lunes, 16 de agosto de 2010

Histerieta: “El Beneficio Del Edificio” de H.P. Aguilar 3ra Parte.

¡Mis estimados! ¡Mis fieles seguidores! Contundente como un discurso del prinosaurio, aletargador como una perorata política del Pancracio, insufrible como una discusión de la izquierda mexicana alias Perderé, éste cojín peludo sale al quite, pero que quede constancia: la dirección del cojín asegura que nuestra filiación política es y será el Glorioso y olvidado P.D.L. (Partido de las Lombrices), ¡gloria a los valientes por siempre! ¡No votes! ¡Que se vayan todos!
Y bueno, mis camaradas peludos de las cejas y las axilas (sin olvidar a algunos zayayines que pelean por obtener las esferas del dragón como Gokú), he aquí la tan esperada tercera entrega del Beneficio. ¡Va por ustedes!













Bueno, creo que es oportuno hacer unas aclaraciones. Esta historieta está basada en hechos semi-reales. ¿Por qué digo tal? Por que muchos de los personajes realmente existieron. Verán, la niñez y juventud tanto mías como de mi hermano transcurrieron en un sitio cuasi mágico que llamábamos con cariño y ternura “El Edificio”. Era una construcción de los años 40’s con tres patios, y donde habitaba la fauna más diversa e inverosímil que ustedes puedan imaginar. Teníamos de vecinos a un par de maestros pervertidos, tres homosexuales que hacían sus orgías (una vez me tocó ver cómo uno salía despavorido mientras otro de ellos salía en feroz persecución totalmente desnudo y gritándole “¡ahora me cumples o me dejas como estaba!”, y yo sólo tenía siete tiernos años), una portera que nunca limpiaba el “Edificio”, tuvimos de vecinos a un juez, que me parece que sí llegó a la suprema corte, a un baterista de los Bukis, y al gran Rafael Catana y su bella esposa, Elina Cariño, músico y artista visual, sin olvidarme de Colbert, un excelente ilustrador al que todos le tenían envidia por su hermosísima novia Flavia (ellos nos regalaron al legendario gato Sebastián, poderoso cazador de liebres disfrazadas de ratas y que aparece corriendo alrededor del “Aguilita”, como hacía con nosotros) y, para no hacérselas larga, teníamos hasta un “inframundo”, que era una tablita que mal tapaba una duela rota como en la página número 10. Se hallaba en el cuarto número 6, como viene en la historia, y como la mesa de usos múltiples (porque ahí se comía, se hacía la tarea y hasta el amor, cuando se podía) estaba pegada a ella, uno siempre decía en forma jocosa “aguas, no te vayas a ir al inframundo” cuando alguien acercaba la silla para sentarse.

También son reales la temible “Banda del Pañal”. Eran todos los niños pequeños del “Edificio” haciendo diabluras y jugando a “los encuerados”, y los cabezazos de “Gueytavo”, nuestro querido tío que nos enseñó que un ser humano puede caer en lo más bajo que haya cuando hay licor de por medio, ya que las borracheras de mi padre y mis tíos siempre terminaban en bronca, y como mi tío “Gustrago” era de los que se embriagaban hasta perder la noción más elemental de su humanidad, inmediatamente lo derribaban, y con tan mala suerte que su cabeza era la que pagaba el precio al estrellarse contra las paredes, resonando en todo el “Edificio”, como cuenta la leyenda consignada en la página 13.

En fin. ¿Qué más les cuento? Pues nada, camaradas, que estoy seguro que en unas dos semanas termino un nuevo cuadro, y espero que para mi cumple, termine por fin al “Ángel Azul”, que espero ponérselas aquí en éste cojín peludo, pero no antes de mostrarles la “Noche Maldita en el Castillo Chukrüt”, también de mi hermano H.P. Aguilar, ¡la primera aventura del célebre Dr. Yazz-Ot-Tsé! Y los dos primeros códices de Tzitzimine, la primera historieta en donde interactúan el Dr. y el “Aguilita”, digo, para hacer boca y conozcan a los personajes, ¿no?

Bueno, sin más que decir por el momento, ¡Sayonara! ¡Hasta la siguiente entrega!

P.D de última hora.

Justo cuando iba al café interné a ponerles esta entrada, me acabo de enterar que nuestra “suprema” y “honorable” corte de justicia (y lo pongo en minúsculas, por que ésta gente no hace justicia, se va hacia donde sopla el viento) acaba de hacer posible que personas homosexuales adopten niños. Tengo mucho coraje, camaradas. Y tengo coraje, porque no es justo para los niños. Entendámonos, yo no soy un nazi retrógrada, ni soy un católico recalcitrante, Dios me libre de pensar como el arzobispo ése, el Sandoval Ìñiguez, un siniestro personaje, un sepulcro blanqueado que no tiene ningún valor moral para atacar a nadie. Se trata de un ejemplo, y de un precedente. En un país en donde está demostrado hasta el cansancio que los niños no cuentan, y para muestra nada más hay que ver cuántos niños son secuestrados sin que ninguna autoridad mueva un pelo para buscarlos y castigar a los robachicos; en un país donde a los pederastas se les consigna con únicamente 11 años de cárcel, cuando por robarte un carro te dan 25 o más, en un país donde a una reportera como Lidia Cacho la amenazan de muerte gobernadores (Yucatán y Puebla) que encubren sectas pederastas, donde una suprema corte de justicia no hace nada para castigar a los asesinos de 50 niños de la guardería ABC de Sonora, y donde a cada momento sale en las noticias de parturientas que no son recibidas en hospitales nomás por que a alguien se le ocurre olímpicamente que no entra; éste doloroso país, donde los niños son explotados en la pizca de algodón, de frijol y tomate, en ladrilleras y en artesanías comerciales, sin que nadie haga algo. En éste país, donde hasta los profesores, que debieran ser uno de los pináculos de ejemplo para los niños, no se saben ni las capitales de América Latina ni saben hacer raíces cuadradas, menos saben escribir con buena ortografía, se toman olímpicamente los viernes sin dar clases y faltan cuando quieren.

