jueves, 27 de enero de 2011

Histerieta: “Los Que Cayeron De Cabeza” 1ra Entrega.

“Ven a Radio Madrugada si estás sola en la ciudad”… ¡Já j aja! Esto es para los cojineros rucos, los que como yo disfrutamos de Miguel Ríos. ¡Qué canción, camaradas peludos! Yo todavía me acuerdo de ése concierto que dió en la Plaza de toros México allá a los finales de los 80’s. ¡Cuatro horas esperando! Y luego, ya en las gradas, ¡aguacero! En serio, hay que ser fan de corazón para resistir un retraso tan grande, estar ahí tiritando, calado hasta los huesos, pero la plaza estaba llena a la mitad, por que como sabrán, la plaza es circular, así que planearon el espectáculo exactamente a la mitad, por el ángulo de visión. Instalaron todo su tinglado y ahora nada más a esperar a que el aguacero amainase, con todo el equipo tapado por sendos plásticos.

Terrible la espera, camaradas. Cuando pasaron otras dos horas, y el concierto planeado para las siete olía a cancelación, uno de los altavoces llamó a la concurrencia, ¡el escenario se iluminó, y Miguel Ríos salió rugiendo con su potente voz “Bienvenidos”!, ésa canción que para la gente de mi generación era también una especie de clave secreta, una especie de contraseña con que nos reconocíamos. La gritadera no se hizo esperar, y cuando creí que no podría haber más sorpresas, alguien, una especie de fugitivo flaco, un refugiado post-apocalíptico de pelo largo, corría entre la mitad vacía de las gradas, perseguido por los tenaces policletos; por un momento nos quedamos viendo cómo ésa peluda y audaz cabecita se movía de aquí para allá tratando de escapar. Todos gritamos “¡duro!” “¡duro!” “¡duro!” con tal ímpetu apoyando al fugitivo, que Miguel Ríos dejó de cantar, y volvió a rugir con su potente voz: “¡dejad que entren todos!”. En un instante la mitad vacía se llenó de gente que como yo, también estaba mojada, cansada, pero con ganas de ver a un gran cantante, y toda la plaza de toros gritó al unísono, cantando junto al gran Ríos “¡bienvenidos!”.

Y sí, camaradas, como que sí hay eventos, canciones, que lo marcan a uno como generación. La emoción de ése concierto me dura hasta el día de hoy, y siento que fui parte de algo muy especial. Y en especial por que en ése momento, recuerdo, las grandes bandas de rock gringas e inglesas nos hacían el feo. Casi nadie quería venir a México a tocar. ¿Qué vinieran los Rucoligs? No. ¿Qué viniera Queen? Nanay. ¿Qué Sting asomara sus narices por éstas nopaleras? Sigue soñando muchacho, que soñar no cuesta nada. Pero lo cierto es que si los anglosajones nos ponían como el “patito feo”, entraron al quite y con tanta o más calidad los hispanoparlantes. Vino Ríos, vino Soda Stereo, vino Nacha Pop (¡ay! ¡cómo me pesa no haber ido al Auditorio Nacional ése día!), Radio Futura, toda ésa gente talentosa que demostró que el Rock, de origen anglo, es un ritmo universal, y que el Español, ésta maravillosa lengua enriquecida a base de sangre y fusiones casi siempre a fuerzas, (como hoy en día el inglés) tiene el vigor y la fuerza necesarias para ser también una lengua universal, y crear con ella música que puede ser disfrutada por cualquier ser humano, desde la Patagonia hasta la región más distante de China, y que nos dió, por lo menos yo lo siento así, a los mexicanos una oportunidad para hacer música que se saliera del refrito del rock mexicano de los 50’s y 60’s, y buscar dentro de nosotros mismos y hacer algo que los pintores de los “ismos” de principios del siglo XX también hicieron: buscar en el corazón de nosotros mismos, y compararlo y/o fusionarlo con las bases de culturas madre. El resultado lo disfrutamos todos: El Café Tacuba, La Maldita Vecindad, Los Caifanes (y/o Jaguares) son escuchados por mucha gente a lo largo del planeta. Si yo recuerdo a la Maldita Vecindad tocando en su camión de redilas en los mítines del CEU histórico, alimentados sus instrumentos con un generador portátil.

