lunes, 17 de diciembre de 2012

Histerieta: “Sombras en el Adoquín” Octava Entrega.



Una pequeña reflexión sobre la Navidad, camaradas.


            Cuando uno sale por estas fechas a la calle, ¿qué ves? Pinos hermosamente adornados, muchas lucecitas de colores en cada ventana, y el consabido Santa Clós en forma de coronas, de inflables, de colgantes, etc y un enorme etc.

            Mas sin embargo, camaradas peludos, ¿Qué es lo que realmente pasa? No hace falta mucho para notarlo ni ser un gran humanista, es más, con ser un poco curioso te das cuenta de que acaban de asaltar la tienda a la que vas regularmente a comprar, que a tu amigo/amiga/conocido lo acaban de atracar en el transporte público. Abres los periódicos, y te topas con horribles fotos de descuartizados por celos/ambición/corrupción/porque les tocó la mala suerte de pasar por ahí. Abres el periódico, enciendes el radio (porque en la tele todo es perfecto, así que ni siquiera vale la pena ver los noticieros televisivos) y ves el horror de Somalia, el hambre terrible y dura de ojos grandes, ves lo que hace un mal gobernante contra su pueblo en Siria y Egipto, ves que un nuevo gobierno mundial, uno nuevo, porque antes de esta época nunca había habido Liga de Naciones ni Fondo Monetario Internacional ni Banco Mundial ni OTAN, sino que eran imperios como Babilonia, China, Siria, Roma, etc, y estos nuevos emperadores exigen a naciones como Grecia, España y ahora también a América Latina, que sacrifiquen conquistas laborales justas y salarios justos a cambio de ayuda económica, para socavar y depredar sus bienes nacionales con ése pretexto. Sí, camaradas, viene de ellos la idea torcida de cobrar IVA hasta por respirar.

            Uno se halla molesto porque hay nuevo espurio en la presidencia, alguien que llegó al poder abusando del marco de hambre y falta de futuro que priva en este México para mandar a sus emisarios a comprar votos a cambio de tarjetas de reconocida tienda de autoservicio. Y lo que más indigna, es que quienes tienen la obligación de investigar ante la simple sospecha, se hacen de la vista gorda y descaradamente exigen que los que denuncian lleven ellos las pruebas. Sí, me refiero al Instituto Federal Electoral y al Tribunal Federal Electoral. ¿A quién sirve que tengamos estas instituciones? ¿A quién sirve que haya senadores que apenas tengan 35 años? Voy a algo, espérenme tantito.























            Hace cerca de 3000 y tantos años que existió el Reino de Israel en el Medio Oriente. Y me refiero “existió” porque el Israel contemporáneo es muy diferente al que había entonces, aunque luchen por parecerse a su predecesor, y estaba dividido en dos: Judá e Israel, y sus reyes y gobernantes, al más puro estilo mexicano, hacían miles de tropelías y canalladas contra su pueblo. Pero Dios estuvo observándolos como lo hace ahora. ¿Qué dios? Ni Astarté, ni Baal, ni el ejército del cielo ni nadie más que el único Dios Verdadero, a quien ellos llaman Yavé y que nosotros, en español conocemos como Jehová, que también es Jesús, El Salvador.

            Nuestro Señor Jesús habló a un profeta llamado Isaías duras palabras contra este pueblo que no se acordó nunca de que los sacó de Egipto de la esclavitud, y convivió con ellos en una forma majestuosa, y que los cuidó como no ha cuidado a ningún pueblo, y se enojó El Señor contra ellos y ordenó que serían esparcidos por entre las naciones y que no quedaría nadie en ésa tierra que les dio, arrebatándola de pueblos que quemaban mujeres y niños a sus ídolos demoníacos, hasta que viniera por segunda vez. Pero no todo lo que El Señor dijo es algo terrible. También prometió un escape. Dice el Dios de Israel (y también de todo el mundo) por boca del profeta Isaías: “¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos (ofrendas) de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos… ( ) No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas (o ir a la iglesia), no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes… ( )…cansado estoy de soportarlas… ( )…llenas de sangre están vuestras manos.” (Isaías 1: 11-15) “¡Ay de los que juntan casa a casa, y añaden heredad a heredad hasta ocuparlo todo! (se refiere a los ricos, entiéndase bien esto) ¿Habitaréis vosotros solos en medio de la tierra? ( ) ¡Ay de los que se levantan de mañana para seguir la embriaguez; que se están hasta la noche, hasta que el vino los enciende! ( ) ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos! ¡Ay de los que son valientes para beber vino, y hombres fuertes para mezclar bebida; los que justifican al impío mediante cohecho, y al justo quitan su derecho!” (Isaías 5: 8, 11, 20-23.)

            También dice El Señor: “…dejad de hacer lo malo… ( )…aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego, dice Jehová, y estaremos a cuenta; si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.” (Isaías 1:16-18)

            Dios es todo misericordia, hasta que uno le colma el plato. Esto es algo muy cierto, camaradas, y así como nuestros padres terrenales se enojan con nosotros cuando hacemos el mal, Dios se enoja cuando nosotros somos malvados, y por lo mismo, nos castigará y no querremos saber de ése terrible castigo. Sin embargo, Dios es misericordioso y Él mismo da la salida a su ira, y nos hace una promesa en forma de profecía: “Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos (esto puede entenderse como corregir); y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.” (Isaías 2: 3, 4) “Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica (esto es, nuestras amadas mascotas) andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas, y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.” (Isaías 11:6-9.)

