miércoles, 23 de octubre de 2013

Histerieta “Los que Cayeron de Cabeza” 21ª Entrega + 2 Rimas.


            ¡Mis estimados camaradas! ¿Cómo han estado? ¿Cómo les ha caído este huracán Raymundo? Llueve. Ha estado lloviendo casi todo el día de ayer y hoy también amenaza lluvia. Los días han estado grises y románticos, como la canción de Serrat “Tiempo de Lluvia”: “(…) Sin mañana y sin ayer / porque no se acaba / ni mi amor ni mi amada… / Sin saber cómo, / de gris la casa se vistió / como el plomo / el día amaneció / Es tiempo de lluvia… / Tiempo de amar a media voz. / De oír de nuevo / el tic-tac del reloj…” O algo así. Y como la ocasión amerita un buen café espumoso y calientito y un pastelillo, permítanme ofrecerles un par de rimas recientes, que espero que les gusten.

11 de Septiembre de 2013.


En esta hora incierta
Llena de grises cambiando a negro
Es cuando las cosas pequeñas
Se vuelven valores absolutos, sin medios.

Esta casa es un cuerpo,
Caja que protege a otra caja
Que protege a otra caja,
Y desde su ígneo centro
Hace crecer su presencia, y se escapa

Por las cerradas ventanas.
¿Quién acudirá a su llamada?
Nadie, porque esta caja
Se cierra a las once cuarenta.

Aunque su otra caja
Se cierre interna,
Justo antes del alba,
Justo antes de que pase esta página.

Sí. Antes de que pase la página.

14 de Septiembre de 2013.


I:


Irritación, malestar hay en lo Alto,
Y antes de alguien, quien sea,
Pueda alzar la vista y notar algo,
Esos ojos Divinos se cubren y se cierran.

Aún así, detrás de la cortina que gotea,
Hay dolor. Lo sé bien. Mucho, inimaginable dolor.
Enemigos de la injusticia, los Divinos ojos observan
A ése que se cree poderoso por no tener alma ni corazón.

Sordo de egocentrismo, su rostro es una máscara quimérica
Que sonríe mientras descarga el violento garrote
Contra quien ose oponerse a su deseo vuelto razón
Con otra razón, otra, cualquiera…

Con el garrote acalla cualquier voz,
¡Por razonable que sea!
Y sin las voces víctimas, sin nadie que interfiera,
Habla, se dirige pomposo
A un auditorio repleto
De muertos y de presos
Que sin lengua, ya no pueden hablar.

II:


Resuena su única, poderosa voz
Que sólo puede hablarle a las piedras:
Árida tribu sin oración.
Los Divinos ojos lloran.

El poderoso se olvida de las cosas tiernas,
Desde su vacía tribuna no toma en cuenta
Las cosas que crecen y que viven,
Que son capaces de agradecer, que a Dios sonríen.

En su locura ciega
No imagina siquiera
Que las piedras
Tengan boca para beber
La lluvia de este cielo;

¡Es un majestuoso rey de un país
Que es un cementerio lleno de huesos!
Se cree Serenísimo de su montón de piedras.

III:


El tirano abre la vista, ansiosa.
¡Las piedras de su reino
Han abierto la boca!
¡Sedientas beben las lágrimas del Cielo!

Incrédulo, observa
Como de cada piedra
Se levanta una mano
Dura e iracunda;

Alzan mil, diez mil y un millón y más
Súbditos el vuelo;
Cruzan agresivos y justicieros hacia él
El firmamento.
Pero ni aún así, el sátrapa, ciego,
Acepta que su reino ha terminado:
Yace muerto, odiando
A su nuevo pueblo de libres piedras,
Y jura con su último aliento,

