lunes, 23 de agosto de 2010

Histerieta: “El Beneficio del Edificio” de H.P. Aguilar 4ta Parte.

¡Qué puex, mis estimados/as!

¡Cómo les trata la vida! Espero que bien. ¡Ah, que gato tan bilioso tenemos aquí! Pero es la realidad lo que me pone de mal humor. Sí, sé que mis comentarios de la entrada pasada fueron estruendosos, y fácilmente tachables de intolerantes, pero no es ésa mi intención, créanme. Sigo pensando lo mismo, aunque creo que mi lenguaje fue muy altisonante, y les pido una disculpa a quienes se hayan sentido ofendidos, y en mi descargo diré que estaba muy, pero muy molesto, por que como les dije, he conocido mucha gente gay, muchos buenos, de ésos que se quitan hasta la camisa para ayudar al necesitado, y otros tantos malos, gente que te destruye completamente con su lengua aguda y su mirada penetrante, cazadora de defectos para esgrimírtelos en la cara, y otros tantos, ni lo uno ni lo otro. De hecho, hay uno que estimo mucho, que es primo de uno de mis mejores amigos, y que es bailarín de ballet moderno; una muy fina persona, que nos regala entradas para irlo a ver al Palacio de Bellas Artes a bailar. Pero insisto: mi problema no es que sean gays. Mi problema es con el ejemplo, ya que los niños son muy maleables, y por lo mismo, al educarlos, uno debe hacerlo con el ejemplo. Para todo hay una forma correcta de hacer las cosas, y creo sinceramente, que el gobierno de Ebrard no lo está haciendo bien. Menos los ministros de la suprema corte, pero en fin, ¡basta de asuntos enojosos! Uno viene aquí a ludicar, en el buen sentido de la palabra, y les pongo a continuación la cuarta entrega del “Beneficio del Edificio”, de mi carnalito H.P. Aguilar, y después les sigo contando las sabrosas anécdotas de ésta historieta, tan singular en su historia, como en su realización. ¡Va!

















Bueno, les sigo platicando… ¿en qué me quedé? Creo que en la página 9 hay una viñeta con dos personajes que tienen una historia detrás. Una muy triste, y que por lo mismo es la que primero les voy a contar. Cuando el héroe, el “Aguilita” se dirige al cuarto número 6 en busca del “Inframundo”, hay una puerta que se cierra estrepitosamente con la leyenda “Huevonas”. Estas gentes eran parientes de la portera que nunca hacía la limpieza, y que abandonaba todo, incluyendo a sus hijas, en su búsqueda del antídoto de la soledad. Esta señora era muy gacha, ya que tenía a sus hijitas totalmente abandonadas, sin darles ni siquiera de comer, y encerradas a piedra y lodo en la portería, pero era muy solícita con la demás gente. (De hecho, el personaje “Maya”, del que les contaré más tarde, una mañana rompió a patadas la puerta y rescató a la fuerza a las niñas. Se hizo el escándalo y hasta apareció la madre en las páginas de la revista ‘Alarma’, pero como entonces no existían reglamentos contra el maltrato de niños, aunado a la falta de interés en la ciudadanía de las autoridades, la dejaron en libertad, con sólo la amenaza de quitarle la Patria Potestad) Bueno, el ser solícita hizo que le abriera la puerta a un familiar suyo, la “Huevona” mayor que se había quedado sin hogar. Esta señora llegó con tres muchachas de más o menos mi edad, (14-16 años tenía entonces) pero muy respingadas, tanto, que ni me hablaban, y cuando uno se acercaba (vivíamos prácticamente al lado) se asomaban y cerraban la puerta, como aparece en la historia. Entonces comenzó una guerra encarnizada por la portería del “Edificio”. La señora que llegó era hacendosa, aseaba bien, que era el requisito mínimo, pero la mayoría de las vecinas apoyó a la señora que no hacía nada, por las niñas, que eran pequeñas, (la mayor tenía 10 años) y temían (con justa razón) que al verse sin la portería, la descuidada fuera a descuidar aún más a las pobres niñas, al extremo de regalarlas con desconocidos o de dejarlas dormir en la calle, o abandonarlas por completo a su suerte. Hablaron con el dueño, el señor “Guerra”, abogando por ella contra las “huevonas” y logrando que las echara. Lo cierto es que ésta señora, la “huevona” (no sé quién le puso el apodo. De repente comenzó a circular, y me imagino que era porque su alimentación básica eran puros huevos, no porque fuese floja) era intrigosa. Metió a varios vecinos en problemas por los chismes que se inventaba, y de ahí se ganó la enemistad de varios, cosa que fue lo que inclinó el fiel de la balanza hacia la despreocupada, además del factor emotivo de las niñas. Como la despreocupada no les daba de comer, ni les compraba ropa, ni las aseaba, salvo en casos raros, entre todos los vecinos (en especial los del departamento 1, que prácticamente las adoptaron) les daban de comer, les daban ropa, y entre todos las cuidábamos. Nosotros jugábamos con ellas, y mi hermano, que estaba muy encariñado con ellas, las sacaba a pasear disfrazando hábilmente los paseos con mandados. La ida al pan era también una visita al parque España y sus columpios y resbaladillas. Pero el dato más triste, es que hace poco recobramos el contacto con ésas niñas, que se hicieron mayores, con hijos. La mayor (que es menor que yo por seis años) está postrada en el hospital con una de las enfermedades más horribles que uno pueda imaginar. Tiene Esclerosis múltiple, y desgraciadamente ha comenzado su cuenta atrás. Los médicos sospechan que el detonante fue su mala, su perra niñez, plagada de maltratos y golpes, amaneceres llenos de hambre y piquetes de chinches, pero sobre todo, de desamor. ¡Cuántas cosas cambiarían en éste mundo con un poco de amor, un poquito de compasión! La puerta que estaba siempre cerrada junto a la mía, era un campo de concentración en miniatura, pero gigante en el desamor.

