miércoles, 27 de noviembre de 2013

Histerieta “Los que Cayeron de Cabeza” 23ª Entrega + 3 Rimas.


            ¡Cómo están, mis estimados camaradas! ¡Qué gusto de verlos de nuevo por acá!

¿Qué les puedo contar de nuevo? Casi nada, camaradas, que una vez más me he enfrentado a la calaca y bendito sea Dios, que me ha permitido estar de nuevo acá, contándoles estas locuras y poniéndoles estas entregas, por eso no había podido traerles la nueva entrega del cojín.

La vida sigue, y ésa es la maravilla de estar vivos. La oportunidad de corregir, y de hacer (por lo menos, tratar) mejor las cosas. Una nueva oportunidad para observar la Creación de Dios de nuevo, sopesar las cosas con más calma, adquirir algo de sabiduría. Y que mejor forma de celebrar esta nueva oportunidad, que compartiendo con ustedes estas nuevas rimas, que espero que les gusten:

11 de Noviembre de 2013.


Me inclino sobre el papel.
Lovecraft, Fuentes y Dostoievsky
Me miran sobre el borde del anaquel.
Mi padre también
Me clava sus ojos bajo el kepí.
Se amontonan las miradas sobre mí,
Los ojos de Klimt
Y Goya,
Quien dedica una verónica
Que no es para mí.

Que flojera contar las sílabas…
No quiero ni deseo ser estricto;
Como quien no se amilana,
Finjo ignorar la regla con que seré medido
El día de mañana…

En mis oídos
Vibra a través del radio
Las voluptuosas guitarras
De Santo y Johnny Farina
Diciéndome que aún la amo.
¡Mientes, radio!
Ése papel de baño
Es el suave receptáculo
Al amor y los catarros,
Y aunque ése bote
Sea cementerio al tope
De mis medios hijos,
No creas por ello que la extraño.

De ella, frío y mentiras.
De ella, espera eterna.
Dolor que como un mal tequila
Se metió dentro de mis tripas
Incendiándolas enteras,
Reduciéndolas a ceniza…
Callen, Santo y Johnny Farina.
Ya no la amo.
Quizá de ella,
Únicamente extrañe
A los pequeños pájaros.
Y del amor de hace un año,
Conservo únicamente la resaca
De ése dulzón engaño.

Sí, mi Biblia querida,
Sí, mis videos prohibidos,
Sí,  todas mis contradicciones
Que hacen que vea fantasía
Aunque sea un hombre crecido
Al borde del abismo
Y aún así, no desee ver nada más.

Sobre esta sucia cama,
Baño, pecado y altar,
A un lado pongo esta libreta,
Recuesto la cabeza

Y pongo, al fin, los rencores a soñar.




17 de Noviembre de 2013.


Algo implota
En mi estómago.
La sangre toda
Cae, me abandona.

El frío me envuelve,
Me desvanezco…
La sangre no regresa,
Creo que me muero.

Veo negro.
Si no fuese por el sillón,
Caería entero al suelo.
Frío mortal en mis miembros.

Hablo todo lo que puedo
Cuando el frío alcanza mi boca:
¿Ya es mi hora?
Ruego a mi Dios…
Ruego a mi Dios…
Ruego a mi Dios
Con esta helada boca.

Le pido a mi Dios
Que me permita
Terminar la obra,
Lo que queda pendiente…

El Señor me escucha,
Benevolente.
Sonríe a su fiel sirviente
Y me permite,
¡Gloria a Él!
Escribir,
En este momento,
Sobre este papel.

Gracias, mi Dios.
Gracias, mi Salvador.
Te amo, mi Señor.


25 de Noviembre de 2013.


Te recuerdo muy bien.
Blanda, tus cabellos
Se esparcían sobre la cama.
Te recuerdo ayer,
Caliente y vacía
Sobre mi cama.
Tus dientes de obsidiana
Tomaban mi miembro
Con fingido amor,
¡Lo cortaban!
Mujer sin alma,
Vagina llena de espinas…
Mientras te montaba,
Me matabas…
Ramera de fingido fuego,
Adentro de ti
Descubrí
Al más helado hielo
Con que me castraste
No solo el miembro, también el alma.

Tuve que asesinarte
Mientras me matabas…
Hoy, somos dos amantes vacíos,
Flotando dentro del vientre de la nada.


            ¿Y que tal? Espero que les hayan gustado estas rimitas. Ahora, permítanme seguir con la conclusión del Códice 6 de Tzitzimine, que se había quedado en que el Aguilita ya casi lograba penetrar la fortaleza de Cracovia, donde el ahora tuerto (por una bala del Aguilita) agente de la CIA Andrew tenía cautivo al Dr. Yazz-Ot-Tsé, y acababa de dar la fatídica orden de eliminarlo. Nuestros héroes pelean con fiereza para lograr entrar y salvar la vida del Dr. Yazz-Ot-Tsé, quien tiene la sabiduría necesaria para detener a Tezcatlipoca y su inminente retorno:






            ¡Ijajayyyy…! ¡El Dr. ha sido rescatado! ¡La “cihua” (“mujer” en náhuatl) ha ayudado al Dr., primero rescatándolo de ver el Ojo de Tezcatlipoca y ahora de ser asesinado por el esbirro de Andrew! Y aunque el agente de la CIA ha conseguido escapar, nuestros héroes han podido rescatar a un Dr. Yazz encanecido por la presión que tuvo al estar en el Día del Fin del Mundo, demasiado cerca del “Espejo Humeante” para haber salido ileso.  El mundo está por concluir, el tiempo se hace muy pero muy corto, ¿habrá alguna posibilidad de que nuestros héroes triunfen? Bueno, realmente triunfaron, ya que gracias a sus esfuerzos podemos contar esta historia, el mundo realmente no se acabó ése día. ¡Já ja ja! Bueno, acá podemos hacer una pequeña pausa para que les platique, si me lo permiten, sobre la técnica que utilicé para este códice seis.

