jueves, 31 de agosto de 2017

Eructo Literario: “Torta de Sándwich de Quesadilla con Harto Aguacate” Parte 2 + un par de Dibujos.


                ¡Hola! ¿Cómo están?

                Desde este lado del Muro de Los Lamentos Lastimeros y el Aullar de los Perros, el Gato se pasea orondo como corresponde a la dignidá gatuna que este su seguro servilleta ostenta, resistiendo la violencia, la inflación (¡de pronto, y sin previo aviso, las cebollas, tradicional alimento de la gente amolada y de ciertos Gatos ostentosos, se volvieron de plata! ¡Ya ni que decir de los jitomates que ahora parecieran estar hechos de oro, y ni siquiera mencionar a los antes humildes nopales, que ahora se transmutaron en platino, por los altos precios!), y a  últimas fechas, la lluvia, que no nos ha dejado de amenazar con ahogarnos. Pareciera que Tláloc busca destruirnos, enojados por nuestra autodestructiva forma de ser; si no me creen, chequen las noticias del socavón que se abrió en el Centro Histórico de la Capital Mexica. Sólo falta que se vuelvan a ver auroras boreales en estas latitudes, y que se aparezca una Garza con la mollera de Espejo en pleno Palacio Nazi-onal.

                ¿Qué por qué ando tan fúnebre? Verán, el pasado Sábado 26, fuimos al Centro Histérico para apoyar a los padres de los muchachos desaparecidos de la Normal Rural de Ayotzinapa. Y es muy triste notar que en un país en donde se “extravían” cerca de 20 000 personas al año, haya tan poca sensibilidad de parte de nosotros los pobladores. La gente dice: “ya están muertos”, y como que todos creen que está mal que estos señores paren el tráfico para pedir algo que es de justicia elemental: que ésa cosa amorfa que se dice “gobierno”, haga lo que tiene que hacer, es decir, que se CUMPLA LA LEY, y que caiga quien deba caer, y no dar largas al asunto, y no mandar a sus golpeadores, a sus soldados y policías a vigilar a estos padres, vigilando cada paso que dan, evitando que salgan siquiera de Ayotzinapa, como denunció una de las madres, costándoles mucho el venir hasta esta Capital que es un gigante egoísta y sordo y ciego, lleno de cánceres por todos lados. Entró la pequeña y humilde manifestación, pero no por ello menos combativa, a la Avenida Juárez, para quedarse en el Hemiciclo al Benemérito de América. El Zócalo, nuestro Histórico Zócalo desde donde la gente de todas las eras ha venido a manifestarse, desde los Mexica cuando apedrearon a Moctezuma, hasta los tiempos más o menos recientes, hoy, se halla cerrado a este tipo de cosas. El pueblo ha sido expulsado de él.




                Tomé un par de fotos, debido a que la lluvia se soltó muy fuerte, justo cuando entraba la manifestación. En mi corazón, camaradas y camarodos, siento un aire sobrenatural flotando en el ambiente. Quisiera creer que ya tocamos fondo, y que por lo mismo, sólo nos queda comenzar a subir de nuevo, pero esto es una mera esperanza. El país se desmorona, y a sus mismos ciudadanos les vale un soberano cacahuate. En fin.




                ¿Dónde estaban los estudiantes de la UNAM’ ¿Dónde estaban los políticos que van a “salvar” a este país? ¿Dónde estaba López Obrador? ¿Los del PCM? ¿La gente que se conduele de la tragedia de Tejas E.U.A, pero que es sorda e indiferente a este tipo de desgracias? Más importante, ¿Dónde estaba nuestra conciencia, que permite un ultraje de esta calaña, el que 43 estudiantes, muchachos, desaparezcan y nadie se quiera hacer responsable de encarar la verdad y se queda tan tranquila? Este país, esta gente, duele, en serio. A veces se me ocurre que necesitaríamos una purga al estilo Mao. Porque no es posible que cada día aparezcan en nuestras paredes letreros de gente desaparecida, no sólo estos muchachos, y nadie, ni siquiera nosotros, hagamos nada. No me extraña que nos inundemos, que estemos llenos de ladrones y asesinos, que la Tierra se abra. No, realmente no me extraña.

                Y bueno, pasando a cosas más agradables, quiero presentarles la continuación de:



“Torta de Sándwich de Quesadilla con Harto Aguacate” Parte 2



Habiéndonos sacudido a las colas, ahora sí, con calma, nos dirigimos a Eduardo Molina; en un instante vimos recortarse contra el cielo gris a la enorme cúpula de la Terminal de Autobuses de Poniente-Oriente. Parece un molde gigante de gelatina, ¿a poco no? Alcanzamos a pie después de estacionar el carro el túnel que conduce al interior, y en un momento más, vimos un servicio de guarda equipaje, el único en todo el andador. Buscamos la gaveta doce, y al fin tuvo sentido la palabra "adodocemolina". Una cerradura de combinación, así que probé derecha 40, izquierda 33 y derecha 77. Nada. Entonces recordé que Arnoldo Charles era comunista, así que nunca empezaría nada por la derecha, si pudiese evitarlo. Ahora lo hice pero a la inversa, y ¡voilá! el pequeño locker se abrió. Con manos temblorosas descubrimos un sobre, y adentro de él, una llave antigua, pero no por éso menos compleja que las modernas. Ritssi sacó su celular y tomó fotos de todo lo que estábamos haciendo; creo que por ser forense, tiene ésa especie de vicio. Yo saqué el cofrecillo, y lo abrí con la llave que recién habíamos adquirido... Adentro, había un cuaderno pequeño, largo y hecho a mano, ideal para ocultarse en cualquier sitio; era una especie de bitácora escrita en su totalidad con taquigrafía -lo bueno es que aprendí ésa técnica en la secundaria; en estos días, ya es muy poca gente la que aún la usa- que Arnoldo llevaba discretamente a cualquier sitio y una tarjeta SD de memoria.

Nos fuimos al área de comida de la terminal, para empezar a analizar el contenido; Arnoldo Charles era en extremo metódico, cosa que se agradece ya que nos evita trabajo extra. La bitácora comenzó hace un mes y días, coincidiendo con el arranque de la precampaña presidencial -no puedo evitar mencionarlo, por todos lados están jode y jode con éso-, con una extraña petición: la señora Delfina Caxtixtleca -"es la madrecita de Aguirre" acotó Ritssi- le pidió al "camarada mono" que por favor le echara "un ojito" a su hijo, ya que de un tiempo a la fecha, estaba teniendo un comportamiento grosero con ella; la señora temía que anduviera en malos pasos, ya que en un momento dado, dormía todo el día, y llegando la noche, salía de su domicilio y regresaba hasta ya entrada la mañana, descuidando sus ocupaciones. Parte del comportamiento inusual de Aguirre era el hecho de que se sumía en profundos monólogos, además de un estado de ansiedad febril, como si tuviese deudas que no lo dejaran en paz, espantando a la madre la cual, al inquirir por la causa del comportamiento, era parada en seco, al principio con frases cortantes como "usted no entiende", y al final, con amenazas. Ritssi al escuchar ésto se extrañó, ya que su trato con Aguirre siempre había sido cordial y respetuoso, parecía que el "camarada mono" estuviese describiendo a una persona totalmente opuesta...

-"La pasión es algo muy cabrón, pinche Ritssi, y discúlpame por lo que voy a decir, pero tu vieja se cae de buena y por si fuera poco, coge delicioso; ¿si en un momento dado se hubiera portado grosero, lo habrían vuelto a invitar?"

-"Claro que no, güey; si le hubiese faltado al respeto a Alma o a mí, lo hubiera corrido a patadas."