Y éstos mismos supremos ministros se les ocurre dar un precedente para que los homosexuales adopten niños, abriendo la puerta para que al rato zoofílicos, lunáticos y demás fauna pueda adoptarlos.
Y entendámonos. No tengo nada contra los homosexuales, salvo su propio egoísmo que hace querer al mundo como ellos quieren. He conocido a lo largo de mis cuarenta años a muchos homosexuales. Algunos buenos, otros malos, pero eso sí, todos intolerantes. A mí me han corrido de antros gay, y ha habido gays que ni me hablan nomás por que soy gordo. Y siempre por lo mismo: ellos pelean mucho ser aceptados, pero ellos no aceptan a quien no piensa como ellos.
Y no dudo que muchos puedan ser buenos padres, pero se trata de un ejemplo. Los niños no tienen formada su concepción del sentido común, es decir, el bien y el mal, y de pronto, vean que tienen dos papás, o dos mamás, creo que puede ser muy confuso para ellos.

Y tengo otra objeción, que quizá sea más importante. Me parece que los gays, al sentirse mujeres en cuerpos de hombres, y viceversa, califican plenamente como gente que está enferma mentalmente, y no les vas a dar a criar a un niño a alguien enfermo. No es sano. Vamos, si yo mismo, en un momento dado, digo que soy Cuauhtémoc el Indio, y voy a un centro de adopción del DIF, demuestro que tengo solvencia económica y moral, que me desenvuelvo en un medio adecuado para el niño al que voy a adoptar, y cuando están a punto de darme al muchacho/cha, me dicen: “¿y cómo dice ud. que se llama?” –“Cuauhtémoc. Soy nieto de Axayácatl y último Huey Tlatoani de los Mexica”, ¿creen que me van a dar al niño? No, por que tengo un problema mental obvio. Igual los homosexuales. “Soy un hombre capturado dentro de un cuerpo de mujer”, ¿no les suena al transtorno de personalidades múltiples? También puede ser un caso de esquizofrenia agudo, al querer ser mujer teniendo tilín, pero como ellos tienen fuerte presencia en los medios políticos y económicos, no es una enfermedad, es un caso de elección. Vean lo siguiente: yo he decidido ser gordo, por muchas causas, y quizá por que me da una flojera inmensa hacer ejercicio, pero digo, “lo he elegido”. Un médico me dirá (por que ya me lo han dicho) que estoy escurriendo el bulto, y que únicamente soy un hombre flojo que no comprende que la obesidad puede darme un infarto. ¿ven la similitud? En todo caso, está el asunto del rol. En todas las parejas gay que he visto, uno toma el papel de varón, y el otro el de mujer. ¿No es eso un obvio encauzamiento hacia un orden natural de las cosas? Por lo mismo, ¿no es un síntoma de enfermedad, un quejido pidiendo ayuda al reconocer instintivamente el orden dado y en el cual se debe llevar una relación de pareja?

Otra cosa, y la más importante. Soy un cristiano renacido, por lo tanto, debo aceptar que al elegir a Dios, a Jesucristo, debo aceptar sus mandamientos, aunque algunos no me gusten. Y algo que desagrada mucho a Jesús, es la homosexualidad. Esto no es invención mía, viene en Levítico 18.22 “No te echarás con varón como con mujer; es abominación”, y se repite en el 20:13 “Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre”. Esto no quiere decir que uno como cristiano ha de apedrear a los homosexuales, sino que la muerte, y peor aún, la muerte eterna es la consecuencia de sus actos. Uno ha de reprenderlos y hacerles ver su falta, para que puedan liberarse y tener vida eterna en Jesucristo.

Pueden ustedes estar de acuerdo o en desacuerdo conmigo, éste cojín es libre para la palabra, pero yo, no puedo ver cómo éste país se derrumba cada vez más, su moralidad se hace cuestionable y muy diluida (podrán decirme, camaradas, que “¿cuán moralidad?, ¿la hindú, la católica, la platoniana?” “Somos un estado laico, y la religión no tiene nada que ver”, y también pueden decirme “Gato Risón de Chesire, ¿no eras tú el que apoyaba al estado laico?” ¿No te están contradiciendo?”, pero han de reconocer, camaradas, que las verdades universales existen, por que si no existieran, ¿qué sentido tendrían las leyes? ¿Qué freno sería el que me detuviese para no dejar libres al fin mis instintos y violar mujeres, robarme lo que me gusta, matar a quien me ofenda, sino la ley del garrote, la del más fuerte? En todo caso, ¿no es la moralidad, sin las dobles caras de la iglesia católica o del pensamiento calvinista, o la crudeza objetiva del materialismo dialéctico, sino meros principios éticos?), y por lo mismo, se llene más y más de corrupción. Cada vez estoy más harto de ser mexicano, aunque una actriz bellísima como Salma Hayek me diga que no es la hora de quejarse, sino de hacer. Pero ella no vive aquí, vino a cobrar un sueldo para lavarnos el cerebro con la Iniciativa Peña Nieto, y al rato se regresa a vivir su vida cómoda de Mexicana Glamorosa en Los Ángeles, sin tenderles una mano a sus compatriotas que están sufriendo la persecución allá. Por su fruto los conoceréis, dijo el Maestro, y tiene razón. ¡Ay de éste país! Doscientos años, y no hemos avanzado nada. Peor, al querer avanzar, retrocedemos. ¡Sayonara!





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