad, güey, no esperaba que llegase; como llevaba cerca de diecisiete años de no saberse nada de él... ¿Como supiste lo que pasaba aquí?
- Íc ic íc ic iiic...
- Ya veo, güey. Sentiste el deseo que "Gordolobo" elevó a Mánitu hace un rato... Acepto con humildad mi derrota, güey. Amigo "Gordolobo", amigos " Pata" y "Monita", pueden hacer lo que gusten conmigo, güeyes. Solo quiero que sepas, "Gordolobo", que es verdad todo lo que te dije hace un rato: te convenía más quedarte dentro de la cárcel... Aquí afuera todo ha cambiado, y mucho, güey.
- Y salí, muy a tu pesar. Puedo hacerme de la vista gorda con tu deseo de adolescente espinilludo con Alma, pero lo que no puedo pasar por alto es que sabías del plan para matarnos al viejo Polo y a mí. Pudiste avisarnos, pero preferiste tu vida fácil y comodona, a pelear por lo que es justo. No te mataré ahora, pinche Ritssi, por nuestros viejos tiempos donde fuimos los mejores cuates, pero te exilio del pueblo/barrio/colonia/municipio/condado para siempre. Ya sabes lo que pasará si vuelvo a verte por aquí otra vez.  Busca en ése altero de películas que te quedan a ver si hallas algo sobre la lealtad y la verdadera amistad, la redención y a ver si aprendes algo que no tenga que ver con "La Guerra de las Garnachas", "güey".
Y nos vamos. No volteamos ni una vez, sólo nos trepamos a los caballos -"Monita" se agandalla, como impuesto de guerra, uno de los dos caballos percherones que jalan la carreta de triques de Igor Ritssi "La Caballita"- y enfilamos el volante hacia "El Edificio", donde nos aguarda el descalzonado y sucio " Santos", su aún desconocida y nueva "madre" y mi bella, hermosa Alma. ¡Espera un poco más, mi amor!


5) El Duelo.

El amanecer se sugiere rojo, casi herido, como si el cielo todo supiese que esta calle larga -que da la impresión de alargarse como si no quisiera que llegásemos a nuestro destino- se convertirá en unos instantes más en un caudaloso río hecho de puritita sangre.
El frío del desierto nos pega de costado, y es también como si la Señora Kalachan estuviese divertida, sentada en primera fila relamiéndose golosa, contando anticipadamente a todos los seres que para el mediodía estarán bailando con ella en el Valle de Calacas. Sí, éso ha de ser, ya que el frío cala hondo: congela los charcos de la lluvia de hace unas horas, charcos que los cascos de los caballos quiebran, formando un ritmo agudo y macabro que nos acerca a la mole de ladrillo y concreto mejor conocida como "El Edificio". Todo se halla quieto, silencioso, a un grado tal, que entre el sonido de los cascos podemos escuchar la tos de las hormigas y los eructos de las arañas, así como el crepitar de las enormes hogueras que a intervalos regulares, alumbran toda la calle, extrañamente también sin guardia. Nos esperan, es abrumadoramente obvio.
Como sombras, como las ratas que son, las huestes restantes del puerco y miserable "Santos" se mueven entre las construcciones abandonadas queriendo intimidar, sin conseguirlo. No atacan, se conforman con rodearnos por las dos dizque calles raquíticas que corren paralelas a la que transitamos, permitiéndonos llegar hasta el cerrado portón de acero del "Edificio" que se alza inmenso, más ominoso que la vez anterior que estuvimos aquí. No nos apeamos de los cuacos, los mantenemos encendidos previendo un ataque a traición. No importa. Los "Conchitos" -o lo que resta de ellos-, saben tan bien como nosotros que de una forma o de otra, todo termina hoy.
Desde las alturas, una voz poderosa resuena como un látigo, encabritando a los cuacos pero nuestras manos firmes sobre los volantes los contienen.
- ¡Que hay, mi buen! ¡¿Que quieren?!
Una figura enorme, masiva, se recorta a contraluz desde la azotea. No se trata ni de una cúpula ni de un tinacote. No hay duda, se trata del feroz "Se-Sergio"; a su costado se distingue el rifle antitanque que siempre ha portado, equipado con su mira telescópica. E igual de poderosa surge mi voz:
- ¡Que El Señor Moquiento salga a enfrentar a La Justicia! ¡Hemos venido por tu hermano el "Santos"! ¡Si quieres conservar tu masiva vida, vete de una vez, que la bronca no es contigo, "Se-Sergio"!