-"Por eso 'el cerdo' se portó siempre bien con ustedes; me late que por ahí va el pedo, este patrón lo veo a cada rato tanto en los amantes como en los maridos de las esposas que me ha tocado investigar..."

Arnoldo Charles se dio a la tarea de seguir a Aguirre, dándose cuenta de que su cambio de actitud se agravaba después de los días miércoles y jueves, llegando a una tabla de remanso los lunes. Justo ésos días, los miércoles y los jueves, eran cuando generalmente los Ritssi hacían cama redonda con Aguirre; de hecho, Ritssi me comentó que coincidieron un par de veces Aguirre y el "camarada", y aunque la cosa acabó en deliciosas orgías, Aguirre trataba muy respetuosamente a Charles.

-"Dices 'respeto', Ritssi, pero, ¿no podría ser frialdad?"

-"Ahora que lo mencionas, 'Gordolobo', posiblemente sí, güey..."

Entonces, Arnoldo Charles dedujo correctamente que "el cerdo" Aguirre estaba terriblemente apasionado con Alma. La contundente prueba: su casa/estudio -un cuarto grande de azotea con cocineta que alquilan en la colonia Guerrero, muy cerca de La Lagunilla- se hallaba literalmente tapizado con dibujos y pinturas, y casi todas, con el tema a últimas fechas preferido por el artista: Alma.

-"¿Sabías eso, Ritssi?"

-"No güey; siempre quiso pintarla y dibujarla, y nos pedía permiso a cada rato, pero Alma no se deja ni tomar fotos, dice que siempre sale gorda en los retratos güey; incluso la bella foto de nuestra boda en el hermoso atrio de la iglesia de 'La Sagrada Familia', está guardada bajo siete llaves en un viejo baúl 'enterrado' en el lugar más profundo del armario junto al resto de sus identificaciones, y éstas las saca sólo cuando es muy necesario güey. Con decirte que ni siquiera vota con tal de no enseñar su credencial..."

La quería sólo para él. Su actitud era un síntoma de desesperación al tener que compartir al objeto de su deseo: Alma. Y con cada "menage a troi" los miércoles y los jueves, el deseo y la desesperación del pintor crecían geométricamente. O al menos, eso era lo que en un principio consideró el "camarada mono". Aguirre necesitaba acercarse a Alma desde otro ángulo. Ya no era suficiente ser el compañero de placeres, necesitaba que ella fuera suya completamente a toda hora, necesitaba que lo amara. Y "el cerdo" se enfrentó a dos problemas, insalvables de momento: Alma estaba felizmente casada con Ritssi, nada más ni nada menos que el Jefe de Medicina Forense del SEMEFO. Y el segundo, quizá más importante: Aguirre era pobre, muy pobre. Imposible que satisfaciera los costosos gustos de ella.

Lo que Arnoldo Charles descubrió también, y como de rebote, es que Aguirre fue llevado, en su desesperación por obtener poder económico y social para enamorar a la esposa de Ritssi, a trabar contacto con una extraña sociedad ocultista: "El Tabernáculo de Quiún", y cuyo rostro visible es el de una supuesta sociedad de beneficencia que se especializa en geriatría y en tanatología: "La Casa de la Hermosa Luz" -aquí es donde empecé a creerle al viejo que conocí en la avenida Amsterdam-. El local que conocí apenas ayer funciona, según el camarada, como centro de asistencia psicológica tanto para ancianos y sus familias, así como hospital y asilo, y en donde Aguirre trabajaría por un tiempo de limpiapisos hasta que alguien del Patronato de la Fundación lo recomendó para hacer una exposición a beneficio del centro tanatológico, en la mismísima Casa Lamm, en el corazón de la colonia Roma. Estos hechos coincidieron con el cambio radical de Aguirre con su madre, lo que despertó la suspicacia del "camarada mono". ¿Cómo en éste país, de la noche a la mañana, un humilde limpiapisos -aunque sea un artista excelso- expone en uno de los centros culturales más elevados de la capital, y lo más extraño, que el pintor done todo a dicha fundación, cuando él mismo sería objeto de ayuda? Algo definitivamente no estaba bien, sonaba a todas luces a fraude. Entonces apuntó su mirada hacia la fundación tanatológica, y así fue que la empezó a investigar.

Arnoldo era un gran detective: cruzando datos incluso pudo conseguir información sobre sus ingresos, los cuales ascendían a varios miles de millones de pesos, obtenidos gracias a donativos, eventos culturales como en el que participó Aguirre, colectas y a no pagar impuestos dada su condición de organización de beneficencia, y sobre todo, al famoso redondeo. Cada cinco centavos que la gente redondea en las tiendas de autoservicio, se canalizan a la bolsa de valores en fondos chatarra, multiplicándose y yendo las ganancias a parar a las Islas Caimán, libres de polvo y paja. Y discreto, nunca llama la atención de forma directa, ya que el total recaudado antes de inflarlo en la bolsa, se dedica al mantenimiento de la Casa. Un negocio redondo, libre de sospechas dado que "La Casa de la Hermosa Luz" no cobra nada por sus servicios, además de que tampoco paga sueldos, ya que se mantiene casi en su totalidad con el esquema de becarios, cosa muy conveniente para ellos, ya que los empleados no hacen antigüedad y son cambiados constantemente. Nadie, excepto el Patronato de la Fundación y su director, trabaja tres meses seguidos en el mismo puesto, ni seis meses en la "Casa de la Hermosa Luz". La casa que es su fachada en la calle de Iztacíhuatl, es propiedad de la Presidenta del Patronato de la Fundación, una mujer misteriosa a la que únicamente se le conoce por Meriba, no se sabe si es su nombre o un alías -aquí Arnoldo hizo la anotación, hombre enciclopedia al fin de cuentas, de que en hebreo antiguo ése nombre significa "rencilla"-. No hay fotos públicas de ella, sólo se sabe que es muy anciana ya, habiendo rumores que dicen que tiene más de cien años.

Arnoldo Charles incluso descubrió más. El Tabernáculo de Quiún -Arnoldo también anotó que "Quiún" es el nombre de un demonio egipcio, y que la Biblia habla de él en Amós 5:26; aparentemente, según ciertos textos medievales y alguno musulmán, éste diablo busca absorber vida así como los vampiros, pero de la gente que ha vivido más, como una forma de desacralización y blasfemia contra el ser más anciano y longevo que existe: Dios. Seguramente el director de "La Casa de la Hermosa Luz" tomó para sí ése nombre en lugar del propio; ya me perecía un apelativo muy raro de por sí-, aparte de las conexiones que mantiene con los tres principales partidos políticos mexicanos y con la CONCANACO, la COPARMEX y la AMB -algunos miembros del Patronato son también miembros distinguidos del FRI, del Mocho y del Perderé, así como ocupan grandes sillas en un par de bancos y empresas-, también mantiene muy disimuladas ligas con el cártel "Tepito Guerreros Aztecas", ayudándose mutuamente a lavar dinero, y apoyándose para su seguridad de ellos y su local en una casi desconocida y obscura organización criminal a nivel internacional terriblemente peligrosa llamada "Valkyria", y su rama mexicana "Los Quimera", dedicada en su totalidad a la trata de personas. Aparentemente, ellos apoyan a "La Casa de la Hermosa Luz" a cambio de dinero -mucho dinero-, con un par de camionetas y expertos asesinos que buscan por todos los rincones de la ciudad a indigentes de la tercera edad, y fingiendo ser trabajadores sociales con engaños los conducen a la casa, de donde nunca vuelven a salir. Como dato curioso: el centro tanatológico también da ayuda funeraria, pero no tiene tratos con ningún cementerio ni con ninguna empresa de pompas fúnebres; a diario tienen mínimo un deceso tanto en sus instalaciones que funcionan como hospital y asilo, como de gente externa, quienes dejan al cuidado de "La Casa de la Hermosa Luz" a sus ancianos desahuciados o agonizantes, pero los cuerpos no aparecen nunca, y los familiares, aparentemente, están satisfechos con la ayuda dada. "Entonces, ellos han de cremar a los viejitos que fallecen..." pensé, recordando las dos altas chimeneas que comenzaron a soltar humo blanco cuando fui a ver la casa.

