domingo, 28 de agosto de 2011

Pintura De Caballote: Luna en Tepalcate.






¡BIENVENIDOS AL TERRORISMO MEXICANO!


Mis estimados contlapaches, mis queridas correligionarias, todos peludos, todos pufeadores. Estamos armados de uñas y dientes para esta hora que es negra, pero aún así, camaradas, Dios nos ha dado los mejores ojos que existen para ver en la obscuridad.

            Es hora de dejar el hoyo, ya es tiempo de abandonar la madriguera. No se trata de hacer grilla ni nomás gritar, no. Se trata, fundamentalmente, de simplemente vivir.

            Nos enteramos y sufrimos, como todos los mexicanos, de la barbarie que como un perro furioso, babea y tarasquea sus fauces llenas de rabia; pero no olvidemos nunca, camaradas peludos, que los perros, todos, son ciegos de noche.

            La última tarascada de éste animal furioso: El Casino Royale de Monterrey. Pero no es sólo el acto salvaje y deshumanizado lo que ahora me indigna, no. Lo que me indigna, camaradas, lo que siempre me ha indignado, es que éste animal rabioso y demoníaco tiene dos horrendos hocicos en una misma cara, en un mismo cuerpo. Me explico:

            Allá por mediados del siglo pasado la casta gobernante gringa inventó una escuelita que se llamó “Escuela De Las Américas”, con la cual la milicia gringa lograba dos objetivos en su afán de ganar la Guerra Fría: 

·         a) La creación e inserción de cuadros leales a los Estados Unidos en los gobiernos dictatoriales o “gorilatos” también leales a los Estados Unidos y así tener un control férreo del área ante la expansión de todas las variantes del pensamiento de izquierda así como de la “Teología de la Liberación” (que no es más que otra carta del mismo mazo, pero que a fines prácticos, siempre les ha servido de pretexto) y

·         b) Generar elementos altamente entrenados en combate antiguerrillero y capaces, asimismo, de infiltrarse en cualquier movimiento de índole izquierdista ya sea para simplemente espiarlo, o incidir en él hasta descomponerlo.

            Esta “gente” de la Escuela de las Américas entrenó a muchos grupos antiguerrilleros y paramilitares a todo lo ancho y largo de América Latina. Ellos entrenaron a los feroces Kaibiles guatemaltecos así como a las temibles fuerzas militares de Argentina, cuya prueba de graduación, consistía en degollar a un perro que les había sido entregado al entrar al ejército como un cachorrito y al que habían criado durante cuatro años. Esto está ampliamente documentado cuando cayeron los gorilas argentinos después de la guerra de las Malvinas.

            ¿Les suena conocido? ¿No recuerdan ése caso de los policías en Estado de México que ahorcaron hasta la muerte a un cachorrito, y cuya noticia le dio la vuelta al mundo? Bueno. Sigamos con nuestro cuentito: Por ésas mismas fechas, al gobierno mexicano se le hizo buena idea mandar “gente” a ésa escuelita, “gente” que era de un cuerpo que me parece recordar que se llamaba “Fuerzas de Movilización Aeroterrestre” (FMA) para poder hacer algo efectivo contra las guerrillas de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, que tenían amplia base social. Cuando regresaron los primeros egresados, lo primero que hicieron fue torturar y quemar pueblos y rancherías por la simple sospecha de apoyar a los guerrilleros guerrerenses. Es un hecho conocido que arrojaban sospechosos desde un avión, con las tripas de fuera y después de agotadoras sesiones de golpes, “pocitos” y “gallinitas ciegas” para que fueran devorados por los tiburones.

            A mediados de los noventas, con el declive de los cárteles de la droga colombianos y el fortalecimiento de los mexicanos, la gente del FMA decidió desertar y traicionar su lealtad al estado mexicano para formar, primero, grupos de guardaespaldas altamente entrenados para los nuevos capos; siguieron como mercenarios contratados para pelear en las guerras intestinas de la mafia mexicana y terminaron, dándose cuenta de su poder, por formar su propio cártel: los temidos “Zetas”, cuyo nombre no sé si es tristemente inspirado por “Dragon Ball Z”.


