martes, 20 de marzo de 2012

Histerieta “El Ángel Azul” 5ta. Entrega, + Eructo Literario: “Las Últimas Horas del Batallón de los Mártires”.


¿Cómo les fue del temblor? Madre mía, tenía en serio mucho tiempo que no sentía uno así de gacho, me cae que si. Esperaba al camión de la basura, cuando sentí en mis plantas el bamboleo del piso, y la puerta que se mecía violentamente. He de reconocer muy a mi pesar, camaradas peludos, que me puede y mucho el trauma del ’85, pero también recordé que mi Roca es Cristo, y que Todo lo puedo en Cristo, que me fortalece, y raudo y veloz corrí adentro de la casa en busca de mi madre y de un portafolio donde guardo los documentos importantes, ¡y patitas ‘pa que os quiero! Salimos hechos la mocha a la mitad de la calle.

Y después, lo que sigue en estos casos: encender el radio, que es más confiable que la tele en emergencias así, para enterarnos que el monstruo que nos sacudió fue uno de escala 7.8, casi del mismo tamaño que la réplica del de Septiembre del ’85, por eso lo sentí tan intenso. Lo que siguió, hablarles a los amigos y conocidos para cerciorarme de que todo andaba bien; lo malo, es que el teléfono del Camarada Nalgo está suspendido por falta de pago (¡Cabón! ¡Cómo si tienes para chelas y películas y no pagas tu recibo!) así que, mi estimado Nalgo, si llegas a leer este aviso, ¡llámame! ¡Cabón! Y por último, tomarme un cafecito para relajarme y darme un buen baño ya que estaba mas sucio que un francés (sorry, pero así dice la conseja popular). Y ya por fin calmado, bendito sea El Señor, sentarme a hacer esto que les escribo.

Comprendí inmediatamente o mejor dicho, recordé inmediatamente que la cuerda de uno se acaba en cuando menos se piensa, así que decidí treparme un rato a la computaloca y hacerles esta entrada. Lo de costumbre, camaradas, la quinta parte del “Ángel Azul” con un plus: un cuentito corto que pensaba ponérselos después, pero lo cierto es que la llegada a estas nopaleras de la cabeza de la Gran Ramera, alias Nazinguer, me presiona a publicarlo de una vez, y ahí les va.
















Pobre doctor, sigue atrapado en la trampa de miel. ¿Cómo saldrá de esta? Y ahora, el cuento. Antes que lo lean, quiero hacerles una pequeña advertencia: yo nunca he sido católico, y creo que la religión católica es una monstruosa trampa de Lucifer para atrapar gente necesitada de cariño, porque he conocido mucha gente católica buena, mejores y por mucho que el Papa y los Obispos de ésa Gran Ramera que viene profetizada en Apocalipsis. Y contrario a lo que dicen Los Testigos, (otra falsificación demoniaca, ya que ponderan mas la voluntad y el que por ser Testigo ya te salvaste, dejando de lado al Amor y la Misericordia, de la misma manera que hacen los satanistas) la Salvación es por Misericordia de Dios. No te salvas del Infierno, que no es otra cosa que la eternidad sin Dios, ni por obras ni por pertenecer a una grey, sino por reconocer el Acto de Dios al morir por los pecados de uno, creer y saber que Jesucristo es Dios, no un súper ángel como sostienen los satanistas y los Testigos, y que Dios es misericordioso, prefiere al corazón contrito y amoroso que la Voluntad y la Ambición. Con esto quiero decir que mi humilde punto de vista con respecto al conflicto que vivimos, - porque la guerra que Lucifer sostiene contra Dios es una constante y las ruedas de la Historia así lo demuestran - que va a haber salvos incluso entre los que no adoran al Señor. Resumiendo: no creo en la Iglesia Católica, su Papa y sus Obispos y la mayoría de sus sacerdotes me molestan y mucho, porque son, como dijo El Señor, “sepulcros blanqueados, que por fuera se muestran hermosos, pero por dentro están llenos de inmundicias”, pero me simpatizan mucho los católicos, los que andan a pié y que buscan con verdadera devoción a Dios y no quiero ofenderlos. Tomen este cuento como lo que es: una mera fantasía especulativa. Y si de plano son muy mochos, pues mejor no lo lean. Sobre advertencia no hay chipotes.

Este cuentito está hecho en base de un sueño muy realista que tuve, y que me hizo despertar sobresaltado, y decido publicarlo porque ¿qué tal si pasa de a deveras? Y así pueden decir: “¡yo leí esto primero en El Cojín!” Va.



Las Últimas Horas Del Batallón De Los Mártires.




“Algún día vendrás hacia mí.



Yo, yo lo aseguro.



Cuando nadie se acuerde de ti,



Tu volverás…”



Maria Luisa Landín “Se muy bien que vendrás”.



Basada en un sueño loco pero harto realista que tuve.



23:08 hrs.



