miércoles, 27 de marzo de 2013

Pintura de Caballote: Álvaro Aguilar II.



            ¡Mis estimados contlapaches! ¿Qué me cuentan de nuevo?

            El día de hoy, deseo poner a su consideración los últimos últimos trabajos de mi sobrino Álvaro Aguilar alias “El Conejo”, para que vean cómo si sirve la escuela, aunque haya cínicos como Ese Gran Tair que aparte de tener la indecencia de  pasearse desnudo bajo la luz de su baño, digan que en la escuela no te enseñan nada de nada:




            Esta es una serie de ejercicios que un maestro de una fundación le puso a hacer el año pasado. Son cuadros muy pequeños, de 20 x 15 centímetros en tabla, un buen cacho de macocel. Un poco para que comenzara a probar la maravilla que es el color, y la maravilla que es la pintura al óleo. Estos cuadros que les pongo, son todos óleos. Ninguno tiene título, por su misma naturaleza de ejercicio, excepto, claro está, por el último cuadro. El primer ejercicio, por supuesto, ha de ser igual que en cualquier escuela: el manejo de blancos y negros. Disfruten esta serie.


            Já. Este es, como ya lo habrán notado, el mismo ejercicio anterior, pero en color. Obviamente, Álvaro, sacado de balance, no se explaya con el mismo ímpetu que con el anterior cuadro. Éste, como pueden notar, es más estático, ya que la mancha verde (que representa el pasto) sólo es eso, una mancha verde, contrario al anterior, que tiene incluso movimiento de viento sobre él. El color es algo tremendamente complejo de dominar, créanme. Tiene sus propios códigos y significados, y una complejidad que a muchos les parece abrumadora, pese a que lo utilizamos y convivimos a diario con él. Incluso la montaña que se recorta al fondo no está tan bien trabajada como en el anterior.



            Estos ejercicios de color son muy bonitos. En este cuadro, pueden darse cuenta de por qué la bandera de Alemania es como es, pese a las palmeras. Será que Álvaro sintió su sangre alemana -o su mínima porción heredada de su bisabuela, já ja ja- fluir por sus venas. Un poco de degradados de color.



            El mismo ejercico, pero ahora con otro tipo de luz. Intuitivamente, Álvaro comienza a pensar, -y esto es algo muy abstracto, créanme- en el movimiento de la espuma del mar, pese a no haberlo visto todavía en vivo. Si se dan cuenta, éste cuadro tiene movimiento, y éste se da en la esquina inferior izquierda del cuadro, donde se rompe la ola contra algo. Hay vigor aquí, y el planteamiento instintivo de un problema muy pictórico.



            Este cuadrito se me hace muy padre. Son como soldaditos los árboles, en posición de ¡firmes! El mismo problema de la luz que en el cuadro de las palmeras. Noten también el detalle de las flores. Dicen que el gran Rembrandt hacía sus flores de una sola pincelada. Álvaro también lo hace, sin conocerlo aún salvo algunas reproducciones en libros de arte, pero obviamente no sabe ésa anécdota del famoso pintor. Hay economía de recursos en su joven pincelada, ya que las sombras y las luces están puestas ahí, pero el cuerpo de la flor, está hecho de un primer intento.



            Como ya les he comentado, ninguno tiene título, ya que son, en apariencia, meros ejercicios de espacio y manejo de color. Sin embargo, por medio de estos “simples” ejercicios, alguien con un ojo un poco crítico, puede percibir la concepción espacial que tiene mi sobrino, un muchacho de tan solo trece años. De este primer cuadro, -que me gusta referirme a él como “La Cabañita”- se puede apreciar la comprensión primaria de la perspectiva de un punto de fuga. Además, la imagen está bien equilibrada en cuanto a color y composición. Es una escena bucólica que me relaja mucho, además de que es un cuadro mucho más grande, aproximadamente 40 x 30 y tantos centímetros y ya no es un mero ejercicio, ya tiene libertad creativa, pese a que el motivo haya sido sugerido por el profesor. Hay un detalle que me gusta mucho de este cuadro, y es en la montaña: las partes rojizas. Le da textura, y sacan a la montaña de ser un mero detalle decorativo, a ser un elemento activo del cuadro, la hace hablar con voz propia.



