sábado, 16 de octubre de 2010

Pintura de Caballote: Los Cuadros Borrosos 1.

¡Hola a todos y a todas! ¿Cómo están? Espero que bien, mis estimados camaradas y compañeras. Pues uno aquí, bien, sobreviviendo, claro está. Sobreponerse a las pérdidas nunca ha sido una tarea fácil, menos cuando la persona ausente es una amiga de la infancia. Por que eso habla de que uno también ha comenzado a envejecer, uno ha comenzado también su propia línea de descenso hacia las tenebrosas regiones donde los muertos bailan sabrosamente como en cámara lenta los ritmos del más allá, parafraseando al gran Gabriel Vargas. Es una lástima que nuestros intelectualuchos VIP nunca hayan madurado lo suficiente como para exigirle al gobierno que al gran Gabriel Vargas, también se le hubiese velado en Bellas Artes como al Monchiváis. Una verdadera lástima que también él haya tenido que marcharse.

¡Pero viejos los cerros y reverdecen! ¿A poco no? Si todavía me quedan muchas cosas por mostrarles, y surgirán más, ahora que he terminado el cuadro “Buscando a Dios 3: Catedral Interior” y que próximamente les mostraré, además de que estoy a punto de terminar “Buscando a Dios 4: Juego de Niños”, obra de la que ya les mostré por ahí, en alguna entrada vieja, un breve boceto, y “El Ángel Azul”, la Histerieta que me ha consumido en la fiebre de mis extintas veinte primaveras. ¡Pero qué más da! ¡Como diría el Serrat, “hace veinte años que tengo veinte años”!

Y bien, el cuadro que les quiero mostrar en ésta ocasión, es el que sigue:








Se titula “Ayes de la Matria”, y fue hecho en la década de los noventa. Es un cuadro grande, (en realidad mediano si tomamos en cuenta que el gran formato se toma a partir del 1:50 x 1:20 mts.) mide 1 metro x 70 centímetros, difícil de colgar en éstas pequeñas paredes que tienen las casas de hoy en día, ¡pero qué carajos! Éste es el tamaño que me gusta pintar. Me hallo incómodo con los formatos pequeños, digamos un 40 x 20 cms. No sé si porque mi poyautlez aumenta día a día, o porque le saco a los microdetalles, ésos que se logran únicamente con pinceles del doble o triple cero. Pero considero éste tipo de medidas la justa para poder decir algo que valga la pena.

En el año del ’95, cuando acabé de pintar éste cuadro, estaba en plena carrera de Artes Visionudas, en la ENAP, y la clase de pintura era libre en exceso. De hecho, no recuerdo que el profesor nos haya juntado siquiera para darnos una clase de técnica, el rollo era que si uno tenía duda sobre algo, entonces se acercaba a él. Ese fue uno de los tantos factores que acabaron por desanimarme de terminarla, aunque Manuel Marín me decía siempre que esperaba mucho de mí, y Francisco Castro Leñero, el barbón, siempre apreciaba mis dibujos. Mi profe de pintura, Enrique (no me acuerdo qué, qué pena me da no recordar su apellido, y tengo dudas hasta de su nombre, háganme el favor) también me decía que yo, aunque no sabía bien la técnica, siempre le hallaba el modo y lo resolvía bien. Esas palabras me llenaban de orgullo.

Y no sé si sean mis semillas cecehacheras, pero también consideré siempre que la pintura debía decir más que una imagen. De ahí viene éste cuadro. Un poco tomando elementos de la portada del libro “México Bárbaro” de Kenneth Turner, y mi gusto visual por las mujeres de posaderas anchas. (A poco no. Un Gran Cabuz es siempre una bendición.) El cuadro no es más que un ¡ay! prolongado sobre la situación del país, que, desgraciadamente, no ha cambiado mucho, con la supuesta llegada a la dizque “democracia”. Por eso lo escogí para esta entrada, la del Bicentenario. Creo que toda nuestra historia ha sido un gran y prolongado ¡ay! salvo unas pequeñas alegrías, como el 5 de Mayo, la expropiación petrolera, la aun más efímera nacionalización de la banca, cuando Cárdenas ganó la regencia de la Ciudad de México, etc. etc. etc.

