sábado, 3 de abril de 2010

Eructos Literarios: Los Cuentitos del “Oso Paco”.



¡Qué pasotes con ésos elotes! ¡Já ja ja! ¡Así decíamos en la era cuaternaria para saludarnos! También decíamos: “Qué pasión salvaje, bandaaaaa…” A mí me tocó el rabito de las pandillas. ¿Se acuerdan del los famosos “Panchitos”, los B-U/K (“Bandas Unidas Kiss”, un nombre muy fresa para jóvenes tan desalmados, ¿no creen?) y, ¿por qué no? Los tristemente célebres “Pelones de Peralvillo”?


Fue una época dura, ciertamente. Uno no podía ni ir al cine, por que de pronto se descolgaba una pandilla como de veinte chavos o mas que se metían a echar relajo. Y lo peor era cuando llegaba la ley, “Don Justo”, como le decíamos. “La Tecolotiza”, ya que agarraba parejo. Afortunadamente, a mí por niño nunca me hicieron nada, pero a cuates de la cuadra que en ése momento eran jóvenes de entre 15 y 20 años, van ‘pa dentro, al tambo, encerrados por llevar la música por dentro, encerrados por tener tanta energía y ningún medio para canalizarla… Hasta que llegó la droga institucionalizada en mafia, y esos pandilleros se volvieron narcos, ante la imposibilidad de futuro.


Es sencillo, no se crean. ¿Para qué se estudia como loco durante más de diez años, para qué corchos se está quemando uno las pestañas durante tanto tiempo, si cuando uno acabe la carrera le esperan la supervivencia vendiendo cd’s piratas, o estar de empleado ganando $2500 pesos al mes, sin seguro social, anclados en trabajos que nunca le van a dar a uno satisfacción, menos la idea de mejorar el nivel de vida? Por eso el narco atrae a tantos jóvenes, ante la premisa de que “más vale una vida corta pero plena”. “El palo dado ni Dios lo quita”.


¿A que viene esto? A que yo creo que uno debe estudiar por vocación, no por ganas de ganar dinero. Pero desde que iba yo al CCH ya comenzaban los gobiernos neoliberales a cocinar el escenario que vemos hoy en las escuelas. Los chavos estudian, por que creen sinceramente que de eso van a sacar dinero. Ya les metieron a cajón la idea de que las cosas técnicas son opciones viables, en un país que necesita con urgencia médicos, músicos, filósofos, ingenieros, historiadores y no tanto diseñador gráfico, no tanto técnico en cosmetologías, ni técnicos capturistas en informática. Esas cosas no las necesita el país, las necesitan los empresarios, aquellos a quienes las humanidades les valen un soberano barquillo.


Entendámonos. No estoy yo en contra de las carreras técnicas, sino de que se vean como una meta final. Estoy en contra de que un muchacho responda como su vocación el ser Técnico en Informática. ¡Eso no es vocación! ¡Eso se hace para ganar dinero, no me vengan con cuentos! Lo malo es que los chavos ya están bien alienados gracias a que a nadie le importa el futuro de éste país, sino el futuro personal e inmediato. Vean a los empresarios que llenaron de publicidad las escuelas con el pretexto de pintarlas, vean a las autoridades de la Secretaría de Educación, que se hacen como que no ven ante las cuotas, ante el asunto de que sea el director de las escuelas el que decide dónde se compra el uniforme, vean a la maestra diabólica regalando carrazos a diputados y controlando los destinos de la nación sin importarle nada los niños (nada más el futuro de la patria), y vean a los mismos padres de familia, consintiendo esos ultrajes, vendiendo boletos para que sus hijos sean electos “reyes de la primavera”, cuando eso debiera hacerse por votación de los mismos niños, en el patio de la escuela, sin tener que pagar nada, y se quedan callados de que retiren de las escuelas la leche del DIF por que los niños (vean la idiotez. Esto lo escuché de un subsecretario de educación en el radio) “ya no están desnutridos como en los 70’s, sino que ahora están gordos”.