- ¡No manches tu triste vida mi buen! ¡Sabes bien que si te metes con un "conchito", te metes con todos...! ¡Ahorita mismo... -y al decir ésto, casi puedo ver cómo le brillan con fuego los ojos- ...mi carnalito chulo está durmiendo con su mamacita! ¡Y si quieres molestarlo, deberás pasar sobre mí, mi buen...!
- ¡Entonces, que así sea!
Y nos abrimos en abanico, justo cuando el poderoso rifle de "Se-Sergio" dispara al cielo y todos los mugrosos descalzonados comienzan a atacarnos. Corremos en una aparente retirada que no es otra cosa que la búsqueda de espacio para contraatacar, yo por la calle principal, "Monita" por la calle paralela izquierda y "Pata" por la derecha. "Monita" deja hábilmente su caballo en piloto automático haciendo que los facinerosos lo persigan, y no notan cuando al vuelo toma una liana y con ella alcanza una azotea de uno de los abandonados edificios, y desde ahí comienza a cazar descalzonados que gritan de pánico cuando son izados y gaseados por el mítico y miquico "Monita". "Pata" más que cabalgar, vuela, arrojando cartuchos de dinamita que hacen volar a los mugrosos por los aires, mientras yo, apoyado por los amigos, tomo una buena distancia y, con el rifle winchester busco a "Se-Sergio" que hace lo mismo conmigo: disparamos a un mismo tiempo, y su gran ojiva hace un cráter humeante justo enfrente mío, partiendo en dos mi antepenúltima bala calibre .22, cuyas mitades siguen su curso logrando mi objetivo: se incrustan en su pecho acabando con el poderosísimo "Se-Sergio"; aún así, la fuerza del disparo de él destruye la cabeza del caballo que se queda chisporroteando con los cables trozados y a mí me lanza de espaldas contra el lodo congelado haciéndome tirar el casi vacío rifle; no dejo de mirar mientras caigo a un bulto grande, enorme, que se desploma a gran velocidad y se estrella en la congelada banqueta, derribando con el impacto el pesado portón de acero y parte de la fachada del "Edificio" en medio de una espesa nube de caliche. El paso está libre. "Se-Sergio" ahora baila con la Señora Kalachan en el Valle de Calacas.
Ahora la situación puede que esté de mi lado. Dejo el rifle tirado ya que no es más que peso muerto y penetro pistola en mano por el boquete hacia el primer patio de la mole, pero extrañamente está vacía. Avanzo por un corredor largo, angustiosamente largo y opresivo que da a otro patio, justo donde entramos la vez pasada. Busco el hueco que nos permitió entrar, y ahí está. El sol ha salido por fin, tímidamente, haciendo que las sombras se perfilen azuladas mas no diáfanas, encerrados en ése patio rodeados de un pesado claroscuro lleno de un altísimo contraste y, no sin esfuerzo, distingo a una solitaria figura recargada contra un raro arco, producto de una torcida y demencial arquitectura a la que le gustan los patios largos y ominosos; es el "Santos", no hay duda de ello: su desaliñado aspecto y su playera de la selección nacional, pero más que nada, el andar sin calzones mientras a sorbos traga la asquerosa mucosidad de su nariz como si fuese un esquimo o estuviese en un estado de perenne alergia, delata quién es. Aprieto el cuerpo, mientras empuño mi Mamerson's esperando una emboscada...
Pero no hay tal. El sucio "Santos", simplemente me espera. No ha desenfundado su arma, sigue en la carrillera mientras camina descalzo como un pavoreal por el frío piso de baldosas poniéndose como si fuese una especie de portero justo al centro del arco; enfundo yo también, ya que parece que todo va a terminar en el clásico duelo del Viejo Oeste.
- Güeno, "Gordolobo", viejo, parece que has vencido a mis carnales, pué. Y parece que vienes po' mi 'amacita, pué. Pero no te vo'a dejá, mi sangre. Ella e' mía, pa' siempre, pué.
- Tienes razón, sucio exhibicionista. Ya vencimos a tus hermanos y a toda tu banda de pelados mugrientos, y si recuerdas bien, ya vencimos una vez a tu madrecita. ¡Vengo por Alma! ¿En donde la tienes?
- Ella 'ta aquí, escondida de nosotro, pué. Ella quere oyir todo lo que palabriemos, pué. Ella quere vé cómo nos hacemos cachitos, po'que éso la pone bien cachonda. Ella quere vé po' sí misma si se güelve tu 'amacita o sigue siendo la mía, o si compartimos cama o qué pedo, pué.