Que cansado estoy… Quisiera comer algo, pero me da miedo acercarme, todavía hay mucha gente. Mejor me aguanto. Sí, es lo mejor… ¡Ah, mis pies! Cómo me duelen… Creo que me sentaré un momento, sólo un momentito, sí… A ver, si me cubro la cara con la chamarra, no creo que me reconozcan… Debo calmarme, cálmate, cálmate… Tranquis, ya está obscuro y creo que ya hay menos gente… Sí, sólo cálmate, vas a ver que saldremos de esta… En todo caso, ¿quién ve, quién pone atención a las jetas de los desaparecidos? ¿Cuántos carteles no se cuelgan con las fotos de mil solemnes desconocidos, y la gente pasa y pasa y nadie repara nunca en la jeta que ni siquiera se toma el trabajo de ver, tan solo por si casualidad la ve por ahí? ¿Y quién se graba la jeta de los asaltabancos? Están ahí colgadotes los letreros con las jetotas ésas, y nadie las pela, todos pasan de largo… ¿Quién pone un poquito de atención? ¡Nadie! ¡A nadie le importa un carajo nada! ¡¿Entonces, por qué chingada madre me tiene que pasar esto a mí?! ¡NO HICE NADA! ¡¿Porqué a mí me embarran y me echan junto a todos los cabrones malos y culeros unos hijos de su chingada que por putos miedosos me declaran culpable y me acusan con la secreta sólo por unas habladas que di en nuestra reunión del Grupo Histórico? ¡Malditos maricones! ¡”Del dicho al hecho hay mucho trecho”, como todos dicen! ¡Si realmente hubiese querido hacer lo que dicen que hice, sencillamente no se los hubiera dicho a ellos! ¡Y por una hablada…! ¡Pinches maricones! ¡NO HICE NADA! ¡NO HICE NADA! Cálmate, valedor… Sólo cálmate. Siéntate, y cálmate, cubre tu cara con la chamarra como hacen todos los que se quedan a dormir en la calle. ¿Quién se fija en los vagabundos, de todas formas? ¿Quién es el que ve a un indigente y recuerda su cara? ¡Nadie! Vas a poder salir de esta, vas a ver, sólo hay que tener la cabeza fría y no perderla como el pendejo de Ritssi… Pinche Ritssi, todo esto es su culpa, pendejo Ritssi, ¡pendejo! Pobrecito Ritssi… Con lo puto que siempre ha sido para los madrazos y ahora en manos de esos culeros… ¿Seguirán vivos mi carnal y el pinche Ritssi?



12:16 hrs.



- No mames, no me digas que piensas comprar eso…

- A huevo.

- Ya ni la haces, pinche Ritssi… Bueno, por lo menos así tendrás un recordatorio de que el jodido cigarro es una especie de suicidio lento, un balazo en la frente en cámara muy lentaaa…

- Pero te da clase, y seduce a las viejas. ¿A que no habías pensado en eso?

Ritssi sonríe mientras sostiene en la mano su nuevo juguete. Se halla tan contento, que ni siquiera le duelen los dineros que le ha costado. Sintiéndose un moderno y bizarro Bogart, con una mezcla mayoritaria de Boogie “El Aceitoso” y Majinbú; las ganas se le hacen pocas para sacar un cigarro y encenderlo; lo disfruta en serio y la prueba es su cara sonrosada y feliz, brillante no sabemos si por el gusto o por el sol reflejándose en su precoz calvicie mientras inhala la primera bocanada de este cigarrito que quiere en este momento ser un habano bogartiano. Su mano gozosa, disfruta con el peso y las texturas realistas de su nuevo y flamante encendedor, copia exacta de una pistola automática Beretta calibre .22…

- No mames, güey, que mamón te ves.

- Nomás que te vea un teco con eso…

Bromeamos mi hermano y yo, contagiados de su espíritu manso y a veces un poco infantil por lo juguetón, espíritu que apenas es contenido por el apretado cinturón y su bolsita de plástico de tianguis negra ex profeso para lo que encuentre y valga la pena poseer. No es el caso de nosotros; somos ávidos melómanos, fieles creyentes en la piratería como medio igualador entre ricos y pobres, y vemos estos puestos de discos del metro Balderas como un oasis en este desierto de hip-hoperos, gruperos y rancheritas cursis. Dura sequía cultural empeorada por las modas como el regetón y el merengue mal hecho. Sólo aquí hallamos música que, como dice el Milanés, “compromete nuestro pensar…”

- Mira este… Radaid, y uno del Jaime López, carnal…

- ‘Pérate tantito… Mira lo que encontré… Uno del mismísimo vate Rafael Catana.

- Pero siempre cantó harto gacho…

- Pero sus rolas son buenas, y no me digas que no te gustan… Me pregunto que nos diría si supiese que lo compramos en pirata… Jé je je.

- ¿Y ya no has visto al Catana? ¿No has sabido nada de él?

Dice Ritssi, ahora aburrido. Si no es música gringa de los 80’s le aburre pronto, aunque de principio le guste. Mi hermano y yo lo vemos, y comprendemos que nuestro camarada de toda la vida se aburre. Si no son gringaderas, le llegan los bostezos pronto. Que se chingue, total, el Papa no ha de llegar sino hasta las tres de la tarde, aún tenemos tiempo hasta para echarnos un cafecito, como manda la liturgia de venir al centro…



20:20 hrs.