Hay más. Hace quince días, el "camarada mono" ayudó a doña Delfina con dinero para escapar a su pueblo. Arnoldo descubrió que "El Tabernáculo de Quiún" exige, para ingresar a sus filas, el sacrificio de alguien cercano; entre más cercano, mejor, ya que el rango obtenido dentro de la organización es más elevado. El sujeto a sacrificar siempre debe ser de la tercera edad. "El cerdo" Aguirre ya estaba intentando convencer a su madre de ingresar como interna a "La Casa de la Hermosa Luz", cuando Arnoldo Charles, adelantándose muy oportunamente a la acción de los falsos trabajadores sociales de "Quimera", prácticamente la sacó de su casa aprovechando un descuido de Aguirre y la acompañó hasta su pueblo y cuando vio que se hallaba a buen resguardo, regresó a la capital e intentó colarse en la casa de Iztacíhuatl disfrazado de alguien interesado en los servicios de hospedaje y asilo, sin mucho éxito, dada la cerrada seguridad que "Quimera" proporciona al sitio. No logró colarse sino hace apenas seis días, disfrazado como un anciano indigente y armado con una pequeña cámara, cuyas fotos y audios están en la tarjeta SD. Y a partir de entonces, todo fue correr. De alguna manera se dieron cuenta, pese a las precauciones que Arnoldo tomó para cubrirse las espaldas, de que había descubierto sus secretos. Sin embargo, "Quimera" no fue el perseguidor. Tampoco los matones del cártel instalado en el barrio bravo de Tepito. Arnoldo aquí se vuelve vago en sus descripciones, sólo habla de sombras blancas que lo persiguen y de un terrible sentimiento de angustia y desazón que no lo dejaba ni dormir. Lo cierto es que Arnoldo nunca supo, quizá sólo hasta el final y antes de poder escribirlo en ésta bitácora qué o quién fue enviado a terminar su existencia.

-"¿Cómo ves?"- le pregunté a Ritssi.

-"Es... monstruoso, güey; es obvio que el enemigo es ésa organización. Aparte de la certeza de que están matando viejitos, la forma en que manipularon a Aguirre es diabólica güey, suponiendo que las pesquisas de Arnoldo sean ciertas; sigo creyendo que Aguirre es inocente. Simplemente no creo que alguien con su sensibilidad artística pudiese matar a alguien... "

-"Está el caso de la 'Doña', María Félix y Agustín Lara, Ritssi; ¿no le tiró el cabrón dos balazos, enloquecido de celos? Y ahí tienes a Van Gogh, cortándose la oreja para evitar perder a su amigo Gauguin, y lo único que logró, fue espantarlo. La soledad y el deseo de estar con alguien son cosas difíciles de sobrellevar."

-"Bueno, güey, tienes un punto a tu favor, pero aun pienso que en todo caso, güey, es una víctima de ésa extraña sociedad".

Me quedé pensando un momento, sopesando los datos, y dije:

-"Quizá 'La Diabla' no haya estado tan errado en encerrarlo; si lo que nos dice el camarada en esta bitácora es cierto, pues Aguirre sí sería sospechoso de la muerte de Arnoldo, puesto que si tendría un motivo claro. Sí, Ritssi, discúlpame; me parece que Aguirre sabe más de lo que él mismo admitió ante el juez. Como sea, creo que es necesario que vaya al Reclusorio Oriente a hablar con él."

-"Sí, también creo eso, güey. Yo debo ir a trabajar, y en el work, quizá pueda analizar las fotos de la SD de Arnoldo. Estamos en contacto güey, cualquier cosa, te marco o me marcas."

-"¿Te llevo?"

-"No güey, tomo un taxi; debo regresar a la casa a cambiarme. Toma esto..."

Y mientras terminaba de fumar su cigarrillo -¡cómo fuma éste cabrón! ¡Fácil se termina dos cajetillas a diario!-, al momento sacó una libreta e hizo unas anotaciones, firmándola y sellándola con un sellito que me acabo de enterar que siempre carga:

-"Diles a los guardias que vas de mi parte, en asunto oficial para que no se pongan mamones, y les muestras esto, güey. Que me hablen a éste número por si no te creen".

Salí de la TAPO y me dirigí al Reclusorio Oriente. Llegando, pedí hablar con el encargado de custodios para intentar saltarme la enorme fila de familiares que desde temprana hora se hallan formados buscando pasar. Mentí descaradamente: les dije que iba en asunto oficial y de parte de "La Diabla", haciéndome pasar por uno de sus "madrinas". No tuve siquiera que mostrar el papel que me dio Ritssi. Todos le temen a "La Diabla". Me imagino que algo semejante era José Stalin antes de la Revolución de Octubre, cuando era el jefe de la policía zarista. O Beria, cuando supuestamente ya eran comunistas los rusos. O el mero mero de la Gestapo. O el jefe del FBI cuando empezó su cacería de "comunistas". O Cueto durante el '68, para ponernos nacionales. O... Charros. Pinche lista tan larga la de estos demonios.

-"Aguirre se halla en confinamiento solitario. Ahí puede entrevistarlo. ¿Necesita apoyo?"

-"No, gracias. ¿Por qué lo aislaron?"

-"Porque el sujeto está loco. Yo creo que está buscando morirse; ha intentado suicidarse dos veces y al no conseguirlo, atacó a alguien pesado de aquí con un palito de elote harto afilado y si éste no se lo echó al plato, fue porque Aguirre está bajo la mirada del jefe 'Diabla'; nos dijo bien claro que ése cabrón no se puede morir hasta que despepite todo."

No pude hacer menos que sorprenderme. Hasta aquí llega el largo brazo de la ley del diablo, y hasta los cárteles internos le temen, carajo.

Me condujo un custodio hasta el área de confinamiento. Por el camino, pude ver cómo este supuesto centro de readaptación social funciona día a día. Presos comerciando droga, "trabajando" en estafas telefónicas, todos revueltos: carteristas con asesinos, pederastas con narcos, caníbales con defraudadores y lo peor de todo: los familiares caminando por toda la prisión, como si vinieran a un día de campo. En caso de un motín, tendrán muchísimos rehenes. No. Estas pinches cárceles debieran ser derribadas, y vueltas a hacer. Nada de esta anarquía disfrazada de "autogobierno"; celdas individuales, y nunca mezclar reos peligrosos con el resto de la población. También habría que ponerlos a trabajar con un sueldo, que no tengan tanto tiempo libre, porque sólo tejen tenebra en sus cabecitas y se corrompen más. ¿Podré ver eso algún día? Já. Tendrían que cambiar mucho las cosas aquí. El sistema carcelario mexicano es como un estado, independiente, más semejante a una monarquía antigua, incrustado como un cáncer terminal en el sistema judicial: si se le extirpa, el paciente muere, llevándose a todos con él. Siguiendo esta línea de ideas, se  me ocurre que quizá, para hacer una verdadera revolución aquí, habría que empezar por demoler este viejo edificio llamado sistema judicial. Quizá por ello, lo primero que hizo el cura Hidalgo al comenzar la Revolución de Independencia, fue liberar a los presos. Pinche ambiente, éstas cárceles son frutos muertos, corrompiendo a toda la sociedad. Es feo pensarlo, pero una democracia nunca logrará erradicar esta corrupción que crece y lo alcanza todo, porque la democracia es el sistema perfecto para salirse con la suya; ofrece millones de esquinas donde ocultarse a los poderosos, por éso ha de ser que los súper millonarios que matan a quien se les ponga enfrente de sus ganancias y sus intelectuales comprados la defiendan tanto. Quien se ponga de parte de los jodidos, en automático se convierte en "dictador" y/o "terrorista". Quizá el "camarada mono" tuviese razón. Sólo un estado comunista, o quizá también una teocracia, tuviesen la fuerza suficiente para eliminar ése tipo de corrupción. No lo sé. Puede que la medicina llamada "dictadura del proletariado" sea amarga, dura, pero igual y es lo que necesita éste país que desprecia a la vida y adora a la muerte como bien dijo Josialfredo.

