sábado, 5 de marzo de 2011

Histerieta: “Los Que Cayeron De Cabeza” 3ra Entrega.


¡Mis camaradas peludos! ¡Que gusto de escribirles! Ya no me caben en el buzón las cartas ovacionando éste peludo rinconcito donde nos podemos estirar cómodamente mientras sacamos las garras. ¿Y cómo ven lo de Egipto? A mí me dio mucho gusto en lo personal, ya que eso demuestra que cuando la gente se une, hay muy pocas cosas que no se puedan hacer. Sí, hay represión, sí, pero la cosa es no sacarle, y sentirse solidario con las necesidades de los demás. Siempre he creído que ha sido el esfuerzo de todos lo que ha construido las cosas buenas y malas que tenemos, y no la idea burguesa de la “idea”, el “esfuerzo” personal que “te lleva a la cima”, que si bien es cierto que existe un chispazo, éste está condicionado por los múltiples chispazos de inteligencia que los seres humanos tienen en todas las épocas, y no por alguien solo. Eso sería como creer en la Generación Espontánea. Una idea, una ocurrencia, se nutre del momento histórico, de las múltiples ideas y condiciones que hay en ése momento de su concepción. Así, entre mucha gente se levantaron las pirámides de Egipto, como las de México, y ahora la fuerza y la entrega de mucha gente obliga la salida de un dictador que tenía una máscara democrática. Ojalá que ésa revolución pacífica se extendiese aquí, donde padecemos una, como bien dijo Vargas Llosa, “dictablanda”, donde tenemos una charada de partidos políticos que no representan a nadie, donde los gobernantes mexicanos no le hacen caso a las demandas de la gente, y donde la misma gente no es solidaria con los demás. Un botón de ejemplo: la mayoría de la gente cree que las personas que por necesidad entran a la chamba de ser vigilantes, no hacen nada, cuando nadie estaría dispuesto a estar en un turno de ésos de doce por doce, o peor aún, de 24 por 24. Y así hay muchos casos. Observando La tele el otro día, vi un anuncio que aparentemente es inofensivo, de una escuela que ofrece cursos sabatinos, pero rascándole un poquito, uno puede ver cómo pensamos por aquí. Seguramente lo habrán visto también: se trata de un mensajero que va acalorado en un elevador, y después de estudiar (en la escuela en cuestión), se transforma en un brillante ejecutivo. Es decir, creció en la escala social. De ése anuncio podemos colegir dos cosas: las clases medias ven a las clases pobres como seres inferiores, primer gran error. Somos personas como todos. La realidad lanza a la cara que muchos profesionistas trabajan de lo que haya, ante la escasez de empleos, y que por la crisis generada por las recetas del FMI y el neoliberalismo, al proteger a la macroeconomía, las clases medias desaparecen y se vuelven pobres, o sea, bajan de status. Y segundo: al ascender en la escala social, debes olvidarte de dónde vienes (si es que realmente se pudiera ascender, la cima es un sitio pequeño y casi no cabe nadie, en la concepción burguesa del mundo) lo cual es el segundo error.

Dirán y con razón, estimados camaradas, que éste gato es muy reiterativo con lo mismo, pero sucede que lo veo a diario. La gran mayoría de la gente se olvida de ser solidario con los demás, nos olvidamos de que gracias a ésos mensajeros pequeños y sin rostro, muchos ejecutivos pueden hacer su trabajo sin complicaciones. No vemos a la persona que barre las calles, y si lo vemos, nos hacemos los desentendidos, cuando no nos costaría nada y haríamos más fácil su labor, si le damos a ésa persona un vaso de agua fresca, si le sonreímos a la cajera, si le damos las gracias al burócrata que nos atiende en nuestro trámite, considerando que ellos también están ahí quizá a la fuerza, y que, si tuvieran la posibilidad, estarían en otro sitio más agradable a ellos. Se nos olvida que todos estamos aquí de paso, y que el camino es duro para todos nosotros. ¿Por qué no hacerlo más agradable? ¿Por qué no ser más solidarios? En vez de estar enojados en el embotellamiento que provoca una manifestación, ¿no sería más sensible comprender que ésa gente está en ése sitio, asoleándose, a veces sin comer, con sed, a veces también a fuerzas, por que en éste país es la única forma de hacer oír su voz? ¿No sería más fácil, en vez de sonar el claxon, exigirle a las autoridades que escuchen a ésa gente y que hagan lo posible por resolver su querella? Así, júrenlo, camaradas peludos, no habría tantas manifestaciones ni la necesidad absurda y pequeñoburguesa de un manifestódromo. En fin.