La foto no es buena, y me da pena decirlo, ya que la tomé con una excelente cámara que para desgracia del cuadro no era réflex (aún no había cámaras digitales) y por lo mismo, su lente no era el adecuado, así como la luz. Y fue tomada en una exposición que hicimos los integrantes del grupo “Los Decepcionistas” en una escuela que se hallaba en la colonia Molino de Rosas, el Colegio Nicolás García de San Vicente. Su directora es (no sé si siga siendo la directora de ahí, o si el colegio aún exista) buena onda, pero su local no era muy adecuado para una exposición pictórica y de fotografía, pero le echamos ganas y transformamos un aula en sala de exposiciones, ayudando todos los “Decepcionistas”.

Los “Decepcionistas”. Si hasta teníamos una especie de manifiesto, que íbamos agrandando con cada cosa que no nos satisfacía. Luego les contaré más sobre ésa banda pesada de la ENAP, de la que desgraciadamente perdí contacto debido a mi poyautlez.

Muchos de ustedes dirán “pero del cual fumó este gato risón. Poyautlez, ¿de donde saca éstos terminajos?” Pero viene del libro “Azteca” del gringuito Gary Jennings, refiriéndose a la miopía de su personaje Tliléctlic Mixtli. Según Jennings, “Poyautla” significa “perdido en niebla”, por lo que me gustó y adopté como nickname para algunos dibujos y en la internet, antes de que mi sobrinito “el Bolillo” me pusiera “Gran Tair”.

Y bien, para terminar, la ficha técnica: “Ayes de la Matria” 1995 Óleo sobre tela. 1x.70 mts. Colección de la Familia Conde Ortega.

¡Sayonara! ¡nos vemos en la siguiente entrega, donde espero ponerles otra historieta de mi hermano, H.P. Aguilar, “Noche Maldita en el Castillo Chükrut”!

P.D: No sé si éste cojín se lea y vea hasta la hermana república de Chile, pero si hay por ahí algún chileno entre la tropa que lee el Cojín, ¡muchas felicidades! Ustedes los chilenos han dado una muestra de gallardía, pundonor y amor por el prójimo que pocas veces se ve. ¡Qué fantástico rescate de los mineros de Atacama! ¡Jamás se dieron el lujo de perder la fé! Demostraron que trabajando juntos, se pueden hacer cosas que a primera vista parecen imposibles. Demostraron, que la vida humana es lo más valioso que existe y que vale la pena intentar rescatarla, pese a costos e imposibilidades técnicas. ¡Cómo hubiese querido que nuestro fuchi ex - presidente Vicente Fox se hubiera comportado como el suyo! Aquí en México, se abandona a los mineros a su suerte, como en Pasta de Conchos, y se persigue a su líder como debiera perseguirse a una rata como el dueño de Minera México, que abandonó a los mineros a su suerte sin intentar siquiera rescatarles. ¡Vaya un saludo fuerte y combativo hasta ustedes!

Sólo he visto a los chilenos tan felices cuando cayó el asesino de masas Pinochet. Recuerdo que en el CCH estaban bailando los hijos de los inmigrantes por las explanadas. Es un recuerdo muy bonito, muy entrañable para mí. Ahora sólo espero que sus autoridades no se hagan como las mexicanas, y que les den lo justo a los mineros que no pudieron trabajar mientras duró el rescate, ya que la solidaridad debe ser hacia los atrapados, como para los que no pudieron trabajar, pero no por falta de ganas. Ellos también tienen familias que mantener.

Y, ahora sí, ¡Sayonara!

1 comentario:

El Cojín Del Gato dijo...

Hi, Lidia. Thanks for see the Cojìn, and for your support. And i keep blogging.

El Gato en el Cojìn.