Para quitarnos el mal sabor de boca, les hablaré del otro personaje, que también aparece en la página 9 y creo que 10. Un rayo naranja de cola esponjada, cuerpo atigrado, que respondía al nombre de Sebastián. ¿Por qué Sebastián? Por que estaba de moda entonces la película “Los motivos de Luz”, y en la publicidad salía una mujer gritando con una voz muy aguda: “¡Sebastián! ¡Luz mató a tus hijos…!” En el mismo tono le decíamos: “¡Sebastián!”, y el gato, mi hermoso tigre de bengala chaparrito maullaba alegremente y venía hacia uno, y era muy inteligente. Desde cachorrito comprendió su nombre. Platicaba como un perico con uno, en serio. Cuando se iba de gatas, se iba en serio por una semana, y regresaba cansado y satisfecho, lleno de grasa de coche, y muy hambriento. Mi madre entonces le preparaba sus bofes con orégano y cebolla, mientras lo regañaba por andar de mujeriego, y el gato, sentadito junto al refrigerador, sucio a morir, hacía sus orejitas puntiagudas hacia atrás y le contestaba a mi madre “maumarramiau” y no sé qué tantas cosas más en su lengua gatuna, como diciéndole “date de santos que regreso, así que dame de comer y no me regañes mas”.

Era un gato muy muy especial. Desde que nuestro vecino Colbert y su entonces novia Flavia nos lo regalaron, con un enorme moño de papel de baño, nos ganó con su carácter alegre, muy juguetón. Pero era una fiera defendiendo su territorio. Corrió a todos los gatos de los alrededores, y al principio nadie lo quería, ya que era orgulloso. Se ganó el respeto de todos los vecinos cuando una vez atrapó a una enorme rata, más conejo, casi un tlacuache, y la arrinconó. Como un león, el lomo erizado abriendo sus garras, como un boxeador le tiraba los feroces tajos que abrían a la rata que al principio se defendía, pero ante el poder de mi gato, poco a poco fue aceptando su inevitable final. Bajó su guardia, e intentó correr, dándole al poderoso Sebastián su costado. Como un león, Sebastián brincó, el cuerpo arqueado, las garras abiertas, capturando el cuello del roedor, que chilló de una forma horrible al entregar su vida. Fue un domingo en la mañana, todas las mujeres en el lavadero dejaron de lavar, espantadas, pero terminaron por echarle porras a mi tigre anaranjado desde la escalera de caracol. Le sirvieron muy bien las lecciones que le dimos desde cachorrito con el “moustruo de las cobijas”; sin saber, le enseñamos a ser feroz al jugar brusco con él al mover las cobijas con las manos, provocando su felina curiosidad. Cuando atacaba, el “mostro” lo atrapaba y el tenía que salir como podía. Mordía muy duro, jugando. Ya me imagino cómo mordía y rasguñaba de a deveras. Mis manos y las de mis hermanos estaban llenas de rasguños que serian heridas abiertas de no ser por la cobija.