            Ya les había comentado en alguna entrada anterior, que este códice seis fue el de la innovación. Dejados atrás los orgullos de querer publicarla en papel couché con un gran sello detrás, significó también para mí una liberación. Al estar lejos de los parámetros comerciales, decidí comenzar a experimentar y por fin, a gozar haciendo esta historieta. Al principio de este códice, utilicé tintas chinas y carboncillos para hacerla más espesa, y me serví de una navaja para hacer las descarapeladuras de la pared; corté y pegué los “cartuchos” y los “globos” en hojas aparte y utilicé a partir de este punto, la mesa de luz, pero eso lo hacen todos, ¿no es así? Además enmascarillé como loco muchas partes, por ejemplo, las trayectorias de las balas, para que se vieran a través de los muros y cosas por el estilo. En esta parte que les presento, además de las balas, está el box en que el Dr. es torturado al más puro estilo “guerra sucia”. En otras partes, dibujé en hojas aparte y las pegué para lograr mayor limpieza y que el mensaje gráfico fuese más claro. Si lo conseguí, no lo sé, lo cierto es que a mí me agradó el resultado, y a mi hermano también. Cabe decir que mi hermano me ayudó posando y juntos haciendo algunas poses para que me quedase clara la viñeta, porque a veces, uno tiene la idea a grosso modo. Pero cuando uno la dibuja, no funciona, y es necesario entonces, actuar la secuencia a reproducir, como hacen los directores de cine. ¿Ven? ¡La historieta lo tiene todo! ¡Por eso me gusta tanto este medio!

            Y bueno, para terminar, permítanme platicarles la odisea que pasé el otro día. Resulta que el sábado 17 de noviembre de 2013 tuve un desvanecimiento. No sé por qué ocurrió, pero sentí que la sangre se me iba toda, (como en la rima que les puse) y vi mi vida (o creí verla) reunida toda en una esfera de luz que estaba justo en mi regazo. (Como en el dibujo, ni más ni menos) Me bajó muchísimo la presión, y tardó cerca de tres horas en restablecerse. Sinceramente pensé que me iba ya. Pero bendito sea Dios, acá sigo. Pero eso no ha sido lo único.

            Al día siguiente (el desvanecimiento me ocurrió como a las 8:30 P.M, y hay pocos doctores cerca y aún menos dinero para pagar uno) fui al doctor, al Similares que se halla cerca de la casa, (me acompañaba mi hermano) y enfrente del consultorio, se halla un expendio de cervezas, que hacía tiempo sospechaba sin tener ninguna prueba, de que era realmente una “tiendita” de drogas. Justo en éste día, estaban sentados afuera del expendio “El Michoacano” como cinco fulanos tomando cerveza en vía pública, escuchando narcocorridos como perros orinando en todos lados para marcar territorio. Imposible no escucharlos. Pero bueno, yo necesitaba atención médica y era justo el día del Fin de Semana largo por el 20 de Noviembre, día de la Revolución, y no había médico abierto cerca. Nos sentamos mi hermano y yo sufriendo ésa horrible “música” (estaba muy mal, ahora tenía la presión sanguínea muy alta, y me sentía mareado y muy débil, creo que estaba a punto del infarto) cuando pasaron en la avenida que hace contra esquina un convoy de seguridad compuesto por cinco patrullas de Policía Estatal y un vehículo de soldados. Mi hermano me comentó medio en broma “esto ya valió” (en México se dice así para hacer notar que algo termina mal); el convoy siguió de largo por la avenida, y dos de los sujetos de mala catadura se pararon inmediatamente a asomarse a ver para donde iban. Al notar que seguían de largo, regresaron a seguir molestando a los vecinos.

            Pasaron unos momentos más, como cinco minutos, cuando de improviso, se meten en la callecita una de las patrullas de Policía Estatal y el jeep de soldados, bajándose del vehículo y cortando cartucho, apuntando a los malandros y ordenándoles a punta de fusil “a ver ustedes, pónganse acá”. Se siente horrible el golpe de adrenalina, la presión subiendo de golpe, y sólo atinamos mi hermano y yo a mirarnos y al unísono decidimos irnos de inmediato, no fuese que se soltaran los balazos. Cuando salimos del consultorio, unos policías comenzaron a gritar: “¡arriba!” “Arriba hay otros!” y la tensión subió más. Yo no lo noté, pero mi hermano me dijo que un capitán, el jefe de los soldados, se nos quedó mirando, pero yo iba con un bastón, así que creo que por gracia de Dios, no nos detuvieron a nosotros también. Sin embargo, hay un detalle que me llamó mucho la atención: la torpeza de la gente. Justo a unos pasos de nosotros, había una familia con un niño de carriola, y en vez de irse de ahí, ¡se quedaron viendo la escena, como hipnotizados! ¡Muchos mirones! ¡Nadie con sentido común!

            El caso es que ése día no pude atenderme. Al día siguiente, cuando acudí de nuevo con el médico, la callecita estaba llena de una calma chicha, y así ha estado desde entonces, a ver cuánto dura. Me comentó la doctora que a ella le cerraron unos clientes la cortina de acero, y después ella se enteró que sólo se llevaron a unos cuantos, pero al principal no. Ha de haber dado un enorme soborno, ya que me comentó que después de que los soldados y los policías se hubiesen ido, el fulano siguió con su escándalo a un volumen mayor como gritando que no le importaba nada, que le hicieran como quisieran. Ah, las cosas que uno tiene que vivir.

            ¿Cómo ven? Y bueno, camaradas peludos, pienso, que en un estado Comunista estas cosas no tendrían lugar. En los estados comunistas de antes, las mafias tenían verdadero pavor de asomar las narices, porque sabían que se las cortaban. Luego uno piensa que ésas lacras no debieran de hacer lo que quisieran, viendo como tienen aterrorizada a más de la mitad del país y nosotros jugando a la “democracia”, y viendo también, como, inexorablemente, igual que una marea maligna, la peste del narcotráfico se expande y ahora casi toca a nuestra puerta, y gobiernos van y vienen, y nunca hacen nada porque, o están coludidos, o de plano son ineptos. Sinceramente me inclino a lo primero, pero luego veo cómo es la gente de mi país, adorando ídolos, robando a quien se deje, declarando a los cuatro vientos “soy inculto, soy malo, ¿y qué?” y me acuerdo de ésa máxima que reza: “cada pueblo tiene el gobierno que se merece” y es inevitable la analogía de la Biblia cuando Dios castigó a los Israelitas por su idolatría y su maldad, llenando sus ciudades de bandidos y sus caminos de fieras, para posteriormente castigarlos entregándolos en manos de los asirios y de los babilonios. Hay un ánime, llamado “Ghost In The Shell Stand Alone Complex” donde sale la cuestión de que una fuerza multinacional invade a México para detener a los Señores de la Droga. Como que no estamos tan lejos de ello.