Más realistamente, y ante el negro escenario de una muy posible invasión gringa motivada por nuestra corrupción y (aunque les duela a los gringos) su corrupción al comprar drogas y vendernos armas, si una revolución pacífica tipo Egipto ocurriese por éstas nopaleras, júrenlo, camaradas peludos, la élite en el poder haría lo mismo que Moadmar Kadafi; lo hicieron en el 68, lo hicieron a Genaro Vázquez y a Lucio Cabañas, a los mismos perredistas en los 80’s ante el brutal fraude de Salinas de Gortari, a los zapatistas, eperristas y erpistas, y ahora a los luchadores sociales de Ciudad Juárez. El poder es algo muy canijo y más enviciador que cualquier droga, y mucho me temo que no van a dejarlo sin un baño de sangre. En fin, en fin…
















Vaya un afectuoso saludo a la gente de Editorial Jus. De hecho, utilizo mucho un libro suyo, “Manual de Historia de la Cultura” de Carlos Alvear Acevedo, un libro tan completo, que me ha sacado de varios atolladeros, y ahora, Editorial Jus tiene el acierto de hacer un concurso de novela gráfica, y estoy pensando seriamente concursar con una historieta que aún no les pongo, titulada “Sombras en el Adoquín”, y si convenzo a mi hermano, para que concursemos con “El Ángel Azul”. Lo que me incomoda, y creo que a todos los autores, es el asunto de la cesión de derechos. Siento en lo personal que es una especie de abuso contra el autor que se ha pasado horas y noches enteras doblado sobre el tablero, quemándose los ojos y las manos (y la espalda) y que en realidad sólo pide un instante de atención, y en lo posible, poder vivir sin lujos, es decir, poder comer de lo que a uno le apasiona.

Es duro, es como dar en adopción a un hijo sin saber bien si queda en buenas manos, y les confieso que otra cosa que me hace pensar en entrarle, es que está involucrada TV Azteca, y ellos son del tipo empresarial más tiburonesco que existe. Un conocido entró a trabajar con ellos en una tienda Electra, y para empezar, lo contrataron como vendedor, pero resulta que también tenía que hacerla de cargador, no le respetaban sus horarios (como hacen con sus programas, además de que los retacan de comerciales), no les dan Seguro Social, al ser “asociados”, algo que debería estar penado (¡¿pues se creen estos señores que seguimos en la Colonia con los Obrajes?! ¡Las tiendas de raya se acabaron con la Revolución, señores!) y lo que le colmó el plato, fue que en el contrato, le imponían una cláusula que me parece que dice que cualquier cosa que se invente o que haga durante el tiempo que dure trabajando con ellos, cede a cajón el derecho a Grupo Azteca, es decir, no se tiene ningún derecho de patente sobre ella! Digo, más explotador no se puede ser, porque lo siguiente sería estar como en un Obraje: encadenado a una estaca o dándole la vuelta a una noria con un collar…

Sí, el que he escogido es un oficio ingrato, por que, ¿qué justicia hay en pasarse dibujando a veces años una historia que leerla y verla toma apenas dos horas a lo sumo? Quemarse de esfuerzo pintando un cuadro durante dos o tres meses para que alguien le dé sólo una ojeada y te diga “mejor pinta flores, ésas sí se venden”. Pero créanme, todas ésas noches tienen su recompensa cuando al mostrarles a ustedes uno de mis trabajos, me escriben y me comentan, y pienso, “ha valido el esfuerzo”; no, que va, se ha pagado con creces cuando las pongo aquí en el Cojín y sé que las ven, cuando las enseño a algún amigo y me comenta “me gusta esta secuencia”, o “la regaste aquí, el escorzo está mal”, “tu historia es mala, pero los nombres están muy buenos”, y cosas así, por que quiere decir que les ponen atención a las monerías de mis hijitos.

Pero mientras lo pienso, les dejo esta tercera entrega, y les conmino a pensar también, no en el “así es”, sino en el “así debiera ser”; no debemos seguir siendo los mexicanos tan pasivos, por que eso es aceptar la bala y la cadena, debemos exigir nuestros derechos ganados con sangre en nuestras múltiples revoluciones y combatir a los poderosos que quieren que todo siga igual, esparciendo como una lepra el dicho infame “así es”, por que cualquier poderoso ve con temor el cambio, sea cual sea; todas las manifestaciones del espíritu las ve como enemigas, por que pensar significa cambio, es el primer paso de cualquier acción, y así llevamos como treinta años sin que se apoyen las artes en México, sin bienales de pintura abiertas a todos, sin concursos de poesía en casas de cultura, convertidas en meras escuelas de macramé y pintura western, con conchas acústicas desperdiciadas en los municipios cuando podrían llenarse con grupos de teatro y jóvenes y no tan jóvenes tocando música…

Por eso es buena y loable la intención y el esfuerzo de Editorial Jus, y hay que apoyar cualquier iniciativa que promueva el avance de la cultura, por que la cultura es uno de los motores de la sociedad; uno no pinta cuadros para que nomás adornen una pared, así como un bailarín no se desgarra las rodillas nomás para que la gente se “entretenga” sintiéndose muy pipirisnáis, no. Uno como artista busca generar una emoción, y desgraciadamente, ésta muchas veces sólo se da en el tiempo de ocio. El tiempo de ocio es algo muy importante, es el momento en que uno crece como ser humano, mental y espiritualmente y no solamente para distraerse y relajarse, sería infantil creer algo así. No todo en la vida son las telenovelas ni el futbol ni el trabajo. ¡Vean una buena película, lean un buen libro! ¡No le saquen a ir a un museo! ¡No se vuelven gays si ven algo de ballet o teatro, en serio! ¡Compren un cuadro que les agrade y cuélguenlo en el sitio más agradable de su casa! ¡La cultura no muerde! ¡Antes da! ¡Siempre da! ¡Nos escrivemos la siguiente entrega!

¡Sayonara!

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