- ¿Será un duelo justo? No confío en ti, pinche "Santos". Me dijeron que tenías una nueva madre. Y si es como la anterior, sospecho que en éste momento me está apuntando con ganas de matarme. ¡Que se muestre tu madre, cabrón! ¡Que se ponga donde pueda verla!
Y al decir ésto, desenfundo y apunto directamente al "Santos" en medio de los ojos. Él pareciera que se relame.
- ¿'Tas seguro de que quieres sabé' quien e' mi 'amacita? 'Tá güeno, pué; despué' no andes chillando como una vieja gorda y pelona pué.
Pareciera que la obscuridad se partiera en dos, ante la luminosa presencia de Alma que se recorta como una vela blanca detrás del pinche "Santos". Ella pareciera que viste de blanco, pero no; su piel blanquísima es la que provoca ésa rara sensación... Ella se halla totalmente desnuda, su único atuendo es un raro delantal... ¿En dónde lo he visto antes? Se parece un poco al delantal blindado que vestía doña Concha hace veinte años... No lo entiendo.
- ¡Alma! ¡Vida mía! ¡Pronto, mi amor, ponte detrás mío, que la madre de éste cabrón mugriento ha de estar por aquí...!
Le digo, mientras ella camina parsimoniosa, más una aparición divina y sonriente que la mujer que ha llenado mis recuerdos y fantasías de estos últimos veinte años; salva el abismo que es la distancia que hay entre el último "Conchito" y yo, y al hacerlo, también rompe la ausencia, la sequía de su presencia en mi corazón que padecí durante éstos veinte años en la cárcel, mientras se pone atrás de mí. El sucio, puerco "Santos" al principio se limita a sonreír, pero en el momento en que lleno mis pulmones y mi alma con el añorado aroma a jazmín y frituras de ella, empieza a carcajearse descaradamente, cosa que me llena de rabia.
- ¿Puedo saber qué es lo que te causa tanta gracia, asqueroso infeliz?
- Es que tú no 'tenteras de ná', pué. ¿No te dejó mi 'amacita una misiva, mi sangre? ¿La leyites siquiera pué?
- ¿Su... "mamacita"? ¿Tú sabes de qué habla este torvo sujeto, Alma?
- Hace un año, "Gordolobo", que mi 'amacita te escribió una carta, pué.
- No... no puede ser...
- Si que ere lento, mi sangre. Alma e' mi vieja, pero no sólo éso, pué. Ella e' la 'amá de too' nosotro' pué.
Volteo estupefacto. Sin dejar de apuntar al "Santos" pregunto a Alma:
- ¿De qué está hablando este sucio cretino? ¿Es verdad lo que está escupiendo este cerdo?
Alma me sonríe, y ésa sonrisa es una puñalada en mi corazón. No puedo creerlo. Como fantasmas recuerdo unas voces: "¿Y qué me cuentas tú, pinche "Pata"? Tú también has estado con ella, nuestra mamacita, ¡tu sabes bien de qué te estoy hablando! ¿Por qué tuviste que seguir a éste zonzo santurrón que la ve como si viese a una aparición, a una virgen?" Ésas fueron las palabras de Ritssi. Y las del viejo Polo acaban por abrirme los ojos:  "Pobre muchacho, ha de haber sido muy duro para ti, pero ésa mujer ha sido de todos y de nadie, como todos aquí pueden constatarlo..." "Espera, "Gordolobo", hay algo más que debes saber... Los "Conchitos" tienen nueva madre, y su poder supera con mucho al del rival más poderoso con quien hayas peleado... Ten éso en mente." Él me lo advirtió, y yo, neciamente, no quise escucharlo. El cielo entero se estrella en mi cabeza, rompiendo junto con él, a mi corazón... Alzo la vista exigiendo respuesta a Mánitu, a San Monorio, al Destino que seguramente está carcajeándose de mí mientras saco de mi bolsillo la amarillenta carta, la sostengo con mi mano que tiembla mientras ella me despoja de mi "Mamerson's" .45, y la coloca en la parte de atrás de mi cabeza.
- Querido "Gordolobo", mi bello y miope caballero talla triple extra grande. ¿Leiste mi carta? ¿Por qué no la lees ahora?