            Difícil amar al prójimo en estos días, pero si no fuese así, no sería una prueba. Además, creo firmemente que la Revolución comienza dentro de uno, al ponerse en los zapatos de los demás. Pienso que es la única forma en que podemos empezar a cambiar las cosas. ¡Sayonara! ¡Hasta la entrega que viene, el inicio del Códice Siete! ¡NO PERMITAS QUE SE PRIVATICE EL PETRÓLEO! ¡EN ÉSTE MOMENTO ES LA LUCHA PRIORITARIA! ¡ACUDE A LOS ACTOS EN DEFENSA DEL PETRÓLEO! ¡LA PROTESTA CIUDADANA NO ES UN DELITO! ¡HISTORIETA O MUERTE! ¡VENCEREMOS!

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Histerieta “Los que Cayeron de Cabeza” 22ª Entrega + 2 Rimas.


            ¡Mis estimados! ¿Qué me cuentan de nuevo?


            Pues acá, el día de Muertos pasó, y como por diversos motivos no pude salir como otros años a ver las festividades que se hacen en el Centro Histórico, y cuando me disponía a ir a recorrer los municipios colindantes para ver qué habían hecho, se soltó una lluvia de Padre y Señor mío, que me imposibilitó cualquier movimiento. Así que el Día de Muertos lo pasé en casa, dibujando como loco, y logré hacer unos dibujos que espero que valgan la pena. Les pondré los mejorcitos, y permítanme amenizarlos con un par de rimas, que espero sean de su agrado: 






30 de Septiembre de 2013.


En mi sueño,
Llevo el corazón preso
En las pinzas de un escorpión
Enorme, él es infinita habitación
Que me abraza, me constriñe
Como mis costillas a mi emoción.

La nada es piedra
Y en medio de ella
Nado, y vuelo.

Las costillas las patas,
Las vértebras su aguijón,
A mordidas, la sangre estalla.
Tres veces ha que así me asesinas.
Tres veces ha que así me humillas.
Tres veces ha que así me despedazas.

Una: Luna.
Dos: Corazón.
Tres: No te nombraré, mujer.

En este sueño
Que es la vida,
Me arrojas entre mis costillas,
Para volver a latir
Siempre sin ti.
Como siempre, sin ti.
Y cuando seguro creo
Que por fin te tengo,
Abro los ojos, despierto
Con mi corazón
Entre tus dedos
Y me matas de nuevo,
Y muerto sueño
A éste corazón preso
Por el escorpión
Que es mi cuerpo.





13 de Octubre de 2013.


Hace un largo año,
Hoy, en esta fecha,
Que los pequeños Pájaros
Ya no visitan al Gato.
Hace un largo, eterno año
Que no traen sus risas a su gatera.
La tristeza se vuelve óxido.
Completo lo corroe por fuera.
Alcanza su hocico, penetra como mercurio
Y el Gato, de Tristeza se envenena,
Los Pajaritos habitan su vigilia, su siesta.

Sólo Conejos y Bolillos
Lo pueden sanar.
Sólo Conejos y Bolillos
Pueden hacerlo sonreír.
Y hoy, en este día fatal,
Conejos y Bolillos
Han venido, ¡lo hacen reír!

Hace hoy un largo, solitario año
Que el Gato extraña a los Pajaritos,
Los pequeños seres que habitan su onírico letargo.
Un largo año sobreviviendo gracias al Conejo y al Bolillo.

Gracias, amado Conejito.
Gracias, amado Bolillito.
Muchas gracias, mis amados sobrinos.


            ¿Qué les pareció? Ahora, permítanme continuar con Tzitzimine, en su flamante Códice Seis:








            ¿Y? ¿Qué tal? El valor desmedido de nuestro héroe ha logrado romper la superioridad de armas y ha restablecido el factor sorpresa. Ahora las huestes del Aguilita están a punto de entrar, pero eso es una cosa, y rescatar al Dr. Yazz-Ot-Tsé es otra… ¿Lo logrará?

            Y bien, camaradas, es todo por hoy. Me despido al igual que siempre, deseándoles que estén bien. ¡Sayonara! ¡Hasta la entrega que viene! ¡ACUDE A LOS ACTOS DE APOYO A LAS CAUSAS SOCIALES! ¡APOYA CON LO QUE PUEDAS A LOS DAMNIFICADOS DE LAS LLUVIAS QUE HAN ASOLADO A TODO EL PAÍS, QUE LA EMERGENCIA NO HA TERMINADO! ¡LAS SIERRAS Y MONTAÑAS SIGUEN EN ESTADO DE EMERGENCIA, AUNQUE LAS AUTORIDADES NO LO RECONOZCAN! ¡UNA SIMPLE LATA DE SARDINAS SIRVE EN CASO DE APURO! ¡INFÓRMATE! ¡ESTE ES EL MOMENTO DEL CAMBIO PARA ESTE PAÍS! ¡LA PROTESTA CIUDADANA NO ES UN DELITO! ¡HISTORIETA O MUERTE! ¡VENCEREMOS!


miércoles, 23 de octubre de 2013

Histerieta “Los que Cayeron de Cabeza” 21ª Entrega + 2 Rimas.


            ¡Mis estimados camaradas! ¿Cómo han estado? ¿Cómo les ha caído este huracán Raymundo? Llueve. Ha estado lloviendo casi todo el día de ayer y hoy también amenaza lluvia. Los días han estado grises y románticos, como la canción de Serrat “Tiempo de Lluvia”: “(…) Sin mañana y sin ayer / porque no se acaba / ni mi amor ni mi amada… / Sin saber cómo, / de gris la casa se vistió / como el plomo / el día amaneció / Es tiempo de lluvia… / Tiempo de amar a media voz. / De oír de nuevo / el tic-tac del reloj…” O algo así. Y como la ocasión amerita un buen café espumoso y calientito y un pastelillo, permítanme ofrecerles un par de rimas recientes, que espero que les gusten.

11 de Septiembre de 2013.


En esta hora incierta
Llena de grises cambiando a negro
Es cuando las cosas pequeñas
Se vuelven valores absolutos, sin medios.

Esta casa es un cuerpo,
Caja que protege a otra caja
Que protege a otra caja,
Y desde su ígneo centro
Hace crecer su presencia, y se escapa

Por las cerradas ventanas.
¿Quién acudirá a su llamada?
Nadie, porque esta caja
Se cierra a las once cuarenta.

Aunque su otra caja
Se cierre interna,
Justo antes del alba,
Justo antes de que pase esta página.

Sí. Antes de que pase la página.

14 de Septiembre de 2013.


I:


Irritación, malestar hay en lo Alto,
Y antes de alguien, quien sea,
Pueda alzar la vista y notar algo,
Esos ojos Divinos se cubren y se cierran.