            ¡Ah! ¡Ya toma cuerpo este cuentito! Con el gobierno unilateral del PRI, el narco mexicano sólo era transportador hasta que llega Salinas al poder. Es con él cuando los narcos comienzan a crecer y a dejar de ser meros transportadores para convertirse en productores, a competir entre ellos y por lo mismo, a matarse entre ellos. Todos estos datos los soltó el ex gobernador de Nuevo León, Sócrates Rizo, pero eso, camaradas, tan sólo es el segundo hocico de ésta bestia furiosa.



            El primer hocico, contra todo lo que se pudiese pensar, camaradas, es más afilado, más terrible, porque es más fino, te sonríe y te saluda antes de despedazarte. Me explico:

            Muy poca gente quiere a Luis Echeverría y con justificada razón; el obscuro presidente que fue secretario de Gobernación durante el año negro de 1968 y autor también del “Halconazo” cuando era presidente, fue, sin embargo, el gestor de uno de los periodos de mayor equilibrio entre las clases sociales en México, quizá producto de la inercia dejada por el Cardenismo. Durante su sexenio, las clases medias y las pobres estuvieron más cercanas al ser los salarios mínimos los más decentes que se hayan tenido en toda la historia del país (Un burócrata de mediano nivel podía irse a vacacionar a Estados Unidos, y un trabajador podía mandar a sus hijos a la universidad sin tantos problemas económicos), y la economía mixta nos salvaba de los especuladores y del deslizamiento negativo del peso. Pero al llegar Miguel de la Madrid comenzó el desvalijamiento de la infraestructura estatal terminando con el “Estado de Beneficio” que bajaba impuestos y daba apoyos a las clases bajas y medias bajas, para comenzar a proteger la macroeconomía, dejando de lado al verdadero motor de desarrollo mexicano: la micro y pequeña empresa. Es decir, en lenguaje sencillo, que nos empobreció, y nos sigue empobreciendo. ¿A quién creen que beneficia un peso tan devaluado, y la falacia asesina de mantener los salarios tan bajos, so pretexto de atraer la inversión extranjera?

            Con el país empobreciéndose, la gente tuvo que buscar otro empleo o doblar turnos de trabajo para nivelar la baja salarial ante la inflación, dejando a los hijos solos por periodos prolongados de tiempo, y es aquí donde viene la segunda tarascada: la educación.

            Antes (y a mi generación todavía le tocó), uno se educaba tomando en cuenta la vocación, y gracias a las libertades logradas por ésa misma inercia del Estado de Beneficio, se crean en las universidades carreras tan chipocludas como Letras, como Historia, como Sociología, Artes Visuales, y se les da impulso a todas las humanidades en general. Pero con la Macroeconomía engordando a costa de todos, se acotaron las carreras humanísticas y se desarrollaron nuevas ingenierías y se les dio apoyo para convertirlas de licenciaturas a bachilleratos técnicos, con la idea de generar técnicos capaces únicamente de manejar la tecnología que a la gran empresa le interesa, sin la capacidad de desarrollar la propia, violentando el espíritu con que fueron creadas universidades como Chapingo y el mismísimo Instituto Politécnico Nacional.

            Así, les ha venido insertando la macroeconomía a la juventud la idea errónea de estudiar para ganar dinero, dejando la vocación de lado. Como resultado, hoy tenemos un ejército de abogados, de administradores, de médicos e ingenieros civiles trabajando de taxistas o en los tianguis, y tenemos por el otro lado, contradicciones enormes, como tener miles de personas encarceladas injustamente y sin tener la opción de contratar un buen abogado que les defienda, miles de caminos que debieran ser construidos y reparados pero sin ingenieros que dirijan la obra, y comunidades serranas que sólo tienen un médico y un maestro en cincuenta kilómetros a la redonda.

            Esto de por sí es malo, pero se agrava si tomamos en cuenta que la voz crítica de México, es decir, los estudiantes y egresados y profesionales de las humanidades, los encargados de decirle a los grupos de poder y a la población qué está bien y qué está mal, dando un rumbo, van languideciendo y su voz se va quedando más y más afónica. Pero esto, camaradas peludos, sólo corresponde a la educación media y superior. La mordida es cruel y dolorosa a nivel básico.