            Este siguiente cuadro es, obviamente, un bodegón. Desde el Renacimiento, se ha usado mucho el pintar bodegones para que uno aprenda las relaciones de los objetos con respecto al espacio que les rodea. A mí, sinceramente siempre me aburrió mucho el hacerlos, pero hay gente que realmente disfruta con estos cuadros. Observen la simetría bien lograda y la composición, además de que también es un cuadro muy bien equilibrado. Nada mal para ser el primer bodegón que pinta mi sobrino, ¿no lo creen?



            Y por fin, un cuadro en total libertad creativa. “Pajarodo”. Éste, obviamente, es un título sugerido por mí. Nada de asuntos decorativos que tanto les gustan a los burgueses. Éste es un cuadro con su propia psicología, y lo demuestra la ausencia de fondo. ¿Qué hace un pájaro, un ser obviamente perteneciente al aire, un ser por antonomasia libre, en un espacio sin profundidad? Además, la composición es plana, hecha así a propósito. Verlo me recuerda un poco a las pinturas egipcias, hasta parece que Álvaro reproduce con conocimiento la “ley de la frontalidad” que manejaban tan bien los egipcios antiguos. La pincelada es enérgica, fuerte, y el ojo es enigmático, muy expresivo. ¿Qué es este pájaro? ¿Un ser de obscuridad, una pesadilla? ¿Será acaso un espíritu cautivo en una jaula que no se puede ver? ¿O acaso es la representación del alma del joven pintor, viéndose a sí mismo con ése ojo terrible? Ahí se los dejo a ustedes, amables contlapaches.

Las siguientes tres fotos las tomó mi hermano H.P. Aguilar justo cuando Álvaro “El Conejo”, gran pintor en ciernes, regresaba de la escuela donde le dan clases de pintura, y de con Yuba, la gran pintora de quien ya les he puesto trabajos suyos en este cojín, quien también le da clases y con quien logra mejores resultados, ya que fue con ella donde pintó a “Pajarodo” y los cuadros de la vibraciones.



            Y volviendo a los antiguos egipcios, ya se viene la Semana Santa, camaradas. ¿Saldrán a algún lado? Espero que se diviertan mucho, porque yo, como de costumbre, he de quedarme en esta tierra llena de tunas y nopales, haciendo la reflexión de una fecha tan importante:

            Cuando Luzbel tienta a los hombres después de haber sido creados, el Señor lo castiga y al mismo tiempo muestra un atisbo de su Plan para rescatarnos de las garras de la destrucción y de vivir sin Él (el Infierno) cuando le dice: “Por cuanto esto hiciste, maldita serás (la Serpiente o Lucifer) entre todas las bestias y entre todos los animales del campo… { } …Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya: este te herirá en la cabeza, y tu le herirás en el calcañar.” (Génesis 3:14-15) Los entendidos dicen que esta es la primera profecía que hace referencia a  Nuestro Señor Jesucristo y la crucifixión, donde Satán logra asesinar a Dios hecho hombre, pero El Señor resucita ya que Él es Dios, Él es la Vida, y al hacerlo, le aplasta la cabeza.

            Después, mucho tiempo después, cuando ya los seres humanos crean sus primeros imperios y ciudades estado, Dios se manifiesta a mucha gente de todas partes del mundo, y una de ésas gentes era Abraham, el cual no era judío, como cree mucha gente, sino que era de Ur, una ciudad aún en poder de los Caldeos, es decir, antes aún de que Babilonia se convirtiese en el gran imperio que será unos mil años después, y le hace la siguiente promesa: “Bendeciré a quienes te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán en ti benditas todas las naciones de la tierra.” (Génesis 12:3)

            El Señor necesitaba a un pueblo de donde surgiera esta bendición, que es regresar a Dios; un pueblo que albergara al Mesías, el hombre por el cual debería quitarse el pecado del mundo para que pudiéramos regresar a Él. Y Dios halla que Abraham es digno de llevar en sus hombros la responsabilidad de fundar al pueblo que ha de llevar a cabo esta misión. La gana, cuando Dios le pide que sacrifique a su primogénito Isaac. (Génesis 22) Obviamente, Dios no desea que Abraham cumpla totalmente ésa promesa, sino que es una prueba, para ver si su descendencia será digna de llevar al único sacrificio que Dios quiere: el hombre perfecto que lleve en sus hombros toda la rebelión humana para que ésta muera en la cruz, y los humanos podamos volver con Él.