Que también a éstas ha de cortarles las lenguas…






            ¡Ijajayyyy! ¡Cómo costó hacer este viaje astral del Dr. Yazz! ¿Quién será esta extraña mujer que lo acaba de salvar de ver a Tezcatlipoca cara a cara? ¡El mundo está perdido, a no ser que los héroes logren hacer algo! Para los puristas y mexicanistas que me hacen el favor de leerme, les comunico que no es un error el que “comenzó a inundarlo todo el frío, aunque la ciudad arrasada ardía en su totalidad”. Verán, Tezcatlipoca, según autores como Soustelle, Alfonso Caso y Miguel León Portilla, tenía también el poder del fuego, pero el fuego joven, además de que era una especie de “divina providencia” semejante a la de los católicos. Pero también era el patrono de los magos y encantadores, y una de sus representaciones era “Iztlacolihuiqui”, el “Señor del Frío” de las regiones celestes, además de que también era “Tepeloyotli”, el “Corazón del Monte”, representado por un jaguar negro de manchas blancas que representan a las estrellas o a los “Centzon Mimixcoa” y  “Centzon Mixnahuac”, “Los Innumerables del Norte y del Sur”, ¡las estrellas! Era en la tradición tolteca-teotihuacana el Cielo de Noche, y  por lo mismo, en este Universo o Era, era el principal de los dioses infernales, por la sencilla razón de que como él no había construido esta Era, le correspondía el papel o rol, de destructor. Interesante, ¿no? Y el CIA Andrew sin darse cuenta de que el mundo está a punto de hacerse cachitos; él sólo cree como buen norteamericano en lo que puede ver (sin ofender) dejando de lado lo verdaderamente trascendental, ya que a Tezcatlipoca no le interesan ni el petróleo ni el oro y las armas nucleares y bacteriológicas se le escurren. ¡Él viene a destruirlo TODO! Como piensa acertadamente el Dr. Yazz Ot Tsé, a los grandes corporativos y sus políticos títeres, llámense Obama, Merkel o Peña, sólo les interesa ganar y acumular riqueza. No les importa el mundo en absoluto, porque lo ven como un mero almacén de donde pueden disponer a su antojo. Este rollo lo pongo en mi novela “Hadas”, que felizmente, parece que ahora sí, ya estoy por terminarla, y espero poder compartirla con ustedes, en cuanto descubra cómo hacerle para que puedan descargarla en formato PDF, además, hay que registrarla todavía ante la Comisión de Derechos de Autor. Realmente no creo mucho en ello, pero los malas mañas abundan, y luego ni siquiera dan crédito de quién dibujó o ideó tal o cual cosa. En fin…

            De las rimas, la primera no es otra cosa que el ejercicio de dejar libre la pluma y tratar de hacer algo que conlleve cierta cordura. No tiene otro objetivo, no así el segundo, que lo hice en un momento de inmensa rabia, justo cuando el gobierno del hombre que compró la banda presidencial de México, Enrique Peña Nieto, desalojó a los maestros del Zócalo capitalino para hacer su ceremonia del “Grito”. Ése Zócalo, camaradas, es la plaza más importante de éste país. Ahí, Moctezuma fue derribado a pedradas por su pueblo por entregarse incondicionalmente a los Españoles, como inicio de una serie de luchas que los mexicanos hemos estado haciendo desde entonces para vivir mejor. El Zócalo es de todo el país, y no se vale que un presidentillo con ínfulas de virrey, lo cierre y lleve sus acarreados para hacer su acto. Ah, pero esto es historia ya pasada, camaradas. Lo cierto, es que la lucha magisterial sigue, y cuando uno ve que hasta en Televisa sacan un reportaje de las condiciones de vida en la montaña de Guerrero, donde la expectativa de vida es de 40 años, cuando en el resto del país es de 70, uno entiende por qué corchos surgen las movilizaciones sociales, por eso no deben de ser criminalizadas. Esa gente de Guerrero, como la de Oaxaca, la de Chiapas, la de Michoacán, Sonora, etc etc etc, no han hecho otra cosa en más de mil años, que cambiar de patrón. Y patrones crueles, que no se preocupan por su gente.