Volvemos a los tiempos de Santa Anna (¿Acaso salimos alguna vez de ellos?), donde a nadie le importaba lo que ocurriera afuera de su puerta, y el resultado: nos robaron la mitad del país, por pelearnos entre nosotros por intereses personales y no contra el enemigo común que era Estados Unidos y su monstruosa ambición, por no ver más allá de nuestras narices. Vean cómo está el país, que hasta los mismos cínicos gringos han dicho que somos un estado fallido. Desgraciadamente, no les falta razón.

Por eso es muy raro encontrarse en éstos tiempos duros, a una maestra de preescolar que tenga las ganas de despertar en sus educandos la imaginación que los niños traen de forma natural, y que es cortada de raíz por la televisión y la supervivencia diaria. La maestra Luchita vino a mí una día, con la propuesta de hacer una historieta para sus niños. Ella trajo la historia, pidiéndome que la mejorara, y que la dibujara. La historia salió de una serie de palabras que se podían formar a partir de la palabra “Caleidoscopio”, y éste fue el resultado: una historia sencilla, y muy bonita que les presentaré de ésta forma: primero les pongo la historia original, y después la que compuse yo en base de la primera. ¡Ahí les va!:

1.0: Lista de palabras formadas a raíz de “caleidoscopio”:

1. CÁLIDO.
2. DOS.
3. COPA
4. COPIA
5. LEÍDO
6. COCO.
7. COPIO.
8. CAL.
9. PICO.
10. PÍO.
11. PÍA.
12. SOL.
13. DÍA
14. CODO.
15. OSO.
16. OSA.
17. LEA.
18. ACOPIO.
19. PISO.
20. SALE.
21. IDEAS.
22. DOCE.
23. ALE.
24. SOPA.
25. POSEÍDA.
26. PACO.
27. SALIÓ.
28. LOCO.
29. POCO.
30. CASCO.
31. SALÍ.
32. OLEOSO.
33. OLA.
34. OLAS.
35. CELIA.
36. SAL.
37. COL.
38. COLA.
39. COPOS







1.1: Relato original de la maestra Luchita:


Era una vez en lo profundo del bosque, que vivía un oso llamado Paco, el oso Paco, al cual le gustaba mucho leer historias de fantasía y aventura. El oso Paco era tan soñador, que sus amiguitos lo tachaban de loco, y Paco el oso se ponía muy triste.

Un día, cuando salió el sol, Paco el oso decidió hacer realidad su sueño de conocer las olas del mar, poseído por sus ideas, Paco el oso emprendió su viaje al cálido y oleoso mar, sin saber lo que el destino le deparaba.

Paco el oso salió de su casa muy entusiasmado, tanto que se le olvidó comer su sopa de codo y tomar sus dos copas de coco, pero al ir por el camino se encontró a la osa Celia llevaba un poco de sal y col lo invitó a su casa a preparar una rica sopa acompañada de refresco de cola, cuando entraron dos pollitos le dijeron pío pío que eran blancos como copos de nieve al entrar al patio pisó lodo un pollito lo picó adolorido se quedó la herida se le infectó, Celia lo cuidó y con ella se quedó.

Fin.








2.0: Relato modificado.