Pues sí, así estábamos a finales de los 80’s, buscándonos a nosotros mismos como jóvenes, buscando en nuestra raíz milenaria una razón de ser que no nos permitían las instituciones culturales, tan hechas a lo gringo, copias caricaturescas de las europeas ya que son muy chatas de entendimiento, y por lo mismo, deformantes de lo que uno buscaba en ése momento como joven sin esperanza de futuro salvo la de maleante o de empleado en un supermercado, por que eran los años de la crisis, así que la esperanza de que Papá Gobierno nos acogiera dentro de su gran Burocracia ya eran casi nulas (híjole, creo que seguimos igual, ¿no?), y es ése mismo espíritu el de ésta historieta que les presento a continuación. ¡disfrútenla!















¿Y bien? ¿Cómo la sienten? Déjenme les comento que yo le tengo mucho cariño a ésta enorme historieta de diez capítulos, por que fue el primer proyecto que hicimos mi hermano y yo juntos allá por los 90’s. Mi hermano escribió una novela corta de corte policíaco (“novelilla” dice él) que tenía tintes de gesta fantástica y nacionalista, aunque a mucha gente de la actualidad le espante ésta palabra y la tachen de maniquea. Pero es necesario. Veníamos de dos golpes brutales que nos sacudieron (tres si contamos el 68): el monstruoso terremoto de ’85, y el fraude que nos cometió Salinas de Gortari, y ése cabroncete lo primero que hizo fue comenzar a tramitar el odioso TLC que nos ha empobrecido a los más, y ha enriquecido a los menos. Además, nos robó la esperanza en un país mejor, ya que el Ing. Cárdenas ganó y debió ser presidente. Amparado en su impunidad, Salinas le abrió la puerta al narco y comenzó la noche mexicana que todos padecemos hoy. Pero en ése momento, todos nos sentíamos defraudados, pobres, y la única esperanza estaba en la única fuente de esperanza que hemos tenido desde siempre: el soñar, ya que Cárdenas fue tibio, no tuvo los tamaños de Madero, no hizo lo que tenía que hacer cuando tuvo el respaldo popular que nos hubiese catapultado a ser una mejor sociedad, y créanme, no hablo de una guerra civil sanguinaria, no, sino de resistencia civil pacífica.

La única solución era el amor a la Patria, por que debemos creer y hacer creer que uno se hace policía, no por que no hay de otra y no hay más trabajo que ése, no, sino que se hace por amor a la Patria. Uno debe creer y hacer creer que si uno se mete a la política, no va a ser para transar, sino por amor a la Patria, en fin, que ya tienen ustedes el cuadro de lo que quiero decir. Es el Deber Ser, y no el Es. Y en ése espíritu del Deber Ser, que quien no lo cumpla, sobre todo en las altas esferas, debiera ser tratado como traidor a la Patria.

Mi hermano me presentó su novela y a mí me gustó mucho, pero como yo siempre he sido muy gráfico, es decir, siempre me imagino todas las cosas visualmente, le propuse que la hiciéramos historieta. Él aceptó y le hizo unas correcciones que me facilitaron hacer los guiones, y de ahí la titánica tarea de dibujarla… ¡diez años de esfuerzo! Mi dibujo cambió mucho en el transcurso de ésta historieta, y el de los capítulos finales es bastante distinto al de éste primer códice, pero les aseguro que siempre lo hice lo mejor que pude. La historia tiene un poco de lo que les dije arriba, una esperanza de saneamiento de las instituciones, una cruenta visión nacionalista, de ídolos que regresan con sed de sangre por que quieren su lugar de vuelta, y la única posible solución está en ver de dónde venimos.

Es cierto, creo que también debiéramos celebrar la Fundación de México cuando se funda la Gran Tenochtitlan, y no sólo el Bicentenario de la Independencia, por que si bien es cierto que los Mexica no eran todos los mexicanos, también es cierto que ellos eran el germen de una gran nación. Baste ver a Tlacaélel. Y si bien es cierto que los españoles casi diluyeron todo lo que tenía que ver con los mexica, también es cierto que el español se permeó con la lengua vencida, el náhuatl, en mayor proporción que con casi cualquier idioma anterior; baste ver los vestigios de los nombres dados por el antiguo imperio y que hoy siguen vigentes, además de que el náhuatl todavía es hablado por mucha gente en México.