            En un país que tiene poca memoria histórica, en un país que está perdiendo a pasos agigantados su rostro y su identidad nacional en manos del Imperio Yankee y sus voceros, las televisoras privadas, sumándole el fenómeno reciente del “Narco style”, debiera ser considerado traición a la Patria quitar la Historia de los Libros de Texto Gratuitos. Los niños de hoy en día saben quién es el nefasto Pittbull, pero ignoran quién fue Cuauhtémoc, quiénes fueron los Niños Héroes. Son ignorantes de los hechos de los grandes hombres que nos han dado rostro.

            El diente se hunde más, hasta el hueso: familias cuyos padres y/o tutores no tienen tiempo para los hijos, y éstos crecen solos, sin una base ética sólida que debiera darles la escuela, son víctimas fáciles de cualquier vicio, llámenle alcoholismo, tabaquismo, o drogadicción. La marihuana sólo es el inicio para drogas más potentes y destructivas.

            Así comienza la espiral de la destrucción: al perder la noción de nuestra propia e individual humanidad, al decir “es mi vida y hago con ella lo que quiero”, se pierde el valor de ella, y si la vida propia vale nada o muy poco, lo mismo pasa con la vida de mi prójimo. En una sociedad tan salvaje, el único valor es la crueldad, y los jóvenes para ser aceptados, se apegan a ella ya sea por convicción o por simple imitación para ser aceptado por un grupo. Entre más cruel eres, eres más respetado.

            Y si se fijan bien, camaradas, la violencia desatada coincide tristemente con la vuelta al culto a Mictlantecuhtli, la mal llamada “Santa Muerte”. Todo va de la mano, junto a los hipócritas discursos que quieren hacernos creer que con unas palabras se está solucionando esta espiral de destrucción. Sólo importa al poder la pose, lo mediático. La violencia y las balas se combaten con discursos llenando al país de miedo ya que le conviene al grupo en el poder, y es éste miedo quien tiene la última palabra.

            El miedo se usa para todo. Es válido para venderte una medicina al decirte “si tienes várices, puedes perder la pierna”, hasta “López Obrador, un peligro para México”. Todo se hace para ganar algo por medio del miedo. Eso es el Terrorismo, ya que su objetivo es minarte la alegría y la confianza; pero cuando se hace desde el Estado, cuando se comprende cabalmente que estas bandas de asesinos, que los capos de la droga, que las cabezas de la trata de personas, sólo son intermediarios, se comprende que hay una inteligencia que nos mueve como peones, que mueve al mismísimo Felipe Calderón y al mismísimo Barack Obama (si no, ¿por qué los gringos no han agarrado a ningún gringo narco importante desde la caída de Al Capone?), es horrible, porque se comprende cabalmente que para los grupos en el poder, la vida humana no vale nada.

            Y es indignante, camaradas, por que es ahí cuando tenemos la visión entera del perro rabioso que nos quiere despedazar. Sus dos hocicos quedan al descubierto, y el aparentemente misterio de quién es la cabeza, es mínimo: lo importante es saber que nos odia y quiere sangrarnos hasta que no les sirvamos más para tirarnos a la cloaca. Y sigue siendo indignante, por que esta bestia horrenda mueve sus tentáculos, y le dice a FECAL: “tu popularidad está bajando. Este es el pretexto perfecto, haz tres días de duelo nacional, y el resto de tu sexenio será tranquilo”.

            Me indigna y mucho, camaradas, no por que las cincuenta y tantas víctimas del Casino Royale no valgan un duelo nacional. Uno sabe que cuando se va a un casino, se va a jugar y a promover uno de los negocios que permiten al narco lavar dinero, que fomenta la prostitución y mina la economía nacional, no. Me indigna sobremanera, porque cuando el terrorismo de estado asesinó con su corrupción a los cincuenta niñitos de la guardería ABC de Sonora, nadie, ni siquiera el municipio puso una bandera a media asta. Cuando hicieron su mitin, la gente estúpidamente creía que los globos que se soltarían en la ceremonia luctuosa eran para ellos! ¡Cuando programaron otra reunión, López Obrador, el supuesto “rayo de esperanza” se las estropeó al hacer él un acto el mismo día en el Zócalo, donde las madres iban a hacer una plantón! ¡Me indigna, por que cuando descubrieron las narcofosas con más de setecientas personas asesinadas cruelmente, no se dictó ni un día de luto nacional!