Pero vino el momento de irnos. “Guerra” murió, y su hijo vendió al mítico “Edificio”, y por más esfuerzos que hicimos para quedarnos, no pudimos. El “Edificio” parecía un pueblo fantasma. Sólo había dos vecinos, y a uno de ellos encargamos a Sebastián, por que a donde nos mudamos, no admitían mascotas. Lloré al tener que dejar a mi tigre de bengala, que siguió siendo el amo de su feudo, Guadalajara 14, hasta que un obtuso conductor en la avenida Chapultepec terminó con su magnífica, poderosa vida. Todos lloramos cuando nos enteramos de su muerte. Sebastián era, como dicen los japoneses, un “kamineko”, un “dios gato” de diez años, orgulloso, desafiante, que dejó una enorme descendencia que habita en Oaxaca. La última vez que visitamos a nuestra vecina que se hizo cargo de Sebas, conté como 15 gatos, todos fuertes, la mayoría atigrados, y, según su dueña, todos descendientes del gran Sebas. Tronco de reyes gatunos.
Creo que puse un cuadro en una de las entradas anteriores, “Gato y Sebastián”, y aparece en otro cuadro, “Flores para mi madre Los Girasoles Feber y Sebastián” y le hice un par de rimas, que también están en otra entrada vieja, “rayo naranja de silente alud…” o algo así. También participa en un relato de mi hermano, como un jefe nahual, y lo incluyo en mi historia más reciente, “Hadas”, con el nombre de “Tucum-Balam”. Y tuve muchos otros gatos, a los cuales quise mucho, o mejor dicho, quise micho, pero creo que como Sebastián, ninguno. Descansa en paz, amigo mío.

Chín, creo que también ésta historia fue triste, pero ya ni modo. Los espero en la siguiente entrega, para seguirles contando historias del “Edificio”, entrada a los más locochones y estrambóticos mundos.

¡Sayonara!

lunes, 16 de agosto de 2010

Histerieta: “El Beneficio Del Edificio” de H.P. Aguilar 3ra Parte.

¡Mis estimados! ¡Mis fieles seguidores! Contundente como un discurso del prinosaurio, aletargador como una perorata política del Pancracio, insufrible como una discusión de la izquierda mexicana alias Perderé, éste cojín peludo sale al quite, pero que quede constancia: la dirección del cojín asegura que nuestra filiación política es y será el Glorioso y olvidado P.D.L. (Partido de las Lombrices), ¡gloria a los valientes por siempre! ¡No votes! ¡Que se vayan todos!
Y bueno, mis camaradas peludos de las cejas y las axilas (sin olvidar a algunos zayayines que pelean por obtener las esferas del dragón como Gokú), he aquí la tan esperada tercera entrega del Beneficio. ¡Va por ustedes!













Bueno, creo que es oportuno hacer unas aclaraciones. Esta historieta está basada en hechos semi-reales. ¿Por qué digo tal? Por que muchos de los personajes realmente existieron. Verán, la niñez y juventud tanto mías como de mi hermano transcurrieron en un sitio cuasi mágico que llamábamos con cariño y ternura “El Edificio”. Era una construcción de los años 40’s con tres patios, y donde habitaba la fauna más diversa e inverosímil que ustedes puedan imaginar. Teníamos de vecinos a un par de maestros pervertidos, tres homosexuales que hacían sus orgías (una vez me tocó ver cómo uno salía despavorido mientras otro de ellos salía en feroz persecución totalmente desnudo y gritándole “¡ahora me cumples o me dejas como estaba!”, y yo sólo tenía siete tiernos años), una portera que nunca limpiaba el “Edificio”, tuvimos de vecinos a un juez, que me parece que sí llegó a la suprema corte, a un baterista de los Bukis, y al gran Rafael Catana y su bella esposa, Elina Cariño, músico y artista visual, sin olvidarme de Colbert, un excelente ilustrador al que todos le tenían envidia por su hermosísima novia Flavia (ellos nos regalaron al legendario gato Sebastián, poderoso cazador de liebres disfrazadas de ratas y que aparece corriendo alrededor del “Aguilita”, como hacía con nosotros) y, para no hacérselas larga, teníamos hasta un “inframundo”, que era una tablita que mal tapaba una duela rota como en la página número 10. Se hallaba en el cuarto número 6, como viene en la historia, y como la mesa de usos múltiples (porque ahí se comía, se hacía la tarea y hasta el amor, cuando se podía) estaba pegada a ella, uno siempre decía en forma jocosa “aguas, no te vayas a ir al inframundo” cuando alguien acercaba la silla para sentarse.