“Quevoyahacerquevoyahacerquevoyahacerquevoyahacer…”

Como un martilleo esta única frase golpea mi cerebro, llenándolo, inflamándolo y volviéndome irracional. A mi alrededor, los edificios parecen derretirse, las paredes se vuelven una cera negra y ominosa que impide que mis pies se muevan con libertad. Las sombras crecen, se alargan hasta ese cielo negro y ajeno… ¿siempre han sido tan altas las paredes? Nunca vi al centro histórico como este laberinto, nunca sentí tan hostiles sus calles, tan laberínticas… ¡Un laberinto! ¡Dios mío! ¡Estoy atrapado en un puto laberinto! ¡Y yo soy la pinche rata desechable! Que voy a hacer que voy a hacer quevoy ahacer quevoyahacer quevoyahacerquevoyahacerquevoyahacer… ¡No lo sé, con una chingada! ¡HUIR! ¡ESO DEBO HACER! Todos son mis enemigos, todos están mirándome desde el cielo con sus lentes y sus pinches batas asépticas esperando poder agarrarme de la pelada colita y ser el pinche héroe que atrape a esta pinche pobre rata solitaria que soy yo!

Debo calmarme… ¿Qué decía mi carnal? ¡Ah, si! “Usa tu memoria como escudo…” Sí, eso haré… Hasta una rata acorralada puede ser peligrosa… Sí… Necesito un amigo, un amigo de verdad, no esos culeros que me dejaron solo cuando más los necesito… Pinches imbéciles. Dizque vanguardistas, disque muy contestatario su grupito con su blogcito, muy críticos de la realidad actual y sus calzones, pero apenas ven un traje negro y unos lentes obscuros, se los bajan toditos y hasta se abren ellos solos los cachetes… “mariquitas sin calzones, se los quitan y se los ponen”, pinches ojetes. ¿Dónde estarán mis amigos? Los de a deveras, los del P.M.A.A…

El P.M.A.A. Cómo me gustaba ésa chica del P.M.A.A. Con qué ganas gritaba ella, con qué ganas gritaba yo “¡obreros/campesinos/todo el pueblo/al poder!” La veía a ella, y mi fuerza se duplicaba; era capaz de cambiar al jodido y puerco mundo por ella. Por ella, era capaz de correr con esa mantota a contra viento por todo Reforma; con ella, me acordaba de Abril, y Abril era bello, porque ella nació en ese mes, y en la calle codo a codo, éramos mucho mas que dos.

Por ella, era capaz de dejar la casa y el sillón y quemar el cielo si era preciso… Ya. No recordaré su nombre, ni jamás cometeré de nuevo el error de ligar su nombre y su rostro a las calles y a los meses, no… ¿Para qué? Ella sólo fue otro laberinto en donde por pendejo me metí. Qué lástima, cuánta piel echada al fuego y yo, convenciéndome, justificándome que la prefería compartida antes que vaciar mi vida… Basta. Ya no más de pronunciar ése nombre que me robó la alegría y las ganas de cambiar al mundo para los hijos que nunca tuve. Basta.

Pero después de ella, de ésa espina larga y dolorosa, todo se volvió habladuría. Me di cuenta de los engaños, sobre todo el que me hacía a mi mismo y cuando voltee el rostro como hoy hacia la pared, hacia atrás, me di cabal cuenta de que me había hecho viejo, me di cuenta tristemente de todo el tiempo perdido en la vacuidad del desamor, de la hipocresía y el oportunismo que llenan estas organizaciones de dizque izquierda. Já. Ahora se dicen “izquierda democrática”, qué asco.

La izquierda verdadera jamás será democrática, porque la democracia no es más que un medio de control de los capitalistas poderosos, y lo seguiré diciendo aunque me digan que el comunismo “real” nunca funcionó y que soy un dinosaurio en vías de extinción. Así de simple. Podrán cambiar gobiernos e instituciones, pero mientras no cambie el sistema económico, mientras existan empresas más poderosas que países enteros, no puede haber igualdad democrática. La única forma de controlar su poder es con una dictadura comunista. Y ya. Lo malo es que me he hecho viejo, y es difícil en este mundo vacío y hueco ser congruente a los cuarenta por más de diez minutos… Sólo queda hablar. Y creí que sería buena idea entrar a ése grupito de discusión histórica. Sólo para hablar. No se cambia al mundo, pero el corazón se desahoga…

Pinche grupito. Lleno de ateos, agnósticos y librepensadores, todos de acuerdo en que el catolicismo es un freno para el desarrollo de este triste país subdesarrollado. Todos murmurando, todos gesticulando, pero todos espantados cuando cometí la pendejada de dejar saber mis pensamientos en voz alta: “Sería bueno ponerle una bomba al Nazinguer.” ¡Hipócritas! Hasta yo. Yo, que ando de hocicón sin sospechar siquiera que acá afuera aún hubiesen gentes con huevos decididos a poner en práctica sus ideas, pero ¿cómo iba a saber que aún existían más dinosaurios como yo? ¿Y porqué tuvieron ellos que meterme por el culo el enunciado que hizo que todos me tratasen de “duro” y “extremista”? Casi un “Kamarouge” ¿Por qué tuvieron que embarrarme a mí, a mi pobre carnal y hasta al pendejo de Ritssi, al que jamás le han interesado ni la política ni las ideologías? ¡AH!