            Los hijos de Abraham crecen y mucho después, en los tiempos del patriarca Jacob y sus doce hijos que han de ser las doce cabezas de las doce tribus que conformarán al Estado Israelí (no el moderno, por supuesto) se trasladan a Egipto, que en ése momento es un Estado en crecimiento. Siglos después se convertirá, y los israelitas ayudarán en ello, en el gran imperio que fascina tanto.

            Los israelitas son bienvenidos en Egipto gracias a José, que resulta ser un gran administrador, logrando sacar a Egipto de una hambruna que quizá hubiese evitado que se convirtiera en el poderoso imperio que fue después; pero conforme pasen los siglos (son cerca de cinco) van perdiendo privilegios hasta que se transforman en esclavos. Un detalle curioso: cada vez más historiadores y antropólogos toman en serio a la Biblia, y aceptan que fueron las manos israelitas quienes construyeron las Pirámides bajo el látigo de los faraones. El trabajo es brutal, y como pasa con todos los pueblos en el exilio, son muy unidos, y no pierden sus tradiciones y recuerdan a Dios, a quien claman pidiendo ayuda. Dios los escucha, y se presenta a Moisés en la zarza ardiente, quien era un alto funcionario de Egipto y por lo mismo, conocía los modos de la corte egipcia. Moisés es tímido, y además tiene el sentir de que asesinó a un egipcio y por lo mismo es fugitivo; es muy peligroso regresar a la corte del Faraón, pero Dios está con él, y aquí hay otro atisbo del plan de Dios. Cuando Dios le ordena ir a hablar con los ancianos de Israel, Moisés le dice que no le van a creer que Dios se le haya aparecido, entonces Dios le ordena: “Mete tu mano ahora en tu seno. Y él metió la mano en su seno; y cuando la sacó, he aquí que su mano estaba leprosa como la nieve.” “Y dijo (Dios): Vuelve a meter la mano en tu seno; y al sacarla de nuevo del seno, he aquí que se había vuelto como la otra carne.” “Si aconteciere que no te creyeren ni obedecieren a la voz de la primera señal, creerán a la voz de la postrera.” (Éxodo 4:6-8)

            En ése tiempo no había penicilina, y la lepra era mortal. La mano en el seno representa la Muerte, y al volverla a sacar, es la Resurrección. Moisés regresa a Egipto, y por su medio, Dios saca a su pueblo elegido de ahí, y no lo saca huyendo ni en miseria, como dice Hollywood, sino que los saca con poder y gloria, y esto llega a oídos de todo el mundo conocido, el cual tiembla ante el nombre de Dios y su pueblo. Esta es la primera parte de nuestra celebración de Semana Santa: el rescate de Dios a los Israelitas, ya que esto ocurrió también por estas fechas hace un titipuchal de tiempo.

            Hay otra referencia a la crucifixión, y es cuando Israel vaga por el desierto, y tiene sed y alterca con Moisés. Dios le dice a Moisés que lleve a los ancianos del pueblo y con su vara, golpee una roca grande que estaba en su paso, y Dios le dice: “He aquí que yo estaré delante de ti sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo… { } …Y llamó (Moisés) aquel lugar Masah (Prueba) y Meriba (Rencilla) porque tentaron a Jehová diciendo: ¿Está, pues, Jehová entre nosotros o no?” (Éxodo 17:4-7 y Números 20, todo el capítulo) Si lo cotejamos con los Evangelios: “Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La Piedra que desecharon los edificadores, / ha venido a ser cabeza del ángulo. / El Señor ha hecho esto, / Y es cosa maravillosa a nuestros ojos. (Esto viene en Isaías 5: 1-2) Por tanto os digo, que el Reino de Dios será quitado de vosotros (los Israelitas), y será dado a gente que produzca los frutos de él (es decir, la Cristiandad de todo el mundo). Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado, y sobre quien ella cayere, le desmenuzará” (Mateo 21:42-44) “…Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”. Jesús es la Roca de la que manan Ríos de Agua Viva y la rencilla de los Fariseos es si está Dios entre ellos o no, igual que la rencilla de los antiguos israelitas con Moisés. (Juan 7:37-39)