También son reales la temible “Banda del Pañal”. Eran todos los niños pequeños del “Edificio” haciendo diabluras y jugando a “los encuerados”, y los cabezazos de “Gueytavo”, nuestro querido tío que nos enseñó que un ser humano puede caer en lo más bajo que haya cuando hay licor de por medio, ya que las borracheras de mi padre y mis tíos siempre terminaban en bronca, y como mi tío “Gustrago” era de los que se embriagaban hasta perder la noción más elemental de su humanidad, inmediatamente lo derribaban, y con tan mala suerte que su cabeza era la que pagaba el precio al estrellarse contra las paredes, resonando en todo el “Edificio”, como cuenta la leyenda consignada en la página 13.

En fin. ¿Qué más les cuento? Pues nada, camaradas, que estoy seguro que en unas dos semanas termino un nuevo cuadro, y espero que para mi cumple, termine por fin al “Ángel Azul”, que espero ponérselas aquí en éste cojín peludo, pero no antes de mostrarles la “Noche Maldita en el Castillo Chukrüt”, también de mi hermano H.P. Aguilar, ¡la primera aventura del célebre Dr. Yazz-Ot-Tsé! Y los dos primeros códices de Tzitzimine, la primera historieta en donde interactúan el Dr. y el “Aguilita”, digo, para hacer boca y conozcan a los personajes, ¿no?

Bueno, sin más que decir por el momento, ¡Sayonara! ¡Hasta la siguiente entrega!

P.D de última hora.

Justo cuando iba al café interné a ponerles esta entrada, me acabo de enterar que nuestra “suprema” y “honorable” corte de justicia (y lo pongo en minúsculas, por que ésta gente no hace justicia, se va hacia donde sopla el viento) acaba de hacer posible que personas homosexuales adopten niños. Tengo mucho coraje, camaradas. Y tengo coraje, porque no es justo para los niños. Entendámonos, yo no soy un nazi retrógrada, ni soy un católico recalcitrante, Dios me libre de pensar como el arzobispo ése, el Sandoval Ìñiguez, un siniestro personaje, un sepulcro blanqueado que no tiene ningún valor moral para atacar a nadie. Se trata de un ejemplo, y de un precedente. En un país en donde está demostrado hasta el cansancio que los niños no cuentan, y para muestra nada más hay que ver cuántos niños son secuestrados sin que ninguna autoridad mueva un pelo para buscarlos y castigar a los robachicos; en un país donde a los pederastas se les consigna con únicamente 11 años de cárcel, cuando por robarte un carro te dan 25 o más, en un país donde a una reportera como Lidia Cacho la amenazan de muerte gobernadores (Yucatán y Puebla) que encubren sectas pederastas, donde una suprema corte de justicia no hace nada para castigar a los asesinos de 50 niños de la guardería ABC de Sonora, y donde a cada momento sale en las noticias de parturientas que no son recibidas en hospitales nomás por que a alguien se le ocurre olímpicamente que no entra; éste doloroso país, donde los niños son explotados en la pizca de algodón, de frijol y tomate, en ladrilleras y en artesanías comerciales, sin que nadie haga algo. En éste país, donde hasta los profesores, que debieran ser uno de los pináculos de ejemplo para los niños, no se saben ni las capitales de América Latina ni saben hacer raíces cuadradas, menos saben escribir con buena ortografía, se toman olímpicamente los viernes sin dar clases y faltan cuando quieren.

Y éstos mismos supremos ministros se les ocurre dar un precedente para que los homosexuales adopten niños, abriendo la puerta para que al rato zoofílicos, lunáticos y demás fauna pueda adoptarlos.
Y entendámonos. No tengo nada contra los homosexuales, salvo su propio egoísmo que hace querer al mundo como ellos quieren. He conocido a lo largo de mis cuarenta años a muchos homosexuales. Algunos buenos, otros malos, pero eso sí, todos intolerantes. A mí me han corrido de antros gay, y ha habido gays que ni me hablan nomás por que soy gordo. Y siempre por lo mismo: ellos pelean mucho ser aceptados, pero ellos no aceptan a quien no piensa como ellos.
Y no dudo que muchos puedan ser buenos padres, pero se trata de un ejemplo. Los niños no tienen formada su concepción del sentido común, es decir, el bien y el mal, y de pronto, vean que tienen dos papás, o dos mamás, creo que puede ser muy confuso para ellos.