¿Cómo estarán? ¿Seguirán vivos mi carnal y el Ritssi? La Iglesia Católica no perdona jamás… ¿No fueron ellos quienes inventaron el Garrote Vil, el Potro de Tormento y la Santa Inquisición? Ay. Lo que son las cosas… Si no me hubiese pasado a mí, si me hubiese quedado en casa, dominando mi curiosidad por ver a la gente y al Nazinguer, ahorita estaría celebrando lo ocurrido con una chela… Ya ni modo. Ahorita tengo que calmarme, si conservo la cabeza fría, si consigo pensar con claridad y continúo moviéndome, si no me detengo, seguro que hallaré la forma de burlar el cerco del ejército…



13:20 hrs.



- Y dale con tu pendejada… ¿Para qué teníamos que venir hoy, precisamente hoy, de todos los días? ¡Esto está hasta la madre! ¡Y ya me imagino el Zócalo! Si el Papa va a hablar desde la Catedral… Cuánta pinche gente.

- No digas eso, Ritssi… Esto es histórico. Además, no te quejes, ¿alcanzamos lugar o no?

- ¿Les tomo su orden? –dice la guapa mesera. Le sonrío coquetamente y pido mis enchiladas verdes.

- Pide otra cosa, siempre tienes que pedir enchiladas verdes, es como si vinieras a misa, y en vez de hostia fuesen enchiladas güey; mira, el plato oaxaqueño se ve sabroso. A mí tráigame el oaxaqueño señorita, por favor –apunta Ritssi. Mi hermano bromea:

- A mí tráigame la décima parte de lo que pidieron estos tragones por favor.

-¿Y de beber? ¿Qué les traigo?

-Un café con leche.

- A mí también.

- Un americano para mí, por favor…

- Tenia que ser el Ritssi con sus gringaderas… Mire señorita, entonces van a ser mis enchiladas verdes, dos platos oaxaqueños, dos cafés con leche y un horrorosísimo y amargo café gringo… perdón, americano… -le explico a la mesera mientras no dejo de buscar sus ojos. Está chula la condenada. Quién quita y me resulte lo ligón, ya que me ha sonreído también.

La meserita se va, moviendo sus caderas rítmicamente y la devoro con la mirada. Me cae que está bien buena la condenada. A ver si puedo sacarle su teléfono, pienso mientras Ritssi sigue quejándose de nuestro extraño comportamiento.

- No mamen, güeyes. Neta, ustedes siempre tan comecuras, y ahora resulta que quieren venir a ver al Papa. Me cae que no los entiendo.

- Es historia, Ritssi. ¿Neta, no te da curiosidad? –apunta mi carnal, y como en un partido de pam-bol, me manda la pelota y la juego.

- Además, mira a toda la gente. Ve el ambiente. Los mexicanos no están recibiendo a un líder religioso, ni siquiera a un jefe de estado, no. Están recibiendo a un dios. Aquí te das cuenta de que la historia es cíclica, porque así recibió Moctezuma al Cortés. Así te das cuenta cómo somos de ciegos y olvidadizos, pinche Ritssi. Este catolicismo recalcitrante que impide que el país avance, y la bola de gente que no tiene conciencia, con todo y lo positivo que dijo Octavio Paz que tiene el catolicismo, porque este fanatismo le costó al país la mitad de su territorio cuando los yanquis nos invadieron, y nos costó la guerra de Reforma, y la guerra Cristera, y mientras se recibe como un dios al Nazinguer, al que dejaremos de lado sus pecadillos por ahora, se olvida que fue esta sociedad mocha la que recibió con los brazos abiertos a Maximiliano, y que es esta misma sociedad mocha la que desplaza a campesinos protestantes de sus casas y tierras en Oaxaca, en Chiapas, en Guanatos y en no sé cuantos estados más del país, por el único delito de no ser mochos!

- El viejo cuento de los Conservadores contra los Liberales, Ritssi. Mira hacia afuera y comprenderás porqué no hemos cambiado nada desde la Colonia, por qué somos tan machos como sociedad, por qué se protege con ferocidad el principio de autoridad y la consabida ley del garrote. Viendo a la masa allá afuera, pareciera que aún tenemos a Palafox de Virrey, como si no hubiesen existido nunca Benito Juárez, Lerdo de Tejada ni Lázaro Cárdenas, es más, como si se hubiesen hecho humo Obregón y Calles. No avanzamos porque nuestra casa está dividida, el país adora al Vaticano y al presidente en turno… -Va solo mi carnal, dominando la pelota y me da el pase.