Debo hacerles una aclaración técnica. Estas páginas que les puse los textos están hechos con la letra comic sans script, por que (es feo reconocerlo) la letra que les puse era poco legible. Así que haré eso en las subsecuentes páginas que sea difícil leerlas. Las que no, las dejaré así, por que siento feo deshacer algo que tanto trabajo me costó. Diré en mi defensa que entonces no tenía mesa de luz, ésa la construí hasta el ’96, así que dibujé líneas para no irme chueco y luego las borré.

Bueno, camaradas peludos, los dejo, deseándoles que estén bien, y nos escrivemos la entrega que viene. ¡Sayonara!

sábado, 8 de enero de 2011

Pintura de Caballote: Catedral Interior.

¡Mis estimados! ¡Mis queridísimas compañeras! ¡Cómo están!

Espero que muy bien, que hayan comido hasta reventar, que hayan bailado, que la hayan pasado bien con amigos y familiares. Desde aquí les mando un fuerte abrazo a todos ustedes, camaradas peludos, por que hay que estar felices. Hemos sobrevivido a muchas cosas adversas, y eso hay que celebrarlo.

Y como es Año Nuevo, es tiempo de reflexión, de hacer un análisis sensato de nuestra vida y del camino que hemos recorrido. No digo logros, por que eso es algo bastante subjetivo. Es como clasificar la felicidad y/o el dolor, es algo extremadamente personal. Acabo de escuchar en éste momento las encuestas de Roy Campos en el IMER sobre la felicidad, y este señor dice que el índice de felicidad ha subido en el país. Si es algo cierto, ¡qué padre! Pero las respuestas me dan mucho que pensar. Por ejemplo, éste señor dice que cuando se le pregunta a la gente “¿eres feliz?” la gente dice sin pensarlo “sí”, pero cuando le dicen “¿por qué eres feliz?”, la gente responde “por que mi familia está sana”, y algo semejante ocurre con la percepción de la gente mexicana sobre la situación del país. Cuando le preguntan a la gente “¿cómo está el país?” la mayoría responde “mal”, pero chequen esto: cuando la pregunta se varía a un modo más personal, a “¿cómo te va a ir a ti?”, la gente responde “bien”. La pregunta de control: “¿por qué piensas que te va a ir bien?”, la mayoría responde “por mi esfuerzo”.

Aquí hay dos cosas que pensar: sería simplista e ingenuo decir que realmente el país va bien, por eso la gente responde “mal” acertadamente, lo vemos en el aumento a todas las cosas menos los sueldos, en la delincuencia disparada hasta las nubes, en la tasa de desempleo y del empleo informal, y la resistencia al alcoholímetro y el aumento de las adicciones, sean las que sean. Entre paréntesis, escuché otra encuesta que dice que la tasa de suicidios ha crecido, y lo explicaban que era por la cuestión de que en Diciembre, la gente se deprime mucho, aún así, la gente no está feliz y por lo tanto, mentimos en la encuesta. La otra situación, es que la gente sabe que sólo cuenta con su esfuerzo, ya ha dejado a un lado al gobierno, a su patrón, a las instituciones como la Iglesia Católica, partidos políticos, clubes sociales etc etc etc, es decir, no creemos en nada ni en nadie. Entramos al círculo vicioso del egoísmo, del que sólo yo importo, y del descreimiento, por que no creemos en nada, y tampoco está bien, ya que eso incluye la ley, y la única forma de sanear al país, sería respetar la ley de a deveras, no como según la cumplimos. Vean las colas para la verificación, o para la renovación de la credencial de elector. Todo lo dejamos para el final, ¿o no? Este es un mal endémico de nuestra idiosincrasia, algo de lo que debemos cambiar como sociedad.