Llegamos. Una hilera de puertas metálicas cociéndose como cacerolas al sol. Frente a mis ojos, la puerta rojiza con un seis dibujado a toda prisa: un apando. Aquí afuera ya empieza a hacer calor; para el mediodía, la temperatura ahí adentro ha de ser el jodido infierno; de por sí, antes de llegar, el sitio todo apesta como una zahúrda. El custodio abrió la puerta y en la maloliente obscuridad, pude conocer al fin a Aguirre. Estaba tratando de cortarse las muñecas frotándolas contra un pedazo de cemento no aplanado. Si no hubiese estado atado con las manos atrás de la espalda, seguramente ya se habría cortado las venas con sus propios dientes. "El reglamento dice que esta puerta, debe estar cerrada. Cualquier cosa que usté necesite, nomás me toca duro la puerta, y de volada la abro" sentenció con gravedad el enorme custodio que me sirvió de Virgilio a través de éste infierno. Madre mía, que pinche peste... ¡Caca por todos lados! Se ve que el reglamento sólo sirve para una chingada. Aquí no hay derechos humanos; aquí, no existe siquiera un atisbo de humanidad. Saqué el pañuelo que Alma acababa de darme, esperanzado en que el rico aroma de ella fuese suficiente para neutralizar la miasma; madre mía, realmente no aguantaba el hedor, los ojos comenzaron a llorarme mientras hacía heroicos esfuerzos para contener el impulso de vaciar las tripas del asco. Traté de ver al "cerdo" Aguirre a los ojos, pero él los apartó.

-"Usted es el pintor Aguirre, ¿cierto?"- El sujeto, acuclillado, asintió con un gesto. -"Tenemos que hablar. Sé que usted está relacionado con 'El Tabernáculo de'..."

-"¡Calle! Usted no es uno de nosotros. Usted, como profano, no sabe nada… ¡No diga ése nombre! No lo mencione nunca..."

-"Bien. Comenzamos a entendernos. Entonces seré breve: ¿mató usted a Arnoldo Charles?"

-"Si, yo lo maté, sí..."

-"¿Cómo lo mató?"- Pregunta de control, únicamente para saber si miente, o lo obligan a mentir.

-"Yo... yo lo llevé a su casa... Él creyó en mí, pero, yo lo llevé a su casa..."

-"¿A quién llevó a la casa de Arnoldo Charles?"

-"...Yo... yo no quería matarlo... Él fue bueno con mamá, la ayudó mucho, incluso cuando perdí el control... Ay de mí... Espera… Tú, ¡tú la conoces! ¿Verdad?"

De pronto, Aguirre se irguió, oteando el putrefacto y estancado aire del apando, mirando a través de la caliente obscuridad, observándome sostener el pañuelo que Alma me dio; repentinamente, Aguirre saltó hacia mí, bufando como un animal. Buscaba morder, arrebatarme con la boca el pañuelo. Acostumbrado como estoy a las peleas, no tuve que hacer nada, solo moví mi centro de gravedad hacia la derecha mientras me inclinaba un poco, y Aguirre se fue en banda, tropezando con mi pierna, estrellándose contra la sucia pared y cayendo al suelo. Como un niño, "el cerdo" Aguirre comenzó a sollozar. Serio, hasta ése momento me percaté de las extrañas esculturas hechas con excrementos: torsos, rostros, caderas. Y todos ésos "monumentos" pertenecían a una sola mujer: Alma. Toda Alma recreada en la inmundicia. Aguirre crispaba las manos, llorando; pacientemente le repetí la pregunta:

-"¿A quién llevaste a la casa de Charles?"- Casi no entendía lo que Aguirre empezó a balbucear:

-"...has estado con ella, ¿verdad? ¿Verdad que es Afrodita, es Asera, es Xochiquetzal? ¡Todas ellas en ella! ¿Verdad que es la Diosa del Amor? Debes entenderme, yo estuve dispuesto a sacrificar a mi mamacita a su diablo, por ella... Ella supo, ella lo sabe todo porque es mi Diosa del Amor; ella me lo pidió, y yo obedecí, ¿qué podía hacer, si mi voluntad es totalmente suya? Ella ordena, yo obedezco, sin chistar nada, ¿no es eso lo que esperan los dioses de nosotros? Ella mandó, y yo llevé al ángel de su diablo, para que matara a don mono... Pero don mono, tan bueno... Él la salvó, no dejó que llevara a mamá a ésa casa, me detuvo, y éso, éso la enojó mucho..."

-"¿A quién te refieres? ¿Quien se enojó?"

-"Tú la conoces, es la Diosa del Amor... Don mono evitó que mamá fuese devorada por él, el Demonio Egipcio. Y ya no pude tener nada, ¡nada! Ni riquezas, ni una respetable posición social, ni a ella, ¡ay! mi Diosa, por quien arriesgué todo, y por quien todo lo perdí, ¿y sabes qué, extraño? No me arrepiento de haber pecado, no me arrepiento de aceptar que mi mamita fuese sacrificada a él, y lo volvería a hacer, con tal de volver a estar una noche más con ella, mi hermosa Diosa, mi Diosaaa..."

Me acerqué prudentemente para que no me embarrase de mierda, remarcando mi pregunta, jugando un as al ver la inestabilidad mental de Aguirre:

-"¿Quién es tu diosa? Te conmino en su nombre a que me reveles el suyo."

Me aventé un farol, y ante mi sorpresa, pareció funcionar. Ante mi presión, Aguirre se apartó con evidente temor, mientras, ahora sí, buscaba mi mirada:

-"¡No! ¡No puedes hacer eso! Si me lo pides en su nombre, yo… yo no puedo negarme, pero yo no debo revelar su nombre a profanos, aunque posean su marca... Por favor, si ella sabe que he revelado su nombre, mandará a su ángel a exterminarme; no me obligues, por piedad, no me separes de ella..."

-"¡Habla! En su nombre te lo exijo..."

Aguirre, desesperado, se mordió fuertemente el labio inferior, cortándoselo, y como un animal, gruñó sordamente:

-"¡MERIBA! ¡Su nombre real es Meriba...!"

-"¿Su nombre real? ¿A qué te refieres, Aguirre? Dices que la conozco, pero, ¿con qué nombre?"

Aguirre únicamente sollozaba sin lágrimas; era en cierto modo, triste verlo hipear como un niño al que le han pegado.

-"Ay, mi alma... mi bella alma..."

-"Está bien, no me lo digas ahorita pero, esta tal Meriba, ¿ella te ordenó matar a Arnoldo Charles? ¿No fue el director de la Casa de la Hermosa Luz, el Dr...?"