Aún así, detrás de la cortina que gotea,
Hay dolor. Lo sé bien. Mucho, inimaginable dolor.
Enemigos de la injusticia, los Divinos ojos observan
A ése que se cree poderoso por no tener alma ni corazón.

Sordo de egocentrismo, su rostro es una máscara quimérica
Que sonríe mientras descarga el violento garrote
Contra quien ose oponerse a su deseo vuelto razón
Con otra razón, otra, cualquiera…

Con el garrote acalla cualquier voz,
¡Por razonable que sea!
Y sin las voces víctimas, sin nadie que interfiera,
Habla, se dirige pomposo
A un auditorio repleto
De muertos y de presos
Que sin lengua, ya no pueden hablar.

II:


Resuena su única, poderosa voz
Que sólo puede hablarle a las piedras:
Árida tribu sin oración.
Los Divinos ojos lloran.

El poderoso se olvida de las cosas tiernas,
Desde su vacía tribuna no toma en cuenta
Las cosas que crecen y que viven,
Que son capaces de agradecer, que a Dios sonríen.

En su locura ciega
No imagina siquiera
Que las piedras
Tengan boca para beber
La lluvia de este cielo;

¡Es un majestuoso rey de un país
Que es un cementerio lleno de huesos!
Se cree Serenísimo de su montón de piedras.

III:


El tirano abre la vista, ansiosa.
¡Las piedras de su reino
Han abierto la boca!
¡Sedientas beben las lágrimas del Cielo!

Incrédulo, observa
Como de cada piedra
Se levanta una mano
Dura e iracunda;

Alzan mil, diez mil y un millón y más
Súbditos el vuelo;
Cruzan agresivos y justicieros hacia él
El firmamento.
Pero ni aún así, el sátrapa, ciego,
Acepta que su reino ha terminado:
Yace muerto, odiando
A su nuevo pueblo de libres piedras,
Y jura con su último aliento,

Que también a éstas ha de cortarles las lenguas…






            ¡Ijajayyyy! ¡Cómo costó hacer este viaje astral del Dr. Yazz! ¿Quién será esta extraña mujer que lo acaba de salvar de ver a Tezcatlipoca cara a cara? ¡El mundo está perdido, a no ser que los héroes logren hacer algo! Para los puristas y mexicanistas que me hacen el favor de leerme, les comunico que no es un error el que “comenzó a inundarlo todo el frío, aunque la ciudad arrasada ardía en su totalidad”. Verán, Tezcatlipoca, según autores como Soustelle, Alfonso Caso y Miguel León Portilla, tenía también el poder del fuego, pero el fuego joven, además de que era una especie de “divina providencia” semejante a la de los católicos. Pero también era el patrono de los magos y encantadores, y una de sus representaciones era “Iztlacolihuiqui”, el “Señor del Frío” de las regiones celestes, además de que también era “Tepeloyotli”, el “Corazón del Monte”, representado por un jaguar negro de manchas blancas que representan a las estrellas o a los “Centzon Mimixcoa” y  “Centzon Mixnahuac”, “Los Innumerables del Norte y del Sur”, ¡las estrellas! Era en la tradición tolteca-teotihuacana el Cielo de Noche, y  por lo mismo, en este Universo o Era, era el principal de los dioses infernales, por la sencilla razón de que como él no había construido esta Era, le correspondía el papel o rol, de destructor. Interesante, ¿no? Y el CIA Andrew sin darse cuenta de que el mundo está a punto de hacerse cachitos; él sólo cree como buen norteamericano en lo que puede ver (sin ofender) dejando de lado lo verdaderamente trascendental, ya que a Tezcatlipoca no le interesan ni el petróleo ni el oro y las armas nucleares y bacteriológicas se le escurren. ¡Él viene a destruirlo TODO! Como piensa acertadamente el Dr. Yazz Ot Tsé, a los grandes corporativos y sus políticos títeres, llámense Obama, Merkel o Peña, sólo les interesa ganar y acumular riqueza. No les importa el mundo en absoluto, porque lo ven como un mero almacén de donde pueden disponer a su antojo. Este rollo lo pongo en mi novela “Hadas”, que felizmente, parece que ahora sí, ya estoy por terminarla, y espero poder compartirla con ustedes, en cuanto descubra cómo hacerle para que puedan descargarla en formato PDF, además, hay que registrarla todavía ante la Comisión de Derechos de Autor. Realmente no creo mucho en ello, pero los malas mañas abundan, y luego ni siquiera dan crédito de quién dibujó o ideó tal o cual cosa. En fin…

            De las rimas, la primera no es otra cosa que el ejercicio de dejar libre la pluma y tratar de hacer algo que conlleve cierta cordura. No tiene otro objetivo, no así el segundo, que lo hice en un momento de inmensa rabia, justo cuando el gobierno del hombre que compró la banda presidencial de México, Enrique Peña Nieto, desalojó a los maestros del Zócalo capitalino para hacer su ceremonia del “Grito”. Ése Zócalo, camaradas, es la plaza más importante de éste país. Ahí, Moctezuma fue derribado a pedradas por su pueblo por entregarse incondicionalmente a los Españoles, como inicio de una serie de luchas que los mexicanos hemos estado haciendo desde entonces para vivir mejor. El Zócalo es de todo el país, y no se vale que un presidentillo con ínfulas de virrey, lo cierre y lleve sus acarreados para hacer su acto. Ah, pero esto es historia ya pasada, camaradas. Lo cierto, es que la lucha magisterial sigue, y cuando uno ve que hasta en Televisa sacan un reportaje de las condiciones de vida en la montaña de Guerrero, donde la expectativa de vida es de 40 años, cuando en el resto del país es de 70, uno entiende por qué corchos surgen las movilizaciones sociales, por eso no deben de ser criminalizadas. Esa gente de Guerrero, como la de Oaxaca, la de Chiapas, la de Michoacán, Sonora, etc etc etc, no han hecho otra cosa en más de mil años, que cambiar de patrón. Y patrones crueles, que no se preocupan por su gente.