Y a eso voy: el análisis de conciencia que debiéramos hacer sería tratar de hacer lo mejor que podamos lo que hacemos, ya sea trabajo, ya sea estudio, y hasta la diversión. Y olvidarnos un poco de nosotros mismos y comenzar a pensar un poco más en los demás. ¿Cuánta gente habemos que no barremos nuestra acera? Y si lo hacemos, y vemos que la acera de al lado está sucia, ¿la barremos? No, por que no es nuestra acera, es la del vecino. O no lo hacemos nomás por que “ése es trabajo del señor que barre la calle”. O en el supermercado. ¿Cuánta gente no pide algo en la carnicería, y lo deja en el pasillo del papel higiénico? ¿Cuántos habemos que nos valen gorro los demás, y llegamos bien borrachos a las doce de la noche y ponemos el estéreo a todo volumen? ¿Cuánta gente no ha atropellado a alguien y se da a la fuga si tiene la oportunidad? O algo más común: ¿cuánta gente se pasa un alto, nomás por que no hay ningún carro pasando? ¿Cuánta gente al dar la vuelta no pone las luces direccionales? ¿Cuánta gente no prende sus faros cuando ya está la penumbra de la tarde, nomás por que “yo veo bien”? ¿Cuánta gente no deja a su perro suelto, para no limpiar sus desperdicios?

Es Año Nuevo, y me parece que nos merecemos un poco de autocrítica. Si no me creen, nomás vean lo que les pasa a las televisoras: ves sus programas “ventaneando”, “la oreja” y demás, que debían ser su autocrítica, y ¡todo está bien! ¡Todo está súper! ¿El resultado? Padecemos una televisión estancada en los 60’s, llena de comerciales eternos y con un contenido harto pobre.

En fin, camaradas peludos de las cejas, pues les pongo el cuadro ya:




















Y bien, éste cuadro se titula “Buscando a Dios IV: Catedral Interior”. Es óleo sobre tabla, grandecito, cerca de un metro por 50, aproximadamente, y se me hizo bueno para ésta fecha en especial. Verán, hay una canción de Juan Carlos Baglietto, llamada “Era en Abril”, donde tiene un verso que dice: “Yo le había hecho / una blanca canción / del amor entre una nube/ y un pez volador./ Lo soñé corriendo / abrigado en sudor/ Las mejillas llenas / De Sol y dulzor”, y sigue con otro desgarrador verso: “Era en Abril el ritmo tibio / de mi chiquito que danzaba dentro del vientre / un prado en flor era su lecho y el ombligo / el Sol”. ¡Pácatelas! La chilladera nomás, camaradas, por que la canción habla de que el cantante y su esposa amaban a su hijito y éste murió al nacer. Y yo me puse a reflexionar sobre cuántos niños que no nacen, y sobre el universo que es el útero. Y de los niños que son arrancados de ése útero, a veces por que de plano, la pobre madre no puede tenerlos, o por una violación, o por el argumento egoísta del cuerpo personal. Así como se ha discutido y legislado sobre la cosidad del cuerpo femenino, también debiera discutirse sobre el derecho del nonato a un espacio propio, así, la mujer puede conservar todo su cuerpo y hacer con él lo que quiera, menos su útero cuando está habitado, ya que entonces sería propiedad del bebé. Y el bebé nonato, así sea de una célula de tamaño, como el ser humano más desprotegido que existe (aún más que la mujer, ustedes disculparán, compañeras feministas) tendría prioridad sobre salud y alimentación, así como protección. Y si la mujer no lo quiere, el Estado debiera hacerse cargo de él.

En fin, camaradas, que el cuadro es un súmmum de lo que les dije arriba, y el deseo de que ningún bebé se perdiese, y que ningún bebé fuese profanado para hacer cremas de células madre y demás estupideces que sirven sólo para que la gente vacía sienta que se ve bella y rejuvenecida. Alguna vez vi un desgarrador documental sobre el mercado negro de fetos y sus aplicaciones en cosmetología, y llegué a la conclusión de que todo lo que apeste a moda, es algo inútil y estúpido. Pura y hueca vanidad.

Y qué más… El cuadro lo terminé en Noviembre del 2010. Y Pues nada, camaradas, que ya he preparado los capítulos que les voy a presentar de “Tzitzimine”, y se los voy a poner desde la siguiente entrega, y me despido de todos ustedes. Deseándoles lo mejor de lo mejor en éste duro año que empieza.

¡Aguante! ¡Salud! ¡Y nos vemos la siguiente entrega! ¡Sayonara!