-"¡Calla! No menciones su nombre. No, eso no es lo que tú crees, él no es el verdadero, ¿cómo podría serlo, si se halla atrapado en El Tártaro? Él sólo es un muñeco, un... golem. No tiene voluntad propia, extraño. ¿Cómo podría, si ella es la médium de la Voluntad de Él, el que se halla parado en ese Otro Mundo, Otro Ángulo, observándonos? No importa ya... Te he revelado su nombre, y su ángel vendrá a asesinarme…”

Aguirre tomó una profunda aspiración de aquel aire putrefacto, arqueando ambas cejas, serenándose pero de pronto, con desesperación, empezó a decir:

-“¡Ah, ya lo entiendo! Por ello traes su marca, profano… Tú has traído a su ángel, al igual que yo, que conduje al ángel para que asesinara a don mono... Sé bien que al no serle útil, ella, mi Diosa, me desecharía como basura; sólo deseaba que se me permitiese terminar por mis propias manos, y no así... Ya nada importa, ya estoy muerto, profano... Los dos estamos muertos, amigo, la diferencia es que mientras yo lo sé, tú dudas, por ello preguntas y preguntas cosas que ya sabes y que de todas maneras no te incumben; en fin… Te lo diré todo, de muerto a muerto: Ella le ofrece ancianos a su dios, el demonio Quiún. Ella cree que así puede abrir las puertas de su prisión para traerlo a este mundo, donde le dará a ella y a los discípulos, El Tabernáculo, poder sobre toda esta región y una vida muy, muy larga, como la de ella, que vio cuando los esclavos hebreos levantaron las pirámides de Egipto. Ella lo adora; con las cenizas de los huesos y la sangre de los sacrificados, ella crea imágenes de Quiún, y la imagen es su avatar; lo marca también, con una marca profunda en su mejilla para que sea el avatar quien reciba el mal que vaya dirigido a ella... Ella lo controla, y él obedece; él crea a los ángeles con el poder de Quiún, y los manda a hacer lo que los hombres no podemos…

Me extrañó el cambio de actitud de Aguirre.

-“¿Quién es ése tal Quiún? ¿Otro dios a quien adoras?”- Pregunté, para calar la calidad de cosas que “el cerdo” me había dicho. Pero éste ahora, molesto, me encaró para derrumbarse después:

-“¡No digas pendejadas, muerto! ¡Yo, amigo muerto, sólo puedo adorarla a ella, mi Diosa del Amor! ¿Cómo podría adorar a un supuesto dios que ha sido capturado? ¡Entonces, o no es tan fuerte, o no es dios! Si se tratase de simplemente adorar como chimpancés a los truenos, ¿no sería más sabio, más prudente adorar a quien lo capturó? ¡Simple lógica! Pero, amigo muerto, nunca es tan sencillo; la adoración exige creer, es decir, tener fe. Y la única fe en la que puedo creer, está en Ella, dentro de sus caderas... Ya veo que no has estado con ella, ¡no puedes haber estado con ella! ¡Cualquiera que hubiese estado con ella, no haría semejantes preguntas tan idiotas! ¿Crees, amigo, que soy un ambicioso anciano deseoso de vida eterna como los necios del Tabernáculo que creen estúpidamente que con dinero pueden comprarlo todo? ¡A mí no me importa cuánto tiempo viva yo, si puedo estar ése limitado pero a la vez eterno instante con ella, dentro de ella, amándola! Pero ella, ella… ¡Ella no me ama a mí, solo tiene ojos para ése infeliz hijo de su chingada madre demoníaca de Quiún! ¡La muy hipócrita no quiere ni siquiera a la máscara que le sirve de marido en ésta época! ¡Y el muy imbécil no se da cuenta de nada! ¿De qué sirve el tiempo, si no puedo estar con ella? ¡De nada! ¡Maldito Quiún! ¡Maldito sea su tabernáculo! ¡Malditos sean todos! ¡Tú, yo, todos…! ¡Ay de mí, ya está aquí...! Viene por mí... Perdóname mamacita, no quería hacerte daño, pero ella, ella es mi todo... Escúchame, amigo, porque es lo último que diré: Yo no maté con mis manos a don mono, no, pero sí conduje al ángel de Quiún, con la Marca de Meriba; don mono nunca la aceptó, pese a haber estado con ella, ¡nunca la quiso, siempre la devolvió, yo lo vi cómo se la devolvía todas las veces que ella se la daba! Y tuve que llevársela yo mismo, y tuve que ver cómo el ángel le apagó la vida desde adentro a don mono. Y después, cuando comprendí lo que había hecho, lo bajo que caí, llorando fingí el robo, llorando revolví toda la casa, llorando lo rompí todo, hasta la chapa, pero nunca le clavé la espátula a don mono cuando ya estaba muerto sobre su escritorio; ¡yo quería mucho a don mono! Siempre le estaré agradecido por salvar a mamá del Tabernáculo y... de mí. Lo de la espátula, eso se lo ha de haber ordenado ella al ángel, porque odió mucho a don mono porque le impidió tomar la vida de mi mamacita para ése maldito diablo; yo sólo me dejé atrapar para que nadie sospechara del Tabernáculo. Eran mis órdenes, y las cumplí bien, aunque no quería hacerlas, pero ella, ella, mi Diosa, me lo ordenó. Ella ordena, yo obedezco. Siempre es más fácil si hay un robo y alguien como yo, sin valor, cerca... Y supe, amigo, desde que don mono se llevó a mamá que ya no le era útil, que ya le estorbaba, pero yo, era feliz únicamente estando cerca de ella, respirando el aroma de ella, ése mismo rico aroma a hembra que traes tú en su marca… Ya, ya está aquí... ¡Vete! ¡Corre todo lo que puedas! ¡De todas maneras, ya estás marcado, y cuando ya no le seas útil, también te eliminará, como a mí!  ¿No hice bien lo que se me ordenó? ¿Qué hice mal, sino revelar tu nombre? No, por piedad, no..."

Volteé siguiendo la ahora aterrada mirada de Aguirre. En la hedionda penumbra, algo blanquecino se recortaba como una sábana que flotase en la estancada atmósfera. Por instinto me llevé la mano a la funda, pero recordé que me habían quitado el arma en la aduana del reclusorio. Comencé, nervioso, a patear la puerta y a llamar al custodio a gritos, cuando éso pareció extenderse, cubriendo a Aguirre, golpeándolo salvajemente al estrellarlo contra el piso, el techo y las paredes y justo cuando la puerta se abrió, ésa cosa se metió por la cara del pintor, el cual, como una marioneta a la que le han cortado todos los hilos al mismo tiempo, se desplomó sin vida ante mi espantada mirada y la aterrorizada mirada del guardia, que también alcanzó a verlo todo.

Me quedé al papeleo. Lo duro fue que de improviso llegó "La Diabla", ahora sí, con sus pistolas, los agentes Sánchez y Solórzano. Frente a nosotros, y como una burla por parte del Comisionado de Paz Pública del CISEN, Ritssi –traído ex profeso para esta labor- abrió como a una res el cuerpo de Aguirre. Y lo que halló no fue nada nuevo: la laringe y los pulmones eran los de un anciano que hubiese fumado toda la vida. El mismo cuadro que Ritssi descubrió en el "camarada mono". "La Diabla", echando literalmente flamas de los ojos fue directo al grano:

-"Ustedes se sienten muy nalgas, muy chingones, como si fueran investigadores gringos, ¿no? El 'ciesai' de Teporingo, y sólo son un par de pendejos que se están pasando de listos. Ustedes tienen que aprender, cabroncitos, que hay formas en las que se hacen las cosas. Una correcta, y lo que ustedes están haciendo. No han entendido que éste país tiene raíces muy viejas, y sus estructuras están dadas por Poderes establecidos mucho antes de que Colón fuese comisionado para que trajera a los europeos cuando ésos mismos poderes consideraron y negociaron con los Principados europeos que era el momento; no han entendido que si alguien quiere hacer algo, se deben "engrasar" los engranes correctos. No han comprendido, imbéciles, que el Poder debe ser absoluto, o no es Poder, y a los Poderes, Tronos y Principados les gusta la adoración. Síganle, síganle como van, porque me cae de madres que no van a llegar a fin de mes. Tómenlo como una amistosa advertencia, en memoria del 'camarada mono' a quien estimaba como a mi hermano pese a que pocas veces estuvimos de acuerdo. No saben, par de pendejos, que si me agitan las aguas, pueden pescar algo que quizá se los coma. Algo muy viejo, con un enorme y feo aguijón, y sobre todo, malo. Malo en serio, y no mamadas. Ustedes no tienen ni una pinche idea de lo que aquí se está moviendo. Están advertidos, después no vengan a chillarme nada. Solórzano, Sánchez, ¡vámonos!"