            La gente necesita pocas cosas. Necesita un hospital cercano a ellos, necesita escuelas de calidad, necesita que les ayuden con fertilizantes y precios buenos para sus cultivos, necesitan caminos, un banco que no busque el lucro y sí el desarrollo, un banco estatal, no privado, que es lo mismo que ladrón, que les preste para comprar lo que necesiten y la gente sola produce riqueza. No hace falta más. Pero hoy por hoy, aparte de que estos gobiernos nos suben todo, porque al subir la gasolina todo sube de precio, quieren que las comunidades pongan la mitad de las cosas que se han de construir. Y esto sería válido si el ingreso per cápita de los pobladores fuese semejante al de Tokio, pero con una media de vida de 40 años, ¿cómo quieren que ésa gente que hoy come un pedazo de pan y mañana no, tenga dinero para poner dinero para el camino, la escuela y el hospital? Sopesen ello, camaradas, y verán el porqué del EPR, del ERPI y demás guerrillas que han surgido en ésas zonas durante tantos años. Sencillamente, a nuestro gobierno eternamente centralista, nunca le importarán las cosas que pasen fuera de sus zonas de confort. Dicen que Netzahualcóyotl, el sabio rey de los Acolhuas, se vestía de limosnero y se paseaba por su reino para ver cómo era que vivía la gente, ejemplo que fue tomado por su descendiente Netzahualpilli. Y era un reino en donde florecía la poesía y las artes. Para que estos gobernantes modernos supiesen cómo vive su gente, no sería necesario que hicieran ello, pero sí que los diputados y senadores, escucharan y vivieran donde están sus representados, no en la capital del país, que tanto el presidente de la República y los Gobernadores y los Presidentes Municipales tuvieran abiertas las puertas de todos los palacios de gobierno para escuchar a todos, como hizo sabiamente Lázaro Cárdenas, y tenerle menos miedo a las potencias y a los ricos. Y otra cosa sería este país, seríamos semejantes social y económicamente a Canadá.

            Y ya sin más, me despido, camaradas peludos. ¡Sayonara! ¡Hasta la entrega que viene! ¡ACUDE A LOS ACTOS DE APOYO A LAS CAUSAS SOCIALES! ¡APOYA CON LO QUE PUEDAS A LOS DAMNIFICADOS DE LAS LLUVIAS QUE HAN ASOLADO A TODO EL PAÍS! ¡UNA SIMPLE LATA DE SARDINAS SIRVE EN CASO DE APURO! ¡INFÓRMATE! ¡ESTE ES EL MOMENTO DEL CAMBIO PARA ESTE PAÍS! ¡LA PROTESTA CIUDADANA NO ES UN DELITO! ¡HISTORIETA O MUERTE! ¡VENCEREMOS!

miércoles, 9 de octubre de 2013

Histerieta “Los que Cayeron de Cabeza” 20ª Entrega + 1 Memoria.


Recordando de nuevo El Sismo de México 1985.


2.- El Camino de las Agujas de Obsidiana.


            No puede ser. La calle luce inconcebiblemente vacía, y toda la gente se ha reunido junto a los teléfonos públicos. Las colas son enormes, mientras yo ni siquiera me despido de mis compañeros; tomo mi camino apurado, y enfilo hacia Mérida, para tomar después la calle de Puebla.

            Bajo, pareciera que bajo a un inframundo. Las casas tratan de ocultar las grietas que ahora traviesan sus fachadas, y la gente se halla en la calle, pero me parecen estatuas por la inmovilidad, estatuas que me ven con ojos angustiados, y el silencio es su único eco. Atravieso la avenida Insurgentes, y sin quererlo, impelido por la costumbre, tomo la calle de Colima y de pronto estoy en la cuchilla que forma con El Oro, y veo incrédulo, bajo el sol terrible de ésa mañana, a mi Primaria “Alberto Correa”, caída. Ya no hay nadie ahí, y los muros-ventanas caídos sobre el patio donde en mi niñez jugué y corrí. Caídos, como una prenda de vestir, dejaba al descubierto el interior donde los pupitres soportaban todo el peso de los pisos y donde por gracia de Dios no hubo niños en la hora fatídica. Me detengo un instante, miro y grabo en mi memoria a mi primaria derrumbada, sus lozas como fichas de dominó, unas encima de otras, lozas como de muerto. Sigo el rastro del demonio que nos castigó, siempre bajando (o por lo menos siempre tuve ésa impresión) comprendiendo por fin la magnitud del horror, el tamaño de la bestia que nos azotó, y por todos lados sigo viendo las estatuas, esculturas que me siguen con los ojos. Siento frío. El sol cae a plomo y muerde, pero siento mucho frío. Temo que mi Edificio se halle igual que aquella casa, o ésa barda, derribados por el hacha del demonio que nos quiso destruir.

            Me abrazo a mi mismo. No puedo dejar de tiritar y es entonces que noto los ayes que se desprenden de las esculturas que se paran a mitad de la calle. Todos blancos, todas llorosas, las esculturas se duelen, su piel de caliche se cuartea por las lágrimas, y no tengo fuerzas más que para apoyarme en la pared y dar vuelta a la esquina, donde una voz amiga, la dulce voz de la pintora Elina Cariño me mira con curiosidad desde la ventana de su casa, y me dice: “Cómo, ¿estás?” Y su voz me hace comprender que he llegado a mi casa, y que yo también soy una escultura, blanco de caliche.











3.- En las fauces de Tlazoltéotl.


            No he querido dormir. No he querido quitarme el uniforme. Apenas he probado bocado, y ya es la noche del día siguiente. Son alrededor de las siete de la noche del 20 de Septiembre, y me hallo agotado. Mi hermano decide tomarse una siesta y yo enciendo el televisor para distraerme. Es horrible el sonido de las sirenas y de las ambulancias que a todas horas pasan y me dan la sensación de estar en un sitio militar, en una guerra contra algún enemigo al que no podemos ver. Casi todo el día de ayer y el de hoy han estado diciendo partes de gentes desaparecidas y de edificios colapsados, e imperceptiblemente, un olor dulzón comienza a apoderarse del ambiente. El olor que después se intensificará y no nos dejará en paz por semanas y meses, el olor a la muerte que se desprende como una diáspora de los sitios caídos. Y sin querer pienso en la gente que vivió los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial, y se me ocurre que debieron sentir algo muy semejante. Estoy harto de los noticieros, así que al encender la tele, es una bendición que pusieran la serie “Los Monstruos”, ya que me relaja considerablemente las humoradas de Hermann Monster y su familia, hace que baje la guardia.