Y tengo otra objeción, que quizá sea más importante. Me parece que los gays, al sentirse mujeres en cuerpos de hombres, y viceversa, califican plenamente como gente que está enferma mentalmente, y no les vas a dar a criar a un niño a alguien enfermo. No es sano. Vamos, si yo mismo, en un momento dado, digo que soy Cuauhtémoc el Indio, y voy a un centro de adopción del DIF, demuestro que tengo solvencia económica y moral, que me desenvuelvo en un medio adecuado para el niño al que voy a adoptar, y cuando están a punto de darme al muchacho/cha, me dicen: “¿y cómo dice ud. que se llama?” –“Cuauhtémoc. Soy nieto de Axayácatl y último Huey Tlatoani de los Mexica”, ¿creen que me van a dar al niño? No, por que tengo un problema mental obvio. Igual los homosexuales. “Soy un hombre capturado dentro de un cuerpo de mujer”, ¿no les suena al transtorno de personalidades múltiples? También puede ser un caso de esquizofrenia agudo, al querer ser mujer teniendo tilín, pero como ellos tienen fuerte presencia en los medios políticos y económicos, no es una enfermedad, es un caso de elección. Vean lo siguiente: yo he decidido ser gordo, por muchas causas, y quizá por que me da una flojera inmensa hacer ejercicio, pero digo, “lo he elegido”. Un médico me dirá (por que ya me lo han dicho) que estoy escurriendo el bulto, y que únicamente soy un hombre flojo que no comprende que la obesidad puede darme un infarto. ¿ven la similitud? En todo caso, está el asunto del rol. En todas las parejas gay que he visto, uno toma el papel de varón, y el otro el de mujer. ¿No es eso un obvio encauzamiento hacia un orden natural de las cosas? Por lo mismo, ¿no es un síntoma de enfermedad, un quejido pidiendo ayuda al reconocer instintivamente el orden dado y en el cual se debe llevar una relación de pareja?

Otra cosa, y la más importante. Soy un cristiano renacido, por lo tanto, debo aceptar que al elegir a Dios, a Jesucristo, debo aceptar sus mandamientos, aunque algunos no me gusten. Y algo que desagrada mucho a Jesús, es la homosexualidad. Esto no es invención mía, viene en Levítico 18.22 “No te echarás con varón como con mujer; es abominación”, y se repite en el 20:13 “Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre”. Esto no quiere decir que uno como cristiano ha de apedrear a los homosexuales, sino que la muerte, y peor aún, la muerte eterna es la consecuencia de sus actos. Uno ha de reprenderlos y hacerles ver su falta, para que puedan liberarse y tener vida eterna en Jesucristo.

Pueden ustedes estar de acuerdo o en desacuerdo conmigo, éste cojín es libre para la palabra, pero yo, no puedo ver cómo éste país se derrumba cada vez más, su moralidad se hace cuestionable y muy diluida (podrán decirme, camaradas, que “¿cuán moralidad?, ¿la hindú, la católica, la platoniana?” “Somos un estado laico, y la religión no tiene nada que ver”, y también pueden decirme “Gato Risón de Chesire, ¿no eras tú el que apoyaba al estado laico?” ¿No te están contradiciendo?”, pero han de reconocer, camaradas, que las verdades universales existen, por que si no existieran, ¿qué sentido tendrían las leyes? ¿Qué freno sería el que me detuviese para no dejar libres al fin mis instintos y violar mujeres, robarme lo que me gusta, matar a quien me ofenda, sino la ley del garrote, la del más fuerte? En todo caso, ¿no es la moralidad, sin las dobles caras de la iglesia católica o del pensamiento calvinista, o la crudeza objetiva del materialismo dialéctico, sino meros principios éticos?), y por lo mismo, se llene más y más de corrupción. Cada vez estoy más harto de ser mexicano, aunque una actriz bellísima como Salma Hayek me diga que no es la hora de quejarse, sino de hacer. Pero ella no vive aquí, vino a cobrar un sueldo para lavarnos el cerebro con la Iniciativa Peña Nieto, y al rato se regresa a vivir su vida cómoda de Mexicana Glamorosa en Los Ángeles, sin tenderles una mano a sus compatriotas que están sufriendo la persecución allá. Por su fruto los conoceréis, dijo el Maestro, y tiene razón. ¡Ay de éste país! Doscientos años, y no hemos avanzado nada. Peor, al querer avanzar, retrocedemos. ¡Sayonara!





sábado, 7 de agosto de 2010

Histerieta: “El Beneficio Del Edificio” de H. P. Aguilar 2da Parte.