            La gente necesita pocas cosas. Necesita un hospital cercano a ellos, necesita escuelas de calidad, necesita que les ayuden con fertilizantes y precios buenos para sus cultivos, necesitan caminos, un banco que no busque el lucro y sí el desarrollo, un banco estatal, no privado, que es lo mismo que ladrón, que les preste para comprar lo que necesiten y la gente sola produce riqueza. No hace falta más. Pero hoy por hoy, aparte de que estos gobiernos nos suben todo, porque al subir la gasolina todo sube de precio, quieren que las comunidades pongan la mitad de las cosas que se han de construir. Y esto sería válido si el ingreso per cápita de los pobladores fuese semejante al de Tokio, pero con una media de vida de 40 años, ¿cómo quieren que ésa gente que hoy come un pedazo de pan y mañana no, tenga dinero para poner dinero para el camino, la escuela y el hospital? Sopesen ello, camaradas, y verán el porqué del EPR, del ERPI y demás guerrillas que han surgido en ésas zonas durante tantos años. Sencillamente, a nuestro gobierno eternamente centralista, nunca le importarán las cosas que pasen fuera de sus zonas de confort. Dicen que Netzahualcóyotl, el sabio rey de los Acolhuas, se vestía de limosnero y se paseaba por su reino para ver cómo era que vivía la gente, ejemplo que fue tomado por su descendiente Netzahualpilli. Y era un reino en donde florecía la poesía y las artes. Para que estos gobernantes modernos supiesen cómo vive su gente, no sería necesario que hicieran ello, pero sí que los diputados y senadores, escucharan y vivieran donde están sus representados, no en la capital del país, que tanto el presidente de la República y los Gobernadores y los Presidentes Municipales tuvieran abiertas las puertas de todos los palacios de gobierno para escuchar a todos, como hizo sabiamente Lázaro Cárdenas, y tenerle menos miedo a las potencias y a los ricos. Y otra cosa sería este país, seríamos semejantes social y económicamente a Canadá.

            Y ya sin más, me despido, camaradas peludos. ¡Sayonara! ¡Hasta la entrega que viene! ¡ACUDE A LOS ACTOS DE APOYO A LAS CAUSAS SOCIALES! ¡APOYA CON LO QUE PUEDAS A LOS DAMNIFICADOS DE LAS LLUVIAS QUE HAN ASOLADO A TODO EL PAÍS! ¡UNA SIMPLE LATA DE SARDINAS SIRVE EN CASO DE APURO! ¡INFÓRMATE! ¡ESTE ES EL MOMENTO DEL CAMBIO PARA ESTE PAÍS! ¡LA PROTESTA CIUDADANA NO ES UN DELITO! ¡HISTORIETA O MUERTE! ¡VENCEREMOS!

miércoles, 9 de octubre de 2013

Histerieta “Los que Cayeron de Cabeza” 20ª Entrega + 1 Memoria.


Recordando de nuevo El Sismo de México 1985.


2.- El Camino de las Agujas de Obsidiana.


            No puede ser. La calle luce inconcebiblemente vacía, y toda la gente se ha reunido junto a los teléfonos públicos. Las colas son enormes, mientras yo ni siquiera me despido de mis compañeros; tomo mi camino apurado, y enfilo hacia Mérida, para tomar después la calle de Puebla.

            Bajo, pareciera que bajo a un inframundo. Las casas tratan de ocultar las grietas que ahora traviesan sus fachadas, y la gente se halla en la calle, pero me parecen estatuas por la inmovilidad, estatuas que me ven con ojos angustiados, y el silencio es su único eco. Atravieso la avenida Insurgentes, y sin quererlo, impelido por la costumbre, tomo la calle de Colima y de pronto estoy en la cuchilla que forma con El Oro, y veo incrédulo, bajo el sol terrible de ésa mañana, a mi Primaria “Alberto Correa”, caída. Ya no hay nadie ahí, y los muros-ventanas caídos sobre el patio donde en mi niñez jugué y corrí. Caídos, como una prenda de vestir, dejaba al descubierto el interior donde los pupitres soportaban todo el peso de los pisos y donde por gracia de Dios no hubo niños en la hora fatídica. Me detengo un instante, miro y grabo en mi memoria a mi primaria derrumbada, sus lozas como fichas de dominó, unas encima de otras, lozas como de muerto. Sigo el rastro del demonio que nos castigó, siempre bajando (o por lo menos siempre tuve ésa impresión) comprendiendo por fin la magnitud del horror, el tamaño de la bestia que nos azotó, y por todos lados sigo viendo las estatuas, esculturas que me siguen con los ojos. Siento frío. El sol cae a plomo y muerde, pero siento mucho frío. Temo que mi Edificio se halle igual que aquella casa, o ésa barda, derribados por el hacha del demonio que nos quiso destruir.