Hay otra referencia: Cuando siguen atravesando el desierto, la incredulidad y corazón duro de los israelitas ocasionan la ira de Dios y éste los castiga con una plaga terrible de serpientes ardientes. Para quitar la mortandad del castigo, Dios le ordena a Moisés que haga una serpiente ardiente puesta sobre un asta, “y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá”. (Números 21:4-9) La serpiente ardiente es la rebelión, el no confiar en Dios, y al alzarla, es una analogía al cuerpo de Jesús crucificado, con todo el pecado y todas las rebeliones que los hombres han hecho y haremos. Voltearla a ver significa ver el sacrificio de Dios, y volver a creer en Él.



            Creo que ya me he extendido demasiado, pero permítanme terminar diciéndoles que toda la Biblia está llena de referencias a éste maravilloso plan para rescatarnos de la existencia sin Dios (el Infierno) ya que todos vamos a recibir la eternidad, sólo que unos van a recibirla sin Dios, y otros estarán junto a Él. Chéquense dos libros bíblicos: Isaías, y Jonás. Jonás es un libro hermoso, lo van a disfrutar.

Esto es lo que celebramos en Semana Santa, camaradas: La maravilla que es el Don de Dios que es el Perdón y la Reconciliación por medio del sacrificio de Jesucristo. Jesucristo es Dios, y dudar de su Divinidad es negarlo, y al negarlo, uno niega también su Don, que es La Vida. Los hebreos le conocieron como Yo Soy, que latinizado es Jehová. Su nombre Divino es Jehová. Su nombre Humano es Jesucristo. Por un hombre perfecto, Adán, entró el pecado, la rebelión, al mundo. Y Dios nos ama tanto que no quiso que la misión del sacrificio cayese sobre otro ser humano, así que se hizo Hombre para padecerlo y rescatarnos, y al hacerse humano, también nos conecta directamente con la Divinidad, nos hace merecedores de ella al llamarnos “amigos”. A Dios nadie le vio jamás, como está en los Evangelios y en Isaías y en Los Salmos y en un montón de lados en toda la Biblia. Es su Hijo Unigénito quien nos lo ha dado a conocer. El Hijo es en el Padre, y El Padre es en el Hijo, y cuando los discípulos le piden al Señor que les muestre al Padre y les basta, el Señor les contesta que hace mucho que está con ellos y aún no le reconocen. Moisés habló con Jesús, cara a cara, y supo quién era Él, el Dueño del Libro de la Vida, donde están anotados los nombres de todos los que van a ser salvos del infierno. Piensen en esto, por favor, su futuro depende seriamente de esto.

Es muy bueno divertirse, pero también es bueno detenerse un instante, un segundo que no te quita nada, y considerar esto: en estas fechas, hace más de dos mil años, Dios Todopoderoso se hizo Hombre, y cumplió su promesa de rescatarnos. Como con la serpiente ardiente, uno, que está lleno de aflicciones y pesares, de lujurias y de ansiedades, de dudas que son nuestras serpientes ardientes, debemos por un instante voltear a ver a Jesús para ser sanos. Recuerden que las mismas plagas que Dios le impuso a los antiguos egipcios, son las que va a desatar sobre éste último imperio que padecemos, este gobierno mundial que impone a gobiernos como Grecia, como España, como ahora Chipre, impuestos y medidas inhumanas con tal de no tocar a los ricos. La hora se acerca, camaradas, El Señor va a volver y la única forma de no morir por la mordedura de la Serpiente, es voltear a mirar a Jesucristo.

            ¡Sayonara! ¡Espero que se la pasen muy bien! ¡Hasta la entrega que viene!  ¡HISTORIETA O MUERTE! ¡VENCEREMOS!











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