No quiero leerla. ¿Para qué? De golpe sé todo lo que dice. Todo siempre estuvo frente a mis narices, pobre de mí, enamorado no de una mujer, sino de una idea que quise con toda mi alma creer, ignorando con todas mis pobres fuerzas la verdad que siempre me estuvo brincando a la cara y que yo, el gran "Gordolobo" Hernández, hice siempre a un lado para no verla. Con manos temblorosas y frías  tomo el sobre, lo rompo con todo y su contenido y los cachitos caen como en cámara lenta al suelo, junto a los cachitos de mi heroico corazón.
- Querido "Gordolobo". Quiero que sepas que siempre te he amado... No hagas ésa carita de gatito regañado; vamos, querido amigo mío. Si hubieras leído mi carta en vez de romperla, sabrías que aunque te amo con todo mi corazón, también amo con todo mi corazón al "Santos" y a sus hermanos, y no solo a ellos; amo con todo mi corazón a todos los hombres, ya sean chaparritos, altotes, flacos o gorditos, jóvenes o viejitos, para mí no hay ninguna diferencia. Sólo digamos que tengo un corazón muy pero muy grande, y éso impide que sea mujer de uno solo, como quieres tú, mi amado amigo. Ése siempre ha sido el abismo que nos ha de separar, desgraciadamente. En la otra mano, mi amado "Santos" a quien desprecias tanto, él sí que ha sabido comprenderme; él me acepta como soy, y sin egoísmos me comparte y permite que yo misma me comparta ya que, como el hombre de gobierno y buen administrador que es, sabe que mi felicidad es la felicidad de no sólo su banda, sino del pueblo/colonia/barrio/municipio/condado entero. Sí, mi amor. "Santos", así como lo ves, es un gran administrador:  ha sabido reactivar la economía de todo el pueblo/colonia/barrio/municipio/condado, y a logrado, gracias a su pandilla, reducir el crimen, ya que él es el poder tras las sombras. Nada se mueve por aquí sin que él lo sepa; reclutó a todos los desempleados y les dio trabajo en su banda, y a los que no quisieron, les financió sus changarros como a nuestro amigo Ritssi, y sólo se le paga un ridículo impuestillo, pero, ¿qué es el veinticinco por ciento de la ganancia neta a cambio de la felicidad? Gracias a él, todos somos felices... Es decir, amado amigo, todos, menos tú. Tú eres celoso, tú eres posesivo, no crees en el corporativismo ni en el neoliberalismo atrapado en la idea izquierdista y por lo mismo, anticuada del esfuerzo común y solidario; éstas chapado a la antigua en todos los aspectos, hasta en ésta faceta tuya de héroe que amo tanto pero que ya está pasada de moda; es más, le vas a las Chivas cuando todos aquí somos del América y por lo mismo, eres el tropiezo a nuestra felicidad... Por éso debo eliminarte, amado amigo mío...
Alma corta cartucho. Pero no me importa. Sólo tengo una única pregunta que me quema, y sin nada que perder, la suelto:
- Dime una cosa, si es que en verdad me quieres aunque sea un poquito. ¿Te acostaste con Ritssi...?
- ¡Claro, amado "Gordolobo"! Y no sólo hice el amor con él, también con "Pata", siempre quise contar cuántos quintos y tostones llevaba en sus bolsas; también con don Polo, que aunque viejito, le echó muchas ganas todas las veces que lo hicimos. "Santos" no es bueno, pero aguanta mucho; parece que la tuviera de fierro, y éso siempre se agradece. De hecho, la primera vez que pensaste que me rescatabas, realmente me estaba yendo con él, sólo que mi papá siempre se opuso a mi estilo de vida y por terco le pegaron. El "Monita" es el mejor con quien he estado, ya que al ser un ente espiritual, siempre busca trascender la mera carnalidad, y éso lo vuelve sublime; si no fuera por todos los gases que se echa... Creo que he hecho el amor con todos, menos contigo, amado amigo. Es una lástima, pero creo que es parte de tu forma de amar: puro corazón, nada de sexo; y a veces me asalta la duda: ¿cómo serás como amante? Pero ésa es una duda con la que puedo vivir. No me guardes rencor, por favor. Únicamente piensa, mi amor, mientras viajas hacia donde te espera doña Kalachan, que tu muerte sigue siendo un acto heroico, ya que asegura la felicidad de todos. ¿No es éso lo que hacen los héroes? Adiós, mi amor.