Erase un vez que se era, en lo profundo del bosque, un oso que se llamaba Paco, al que le gustaba mucho mucho mucho leer historias de aventuras en el mar. Sus maestros siempre estaban muy orgullosos de él, por que había leído muchos libros, como “Simbad el marino”, que está dentro del libro “Las mil y una noches”, ”Sandokan”, ”Moby Dick”, “Veinte mil leguas de viaje submarino” y muchos libros que hablaban de aventuras en el mar. Cuando salía de la escuela, después de jugar con sus compañeritos a la pelota y a las escondidas, se sentaba debajo de un gran árbol y sacaba su libro y se ponía a leer en voz alta, y comenzaba a imaginarse a los piratas y sus buques, las olas del mar y él se sentía con su parche en el ojo, con su cabello moviéndose por el viento cálido del mar.
Al verlo así, sus amiguitos se burlaban de él, diciéndole cosas que ponían muy triste a Paco:
- Sale Paco, vamos a seguir jugando…
- Si, ya deja de leer tu libro…
- Ándale, pareces loco leyendo en voz alta…
- ¡Ya déjenlo! ¡A mí me gusta cómo lee Paco!
- ¡Sí! ¡A nosotros también nos gusta cómo lee! ¡Pío! ¡Pío! ¡Pío!
Dijeron a coro la osa Celia y sus amiguitos Ale y Dopi, que eran dos pollitos blancos blancos blancos, tan blancos, que parecían hechos de copos de nieve, y que eran los únicos que se sentaban junto al oso Paco cuando comenzaba a leer, y se imaginaban junto a él con parches en los ojos, viendo el mar azul, y se quedaban juntos hasta que tenían que regresar a casa.
Pero el oso Paco siempre se quedaba muy triste por las cosas que le decían sus compañeritos, y después de darle su beso de buenas noches a su mamá, se decidió a ir a tener una aventura en el mar, ya que había escuchado del señor Conejo que si seguía el camino, llegaría hasta allá.
- Al fin, mañana es sábado y no hay escuela. Me voy tempranito, y cuando regrese, nadie sabrá que salí...
Se dijo cuando el hada de los sueños llegó e hizo que sus ojitos se fueran cerrando y se quedó dormido, soñando con piratas.
Al día siguiente, muy pero muy tempranito, a la hora en que el sol asoma sus pelos güeros entre los árboles, el oso Paco metió en su mochila un refresco de cola y su libro que le gustaba mucho leer, y se dijo:
-¡Hoy haré realidad mi sueño de conocer las olas del mar!
Y poseído de ganas, con la cabecita llena de ideas y de ganas de ver el mar, el oso Paco salió de su casita en el bosque, y tomó el camino que le dijo el señor Conejo que iba hasta el mar. Sintió frío, pero se dijo valientemente:
- ¡El mar es cálido!
Y echó a caminar más rápido; con tantas ganas, que hasta se olvidó de desayunar su sopa de codo que le hacía cada mañana su mamá. Iba con tanto entusiasmo, que hasta se le olvidó tomarse sus dos copas de agua de coco que le gustaba tanto. Tenía tantas ganas de ver el mar, que hasta se le olvidó despedirse de su mamá.
De pronto, Paco el oso escuchó unas pisadas a sus espaldas. Volteó rápidamente, pero no vió nada. Sintió miedo, pero como era valiente, gritó mientras sacaba su espada de madera que su papá le había hecho:
- ¡Los marineros somos muy valientes! ¡Voy al mar, y ningún fantasma me va a parar!
- ¡Espera, Paco! ¡Espéranos, queremos ir contigo!
- ¡Sí, pío!
- ¡Nosotros también queremos ir, pío!
El fantasma resultó ser la osa Celia y los pollitos Ale y Dopi, que llevaban un rato siguiéndolo. El oso Paco guardó su espada de pirata de madera en su funda, y sonriendo le dijo a sus amiguitos:
- ¿En serio? ¿Quieren venir al mar conmigo?
- ¡Claro que sí! ¡Traje comida para hacer un día de campo! Mira, aquí está la sal, aquí está la col…
Dijo la osa Celia, mostrando lo que llevaba en su mochila. Y los pollitos dijeron a coro, por que siempre que hablaban, lo hacían a coro:
