¡Mis
estimados contlapaches! ¿Qué me cuentan de nuevo? ¿Cómo los trata el año nuevo?
Este 2015 viene retacado de sorpresas que espero de todo corazón que sean
buenas con ustedes y también conmigo.
Yo sigo
atrapado en un problema con mi computadora: resulta que se me coló un malware
que me obliga a hacer todo a base de discos DVD en el café interné del buen
amigo Pepe Grillo, y de momento no tengo dinero para repararla, quizá hasta
dentro de dos meses, ya que ha habido gastos por acá; quería mostrarles un par de dibujos que he hecho (en realidad son
más, como diez hasta este momento) pero como tampoco puedo usar el scanner, nos
contentaremos con la entrega de Tzitzimine. Por lo mismo, he de ser breve. ¿En
dónde nos quedamos? ¡Ah, sí! El Aguilita se hallaba enfrentándose al nahual
Ixtlicóyotl, que había desollado a Andrew y compañía:
En esta
ocasión, permítanme alterar el orden establecido y darles dieciséis páginas,
debido a los retrasos. Esta secuencia me gustó mucho, y me costó como veinte
litros de sudor al hacerla, por lo que espero que sea de su agrado. Había una
necesidad de mostrar a Ixtlicóyotl en toda su malignidad, y sobre todo, al
grado de maldad al que podían llegar sus seguidores, y por ello mi hermano, el
argumentista, pensó en la hija de Ixtlicóyotl también como una caníbal, aunque
desgraciadamente, la realidad supera con creces nuestra humilde ficción. El
rescate era necesario. Siempre nos han gustado a mi hermano y a mí las escenas
de rescates, por épicas, además de dar un contrapunto a la historia, aunque en
éste caso, el rescate del ahora difunto capitán Sánchez no le salió muy bien.
Hay un dicho aquí en México, que reza: “de
la raya, nadie pasa”, eso quiere decir que cuando te llega la hora de
morir, aunque te pares de cabeza para impedirlo, vendrá la huesuda por ti. Eso
es lo que ocurrió aquí.
Un
comentario final, aunque me cueste otro virus: la verdad siempre sale a flote,
y nos faltan no sólo 43 muchachos, sino más de dos mil personas desaparecidas
en lo que va de ésta desastrosa administración del virrey Peña. Hay testimonios
de que fueron las fuerzas armadas quienes se los llevaron. No se puede tapar el
sol con un dedo. Esto no es nuevo en éste país, no. Y eso es lo triste, que en
pleno siglo XXI la barbarie exista y campee libremente en todo el territorio
nacional. Pero lo peor es, quizá, que ésta barbarie de desaparecer gente venga
de quien se supone debe protegernos: Las fuerzas de seguridad del país. Por eso
digo, y alzo también mi voz con los padres de los desaparecidos, y los padres
de la niña Totil, y con todos los padres cuyos hijos han sido secuestrados por
mafias prohijadas por autoridades corruptas que únicamente piensan en el cargo
como un trampolín para enriquecerse: ¡VIVOS
SE LOS LLEVARON! ¡VIVOS LO QUEREMOS DE VUELTA! ¡SI EL PRESIDENTE NO PUEDE CON
LA VERDAD, QUE RENUNCIE! ¡Hasta la entrega que viene, camaradas y
camarodos! ¡Sayonara! ¡AUNQUE LA AUTORIDAD LA EXCOMULGUE, LA PROTESTA SOCIAL NO ES DELITO! ¡EL
INTERNET AL SER DERECHO HUMANO, DEBE SER ABIERTO Y LIBRE! ¡HISTORIETA O MUERTE!
¡VENCEREMOS! ¡HASTA LA ENTREGA QUE VIENE!