            Y entonces comienza de nuevo. Ahora es mi casa la que comienza a bambolearse, primero tímidamente, dando tiempo al miedo, al pánico subir por mi espalda hasta mi boca; le grito a mi hermano, el cual se levanta de un brinco, y entonces la bestia, el demonio que nos ataca, suelta toda su furia buscando ahora derribar mi casa. Y ahora es diferente. La primera vez, fue estupor y no comprender lo que pasaba; no, ahora viene corriendo a mi mente todo lo vivido: las escenas de lloro y casas caídas, los reportes del radio y de la televisión de las gentes que se quedaron sepultadas bajo los escombros de su casa o de su trabajo. La mano de mi compañero caído asomando entre las lozas de concreto hambrientas, al que le pusieron un suéter a manera de bandera póstuma, hacen que sienta verdadero pánico, y si no echo a correr, es por que no hay dónde correr, ya que estamos mi hermano y yo en un segundo piso, comunicado con los demás por una endeble escalera de caracol de acero.

            Sólo podemos mi hermano y yo aferrarnos con todas nuestras ganas de vivir, al marco de la puerta. El animal ruge, se bambolea con ferocidad, y es como si estuviésemos en la espalda de algún gigante que brinca queriendo devorarnos: Tlazoltéotl tiene hambre, no le bastan las víctimas que ha cosechado, y viene por mí y mi hermano; agita la casa con verdadera furia, y no sé cuánto tiempo haya pasado, pero parece que al fin se va, con pasos alargados, hacia la noche.

            Y al alejarse, sólo deja al miedo. Ayudamos a bajar a dos personas de la tercera edad que viven en vecindad con nosotros, don Genaro y la señora Margarita, por las fatídicas escaleras de caracol, y siento sus pasos lentos como una cosa que me ata a la tumba. Embotado, sólo percibo la obscuridad y la largueza del corredor por donde ahora tratamos de ganar la calle. Mi hermano mayor llega, y nos da confianza. Me sonríe e indaga por mi otro hermano, y nos ayuda a alcanzar la calle. Afuera todos los vecinos se miran espantados. No faltan las risas nerviosas, cuando mi hermano mayor, que es ingeniero civil, junto a un vecino que es  arquitecto, armados de lámparas se meten al Edificio que ahora parece un ser muerto, lleno de obscuridad. Tardan, y mientras tanto, en las calles de Puebla y Avenida Chapultepec no dejan de pasar las ambulancias y los servicios de emergencia con las sirenas encendidas. Los vecinos de la calle de Guadalajara decidimos dormir ésta noche en la calle, temerosos de que el Demonio regrese. Don Manuel, quien cuida una fábrica de impermeables y ropa industrial, saca generosamente mantas y hules, y lo mismo hacen los dueños y amigos de la Miscelánea “La Oaxaqueña”, que sacan velas y cartones y con ellos armamos un improvisado campamento, y es la primera vez que siento la solidaridad de todos, cuando salen mi hermano mayor y el vecino, para informarnos que el Edificio resistió bien, y que no tiene fallos estructurales, y quienes lo deseen, pueden regresar a sus casas a dormir; pero todos decidimos quedarnos, por lo menos esta noche, en la calle, cobijados por el sentimiento que nos hace gregarios, y que ha hecho que mi especie, la especie humana, haya podido sobrevivir a tantas catástrofes. Sí, pienso en ése momento, que es la unión de todos lo que nos hace fuertes como especie, y reniego para siempre, de la perversa idea de que sólo unos pocos son los que hacen los cambios. Ésa noche sobrevivimos porque nos unimos, y logramos vencer así, juntos, unidos, sin distingos de ninguna clase, la dura mordedura de Tlazoltéotl. Sí, el día siguiente, los pájaros, igual que ayer, comenzaron una vez más a trinar.








            Y bien, ¿Qué les pareció? Como todo ejercicio de memoria, tiene exageraciones y cosas que no pasaron exactamente así, pero he de decir a mi favor, que mi remembranza es sincera. El terremoto de ése 19 de Septiembre, junto con su réplica, fueron de las cosas más espantosas que haya vivido. Y aún así, creo que la réplica fue más espantosa, porque ya traía adentro el bagaje de lo que pasa durante un terremoto, y sentí mucho pero mucho miedo. He quedado traumatizado, como creo que todos los que vivimos ésa experiencia, y hasta el día de hoy, no puedo dejar de temblar frente a un temblor, aunque sea pequeño.

            ¡Bueno, dejemos esto de lado, ya que ha comenzado el Códice Seis de Tzitzimine! Como habrán podido apreciar desde el final del Códice Cinco, el Aguilita se preocupa por rescatar a su amigo el Dr. Yazz-Ot-Tsé, ¿lo logrará? ¡Sigan atentos, que este códice dicta la pauta a seguir en los siguientes!

            Y ya sin más, me despido, camaradas peludos. ¡Sayonara! ¡Hasta la entrega que viene! ¡ACUDE A LOS ACTOS DE APOYO A LAS CAUSAS SOCIALES! ¡APOYA CON LO QUE PUEDAS A LOS DAMNIFICADOS DE LAS LLUVIAS QUE HAN ASOLADO A TODO EL PAÍS! ¡UNA SIMPLE LATA DE SARDINAS SIRVE EN CASO DE APURO! ¡INFÓRMATE! ¡ESTE ES EL MOMENTO DEL CAMBIO PARA ESTE PAÍS! ¡LA PROTESTA CIUDADANA NO ES UN DELITO! ¡LIBERTAD A LOS QUE FUERON APRESADOS INJUSTAMENTE EN LAS MOVILIZACIONES DEL 2 DE OCTUBRE! ¡HISTORIETA O MUERTE! ¡VENCEREMOS!

jueves, 19 de septiembre de 2013

Histerieta “Los que Cayeron de Cabeza” 19ª Entrega + 1 Memoria.

¡Mis estimados camaradas! ¡Mas vale tarde que nunca! Ayer no me dejó este sistema subir fotos durante todo el día, y pues ni modo, no hubo forma. Pero ahora si me deja, así que les ofrezco la conclusión del Códice Cinco mas un relato novelado de lo que viví ése horrible día del jueves 19 de Septiembre de 1985, cuando apenas acababa de cumplir quince años el primero de ése mes. Además, les adjunto unas fotos, la primera estoy seguro que es mi Secundaria Diurna Número Tres, "Héroes de Chapultepec", y una disculpa. Esto iba ayer,pero ya ni modo. ¡Espero que les gusten!

Recordando El Sismo de México 1985.

1.- Tlazoltéotl Está Hambrienta.


            Los pájaros cantan y su trino me despierta aún sin quererlo. Perezoso, me tapo con el brazo la cara mientras esta parte expuesta de mi humanidad resiente el frío que se cuela a través de los huecos de la ventana, donde faltan dos vidrios que por pereza y/o desidia, o las dos juntas, qué se yo, no he colocado.