Y "La Diabla" salió de la morgue del reclusorio, seguido por sus colas; si no hubiese tenido la nariz, la boca y el cuello totalmente embadurnados con ungüento de mentol, podría haber jurado que el ambiente hedía a azufre. Obviamente, "La Diabla" sabe, y muy bien, contra lo que estamos peleando, y la confirmación de esto es que no preguntó nada sobre lo que hablamos el difunto Aguirre y yo; la pregunta aquí es la misma a la que llegó el “camarada mono”: ¿en qué bando está ese cabrón? ¿O solo está de pinche observador? No creo poder preguntárselo, también por obvias razones. Sin embargo, no nos ha prohibido seguir con el caso, aún tenemos margen de maniobra. Ritssi terminó de cerrar el cuerpo, y visiblemente agotado, dejó que el forense del Reclusorio terminase de hacer el papeleo. Ritssi estuvo muy callado, desde que llegó al Reclusorio, y hasta que abordamos mi coche -Ritssi siempre ha sido huevón para manejar; casi siempre se mueve a través de taxis-, y una vez adentro, pleno de un gran cansancio que era más anímico que físico, me dijo que teníamos que hablar.

-"¿Que traes entre manos?"- le dije, a lo que él sacó de su mochila su lap. Ahí me mostró los documentos financieros con la firma de la tal Meriba y el Patronato que demostraban los nexos de "La Casa de la Hermosa Luz" con "Quimera" y operadores del cártel "Tepito Guerreros Aztecas", pero lo más impactante fueron las horribles fotos que Arnoldo pudo tomar en "La Casa de la Hermosa Luz": ancianos colgados y desollados como reses en un rastro, y sacrificados por un hombre con cuatro marcas en el rostro. Lo mismo que me dijo el viejo que me llevó al centro tanatológico, coincidiendo también con la descripción del fulano que pagó los anuncios a Rosita. Y un par de fotos borrosas, que mostraban a una mujer de espaldas saliendo de la casa de Iztacíhuatl.

-"Quiero que sigas a esta cabrona"- y la voz de Ritssi sonó con... coraje, si. Llevaba el rostro contraído en una mueca que conozco muy bien: la de un marido ofendido. Sin embargo, la postura, la caída del cabello, las hermosas pantorrillas, las anchas caderas que se intuían a través del grueso abrigo... Recordé en ése instante lo que el "camarada" dejó dicho en su bitácora, las pinturas y dibujos de la mujer que obsesionó al "cerdo", lo que acababa de ver en el apando, las esculturas de mierda hechas por Aguirre, totalmente de espaldas, recreando de memoria todos los aspectos de una mujer que él recorrió centímetro a centímetro cada miércoles y jueves. Y lo que él mismo acababa de decirme un par de horas antes cuando lo cuestioné acerca del nombre con el que conozco a Meriba: "Ay, mi alma... mi bella alma..." Creo... Sí, he estado con ella. Es la misma mujer que aparece en estas borrosas fotos. Aún digiriéndolo, le pregunté a Ritssi, sin quererlo lastimar:

-"¿Sabes quién es?"

-"No. No precisamente. Tengo una sospecha güey. Arnoldo dejó dicho que ésta mujer es la famosa Meriba, la presidenta del Patronato del asilo éste."

Le platiqué entonces lo que me dijo el difunto Aguirre sobre la tal Meriba, y le dije lo que lo había asesinado; extrañamente Ritssi no pareció sorprenderse; es muy probable que ya haya llegado a la misma conclusión que yo.

-"Entonces eso resuelve el porqué sus sistemas respiratorios estaban tan dañados. No te lo he comentado todavía, pero ya terminé el análisis del polvo blanco. Es carbonato de calcio carbonizado hasta volverlo blanco, mezclado con restos quemados de algodón. Es simple ceniza de huesos cremados en un horno y revuelto con cenizas de tela, güey. 'Gordolobo', amigo... ¿contra qué nos estamos enfrentando?"

No pude responderle. Pensé en decirle algo amable, pero la verdad, tenía miedo. Mucho.

Pasé a mi local. Necesitaba sentarme, beber un poco de leche de magnesia -la úlcera me estaba molestando mucho desde que "éso" mató al "cerdo" Aguirre y en el reclusorio me terminé mi última ranitidina- y digerir todo éste desmadre. Simple ceniza de huesos, seguramente de viejitos sacrificados. Eso cuadra a huevo con el rubro de la Casa. Y éso. Lo que mató a Aguirre... Él llamó a ésa cosa "el ángel de Quiún". De no haberlo visto, sencillamente soltaría la carcajada. Mierda, ¡estaba temblando! Mis manos no eran capaces de escribir nada, porque sencillamente no podía teclear nada en el ordenador, menos sostener la pluma para armar lo que ya teníamos. Realmente Arnoldo Charles prácticamente nos dejó todo en bandeja de plata, solo había que relacionar a ésa tal Meriba con la Casa y el Tabernáculo, y quizá presentarle, más como una cortesía, el informe a “La Diabla”, y enviarlo no sólo al periódico, también a alguna ONG para cubrir nuestros traseros de posibles represalias, ya que los miembros del Tabernáculo están muy bien posicionados; al verse descubiertos, lo más probable es que reaccionen con mucha ira ante quien destapó su cloaca. Quizá recurra a la ONG que ayuda a los padres de los muchachos desaparecidos de la Normal Rural de Ayotzinapa, son muy buenos en lo que hacen; aunque de la raya, nadie pasa, dicen por ahí. Necesitaba tomar una siesta, así que cerré con llave y me tumbé en el sofá y me perdí cerca de cuatro horas que me cayeron de maravilla. Me despertó el vibrador del celular, con un Ritssi en muy mal estado. Casi no entendí lo que me estaba diciendo, pero alcancé a comprender que había confrontado a Meriba; me pidió que lo viera en la Iglesia de la Sagrada Familia, entre Puebla y Orizaba, colonia Roma, hacia donde se dirigía. “Apúrate por favor güey…

Me vestí a toda prisa y salí pitando hacia el sitio. Algo adentro de mí me gritaba que apretase el paso, y pese al tráfico de la hora –eran las seis de la tarde-, logré llegar relativamente rápido. Un sacerdote me salió al paso, como si me esperara: “Disculpa hijo, ¿serás por ventura aquel a quien le dicen ‘Gordolobo´?”. No sé porqué todos los sacerdotes han de tratar a los "normales" de "hijos"; será que todos somos hijos de la chingada. Al asentir, el sacerdote con grave rostro de circunstancia me dijo: “sígueme hijo, creo que no tenemos mucho tiempo.” Me guió hasta la casa sacerdotal, y mientras caminábamos a toda prisa, me iba diciendo que Ritssi estaba en muy mal estado, con graves golpes y severas quemaduras tanto externas, como internas, y aún así no había querido que trajeran a ningún médico; no, hasta que hablase conmigo. Preguntó si habría algún problema en que le permitieran terminar ahí ante esa enorme probabilidad, y como dio una muy generosa limosna, cualquier problema quedó superado. Entramos a una habitación en penumbras y en una cama, hallé a un Igor Ritssi terriblemente golpeado, mas lo impresionante, es que tenía todo el cabello cubierto de canas, y terribles quemaduras en el rostro. Me acerqué presurosamente, y Ritssi abrió un ojo, y su mirada verdigris era intensa; con una voz que era casi un susurro empezó a decirme, en medio de constantes ataques de tos:

