Que más tenemos… Pues nada, camaradas. Me acabo de enterar con gusto y pesar que la editorial Jus hizo un concurso de Novela Gráfica. Con pesar, por que éste gato no se enteró a tiempo para participar; creo que “El Ángel Azul” podría haber merecido una mención horrorífica. Y también con mucho gusto, por que parece que al fin, ¡al fin! las editoriales nacionales (aunque algunas sean apéndices de editoriales gringas y españolas) ¡al fin! le hagan un huequito a la historieta, y que vean que también es un producto rentable, ya que a los moneros siempre nos hacen el feo todos. Y al decir todos, me refiero a editoriales, a periódicos, revistas, críticos y demás fauna que vive de la cultura. Cuadradamente, creen que se puede catalogar así: en primer lugar, la Literatura, luego Música, Pintura, Teatro, Danza, etc etc etc, dejando hasta el final, como el patito feo de las expresiones humanas, al lenguaje lexicopictográfico, alias Historieta. Piensan que los “monitos” sólo son buenos para niños. Sí, y es un doble insulto, por que además de atacar a la historieta, ésos dizque culteranos también insultan las mentecitas brillantes de los niños, creyendo zonzamente que son inferiores intelectualmente. Y aún allí, con ésa regla absurda como una lápida sobre uno, nos seguimos topando con la pseudo intelectualidad, la crítica mediocre ya que se prefieren las historias ilustradas que a una historieta a la hora de publicar, desconociendo que la historieta, del género que se quiera, llámese cómic, manga, tebeo, tiene su propio lenguaje, su propia técnica y sus propios tiempos, además de estilos, que van de lo simple (que no simplón), como algunas tiras del Trino, hasta trabajos elaboradísimos como los de Moebius o los de Masamune Shirow. Ya quisiera hacer yo alguna vez algún trabajo del calibre de éstas gentes, que serían, a mi humilde punto de vista, la verdadera primera división de un arte mal entendido, al menos en éste extraño país retacado de nopales donde habitan unos seres extraños llamados intelectuales, y por lo mismo, menospreciado. ¡Bien por Editorial Jus! Esperemos que no sea el único concurso que hagan, y que el año que viene pueda participar yo también. ¡Ah! Y una peluda felicitación a los ganadores, que desgraciadamente no alcancé a escuchar sus nombres. Como era de esperar, la nota periodística le dio más importancia a la editorial en sí, que a los nombres de los ganadores, que no fueron repetidos. Espero poder ver sus trabajos pronto, ya que éste gato es un insaciable devorador de historietas.
Y bueno, aquí les pongo la segunda entrega de la laureada “Noche Maldita En El Castillo Chukrüt” de mi carnalito, H.P. Aguilar:
Y bueno, siguiendo con el rollo petatero éste, les contaré que ésta historieta la terminó mi hermano en el año de 1990. “Fa vint ancs que tinc vint ancs” o algo así, como diría el Serrat. “Hace veinte años que tengo veinte años”. La forma de narración es, como se habrán dado cuenta, lineal, lo que facilita su comprensión, no así la terrible caligrafía de mi hermano, que pese a mis esfuerzos y por dejarla lo más apegada al original, no deja de seguir siendo terrible, pero natural, cosa que no se podría con letras computarizadas.
Sí, como supondrán, ésta que les presento está coloreada digitalmente, ¡maravillosa ésta maquinita! Además la limpié, ya que mi hermano la hizo sobre unas cartas de bienvenida que el rector de la UNAM les dio a los alumnos de primer ingreso a la ENEP Acatlán (Ahora ya es FES) además de que la tinta china era una Pelikan de cuarta, que se decoloró por el tiempo, el ácido en el papel y también por el mal almacenaje. Estaba muy gris ya, y lo peor era que, a la hora de escanearla, ¡salió toda la carta de mr. Reactor del otro lado! Teníamos una historieta en papel que en su momento era blanco, pero por la acción de los ácidos ahora está amarillento, con un trazo decolorado y un fantasma institucional dándonos la bienvenida a la escuela en negativo. Una chulada. Limpiarla y delinearla tomó mucho trabajo.
Pero la historia es buena, como se darán cuenta conforme la trama avance. Además, mi hermano todavía se esforzaba por dibujar (aún dibuja, pero se ha vuelto desidioso con ello, no así con sus historias y cuentos, que a mí, en lo particular, se me hacen muy buenos, no por que sea mi hermano, que conste, ¿eh?), logrando algo que pocos dibujantes logran: atmósfera. Díganme si no.
Hay gente que dibuja chipocludísimamente escorzos, hay otros que logran unas expresiones de miedo, hay otros que hacen como nadie fondos. Saben dibujar edificios y sus múltiples puntos de fuga, tanto principales como alternos. Yo, por ejemplo, no soy nada bueno dibujando calles. Mi visión está focalizada en los personajes, y me cuesta un gran esfuerzo mental hacer algo que esté detrás de ellos. También hay otra cosa que se me dificulta mucho: la basura. La basura es un ente difícil de captar debido a su improporción, a su caos intrínseco, ya no digamos su variopinto colorido que no respeta reglas aprendidas en la academia. No. La basura hace lo que se le dé la gana, y por eso es tan difícil, y supongo que por ello nos repugna visualmente, ya que como nuestro cerebro está hecho a acomodar todo, la basura le exige un esfuerzo extra, y por eso nos fatiga y estresa.
Lo bueno es que hay dibujantes geniales que pueden hacer de todo. Y a los que no podemos, sólo nos queda esforzarnos al máximo, por que a fin de cuentas, uno hace esto por gusto, por las puras y simples ganas de contar historias con monitos. ¡Ojalá algunos gremios hicieran lo mismo! ¡Cómo quisiera ver un político gobernando por verdadero amor a México! ¡Cómo desearía ver a un policía haciendo su labor consciente de que está para servir al país! ¡Y tengo tantas ganas de ver a un soldado que comprenda que su labor no es servir al presidente, sino al Pueblo! ¡Que está para proteger al Pueblo, no para masacrarlo! ¡Lo deseo tanto tanto, como a una muchacha en minifalda y medias negras!
¡Sayonara! ¡Hasta la entrega que sigue!
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