¡Qué paxotes con los elotes! Mis estimados, aquí de nuevo, ya ven, necio como buen gato molón, de ésos que te despiertan a las dos de la madrugada reclamando gata. Casi como en “Amarcord”, ¿se acuerdan de la escena donde uno de los hombres se trepa al árbol y se pone a gritar con toda la fuerza de sus pulmones: “¡Quiero una mujer!”?


¡Ah! Pero no es reclamo de mujer el que mueve éste cojín peludo, sino las ganas de seguir soñando. Como ésas veces que te despiertas lleno de modorra y comienzas una titánica lucha por no despertar, capturar el hermoso sueño que estabas teniendo, neciamente, negándote a la realidad. Algo así deben ser las historietas. ¡Basta de realismo! ¡Basta de documentales! ¡Basta de cine y teatro que no satisfaga nuestras necesidades lúdicas y oníricas! Por que, para ponerme de malas y triste, tengo el noticiero de Carmen Aristegui, La Jornada y la calle que nos espera con sus duros dientes de asfalto y concreto. ¡A soñar! ¡Aquí está la segunda entrega de una de las primeras obras de mi hermano H.P. Aguilar!














Alguna vez pude conseguir una de ésas obras maestras de la historieta nacional, en un “Gallito Inglés” (¿Se acuerdan del “Gallito”? Excelente revista, hasta que le dio más sitio a tinterillos que a historietistas. Lástima. ¿Alguno de ustedes, camaradas, sabe qué pasó con ella? ¿Sigue publicándose? ¿O ya terminó como “El Taller del Perro”?) Era una historieta grande, con monos del Gran Ahumada y textos basados en las canciones del Legendario Jaime López, titulada “El Cara de Memorándum”, y, particularmente, venía ahí un texto que queda como anillo al dedo para el tema del por qué uno a veces se aferra a la almohada, y era algo así como “su vida era la cama. No la flojera, no el cansancio. Tampoco la parálisis. Vivía por y para la cama”. ¿No han sentido eso? Además, como pensaban André Bretón y los Surrealistas, ¿la vigilia no será el sueño de lo onírico? ¿No vivimos acaso dos realidades al dedicar tanto tiempo a dormir? Igual que al despertar, quizá al comenzar a soñar olvides lo que eres estando despierto, ahí tengas otra vida. Una doble vida, que vale la pena explorar y tomar más en serio. Quizá los cinco minutos que el alma te pide para no pararte, cuando suena ése tirano mecánico llamado despertador, sean más importantes allá, que aquí. Igual estás salvando una vida, igual estás haciendo un importante descubrimiento para la otra realidad. En fin…

Bueno, sin más que maullar, me despido, no sin mandarles otro combativo saludo a los padres y niñitos supervivientes de la guardería ABC de Sonora. Vi una réplica que una de las madres le dio al FECAL en, ¡imagínense! El canal 28, durante la última reunión que sostuvieron, a puerta cerrada. Uno de los padres tomó discretamente un video con su celular, y sólo los changos de “Mikorte Informativo” se atrevieron a transmitir. La voz de la madre ofendida, firme, le decía al dizque presidente que qué entendía él por justicia, y le reclamaba: “para mí, justicia es que ése señor que está sentado a su lado sea cesado de su puesto. Para mí y para nuestros hijos, justicia es que sea cesado el secretario de comunicaciones y puesto tras las rejas. Para nosotros, justicia, es que el ex - gobernador de Sonora sea puesto en la cárcel y que se pudra ahí por el resto de su vida junto con todos los responsables…” ¡Qué ovarios de mujer! ¡Cuántos hombres no quisiéramos tener ésos pantalones, así de bien puestos y fajados!

Bueno, ahora sí me despido, camaradas combativos. Siguiendo el lema de los socialistas: “¡La Imaginación Al Poder!” nos maullamos luego, con la tercera entrega del “Beneficio”.

¡Sayonara!