            Esta es una promesa hermosa, ¿no lo creen, camaradas? ¿No les gustaría estar en un mundo así? Volviendo a nuestro asunto, Dios tiene preparado todo desde hace mucho tiempo, Nuestro Señor lleva un plan. Había sólo una forma de que este mundo de ensueño se haga realidad sin que el mundo entero mismo, sin que nosotros fuéramos destruidos, y es esta: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre EMMANUEL (esto es. Dios con nosotros)… ( )…El pueblo que caminaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte (es decir, en pecado), luz resplandeció sobre ellos. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos (imagínense la pobreza). Porque tú quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro, y el cetro de su opresor… ( )…Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre ADMIRABLE, CONSEJERO, DIOS FUERTE, PADRE ETERNO, PRÍNCIPE DE PAZ. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora para siempre. El celo de Jehová de los Ejércitos hará esto.” (Isaías 7:14, 9:2-7.)

            ¡Esto es lo que celebramos en la Navidad, camaradas! ¡Que Dios mismo se hizo hombre y vino a caminar con nosotros un rato, para salvarnos de las llamas del infierno y que estemos en gozo y alegría! ¡El Señor vino a proteger la alegría! ¡Aquel que platicó con Moisés, Aquel que hizo al Universo entero en toda su maravillosa complejidad! ¡Se hizo un bebecito pequeñín y tierno para darnos alegría y esperanza! ¡Esto es lo que celebramos en Navidad! ¡No druidas vestidos de rojo, ni árboles multicolores! ¡Ni borrachera ni regalos! ¡Celebramos que Nuestro Señor ha tenido misericordia de nosotros! Porque Él es Dios, y si Él hubiese querido, nos deshace y nos extermina, ¿y quién es el machito que le dirá al Hacedor, “no hagas esto?” Pero Dios ha visto nuestra pobreza, nuestra angustia y nuestro yugo, y juzgará duramente a quien lleva las riendas del poder, así como a nosotros mismos, pero Él también, al ser sacrificado en la Cruz, nos limpia de la maldad que hayamos hecho, que hacemos y que haremos, para que estemos sin culpa delante de su Trono el Día del Juicio, ¿qué don es semejante a éste? ¡Ninguno!

            Por eso, camaradas peludos y peludas, ahora que canten en los festejos decembrinos, cuando se reúnan alrededor de la cena junto a sus seres queridos y alcen su copa de sidra o vino, piensen un momento, y recuerden que hace 2012 años un bebé nació y ése bebé es Dios Todopoderoso que se hizo hombre para salvarnos de la muerte eterna y llevarnos a ése mundo maravilloso donde no hay policías corruptos, donde no hay zetas ni narcos ni partidos políticos ni ricos poderosísimos sacándonos hasta las muelas en su beneficio, ni calentamiento global ni infidelidad ni pobreza ni hambre ni nada de éstas cosas. Recuerden que hasta la muerte tiene solución en Jesús.

Hay una bendición muy bonita que viene en Números 6:24-26 que dice: “Que Jehová te bendiga y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.” Es lo que les deseo en estas fiestas.

Algunos grupos religiosos dicen erróneamente que no se ha de celebrar la Navidad, ni que se ha de celebrar cumpleaños ni nada de esto, pero yo no he encontrado nada en la Biblia que diga que uno no ha de celebrar la Navidad, que en todo caso, es el cumpleaños de Dios hecho hombre; antes dice la Palabra de Dios:

“Cantad a Jehová cántico nuevo,
Porque ha hecho maravillas;
Su diestra lo ha salvado, y su santo brazo.
Jehová ha hecho notoria su salvación;
A vista de las naciones ha descubierto su justicia.
Se ha acordado de su misericordia y de su verdad para con la casa de Israel;
Todos los términos de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios.
Cantad alegres a Jehová, toda la tierra;
Levantad la voz, y aplaudid, y cantad salmos.
Cantad salmos a Jehová con arpa;
Con arpa y voz de cántico.
Aclamad con trompetas y sonidos de bocina,
Delante del Rey Jehová.
Brame el mar su plenitud,
El mundo y los que en él habitan;
Los ríos batan las manos,
Los montes todos hagan regocijo
Delante de Jehová, porque vino a juzgar la tierra.
Juzgará al mundo con justicia,
Y a los pueblos con rectitud."

Este es el Salmo 98, y así hay muchos. Recuerden que Dios vino a proteger la alegría, y si esta es sana, es cosa sagrada, y si dicen que uno no ha de celebrar esto tan grande, es mandamiento de hombres y no de Dios.

            ¡Que Nuestro Señor Jesucristo los bendiga! ¡Feliz Navidad! ¡Hasta la entrega que viene! ¡HISTORIETA O MUERTE! ¡VENCEREMOS!