- Pues sí, pero…

- Además, a ti tampoco te caen bien los curas, pinche Ritssi. Siempre los atacas por corruptos, hipócritas y pederastas. –Le disparo a quemarropa a Ritssi, el cual arremete contra su cecina, pasa el bocado y dice:

- De acuerdo, de acuerdo. Pero yo no ando diciendo que le voy a poner una jodida bomba al Papa…

- No mames, pinche Ritssi. Sólo lo digo por decir. Además, ¿en serio crees que ando con una bomba encima? No mames, ése güey es intocable. Aunque quisiera ponerle en serio una bomba, ¿crees que un pendejo solitario como yo podría tener tanta suerte como para acercarme hasta él y dejársela tronar? Dos pinches pasitos, y ya estarían sobre mí veinte guachos madreándome y jalándome pa’ lo obscurito…

- “Entre la chanza y la risa…”

- Sí, pero “entre el dicho y el hecho…”

- Ya cálmense, no se calienten. Además, “del plato a la boca…” –entra oportunamente al quite mi carnal- …está bien que este güey no deja de decir en todos lados que con gusto le pondría una bomba al Nazinguer, pero ni modo que se la aviente con una resortera… Oye, eso estaría muy vaciado. ¡Le avientas la bomba de un resorterazo y nos echamos a correr!

- ¡No mames güey, vas a hacer que me ahogue!

- ¡Pinches burlones que son! ¡Y como hay un madral de gente, echamos al pinche gordo por delante, para que nos vaya haciendo camino…! ¡Já ja ja!

- ¡Eso! ¡Nos abres brecha con tu monumental panzota! ¡Y rodando rodando escapamos por el metro! ¡Já ja ja!



19:15 hrs.



“¿Que quieres?”

- ¡Qué bueno que contestas! Necesitamos que nos ayudes valedor… Nos están acusando de cosas que no…

“Ya deja de hacerte pendejo por una vez. No me llames más aquí. Es más, no vuelvas a llamarme jamás.”

“¿Es ése pendejo?”

“¡Córtalo! ¡Nos va a chingar a todos!”

- ¿Con quien estás? ¡Están todos reunidos, ¿verdad?!

“Sí.”

- ¿Y no piensan ayudarnos?

“No.”

- ¿Que pasó con lo de “Unidos por la Verdad”? ¡Ése es el lema de la Sociedad de Discusión Histórica! ¿Ya se olvidaron de ello?

“Eso valió madres. No me vuelvas a llamar. Adiós.”

- ¡No te atrevas a colgarme pendejo! ¡En serio necesito la ayuda que me puedas dar! ¡No estoy jugando! ¡Se acaban de chingar a mi carnal y a un amigo que nada tiene que ver con nada!

“¿En serio no fuiste tú el del atentado contra el Papa?”

- ¡NO!

“Quisiera creerte, pero la jeta de ustedes y la de tu cuate Ritssi están en todos los noticieros. Ahorita eres más buscado que ni el “Chapo”. Quisiera creerte, pero ni modo. Por andar de hocicón, pendejo. No te podemos ayudar, ni yo ni nadie del grupo.”

- No me hagas esto… No me lo hagas, por favor…

“Es más. La Secreta ya vino a chingarnos preguntando por ustedes. Y son bien jodones, y no tenemos por qué andar aguantándolos nomás por tus habladas. Molestaron hasta a Juan, y ya sabes que por su hipertensión y su diabetes, no puede soportar estas chingaderas. Adiós. Tú te metiste solito en esto, sal tu solo. Adiós. Y no vuelvas a llamar, porque de seguro mi teléfono y el de todos ya ha de estar intervenido.”

- ¡NO ME CUELGUES! Por favor, no me cuelgues… Yo no hice nada, te lo juro que yo no hice nada… ¡No cuelgues! No cuelgues por favor no me cuelgues… La culpa es de Ritssi… La culpa es de Ritssi… Si no hubiese comprado ese estúpido encendedor… Sí, también es mi culpa, soy un hocicón… No me cuelgues, por favor contesta, no me dejes solo, no me dejen solo…



14:52 hrs.



- ¡No podemos avanzar más! ¡Ya no seas terco!

- Compermisito compermisito por favor… Solo un poco mas, un poquito más…

- Mejor vámonos. Hay mucha gente, no se puede ver nada…

- ‘Pérense tantito… ¿A qué venimos al centro hoy, pues? Sólo quiero verle la jeta, nomás la jeta y nos vamos…

La gente nos apretuja y es algo extraño. Toda la masa callada, toda la plancha del Zócalo hasta la madre de playeras blancas, y nosotros con nuestras indumentarias obscuras. Parecemos los arroces de ratón en este costal blanquísimo. Me paro de puntas, levanto la cámara y con ella trato de ver dónde estamos. Allá, frente a Catedral, se alza el entarimado blanco también, como era de esperarse, desde donde va a hablar el líder de la Iglesia Católica. Parece increíble, pero este hombre que estuvo en las juventudes hitlerianas tiene más cartel que… Mejor dejo de pensar. Solo una foto que mostrar en la Sociedad Histórica, y me voy de aquí a cotorrear…

El sol cae a plomo, y en medio de la resolana, las playeras blancas brillan con fuerza, como si de a deveras hubiera algo santo… Qué calor… Parece domingo… Uff… Apenas a dos metros se halla la valla y su toldo que nos separa a nosotros, tristes gusanos, de los VIP’s: cantantes, actorcitos, políticos pese a la Constitución y al Estado Laico, y demás ralea que tienen sojuzgada y atarugada a toda esta pobre gente… Arrr…

Y de pronto, estalla el júbilo general. A fuerzas el Papa ya apareció en el estrado, a ver si puedo tomar una buena foto… ¡No me muevan, chingao! Sí, ése debe de ser el Papa, el “Benevolente” Benedicto, heredero de toda la mugre y asesinatos e inocencias robadas… ¡Ah! ¡Cuánta gente! ¡No puedo ni moverme! Algo me dicen mi carnal y el Ritssi, pero la gritería es tal, que no puedo escucharlos…


18:06 hrs.



