sábado, 8 de enero de 2011

Pintura de Caballote: Catedral Interior.

¡Mis estimados! ¡Mis queridísimas compañeras! ¡Cómo están!

Espero que muy bien, que hayan comido hasta reventar, que hayan bailado, que la hayan pasado bien con amigos y familiares. Desde aquí les mando un fuerte abrazo a todos ustedes, camaradas peludos, por que hay que estar felices. Hemos sobrevivido a muchas cosas adversas, y eso hay que celebrarlo.

Y como es Año Nuevo, es tiempo de reflexión, de hacer un análisis sensato de nuestra vida y del camino que hemos recorrido. No digo logros, por que eso es algo bastante subjetivo. Es como clasificar la felicidad y/o el dolor, es algo extremadamente personal. Acabo de escuchar en éste momento las encuestas de Roy Campos en el IMER sobre la felicidad, y este señor dice que el índice de felicidad ha subido en el país. Si es algo cierto, ¡qué padre! Pero las respuestas me dan mucho que pensar. Por ejemplo, éste señor dice que cuando se le pregunta a la gente “¿eres feliz?” la gente dice sin pensarlo “sí”, pero cuando le dicen “¿por qué eres feliz?”, la gente responde “por que mi familia está sana”, y algo semejante ocurre con la percepción de la gente mexicana sobre la situación del país. Cuando le preguntan a la gente “¿cómo está el país?” la mayoría responde “mal”, pero chequen esto: cuando la pregunta se varía a un modo más personal, a “¿cómo te va a ir a ti?”, la gente responde “bien”. La pregunta de control: “¿por qué piensas que te va a ir bien?”, la mayoría responde “por mi esfuerzo”.

Aquí hay dos cosas que pensar: sería simplista e ingenuo decir que realmente el país va bien, por eso la gente responde “mal” acertadamente, lo vemos en el aumento a todas las cosas menos los sueldos, en la delincuencia disparada hasta las nubes, en la tasa de desempleo y del empleo informal, y la resistencia al alcoholímetro y el aumento de las adicciones, sean las que sean. Entre paréntesis, escuché otra encuesta que dice que la tasa de suicidios ha crecido, y lo explicaban que era por la cuestión de que en Diciembre, la gente se deprime mucho, aún así, la gente no está feliz y por lo tanto, mentimos en la encuesta. La otra situación, es que la gente sabe que sólo cuenta con su esfuerzo, ya ha dejado a un lado al gobierno, a su patrón, a las instituciones como la Iglesia Católica, partidos políticos, clubes sociales etc etc etc, es decir, no creemos en nada ni en nadie. Entramos al círculo vicioso del egoísmo, del que sólo yo importo, y del descreimiento, por que no creemos en nada, y tampoco está bien, ya que eso incluye la ley, y la única forma de sanear al país, sería respetar la ley de a deveras, no como según la cumplimos. Vean las colas para la verificación, o para la renovación de la credencial de elector. Todo lo dejamos para el final, ¿o no? Este es un mal endémico de nuestra idiosincrasia, algo de lo que debemos cambiar como sociedad.

Y a eso voy: el análisis de conciencia que debiéramos hacer sería tratar de hacer lo mejor que podamos lo que hacemos, ya sea trabajo, ya sea estudio, y hasta la diversión. Y olvidarnos un poco de nosotros mismos y comenzar a pensar un poco más en los demás. ¿Cuánta gente habemos que no barremos nuestra acera? Y si lo hacemos, y vemos que la acera de al lado está sucia, ¿la barremos? No, por que no es nuestra acera, es la del vecino. O no lo hacemos nomás por que “ése es trabajo del señor que barre la calle”. O en el supermercado. ¿Cuánta gente no pide algo en la carnicería, y lo deja en el pasillo del papel higiénico? ¿Cuántos habemos que nos valen gorro los demás, y llegamos bien borrachos a las doce de la noche y ponemos el estéreo a todo volumen? ¿Cuánta gente no ha atropellado a alguien y se da a la fuga si tiene la oportunidad? O algo más común: ¿cuánta gente se pasa un alto, nomás por que no hay ningún carro pasando? ¿Cuánta gente al dar la vuelta no pone las luces direccionales? ¿Cuánta gente no prende sus faros cuando ya está la penumbra de la tarde, nomás por que “yo veo bien”? ¿Cuánta gente no deja a su perro suelto, para no limpiar sus desperdicios?

Es Año Nuevo, y me parece que nos merecemos un poco de autocrítica. Si no me creen, nomás vean lo que les pasa a las televisoras: ves sus programas “ventaneando”, “la oreja” y demás, que debían ser su autocrítica, y ¡todo está bien! ¡Todo está súper! ¿El resultado? Padecemos una televisión estancada en los 60’s, llena de comerciales eternos y con un contenido harto pobre.

En fin, camaradas peludos de las cejas, pues les pongo el cuadro ya:




















Y bien, éste cuadro se titula “Buscando a Dios IV: Catedral Interior”. Es óleo sobre tabla, grandecito, cerca de un metro por 50, aproximadamente, y se me hizo bueno para ésta fecha en especial. Verán, hay una canción de Juan Carlos Baglietto, llamada “Era en Abril”, donde tiene un verso que dice: “Yo le había hecho / una blanca canción / del amor entre una nube/ y un pez volador./ Lo soñé corriendo / abrigado en sudor/ Las mejillas llenas / De Sol y dulzor”, y sigue con otro desgarrador verso: “Era en Abril el ritmo tibio / de mi chiquito que danzaba dentro del vientre / un prado en flor era su lecho y el ombligo / el Sol”. ¡Pácatelas! La chilladera nomás, camaradas, por que la canción habla de que el cantante y su esposa amaban a su hijito y éste murió al nacer. Y yo me puse a reflexionar sobre cuántos niños que no nacen, y sobre el universo que es el útero. Y de los niños que son arrancados de ése útero, a veces por que de plano, la pobre madre no puede tenerlos, o por una violación, o por el argumento egoísta del cuerpo personal. Así como se ha discutido y legislado sobre la cosidad del cuerpo femenino, también debiera discutirse sobre el derecho del nonato a un espacio propio, así, la mujer puede conservar todo su cuerpo y hacer con él lo que quiera, menos su útero cuando está habitado, ya que entonces sería propiedad del bebé. Y el bebé nonato, así sea de una célula de tamaño, como el ser humano más desprotegido que existe (aún más que la mujer, ustedes disculparán, compañeras feministas) tendría prioridad sobre salud y alimentación, así como protección. Y si la mujer no lo quiere, el Estado debiera hacerse cargo de él.

En fin, camaradas, que el cuadro es un súmmum de lo que les dije arriba, y el deseo de que ningún bebé se perdiese, y que ningún bebé fuese profanado para hacer cremas de células madre y demás estupideces que sirven sólo para que la gente vacía sienta que se ve bella y rejuvenecida. Alguna vez vi un desgarrador documental sobre el mercado negro de fetos y sus aplicaciones en cosmetología, y llegué a la conclusión de que todo lo que apeste a moda, es algo inútil y estúpido. Pura y hueca vanidad.

Y qué más… El cuadro lo terminé en Noviembre del 2010. Y Pues nada, camaradas, que ya he preparado los capítulos que les voy a presentar de “Tzitzimine”, y se los voy a poner desde la siguiente entrega, y me despido de todos ustedes. Deseándoles lo mejor de lo mejor en éste duro año que empieza.

¡Aguante! ¡Salud! ¡Y nos vemos la siguiente entrega! ¡Sayonara!

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