-…´Gordolobo´, amigo… ¡Cájum! Ya sé quién es… Meriba… ¡Cof! ¡Cájum! Siempre lo...supe...pero no...no había querido... aceptarlo... ¡Cof! …Meriba es… ella es… Alma… Lo que viste... ¡cóf!... lo que... mató a Arnoldo... ¡cóf!.. lo que mató a Aguirre... ¡cájum!... me atacó... Y ella... la mujer que... amé por casi veinte años... sólo se reía... ¡cóf! Me dio por... muerto... y se fue. ¡Asgf! Pero ella no... no sabe que... no me mató... resistí... ¡cájum!... quizás porque he fumado mucho... desde que era un... muchacho...”

Y con un débil aliento que desgraciadamente sonaba a último, me dio un par de cuentas de banco con unas contraseñas, y una encomienda, tan dolorosa, que Ritssi soltó un par de lágrimas de su único ojo medio sano: “Mátala. No la entregues a ´La Diabla´… Ella hallará el modo… ¡Cof!…de escaparse… y seguir… ¡cájum!...con su carnicería… Debes… matarla… solo me usó… de pantalla… Fui un tonto güey… Tanto que la amé, y... no supe... ¡cóf!... que estaba... enamorado de... un monstruo... Debes… parar esto…

Eran las siete veintisiete de la tarde noche cuando un sueño profundo hizo descansar a mi amigo. Dejé instrucciones al sacerdote para que ahora sí, trajese al doctor Pinto del Hospital Mercy; el dinero no sería ningún problema. Le encargué encarecidamente que no permitiese, al menos hasta mañana al mediodía, su traslado a un hospital, dado que temía que Alma Meriba, si lograse sobrevivir a mi ataque y acabase conmigo, fuese en busca de mi amigo. "El es muy fuerte, resistirá" dije al sacerdote, y entonces me dirigí a cumplir con mi encomienda. Le pedí al cura si podía prestarme alguna computadora con internet, y amablemente me prestó la de la iglesia. Chequé los números, y pedí estados de cuenta con las claves que mi amigo acababa de darme. No podía creerlo. Alma, bajo el nombre de Meriba era exorbitantemente rica. Ritssi no era precisamente pobre, tenía un muy buen salario de cinco dígitos al mes que le permitía vivir con holgura, pero en comparación con su esposa, era un indigente viviendo en una caja de cartón. ¿De dónde obtuvo tanta riqueza? Obviamente de las transacciones llevadas a cabo con la fachada de la “Casa de la Hermosa Luz”, quizá desde mucho antes. Ahora, debía ver la forma de relacionarla firmemente con ellos. No iba a ser fácil, ya que ella era experta en cubrir sus rastros, por lo que Arnoldo había podido investigar. Además, ella estaba rodeada de un aura… sobrenatural. Es necio negar, a estas alturas de la investigación, ése elemento; el problema es hacerlo creíble. Quizá en su casa pudiese hallar algo que me acercase a ello, cualquier identificación con su foto o firma serviría. Saqué impresiones de los estados de cuenta y además los guardé en mi USB y salí de ahí pensando en ir a la casa de Ritssi, no sin antes despedirme de mi amigo, a quien un par de amables beatas ya lo estaban cuidando. La historia a contar a todo el mundo es que accidentalmente se quemó en su trabajo con ácidos. Y con ésa historia pienso presentarme ante Alma. Alma Meriba. Quiero ver su rostro cuando le informe de la "muerte" de su marido y avisarle donde está, y después meterle siete plomazos y cortarle la cabeza para que no pueda regresar nunca -le pregunté ociosamente al sacerdote, más por joder que por curiosidad antes de salir, sobre cómo podía matar a un demonio encarnado y que se chupa la vida de los demás. El cura, sonriéndome, me dijo que los demonios, al ser ángeles caídos de la Gracia no se les podía matar; pero si estaban poseyendo a alguien, lo mejor sería el exorcismo, mas si eran espíritus encarnados, es decir, posesos ya sea por propia voluntad, o metidos en el cuerpo de muertos o niños nonatos, el procedimiento a seguir sería el mismo que con los vampiros: descabezarlo y enterrar o quemar el cuerpo aparte y boca abajo o arrojarlo al fondo de algún ojo de agua, laguna o río mientras que a la cabeza, habría que coserle los ojos con sal y/o ajo adentro de ellos, y trabar la mandíbula con una piedra de río o, en su defecto, un ladrillo; de preferencia bendecido o perteneciente a una iglesia o a un camposanto. Me sorprendió el amplio conocimiento de este sacerdote sobre el tema; si hallo alguno de esos elementos, lo tendré en cuenta-. Mandarla directo a los brazos de ése tal Quiún, de parte de Arnoldo y de Ritssi, y de tantos que ella sacrificó desde sólo Dios sabe cuándo. Me pregunto si Ritssi realmente es católico. Bueno, a estas alturas, ¿cuál es la importancia de ello? Se supone que Dios está en todas partes, ¿por qué no estaría en esta iglesia de "La Sagrada Familia"? No lo sé. De momento no quiero pensar en  ello. Y no sé si Dios me apoye: ¿valdrá aquí el mandamiento "no matarás"? Ya que voy a echarme a varias bestias disfrazadas de seres humanos.

En el coche, y mientras me dirigía a la oficina de nuevo por los documentos para armar el caso, comencé a atar cabos con los elementos que ya tenía a mi disposición, los datos que Igor obtuvo y con los que el “camarada” me proveyó: Ritssi tuvo la sospecha de la identidad de “Meriba” desde el instante en que vio el pañuelo blanco en el departamento del “camarada mono” -Alma le da un pañuelo blanco de algodón pedido exclusivamente a cierta fábrica en los Estados Unidos, bañado en sus secreciones vaginales mezclados con su sudor y el caro perfume que usa a todos sus amantes, y todos, o casi todos, caímos en este lujurioso juego menos Arnoldo, lo que obligó a Alma Meriba a usar al "cerdo" Aguirre para llevárselo-, y dicha sospecha se convirtió en una abrumadora certeza cuando observó las fotos, aunque borrosas, que le hiciese Arnoldo Charles saliendo de la “Casa de la Hermosa Luz”, él mismo me lo acababa de decir con su voz quemada por el ataque del "ángel de Quiún". Todo empezó a caer en su sitio. Por ello Arnoldo Charles dijo en su carta póstuma que todo esto iba a ser muy doloroso para Igor... ¡Un momento! El viejo que me mostró la Casa dijo que había visto a una especie de monstruosa mujer-araña en el sitio cuando estaban por sacrificar a su amigo; si mi sospecha es verdadera, entonces, me he estado cogiendo a... He estado metiendo mi tilín en... Qué asco.