Cierro los ojos, esperando mi fin. Por primera y última vez, he cerrado mis ojos, porque la realidad es algo que en éste momento simplemente no tolero. Suena una detonación, pero no siento nada, salvo el tacto de mi Mamerson's que se mueve violentamente y se despega de mi sien mientras escupe su bala ardiente que me roza la oreja y el calor de Alma que se queja y entonces, por curiosidad vuelvo a abrir mi mirada, y lo primero que distingo, es al "Santos" desplomándose, con un enorme boquete en medio del pecho por donde se le escapa la vida, producto de ésa bala que Alma buscaba poner en mi cabeza. No puedo creerlo. ¿Mi amada se ha arrepentido de su loco proceder? Volteo esperanzado, y es entonces que veo la herida en el brazo de ella, seguramente provocando que su tiro fuese hacia "Santos", que se ha desplomado sin vida.
- ¡"Gordolobo "! ¡Deja de ser tan pendejo y desármala ya, güey!
El grito me hace reaccionar, y veloz desarmo a Alma, que se queda pasmada, incrédula, observando la sangrienta escena. Con mi arma de nuevo en mi poder, busco de dónde vino el disparo y el grito, descubriendo a Ritssi que sale trabajosamente del boquete: ha aumentado mucho sus medidas estos últimos veinte años. En sus manos lleva el winchester aún humeante que tirara en la calle momentos antes.
- ...creía que no llegaba, güey...
Atrás de mí llegan "Pata" y la "Monita", y ayudan a levantar a Alma de las pompas, ya que ha quedado aturdida. No digo nada. Reviso la herida, y silenciosamente rasgo un cacho de mi camisa y con ella vendo el rozón que el oportuno disparo de Ritssi le provocó. Éste se acerca tímidamente. Balbucea:
- Sé que me exiliaste, "Gordolobo"... Pero, güey, más que tus palabras, tus actos heroicos me hicieron reflexionar, y creo que vale más nuestra amistad que ésas nalgas tan deliciosas... Hasta ahora comprendo que tu chúperpoder no es otro que el ser un güey muy güey pero también muy heroico...
"Monita" y "Pata" asienten mientras aprovechan para sobar las blancas posaderas creyendo ingenuamente que no me he dado cuenta. Ritssi continúa con su disculpa mientras se acerca a Alma:
- Perdónenme güeyes; perdóname tú también, Alma...
Yo no digo nada. Como la vez pasada, me quito mi pesada gabardina y con ella cubro la blanca desnudez de ella, mientras me arremango la camisa y ahora sí, pinches güeyes ojetes, comienzo a surtírmelos a puros chingadazos, ¡Chín! ¡Riata! ¡Moles! ¡Tengan ustedes, dizque amigos, tortas de puño con pitomate y dos aguacates de tigre! ¡Por andarse pedaleando a mi vieja! ¡Por quitarme mi final heroico donde debía salvarme por mis propios medios! ¡¿Creían, zoquetes, que no tenía todo bajo control?! ¡Todo estaba fríamente calculado, zopencos! ¡Tomen, cabrones, tomen!
¡El pinche "Caballita" y la "Pata" caen con los ojos morados y con grandes chichones en sus cabezas, noqueados!
- ¡¡IIICC ÍC...!!
¡Y ante la lluvia de fregadazos que también le levantan grandes chichones, "Monita", rápido como el rayo, toma una de sus lianas y escapa, llevándose el peludo traidor con él a Alma! Mi gabardina cae, mientras escucho la melodiosa, cantarina voz de ella que me dice:
- ..."sabes que la distancia es como el viento/se lleva con el tiempo de un olvido..." ¡Hasta la próxima, amado amigo!
En fin. Levanto y me pongo de nueva cuenta mi abrigo, gabardina, lo que sea, y observo a mis madreados amigos, cuando una voz conocida me asalta por la espalda:
- Ansí que acá 'taban. Vengo a cumplir el mandato de Mánitu. ¿'Onde escondes a ése pinchi pato lujurioso?
Doña Tiricia. No me sorprende; de hecho, la esperaba. Llega junto con Verisgüell y Remington, y "Pata" al escucharla, vuelve en yes e intenta infructuosamente escapar, pero ella, rápida y certera como doña Kalachan, lo atrapa de las patitas mientras lo sacude desarmándolo de toda su dinamita. Perdido, "Pata" me mira pidiéndome a escandalosos graznidos ayuda, pero yo, como él, siempre he sido muy respetuoso de la voluntad de Mánitu.
- Por la Patria, "Pata". ¿Qué hará con él, señora?