- …no debimos venir… Sabía que no debía venir…

- ¡Cálmate! Sólo respira profundo, sólo concéntrate en respirar, amigo…

Ritssi y mi carnal se hallan pálidos, desencajados, la ropa sucia y rota en unas partes por los jalones; tomamos aliento, recargados en esa pared, en ése resquicio de la Plaza de la Computación que para fortuna nuestra, no ha cerrado sus puertas. A nuestro costado, apenas podemos ver a la gente que no deja de pasar, la mayoría con playeras blancas como kukuxklanes por República del Salvador.

- Tuvimos mucha suerte al poder escapar… ya, no nos recriminemos; tenemos que estar juntos si queremos salir de ésta…

La gente camina de aquí para allá, muchos espantados, algunos llorando a moco tendido; otros muchos enojados, con la ira desbordándose por sus ojos encendidos y por su boca en forma de leperadas:

- ¡Hijos de su pinche y culera madre…! ¿Cómo se atrevieron a levantar su pezuña contra el santo padre?

- ¡Herejes!

- ¡Malditos! ¡Mil veces malditos! ¡El infierno es poco para ellos…!

Grita airada una señora cincuentona junto a sus acompañantes que se detienen un momento frente al corredor que nos cobija momentáneamente. Su grito es un hierro al rojo vivo y pareciera que apunta hacia nosotros tres su odio. Sólo atinamos a mirarnos nuevamente, convenciéndonos que realmente nosotros no hicimos nada, no tenemos culpa en lo que pasó, y que no es culpa nuestra que el primer cuadro esté cerrado, como constatamos cuando salimos corriendo, para toparnos con que el ejército ya tenía cerrado todo. Granaderos y soldados en Eje Central, en Moneda, en Izazaga y seguramente también en…

- No debimos venir.

La mirada de Ritssi es de miedo. Un ruego de niño asustado que se quiere ir a su casa.

- Ya ni modo, Ritssi. Ya estamos aquí, ya qué…

- Debemos movernos. Si nos quedamos quietos perdemos. Quítense las chamarras y despéinense, eso nos dará tiempo en caso de que nos topemos con alguno de los fanáticos que nos echaron la culpa… También tenemos que voltear las camisas al revés, por si las flys…

Recomienda mi hermano, y le hacemos caso sabedores de que el primer golpe de vista es crucial. Mientras lo hacemos, intentamos trazar una estrategia que nos permita sobrevivir.

- Oye, ¿y si hacen como en el ’68? ¿Y si nomás nos matan a todos?

- No lo creo… Es poco probable, ya que esto es diferente, lo que ocurrió es un atentado, a alguien se le ocurrió poner una bomba de a deveras y lo que quieren es echarle el guante a quienes la pusieron y por eso todo está cerrado y no dejan entrar ni salir a nadie. Ahorita tenemos que confiar en que no nos reconozcan los fanáticos que nos echaron la culpa y confiar en que la policía mexicana es más dada a buscar chivos expiatorios que en investigar nada. Además, hoy pesa más la opinión internacional, y hay mucha prensa extranjera aquí…

- ¡ESTÁN DEJANDO SALIR POR METRO ALLENDE…!

Grita de pronto uno de los muchos vendedores que trabajan en la plaza. Volvemos a mirarnos.

- Creo que debemos intentarlo… Es ahora o nunca.

Dice mi hermano preocupado, Ritssi y yo asentimos. Comenzamos a andar, y a unos pasos antes de alcanzar la calle, Ritssi me clava la mano aprensivamente en el hombro; no dice nada, y no hay nada más que decir. Sus ojos señalan hacia uno de los múltiples aparadores, donde a través de varias pantallas aparecen unos retratos hablados: no hay duda, somos nosotros.

“…nos acaban de llegar los retratos hablados de los presuntos responsables del atentado a Su Santidad. Según los testigos, son muy peligrosos. Repito por si nos acaba de sintonizar, el atentado que sufriera hace unas horas Su Santidad, se cree que fue perpetrado por estos sujetos que ahora mostramos en pantalla, con un poderoso explosivo oculto dentro de…”

- No debimos venir… - Ahora soy yo quien habla, y siento esa imagen mía dibujada como un balde de agua helada. Reacciono solo cuando noto como en sueños que la mano de Ritssi me lastima el hombro.

- Hay que echarle güevos. Sólo son unos dibujos, y pueden ser de cualquiera. Ritssi, ¿todavía traes tu encendedor?