- ¡Y nosotros sabemos bien el camino! ¡Pío! ¡Mi mamá nos llevó cuando todavía éramos unos huevitos! ¡Pío!
Contentos, echaron a caminar, y así como el sol subió casi a la mitad de su camino, a las doce del día, ellos vieron como los árboles del bosque se hacían palmeras, y la tierra y el pasto poco a poco se quedaban atrás para comenzar a pisar el piso de arena. Entonces, pasando una duna blanca como la cal, los cuatro gritaron emocionados:
- ¡El mar! ¡Lo logramos! ¡Lo logramos!
Y echaron a correr hasta llegar a las olas. Los pollitos comenzaron a hacer un castillo de arena, copiado de una revista que alguna vez vieron, mientras Paco y Celia jugaban con el agua, y después, Celia puso un mantel y comenzaron a comer la col, y Paco sacó el refresco de cola de su mochila, muy contentos; pero en eso, una máquina con muchas ruedas, con un casco como cabeza, lleno de picos y ojos de foquitos, entró en la playa, llenándola de un líquido oleoso y que olía muy feo, además de que con sus picos y sus ruedas, iba rompiendo las palmeras y destruyendo la playa. Enojado, Paco el oso le gritaba:
- ¡Detente! ¡¿Por qué haces esto?! ¡¿No ves que estás rompiendo todo esto que es tan bonito?!
- Bip. No sé qué es bonito. Bip. Debo hacer espacio para más máquinas, bip… Todo esto estorba, bip bip…
Le responde la máquina mientras sigue su camino, rompiendo todo. Paco, enojado, saca su espada de pirata y corre hasta la máquina sin escuchar los gritos de Celia la osa y los pollitos Ale y Dopi:
-¡Detente Paco! ¡Esa máquina no tiene corazón! ¡No sabe lo que es bonito!
- ¡Pío pío pío! ¡Detente, Paco!
Pero Paco el oso, haciendo acopio de valor, tiró un espadazo tan fuerte a la máquina, que la espada se rompió. Cayó, con el codo doliéndole por la fuerza con que dio el golpe, y se da también un golpazo muy fuerte en la cola por la caída. Llegan junto a él sus amigos, y Celia lo cura, vendándole el codo, mientras la máquina, echando humo, se detiene, mira a Paco y a sus amigos, y les dice:
- Bip. Me has ganado, bip, pero no podrás vencer a todas las máquinas como yo, bip…
-¡Claro que sí! ¡Leeré mucho, y sabré cómo detenerlas!
Dice Paco a la máquina, que lo ve por sus ojos de foquitos.
- Bip. Bip. Entonces sigue leyendo. Quizá hasta nos puedas inventar un corazón para que sepamos ver todo esto que dices que es bonito, y así, si tenemos un corazón, sabremos lo que es bonito y no lo rompamos, bip. ¡Adiós!
- ¡Adiós, máquina! ¡Ya no rompas nada!
Dicen los amigos, viendo a la máquina regresar por donde vino. En eso, Celia nota que el sol está a punto de ocultarse en las olas del mar. Sonriendo, le dice a Paco:
- Ay, ojalá ésa máquina tuviera idea de esto tan bonito, Paco…
- Si. Es feo no tener corazón. Estudiaré mucho, y haré un corazón para que todas las máquinas puedan saber por qué son bonitos los árboles, y el mar, y el sol, y todas las cosas…
-Y yo te ayudaré, Paco. –dice Celia, sonriendo.
- ¡Y yo, pío! –dice Ale, contenta.
- ¡Yo también, pío! ¿Nos vamos? Nuestros papás ya han de estar preocupados por nosotros. –dice Dopi, echando a reír.
-¡Bien, vámonos! Pero volveremos el sábado que viene, ¿si?
-¡Sí!
Y echan a andar de vuelta el camino hacia el bosque. Y colorín colorado, éste cuento se ha acabado.

Fin.






¿Cómo ven? Espero que les haya gustado, tanto como para leérselo a los niños pequeños que tengan cerca. Cuando vean la historieta, que espero ponérselas a partir de la siguiente entrega, verán que me decidí a dejarla como la historia original, salvo dos agregados, que espero hayan quedado bien. Bueno, a la maestra Luchita le gustó, aunque debo decir que siempre no le enseñé el segundo relato…

¡Sayonara! ¡Hasta la semana que entra!

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