- Crio que lo haré en mole negro. Pero no hoy; éste pato lujurioso istá harto flaco, ansí que lo voy a tener un rato en engorda. Ven a visitarnos cuando queras "Gordolobo" Hernández, y quizá te convide un plato del guiso que haga con este pinchi animalito. Que Mánitu te guíe en tu búsqueda del chango. ¡Hao!
- Hao, señora. Trate bien a ése pato, creo que sirve más de amigo que de guiso, porque ésa carne ya está muy vieja y correosa.
- No te prometo nada, pero crio que lo pensaré. ¡Estése sosiego, pinchi pato!
Dice ella como despedida, mientras mete a "Pata" que aletea desesperadamente, adentro de un costal. Verisgüell observa el cadáver del "Santos" -ya no tiene patrón, es obvio que no sepa qué hacer- y decido tomar el toro por los cuernos:
- A ver, marshall, es mejor que comience a enterrar a todos los muertos. Cheque identificaciones y tome una foto y una descripción de rasgos físicos tanto de vestimentas y numérelas con el mismo número de la fosa donde los entierre, para que los deudos puedan reconocer a sus muertos. ¡Pero movido, Verisgüell, que en unas horas todo el Palacio Municipal va a estar lleno de zopilotes y moscas y no voy a poder trabajar con toda ésa peste!
Verisgüell duda un instante, voltea a ver a Remington y como éste se encoge de hombros, se cuadra ante mí.
- ¡A sus órdenes, señor Alcalde/Presidente Municipal! ¿Y qué hacemos con ése?
Dice, mientras señala a Ritssi, que comienza a volver en sí.
- Déjenlo que siga vendiendo sus cd's; sólo que ahora su deuda es con la nueva administración. Todo va a cambiar por aquí, marshall, pero antes, debo capturar por mí mismo a un mono indio que ha quebrantado el Estado de Derecho. ¡Consígame un caballo! ¡En lo que regreso, limpie este estercolero!
Salimos, y mientras mis órdenes son cumplidas, monto el caballo que el cabo Remington ha conseguido para mí. Me acomodo el sombrero, enciendo el caballo y salgo una vez más al camino.
Enciendo el radio, y tocan una melodía que siempre me ha gustado; empiezo a canturrear:
- "strangers in the night exchanging glances,
   wond' ring in the night what were the chances,
   we'd be sharing love before the night was through;
   something in your eyes was so inviting,
   something in your smile was so exciting,
   something in my heart told me i must have you.
   Strangers in the night,
   two lonely people, we were strangers in the night,
   up to the moment when we said our first hello little did we know.
   Love was just a glance away, a warm embracing dance away
   and
   ever since thath night we've been together,
   lovers at first sight, on love forever
   it turned out so right for strangers in the night..."
¡Hijajayyy! ¡Échale Sinatra! Canto aprovechando que el desierto se abre ante mí; canto, prometiéndome que ahora sí, apenas capture y madree de nuevo al pinche "Monita" Charles, voy a darle a Alma el cogidón marca llorarás que desea y que nunca nos pudimos dar -mi privilegio por ser el héroe de ésta historia-. Canto, excitado, mientras el sol cae a plomo ya y comienza a derretir mis sesos:
- ¡Escubidubidúúú...! ¡Escubidubidubidubidubidúúú...!

Jair Aguilar "Gato Jazz"
Real de Tultepec, a dieciséis de Septiembre de 2016. 6:09 a.m.



¡Espero que les haya gustado! Ahora sí, camaradas y camarodos, tengo hartas cosas nuevas que mostrarles! ¡Nos vemos por acámbaro en la entrega que viene si Dios quiere, a ver ni mientras tanto no hay otra matazón como la del Dos de Octubre o la de Ayotzinapa por acá mientras tanto! (Porque en serio, esto parece ya un macabro juego, después de cierto tiempo, surge una nueva barbaridad.) ¡Sayonara! ¡AUNQUE LA AUTORIDAD LA EXCOMULGUE, LA PROTESTA SOCIAL NO ES DELITO! ¡LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN HA DE SER SAGRADA! ¡BASTA DE MORDAZAS A LA OPINIÓN PERSONAL! ¡EL INTERNET AL SER DERECHO HUMANO, DEBE SER ABIERTO Y LIBRE! ¡HISTORIETA O MUERTE! ¡VENCEREMOS! ¡HASTA LA ENTREGA QUE VIENE!