            Me levanto, maldiciendo esta muerte pequeña que siempre se siente al despertar. “Do-do-do-dododolá-la-lá-la lalalá la-lá-do-do-do-dó…” Timbiriche suena en mi cabeza despeinada, que arrastro hasta el lavadero vacío a estas horas de la mañana. El agua está helada, y entonces me doy cuenta de que el cielo se halla brumoso. ¡Bien! No me sofocaré con el duro sol de la tarde al salir de la secu.

            Y se me hace tarde como siempre, y sin desayunar, como siempre, corro las dos cuadras que me separan del metro Sevilla, línea 1, la rosa, y movido más por la costumbre que por la obligación de ir a la escuela, me desespero con la tardanza del tren anaranjado y sus dos minutos perdidos. Suena la chicharra del cierre de puertas y se mueve mi desidia, mis pocas ganas de ir hoy a la secundaria. Me bajo en Cuauhtémoc, misma línea rosa, y corro porque apenas tengo cinco minutos para llegar hasta la puerta, donde resoplando como siempre apenas alcanzo a sacar la credencial y mostrarla al prefecto “Avestruz” para que me deje pasar. El prefecto me hace la observación de que si mañana voy tan greñudo, no me va a dejar pasar. “¡Boléate también los zapatos y péinate! ¡Ya no eres un escuintle de primaria!” le dice a  mi espalda que se dirige a formarse.

            Más prisión que escuela, pienso, cuando me topo de manos a boca con mi compañero Calderón. “Mira Heber, está temblando” me dice. No entiendo por qué carajos todos me dicen “Heber”. Será por el amigo Nalgo que tiene ésa manía de llamarme así desde sexto de primaria que lo conozco –y que pareciera toda mi vida- y yo aún no tengo la madurez de los 43 años en que escribo esto para que me valga madres. Heber es un nombre bello, es cierto, y lo tolero de buena gana, pero que no me gusta mucho, la verdad.


            Increíble todo lo que se piensa en tan poco tiempo. Lo cierto, es que está temblando, y recuerdo a la misma velocidad la recomendación de mi madre, que siempre me dice que cuando tiembla, lo mejor es pegarse a una columna o ponerse bajo el quicio de una puerta. Bueno, la única puerta que tengo a mi alrededor es la que custodia el prefecto Cruz y ahí ni de loco pienso pararme, ¿para que me regañe otra vez? ¡Ni madres! Pero tan cierto es que tiembla, como que estoy en ésa edad estúpida en que nos sentimos supermanes, invulnerables, de hierro; así que me acomodo cerca de mi amigo Calderón; no tan cerca, porque a veces me fastidia que sea tan niñato, tan chamaco todavía, y que prefiera sus revistas de “La Súper Banda Timbiriche” a las revistas porno que lleva Camacho bien escondidas en su portafolios. En ése momento pienso más en la pornografía, -y sin querer imagino las piernitas siempre flacas de Paulina Rubio dibujadas abiertas, ofreciéndome su fruto prohibido  como en una revista de ésas- que en el hecho que la tierra se mueve, primero en círculos, lentamente, y hace que me sienta ligeramente embriagado…











             No sé que está pasando. (Saber que tiembla, y sentirlo, en este momento son dos cosas diametralmente opuestas) La tierra zumba, se mueve horrible y hace sonidos que apenas he sido capaz de recordar muchos años después. Me cuesta mucho trabajo mantenerme pegado a la columna, y entonces, como un gong de una campana, los vidrios de las ventanas de la biblioteca que están justo arriba de mí, se rompen y es nuestra señal para salir disparados de ahí. Los vidrios caen, y volteo a mi izquierda, y veo a Calderón, y a muchos uniformes verdes corriendo a toda prisa hacia el patio. Volteo a mi derecha, y veo al prefecto Cruz corriendo igual, dejando abierta la puerta y llevando en su brazo a un estudiante de primero. Con el brazo libre, como un Hércules, levanta a otro muchacho delgado y los carga como si llevase dos hojas de papel…


            Corro. Siento en mi espalda algo, la mano de un ángel, quizá mi Ángel de la Guarda, o quizá únicamente el golpe de adrenalina (prefiero al Ángel, la verdad) que hace que mis piernas se muevan y que no pierda el equilibrio. La tierra se agita como un animal encabritado, y aún hoy, con tantos años como han pasado, no puedo precisar la forma de ése movimiento, y lucha para que yo y todos los muchachos que corren a mi lado caigan y poder devorarlos, maldita Tlazoltéotl hambrienta. Todos gritamos, todos estamos llorando, hay aquí un ser que no pudimos imaginar nunca, un Poder peleando contra otro Poder, y ha elegido mi Secundaria Tres como terreno de pelea. Aúlla el animal, escucho claramente el sonido de las varillas y del concreto quebrándose; frente a mí varias espaldas corriendo hacia el fondo, ¡sálvese quien pueda! La secundaria cae, se colapsa, y de pronto siento el golpe del aire que es el ápice que se necesita para derrumbarme a mí y a mis compañeros, y caigo, derribo sin querer a quien va delante de mí y quien no sé quién es, pero es mi hermano en ése momento de angustia máxima. Caigo sobre él justo cuando quedamos envueltos en el aliento de la bestia que se retira, satisfecha de destruir y torcer; se va, y quedamos envueltos en una espesa nube de caliche, que tarda unos momentos en caer por su propio peso…









            Como un ciego, me tallo los ojos con mis manos llenas de polvo, sin alcanzar a comprender lo que ocurre a mi alrededor. A unos pasos, unos niños tomados de las manos oran el “Padre Nuestro”, hincados de rodillas. Allá, muchos suéteres verdes con las cabezas llenas de polvo blanco, y allá, un grupo de muchachos espantados que no alcanzan a comprender una mano que sale de en medio de las lozas apiladas como fichas de dominó. Alguien, un compañero más grande –me imagino que de tercero- piadosamente le pone encima un suéter como una bandera en honor de un compañero caído, horroroso homenaje silente. Alguien corriendo me pega en el hombro, y es un muchacho lleno de lágrimas; sus ojos verdes resaltan su angustia en medio del blanco que a todos nos cubre, y más allá, al fin una cara amiga: mi compañero desde la primaria Alberto Correa, el compañero Nalgo.

