viernes, 20 de abril de 2012

Histerieta: “El Ángel Azul” 7ma. Entrega.



¡Mis estimados! ¿Cómo les trata la vida? Espero que muy bien, que en estos momentos en que abren este su cojín, estén acompañados de una aromática copa de vino o un café calientito que les ayude a superar los tragos amargos de la vidorria, que, aceptémoslo, no siempre es mala. Lo que a veces es muy malo, es la sociedad. El otro día platicaba con un médico, que vive en la cuadra, y la plática se centraba en algo que yo ya les había comentado desde hace varias entregas, sobre las enfermedades de hoy en día. Es el estrés. Lo que mata actualmente a la gente, no es el colesterol, no es lo que come, es más, ni siquiera la mala calidad del aire. Lo que realmente nos mata, es el mentado estrés. Antes, la gente se comía 30 huevos en una sentada, y no les daban infartos, entonces, eso quiere decir que no era el huevo lo que nos mataba, sino la carga de responsabilidades, el creer que uno vive para trabajar, cuando debe ser lo contrario, uno trabaja para vivir.

                Y sí que es estresante el ambiente en el que uno vive. Mentiras por todos lados, la amenaza constante de perder un precario trabajo, la imposibilidad de hallar inmediatamente uno que sea acorde a nuestras necesidades, la inseguridad… Justamente, acaban de asesinar, hace dos semanas, cuando acababa de ponerles la entrega pasada, a mi vecino de enfrente. Lo asesinaron unos rateros para quitarle su raya. ¿Cuánto valió la vida de este buen hombre, que tenía a su joven esposa y cuatro niños, y con el sudor de su frente estaba costeando su casa con el INFONAVIT? No lo sé. Máximo cinco mil pesos. Eso es lo que valió todas las mañanas de este hombre, eso fue lo que costó la alegría de sus hijos, el calor de su esposa, y las monadas de su perro. Cinco mil tristes pesos, que estos tipejos seguramente ya se quemaron en droga, en mujeres, en alcohol.

                Se puede decir que son cosas que pasan, pero lo cierto es que no debe ser así. No puede ser que eso sea lo corriente. Estamos de plano ciegos y muy estúpidos si creemos que algo así, la catástrofe de que una joven mujer se quede viuda y cuatro niños huérfanos y un perro sin dueño es algo que pasa todos los días. Estamos mal si realmente creemos que eso es así. Por la sencilla razón de que es algo que no debe de ser.
                Lo más triste de este caso, es la orfandad de los niños, la viudez de esta mujer. Y la falta de un castigo para los perpetradores de este crimen. Yo soy, salvo mejor opinión de ustedes, de la idea de que el castigo (porque la justicia exige un castigo, una reprimenda) debe ser proporcional a la falta cometida, para que pueda haber paz. Vicente Fox, en una de sus estupideces habituales, queriendo quedar como un hombre moderno, nos dejó sin la posibilidad de castigar adecuadamente estas cosas, al eliminar del código penal y de la constitución, la pena de muerte.

                Sí, camaradas peludos. Sé muy bien que es un tema polémico, y más en un país como México, donde la justicia se compra, la pena de muerte es algo muy peligroso, pero también es cierto, que nosotros, los ciudadanos de a pié, no tenemos por qué andar pagando impuestos para que mantengan en la cárcel a un grupo de gente que ni siquiera se conduele de las víctimas que deja, no tenemos porqué estar alimentando a un grupo de bestias -porque desde el momento en que alguien, con alevosía y ventaja, toma la vida de alguien sin pensar nunca en las consecuencias, deja de ser humano para volverse una bestia- que no tienen la voluntad de enderezarse, es más, desde adentro siguen extorsionando y lastimando gente y buscando nuevas formas de destruir hogares. La cárcel ya no es un lugar de castigo, es una cueva, un antro para que los maleantes se conozcan y hagan nuevos maleantes.

                Y pasó. Esto es una herida que con el tiempo cicatrizará, un piquete en nuestra trama social, pero lo que llevarán en el futuro esta joven viuda y sus hijitos, sólo Dios y ellos lo saben. Hoy se están cambiando, el perrito Michael ya no me saludará moviéndome la cola y el más pequeño de ésos niños, ya no me dirá que no le dé bolillos a su perro. Descansa en paz, vecino. Dios está mirando y ya viene a hacer justicia, verdadera justicia, no la de nosotros, los hombres que nos corrompemos con triste oro.

                Y aquí tienen la parte que sigue del “Ángel Azul”:










“¡Ése gallo no puede pronunciar la erre!” ¡Ja ja ja! ¡Y empieza la rebambaramba! Pero no se rían, lo que le pasa al doctor Yazz es algo serio. Pierde la cabeza, se obnubila su poderosa mente por uno de los instintos más primarios que existen, además de que es un ser solitario, siempre se la pasa en sus libros y por lo mismo, nunca sintió ése tipo de pasión loca y poderosa por ninguna mujer. En la página 64, pongo una de las reminiscencias de mi niñez, las tiras de rostros de las historietas de superman de Novaro, ¿se acuerdan? Abrían la página con una tirilla con los rostros de los personajes, y a mí me gustaba mucho verlas, además de que muchas de ellas eran buenos estudios del rostro de los personajes. Cuando uno hace una historieta, se supone que se tiene que hacer eso, un estudio de los rostros y de las expresiones faciales, para que a la hora de hacerla, se facilite la ejecución, aunque la verdad, la mayoría de las veces uno se salte eso y la haga en caliente. Lo que sí no puede faltar, es el guión, ya que es el guión el esqueleto de toda la historia.

                Ya terminamos, camaradas, ya estamos terminando con el “Ángel Azul”, sólo un par de entregas más. Ya tiene olor a final, ¿apoco no?

                Y ya para terminar, déjenme comentarles las canalladas que se ven por estos rumbos, donde parece que el IFE y la FEPADE no tienen el poder que declaran. Caminando por la López Portillo, a la altura de Villa de las Flores, me topo de manos a boca con algo que me da coraje, y es que a la pobre gente que hace su lucha por sobrevivir, no sólo les ponen su credencial de pobre, (cosa que ya tiene tiempo, es un chalequillo rojo que el gobierno priista de Coacalco les obliga a usar para que puedan vender chicles y cigarros a los automovilistas), sino que, además, en su credencial de pobre, su chaleco rojo (si no lo tienes, te levanta la camioneta, aunque seas un indígena vendiendo chicles, más fascista no se puede ser) ahora ostenta campaña electoral por Moronatti el priísta. Dejen que pueda, les tomo una foto y se las pongo. Por eso digo que no hay que votar por nadie. Todos son la misma porquería.

                ¡Sayonara! ¡Hasta la entrega que viene! ¡NO VOTES! ¡QUE SE VAYAN TODOS!






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