            Me abrazo a mi mismo. No puedo dejar de tiritar y es entonces que noto los ayes que se desprenden de las esculturas que se paran a mitad de la calle. Todos blancos, todas llorosas, las esculturas se duelen, su piel de caliche se cuartea por las lágrimas, y no tengo fuerzas más que para apoyarme en la pared y dar vuelta a la esquina, donde una voz amiga, la dulce voz de la pintora Elina Cariño me mira con curiosidad desde la ventana de su casa, y me dice: “Cómo, ¿estás?” Y su voz me hace comprender que he llegado a mi casa, y que yo también soy una escultura, blanco de caliche.











3.- En las fauces de Tlazoltéotl.


            No he querido dormir. No he querido quitarme el uniforme. Apenas he probado bocado, y ya es la noche del día siguiente. Son alrededor de las siete de la noche del 20 de Septiembre, y me hallo agotado. Mi hermano decide tomarse una siesta y yo enciendo el televisor para distraerme. Es horrible el sonido de las sirenas y de las ambulancias que a todas horas pasan y me dan la sensación de estar en un sitio militar, en una guerra contra algún enemigo al que no podemos ver. Casi todo el día de ayer y el de hoy han estado diciendo partes de gentes desaparecidas y de edificios colapsados, e imperceptiblemente, un olor dulzón comienza a apoderarse del ambiente. El olor que después se intensificará y no nos dejará en paz por semanas y meses, el olor a la muerte que se desprende como una diáspora de los sitios caídos. Y sin querer pienso en la gente que vivió los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial, y se me ocurre que debieron sentir algo muy semejante. Estoy harto de los noticieros, así que al encender la tele, es una bendición que pusieran la serie “Los Monstruos”, ya que me relaja considerablemente las humoradas de Hermann Monster y su familia, hace que baje la guardia.

            Y entonces comienza de nuevo. Ahora es mi casa la que comienza a bambolearse, primero tímidamente, dando tiempo al miedo, al pánico subir por mi espalda hasta mi boca; le grito a mi hermano, el cual se levanta de un brinco, y entonces la bestia, el demonio que nos ataca, suelta toda su furia buscando ahora derribar mi casa. Y ahora es diferente. La primera vez, fue estupor y no comprender lo que pasaba; no, ahora viene corriendo a mi mente todo lo vivido: las escenas de lloro y casas caídas, los reportes del radio y de la televisión de las gentes que se quedaron sepultadas bajo los escombros de su casa o de su trabajo. La mano de mi compañero caído asomando entre las lozas de concreto hambrientas, al que le pusieron un suéter a manera de bandera póstuma, hacen que sienta verdadero pánico, y si no echo a correr, es por que no hay dónde correr, ya que estamos mi hermano y yo en un segundo piso, comunicado con los demás por una endeble escalera de caracol de acero.

            Sólo podemos mi hermano y yo aferrarnos con todas nuestras ganas de vivir, al marco de la puerta. El animal ruge, se bambolea con ferocidad, y es como si estuviésemos en la espalda de algún gigante que brinca queriendo devorarnos: Tlazoltéotl tiene hambre, no le bastan las víctimas que ha cosechado, y viene por mí y mi hermano; agita la casa con verdadera furia, y no sé cuánto tiempo haya pasado, pero parece que al fin se va, con pasos alargados, hacia la noche.