- Lo… lo tiré… Me dio miedo, y… y lo tiré… no sé donde…

-Tenemos que movernos – dice mi carnal – confiemos en que poca gente ha visto eso. Hay que confiar en que al despeinarnos y voltear las playeras al revés, nos dará el tiempo suficiente para pasar desapercibidos y poder salir de aquí. Ya después podremos, con más calma, probar que todo esto no es más que un jodido malentendido. ¿Están conmigo?

- Si.

- Echémosle güevos… Podremos salir de ésta. Al fin y al cabo, no hicimos nada – digo muy seriamente.

- Sólo concentrémonos en salir. Ya después podremos demostrar que la pistola del Ritssi no era más que un encendedor. Por ahora, concentrémonos en salir, porque la gente está muy enojada y ahorita nadie oye razones. Vámonos de aquí, que entre más nos tardemos, menos chances tendremos…

Caminamos. Nunca se me había hecho tan larga la distancia entre República del Salvador y Allende. Como suponemos, hay mucha gente en la estación que se halla acordonada por soldados y otros, que forzosamente tienen que ser de la Secreta. Su aire de matones a sueldo los delata.

- En la madre… Sólo están dejando pasar de dos en dos.

- Nos van a chingar… - a Ritssi le tiembla la barbilla, se halla a punto de desmayarse de los nervios.

- Cálmate Ritssi, amigo. Cálmate… – le murmuro al oído –…no hicimos nada, concéntrate en ello, somos inocentes…

Avanzamos. Pasa mi carnal, pasa Ritssi, y es entonces que me doy cuenta… El aguijón del miedo me paraliza las piernas cuando veo a dos de la Secreta que se acercan a la espalda de mi amigo Ritssi. Mi hermano también lo siente, y voltea, y se vuelve cuando los cancerberos toman a nuestro amigo de toda la vida. Alcanza a Ritssi justo cuando a este se le doblan las piernas, y es cuando me mira aprensivamente:

“¡VETE! ¡HUYE DE AQUÍ!”

Me gritan sus ojos. Alguien me empuja, alguien mas me exige que avance, y en eso, otros ojos, ahora de hielo y acero, buscan los míos… Sólo atino a bajar el rostro y a hacerme a un lado antes de que el soldado me preste atención, o no sé, pero creo que es joven, sí… es un soldado joven que aún no tiene el olfato desarrollado y vuelve a ignorarme por prestar atención al tumulto que se arma. Doy un paso atrás, otro, y otro, y cuando al fin reúno el valor necesario para alzar el rostro, la imagen me lastima dolorosamente el corazón: en medio de la turba, alcanzo a ver a mi hermano y a Ritssi hincados y con las manos en la nuca; se ven infantiles, casi unos niños desvalidos de lo indefensos en medio de mil hambrientos lobos que exigen a los policías y a los soldados que se los entreguen para devorarlos mientras no cesan de propinarles insultos. Los lobos vestidos de blancos corderos aúllan iracundos, y el odio se siente espeso, terrible, y sólo es detenido por los soldados que cortan cartucho, el primer balazo lanzado al techo como advertencia de que con el ejército no se juega, y el aguijón ahora clavándose profundo en mi nervio lumbar, haciéndome que camine aprisa y a empujones en contraflujo de la masa que se compacta, furibunda, y logro salir de la estación… Los abandono, echo a correr como la rata asustada que soy, pegado a la pared, y ahora sé que soy un maldito y cobarde hocicón.



15:33 hrs.



La porra al Papa es atronadora. Después del soporífero discurso del Arzobispo Primado de México, que hizo al papa permanecer sentadito atrás como niño bueno evitando que tome la foto que quiero, al fin se acerca al podio. Nazinguer sonríe a la multitud con una sonrisa bien estudiada; levanta la mano y, como si fuese magia, la concurrencia calla, atenta hasta del más mínimo parpadeo. Ahora si es la mía. Levanto el brazo con la cámara para tomar la foto que me interesa e irnos de aquí, pero no bien lo hago cuando…

- ¡TIENE UNA PISTOLAAA…!

Volteo, y la foto que tomo no es la del papa en su discursito, no. La imagen que capturo es la de Ritssi con los ojos muy abiertos, sorprendido con el cigarro cayéndose de su boca y en la mano, su flamante, nuevo encendedor…

La primera reacción de la gente es hacerse a un lado, pero un instante después, la masa se vuelve contra nosotros, agresiva. El tiempo se detiene. Mi hermano jala a Ritssi mientras uso mi peso para abrirnos paso, cosa que no sucede dada la cantidad de gente reunida. Sólo atino a ver manos que se alzan furiosas, me tiran la cámara y tratan de asirme para despedazarme, pero antes de que logren su objetivo, un grito mas fuerte enmudece incluso al papa… A nuestras espaldas cae un relámpago iluminándolo todo, callándolo todo, y el viento de la explosión es tan poderoso que nos derriba como si fuésemos de papel… La gente está aturdida, y no sé cómo, pero atino a mirar a mi hermano y este me entiende, levantamos a Ritssi y los tres echamos a correr, aprovechando la desbandada humana que sigue, buscando todos salir de ahí. Empiezo a creer un poco en los milagros cuando alcanzamos Venustiano Carranza, confundidos entre toda la gente.