            Pero lo que más me indigna, camaradas, es nuestra caradura como mexicanos. Un acto tan terrible como la muerte de las criaturas de la guardería ABC, un hachazo tan violento y descomunal que debió unirnos a todos como mexicanos y pelear contra un estado corrupto que permite ésa tragedia, ¿y a alguien le importó? ¡No! ¡52 CRIATURAS MUERTAS, ASESINADAS POR LA CORRUPCIÓN DE MOLINAR HORCASITAS, Y EL HIJO DE SU CHINGADA NO HA PISADO NI UN SOLO DÍA LA CÁRCEL! ¡Sigue pegado al erario público, con un astronómico sueldo que yo pago y que tú también pagas al comprar un mísero kilo de tortillas! ¡Igual que toda ésa caterva de hipócritas llamada Cámara de Diputados, Cámara de Senadores! ¡Piden perdón frente a los micrófonos, frente al valiente poeta Sicilia, pero nos apuñalan en cada niño descalzo, en cada migrante secuestrada y violada, en cada descabezado! ¡Todos son hipócritas! ¡Pero el rey de éstos hipócritas es Felipe Calderón! ¡Basta!

            Yo apelo, desde éste humilde cojín, desde mi investidura de ciudadano de a pié, desde mi condición de lombriz bajo tierra, desde mi vulnerabilidad de viajar todos los días en un peligroso transporte público, desde mi posición de ganar apenas para sobrevivir, y aún así vivir de prestado, pero también, como heredero de cuatro milenios de cultura, de civilización, y también como padre, como tío, como hijo y sobrino, abuelo de la nueva generación, como el amigo, el esposo y el amante y como el ser humano capaz de conmoverse ante la belleza de una mujer, capaz de condolerse por las lágrimas de un niño, a ése México que aparentemente siempre está dormido, ése mismo México que le aventó pedradas a Moctezuma al entregarnos a los españoles, a ése México que se unió primero al valiente Temanaxtle y después al cura Hidalgo y a su grito de no mas yugos; ése México, que cansado del abuso, se levantó junto a Madero, junto a Villa y junto a Zapata… ¡Que se alce ése México, que permitió noblemente que su joven piel fuese acribillada en 68 y 71! ¡Que mostró al mundo su rostro milenario y moreno junto a Marcos y los Zapatistas! ¡Que se alce ése México, que siempre le abrió los brazos a los exiliados y migrantes que huían de la pobreza o de gobiernos injustos! ¡QUE SE ALCE, QUE DEJE DE SOÑAR! ¡En guerra ya estamos! ¿Vamos a dejar que ése extraño enemigo nos destruya?

¿Hasta cuando vas a reaccionar, mexicano? ¿Hasta que violen y prostituyan a tu madre, a tu abuela, a tu esposa, tu hija, tu sobrina? ¿Hasta que a ti o a tu padre, a tu hermano o a tu sobrino le corten los brazos y la cabeza?

Este cuentito no tiene buen final. Porque la espiral de la violencia ha empezado a girar, y contra todo ése odio, sólo se me ocurren dos soluciones: una dictadura que lo controle todo, o algo más viable: el cambio desde adentro, dar la otra mejilla, y reír. El terrorismo busca llenarnos de miedo, y contra el miedo sólo son efectivos el amor fraterno y la risa, ya que al perdonar, nos libramos de pesos gigantes, y podemos empezar a vivir. ¡HAY QUE REÍR! ¡Y TAMBIÉN HAY QUE AYUDAR!  El egoísmo de unos cuántos es lo que ha destruido la vida, entonces, ¡hay que ayudar! ¡Aunque no te ayuden! Si es cierto que el miedo es una espiral ascendente, también es cierto que el amor filial lo es, y si nosotros, los pocos cojineros, comenzamos a cambiar, ¡al rato tu vecino lo hará! ¡Se predica con el ejemplo! ¡Y el ejemplo da frutos! ¡Basta de aislarnos en nuestro mundito! ¡Es hora de salir! ¡Es hora de ponernos en los zapatos del otro!

¡Sayonara! ¡Hasta la entrega que sigue! ¡No votes! ¡Que se vayan todos!

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