            Y al alejarse, sólo deja al miedo. Ayudamos a bajar a dos personas de la tercera edad que viven en vecindad con nosotros, don Genaro y la señora Margarita, por las fatídicas escaleras de caracol, y siento sus pasos lentos como una cosa que me ata a la tumba. Embotado, sólo percibo la obscuridad y la largueza del corredor por donde ahora tratamos de ganar la calle. Mi hermano mayor llega, y nos da confianza. Me sonríe e indaga por mi otro hermano, y nos ayuda a alcanzar la calle. Afuera todos los vecinos se miran espantados. No faltan las risas nerviosas, cuando mi hermano mayor, que es ingeniero civil, junto a un vecino que es  arquitecto, armados de lámparas se meten al Edificio que ahora parece un ser muerto, lleno de obscuridad. Tardan, y mientras tanto, en las calles de Puebla y Avenida Chapultepec no dejan de pasar las ambulancias y los servicios de emergencia con las sirenas encendidas. Los vecinos de la calle de Guadalajara decidimos dormir ésta noche en la calle, temerosos de que el Demonio regrese. Don Manuel, quien cuida una fábrica de impermeables y ropa industrial, saca generosamente mantas y hules, y lo mismo hacen los dueños y amigos de la Miscelánea “La Oaxaqueña”, que sacan velas y cartones y con ellos armamos un improvisado campamento, y es la primera vez que siento la solidaridad de todos, cuando salen mi hermano mayor y el vecino, para informarnos que el Edificio resistió bien, y que no tiene fallos estructurales, y quienes lo deseen, pueden regresar a sus casas a dormir; pero todos decidimos quedarnos, por lo menos esta noche, en la calle, cobijados por el sentimiento que nos hace gregarios, y que ha hecho que mi especie, la especie humana, haya podido sobrevivir a tantas catástrofes. Sí, pienso en ése momento, que es la unión de todos lo que nos hace fuertes como especie, y reniego para siempre, de la perversa idea de que sólo unos pocos son los que hacen los cambios. Ésa noche sobrevivimos porque nos unimos, y logramos vencer así, juntos, unidos, sin distingos de ninguna clase, la dura mordedura de Tlazoltéotl. Sí, el día siguiente, los pájaros, igual que ayer, comenzaron una vez más a trinar.








            Y bien, ¿Qué les pareció? Como todo ejercicio de memoria, tiene exageraciones y cosas que no pasaron exactamente así, pero he de decir a mi favor, que mi remembranza es sincera. El terremoto de ése 19 de Septiembre, junto con su réplica, fueron de las cosas más espantosas que haya vivido. Y aún así, creo que la réplica fue más espantosa, porque ya traía adentro el bagaje de lo que pasa durante un terremoto, y sentí mucho pero mucho miedo. He quedado traumatizado, como creo que todos los que vivimos ésa experiencia, y hasta el día de hoy, no puedo dejar de temblar frente a un temblor, aunque sea pequeño.

            ¡Bueno, dejemos esto de lado, ya que ha comenzado el Códice Seis de Tzitzimine! Como habrán podido apreciar desde el final del Códice Cinco, el Aguilita se preocupa por rescatar a su amigo el Dr. Yazz-Ot-Tsé, ¿lo logrará? ¡Sigan atentos, que este códice dicta la pauta a seguir en los siguientes!

            Y ya sin más, me despido, camaradas peludos. ¡Sayonara! ¡Hasta la entrega que viene! ¡ACUDE A LOS ACTOS DE APOYO A LAS CAUSAS SOCIALES! ¡APOYA CON LO QUE PUEDAS A LOS DAMNIFICADOS DE LAS LLUVIAS QUE HAN ASOLADO A TODO EL PAÍS! ¡UNA SIMPLE LATA DE SARDINAS SIRVE EN CASO DE APURO! ¡INFÓRMATE! ¡ESTE ES EL MOMENTO DEL CAMBIO PARA ESTE PAÍS! ¡LA PROTESTA CIUDADANA NO ES UN DELITO! ¡LIBERTAD A LOS QUE FUERON APRESADOS INJUSTAMENTE EN LAS MOVILIZACIONES DEL 2 DE OCTUBRE! ¡HISTORIETA O MUERTE! ¡VENCEREMOS!