            Triste, asombrado, impactado, me platica y su voz tiembla, que tuvo que lanzarse desde el primer piso y caer sobre su portafolio. Angustiado, porque había presenciado como a uno de nuestros compañeros, el loco Cervantes, se lo había tragado entero Tlazoltéotl al querer ganar las escaleras, y justo a sus pies se derrumbaron. Allá estaba otro compañero, “El Pitufo” con la frente ensangrentada junto al “Chueco”, a quien había salvado la vida al cargarlo heroicamente. En medio de la carrera escuchó el llamado del “Chueco”, su voz angustiada al no poder correr (estaba enfermo de una extraña enfermedad de los huesos, que lo condenaba lenta, inexorablemente a la inmovilidad) y volvió sobre sus pasos por él, poderoso cinta verde en karate, y lo cargó en vilo. Duró una semana adolorido del esfuerzo de cargar al amigo “Chueco” y su portafolio y la mochila del chueco mientras corría la distancia que habría de ponerlos a salvo antes de caer de bruces y abrirse la cabeza: unos asombrosos 110 kilos de peso aproximadamente, contando su propio peso. Atrás de mí apareció Calderón, asustado, callado y con una sonrisa de quien no entiende muy bien qué es lo que pasa. Me imagino que yo estaba igual. Allá apareció otro compañero, ofreciéndonos un cacho de bolillo para el susto, todos hermanados, todos del Segundo “F”, orgullosos “F” de Feos, Fuertes y Formales. Intercambiamos unas palabras, cuando en la pila de escombros, se alzó una puertilla falsa de las que alcanzaban la azotea, y apareció allí el señor “Yaktar” (nunca supe si ése era su nombre o su apodo) con su cara ensangrentada: había sobrevivido al tener la inspiración de ponerse justo bajo ése respiradero en la loza.

            Un maestro de educación física, junto a otro de los cuidadores, armados de mandarrias, rompieron el muro que estaba justo junto a la puerta trasera de la Secundaria, y por ahí nos evacuaron. Afuera, en la calle, justo entonces, me di cuenta cabal de que las nubes habían escapado; el cielo estaba limpio, y el sol salía refulgente sobre la Avenida Chapultepec. El día empezaba, y yo ya no quise saber en qué paraba la odisea de la ahora Heroica Secundaria Diurna Número Tres, “Héroes de Chapultepec”. Mi historia ahora debía separarse de la de mis compañeros, aunque fuese por unas horas, impelido por la preocupación de llegar cuanto antes a Guadalajara 14, viejo edificio de mis años infantiles, y que temí en ésos momentos que hubiese sido derribado por el Ente que nos visitó ése fatídico día del 19 de Septiembre de 1985.

            ¡Y bien, camaradas! ¿Qué les pareció este cuentillo autobiográfico? ¡Les prometo dos partes más, pero se las debo para las siguientes entregas del este, su Cojín lleno de pelos cantadores! ¡Ijajayyy! ¡Sigo vivo! ¡El Terremoto no pudo conmigo! O quizá si morí y estoy como en “Jacob’s Ladder”, peleando con una loza encima, todos mis huesos rotos, soñando que sobreviví al terremoto por no querer morir. Excelente película, se las recomiendo ampliamente.

            Por si sí o por si no, el Códice Cinco acaba de expirar, ¡y qué Códice! ¡El mismo Huitzilopochtli ha ungido al “Aguilita” como su Guerrero Águila! ¿Qué significará la frase “¿Aquin Yan Texcoco?” “¿Quién Irá A Texcoco?” ¿Qué hay en Texcoco? Me sueño siendo un historietista ahora, y seguiremos en la siguiente entrega, primero Dios (entrega que se pone harto buena), con el Códice Seis, ya que el Dr. Yazz sigue secuestrado, y su mente, junto a la del científico Moebius Pino Suárez, son las únicas capaces en todo Anáhuac de descifrar los misterios ocultos del Códice Van Derkerkoff-Jakonoff.

            Y es todo compañeros. Dura la represión del gobierno Peñista, se ve que sigue en todo los pasos de sus antecesores Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez, al reprimir y criminalizar la protesta magisterial. Que si estamos de acuerdo con ellos, o no, me parece que a estas alturas es irrelevante: los obligaron a punta de garrote a abandonar la Plaza de la Constitución, conocido mejor por Zócalo Capitalino, para tener sus ceremonias que bien pudieron hacerlas en otro lado, ya que el Zócalo es tanto del gobierno y los pro-gobiernistas, como de los maestros, y no se vale la represión, menos en un gobierno cuyo representante va a muchos países con una cara de “demócrata” y en su casa utiliza la represión contra los luchadores sindicales y sociales, ése es el acto que cuenta. Un acto bárbaro que se pudo solucionar con negociación y mano izquierda. En fin, que luego comentaremos con detalle los eventos de estas jornadas, porque pese al cerco del silencio que ha impuesto el gobierno mexicano a la gran mayoría de los medios de comunicación, todo se sabe, y más en esta época, en donde existe el milagro que es la Internet. Todo se sabe, tarde o temprano. Y la gente está muy enojada, lo siento en la calle cuando camino por ella. Sencillamente en la ceremonia del “Grito”, el Zócalo estuvo lleno de acarreados priístas, en las redes sociales circularon la mar de fotografías de los camiones y de cómo todos iban casi uniformados. La Plaza de la Constitución se quedó vacía del pueblo que quería ir a celebrar y si, quizá decirle un par de cosas a Peña Nieto cuando se asomara al balcón. ¿Tanto miedo tiene ése hombre a la gente que dice gobernar?  ¿En qué parará esto? No lo sé, lo único que sé, es que no debemos quedarnos callados ante las injusticias y las decisiones verticales, que si las reformas de Peña son buenas para el país, como pregonan los pro-gobiernistas, entonces que un plebiscito las decida. Es lo justo si se dice “demócrata”.

            Y bueno, camaradas, me despido. ¡Sayonara! ¡Hasta la entrega que viene! ¡ACUDE A LOS ACTOS DE APOYO A LAS CAUSAS SOCIALES! ¡APOYA CON LO QUE PUEDAS A LOS DAMNIFICADOS DE LAS LLUVIAS QUE HAN ASOLADO A TODO EL PAÍS! ¡UNA SIMPLE LATA DE SARDINAS SIRVE EN CASO DE APURO! ¡INFÓRMATE! ¡ESTE ES EL MOMENTO DEL CAMBIO PARA ESTE PAÍS! ¡LA HISTORIA NOS ESTÁ TOCANDO A LA PUERTA UNA VEZ MÁS! ¿LA IGNORAREMOS OTRA VEZ? ¡HISTORIETA O MUERTE! ¡VENCEREMOS!