23:45 hrs.



En sueños creo ver a mi madre. Sale del metro donde aún hay soldados y un policía desvelado y cansado como yo. Mamá, ¿qué hace aquí? Yo no puedo salir todavía, váyase a la casa, mamacita chula… Ella se detiene un momento al ver al cilindrero que toca con su artefacto viejo, anticuado como yo una canción de Maria Luisa Landín: “…nuevamente vendrás hacia mí, yo, yo lo aseguro, cuando nadie se acuerde de ti, tu volverás…” y le extiende una moneda, pero cuando el cilindrero extiende su gorra, voltea, me ve…

- ¿No eres tu uno de los cabrones que se quisieron chingar al santo padre?

- …no, cálmate, no soy de ésos…

- Me cae de madres que eres uno de esos culeros, pinche puerco greñudo amante de Fidel… Me cae que eres uno de esos hijos de la chingada… ¡AQUÍ! ¡AQUÍ! ¡AQUÍ TENGO A UNO DE ESOS CULEROS…!

Volteo a ver al policía del metro, que somnoliento primero, cansado del ajetreo del día, se achispa ante los gritos del organillero que me sujeta a dos manos mientras la gente, curiosa al principio, agresiva después, se empieza a juntar. Incrédulo se talla los ojos, para ponerse los lentes gruesos como fondo de botella de cerveza, abre los ojos bien grandes a través de la turbia lente, y me dice mientras camina hacia mí:

- …hijo de tu puta madre… No, si no llevo tanto tiempo usando lentes en vano, eres uno de esos hijos de Lucifer…

Trato de zafarme con desesperación y echarme a correr, pero en vano. No he comido nada desde la que hicimos al mediodía y el estrés me ha cansado mucho y me hallo agotado anímicamente y embotado también y el cilindrero me agarra con toda la fuerza de su fe violentada mientras sigue gritando:

- ¡AQUÍ! ¡AQUÍ TENGO AL CULERO QUE FALTABAAA…!

Es todo lo que la gente necesita saber. Como un horrible reguero de pólvora todos creen saber quién soy; se erigen arbitrariamente en jueces y verdugos, y ya siento sus manos sobre mi, primero jaloneándome, luego un golpe, otro, y muchos mas. Se acabó. Sólo tengo tiempo para una última cosa, si no la hago ahora, ya no la podré hacer jamás…

- …váyase mamá. Te quiero mucho. No veas esto, por favor… Esto va a ser muy feo… Jesusito mío, cuida de mi alma por favor…

Ya no se si lo digo o solo lo pensé. Mi madre me mira cada vez más lejana, se pierde, tragada en medio de todos estos dientes que son la gente que me golpea. No puedo cerrar los ojos, no puedo; su triste mirada llena de angustia me obliga a seguirla viendo con su aire ya viejito, su pelo plateado mal disimulado por el tinte barato que yo mismo le puse la semana pasada, y sus ojos, ay, sus tiernos y pequeños ojos siempre tristes y hoy mas tristes todavía ocultándose llenos de llanto detrás de sus cansadas y trabajadoras manos. Se va quedando atrás, engullida por este animal que me despedaza, adiós, mamita, adiós… No sé si es bondad o maldad, pero alguien me cierra los ojos de golpe con un objeto muy pesado, pone entre mi madre y yo un párpado rojo que se hace negro; la obscuridad es caliente, ¿o es el dolor, al que ya puedo ver? ¿Es bondad este líquido caliente que apenas siento ya? No lo sé, me quiere este animal arrancar los brazos… Me los tironea con saña, quiere arrancarlos de mí… Mis muñecas… Mis muñecas están atadas, no las puedo mover, no puedo ya cubrir nada… Mis muñecas… ¿Es bondad? No… Es el infierno… ay… ay… ¡Ay! ¡AY! ¡MAMÁ! ¡MAMACITA…! ¡ME QUEMO, MAMÁ! ¡ME QUEMOOO…!



Jair Aguilar “Gato Jazz”.

Real de Tultepec, 11 de Febrero de 2012.



¿Y bien? ¿Qué les pareció? Estuve pensando y cabe la posibilidad de hacerla en historieta. De hecho, ya comencé el guión y espero comenzarla a dibujar por Septiembre, porque primero he de terminar a “Xibalbar” y a “Gusanito y El Vampiro”. Canijos sueños, cómo son. Miren que ya me morí y feo, me quemaron… Les anexo unos monos que serán tentativamente los personajes.











Obviamente, hay que caricaturizarlos mas, y darle otros detalles. Por cierto, estos monos fueron hechos con Corel Painter X, y parece que utilicé lápiz de verdad. De hecho, se me antoja tomar fotos de las locaciones y solamente ponerlas en blanco y negro acentuando mucho las sombras, y sobreexponer a los monos, como hacen algunos mangakas, a ver que decido, porque se me hace que para el tipo de historia, dura y cruda y llena de equívocos, el colage quedaría bien..

Y bueno, camaradas, los dejo. Nos vemos hasta la entrega que viene, y recuerden: ¡NO VOTES! ¡QUE SE VAYAN TODOS! ¡SAYONARA!

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