Para llegar rápido a la oficina, conduje por la Avenida Chapultepec para tomar Río Tiber y entroncar con el Circuito Interior y apenas había llegado ahí cuando, sin previo aviso, una especie de sábana blanca me tapó todo el parabrisas. Iba a sesenta por hora cuando me estampé de frente con el vehículo que iba adelante, y por atrás se me estampó otro; supe de inmediato que todo había comenzado, así que sacudí con fuerza la cabeza para sacarme el atontamiento y ante el atascamiento de la puerta que se negó a abrirse, rompí desesperadamente con los talones uno de los vidrios traseros y me escurrí por el hueco a toda prisa, justo cuando ésa cosa blanquizca penetró al interior de mi auto entre las resquebrajaduras del estrellado parabrisas. Aún aturdido, caí al piso buscando ganar espacio para poder defenderme mientras uno de los conductores que chocó conmigo se acercaba diciéndome leperadas, groserías que se congelaron en su boca cuando vio lo que salió de mi auto; horrible, quimérico, parecía otear el aire como un perro erizado buscando, y, al descubrirme, se lanzó contra mi; temblando, levanté el arma que ya llevaba afuera y disparé una, dos, tres veces, dándole de lleno a esa cosa innatural, que de inmediato comenzó a dar chillidos como de cerdo, mientras se agitaba como movida por un violento viento, deshaciéndose en cenizas blancas.

Afortunadamente, aunque estaba bien golpeado, no tenía miembros rotos, así que me alejé como pude del lugar. Este ataque sólo significaba una cosa: Alma Meriba había sido alertada sin querer por Ritssi cuando la encaró; posiblemente también estaría a estas alturas enterada de que la investigación de Arnoldo Charles no había sido neutralizada y por lo tanto, debía silenciarla eliminando todos lo cabos sueltos: yo; ya era un peligro potencial al haberme convertido en el sucesor de dicha investigación. Bien. Si conseguía controlar el dolor de la úlcera y llegar hasta mi oficina, le demostraría a ésa bruja todo lo peligroso que puedo ser. ¡Cómo pude meter mi tilín en esa cosa! ¡Voy a tener que desinfectarlo sumergiéndolo en cloro! Qué asco, en serio...

No sé cómo lo hice, pero me arrastré por varias calles alternas, previendo que la bruja tuviese espías que vigilasen mis pasos. Obviamente los tenía. El Tabernáculo está podrido en dinero, y ése es el verdadero dios de éste mundo, de esta jodida sociedad. Por ello ha de ser que el signo de "dinero" lleva una "s" cancelada: "Satanás". "Quimera" prácticamente trabaja para ellos, al menos aquí en la ciudad; el Tabernáculo está relacionado con los grupos más poderosos del país. Posee el enemigo recursos ilimitados, ¿y yo que tengo? ¡El Cuarto Poder, con una chingada!  ¡Si algo relativamente bueno ha salido de tanta gloriosa revolución, de tantos gloriosos muertos que han dejado sus espinazos y sus manos luchando por cambiar las estructuras monolíticas del mundo, es la libertad de publicar un artículo, una opinión en un periódico, una revista, un pasquín, en internet o hasta en una pared y que muchos lo lean! ¡Cuando descubra su pinche jueguito a todo el mundo, se arrastrarán a esconderse del sol como las asquerosas alimañas que son! Madre mía, me está matando la pinche úlcera. A ver si ella no termina conmigo antes que el "ángel de Quiún", el enviado de Alma Meriba, lo haga.

Lo bueno es que ya mero llego... Y lo bueno, es que Arnoldo Charles logró tomar fotos claras del conciliábulo; tengo a todos esos ojetes del "Tabernáculo de Quiún" agarraditos de su pelada colita en la acción misma del delito: reunidos alrededor del viejito a sacrificar... Tengo al ojete doctor Quiún F. Outheaven fotografiado en el perverso acto de clavar el cuchillo desollando ancianos vivos. Ya mero llego. Nomás atravieso este callejón, y podré tomar mi leche de magnesia. Y empezar a armar el artículo que presentaré a "La Rayuela"; Bobadilla estará contento, él también estimaba al "camarada mono"... lo subiré a la nube, lo mandaré también a la ONG Agustín Pro Juárez, a Carmen Aristegui; descabezaré a la bruja, encarcelarán a sus aliados, ya lo verá... No, ¡no puede ser! ¿Cómo chingados es que me hallan? Ahí está la pinche sábana blanca, el supuesto ángel exterminador, oteando el aire, como un animal salvaje, como un pinche chacal...

Disparo.

La extraña sombra se estira innaturalmente, se retuerce agresiva como una especie de papel que fuese gobernado por un extraño, feroz viento, trata de esquivar mi plomo, pero creo que le di de lleno... Si, creo que ya recordé esto, ya lo hice, aquí me quedé. Acabo de quemar mi oficina, y abordo de éste taxi, me dirijo al domicilio de mi amigo Igor Ritssi buscando la última pieza suelta, el último elemento que ligue firmemente a la bruja con su organización; acabo de quemar la computadora junto a mi oficina, y necesito una para armarlo todo... Debería comprar una portátil.

Llego a Puente de Alvarado e Insurgentes. De aquí a la casa de Ritssi sólo son unos pasos; camino sigilosamente, mirando a todos lados para evitar ser descubierto por los espías del enemigo. No sé que clase de espías sean; dado que me enfrento a seres sobrenaturales, podrían ser incluso ratas o cucarachas, no solo humanos. También debo evitar a toda costa toparme con Alma Meriba, ya que aún no es el momento; hasta que arme todo y lo suba a la nube y lo envíe por e-mail a "La Rayuela" y a la ONG, hasta entonces será el momento. Me paro en la esquina, y me tomo un momento para escudriñar la casa; no hay luces encendidas. Seguramente la bruja, después de que creyó haber asesinado a mi pobre amigo, habrá ido al aquelarre que es "La Casa de la Hermosa Luz" a festejar. Bien, que lo disfrute, porque a ésa hija de la chingada se le acabó la diversión.

Sin embargo, no me permito bajar la guardia. Camino en diagonales volteando a todos lados buscando parapetarme en los portales y en los automóviles que se hallan estacionados y alcanzo la residencia con la llave que tomé de Ritssi en la izquierda; en la derecha llevo el arma amartillada, cubriéndola con la mochila salchicha donde llevo todos los documentos. No puedo permitir que la bruja me liquide por un mal movimiento, no antes de chingármela primero. Giro silenciosamente la llave, abro un poco la puerta y tras escuchar atentamente los ruidos de la casa, me convenzo de que no hay nadie, y entro. Afortunadamente para mí, a Alma Meriba no le gustan las mascotas, contrario al casi finado Ritssi que siempre ha querido tener un perro.

Subo sigilosamente hasta la recámara, y con únicamente la luz de mi linterna, comienzo a buscar la pieza que me falta en los cajones de la cómoda. Nada. ¡No hay nada, con una chingada! ¿Donde guardará la bruja sus identificaciones? No vaya a tenerlas en alguna gaveta adentro de la casa de Iztacíhuatl; no, no lo creo. Esas cosas son muy personales y de uso corriente, así que debe tenerlas dentro de alguna bolsa: su credencial para votar, su permiso de conducir, alguna credencial escolar o de biblioteca; sólo necesito un documento con huella dactilar, con foto y firma, algo así. ¡El clóset! Ritssi mencionó alguna vez que ella guarda esas cosas ahí. No quería buscar en el enorme clóset, pero ya ni modo. Ahí está la cama king size donde nos revolcamos los tres apenas ayer, madre mía... Realmente disfruté ése par de ocasiones. Qué lástima. Y qué asco. Siempre he tenido mala suerte con las mujeres: la que no me pone el cuerno, es terriblemente ambiciosa, o es medio frígida, o es muy estúpida o muy hueca o irremediablemente loca, en el sentido más bajo y peyorativo de la palabra, o todas esas cosas juntas... Pero, realmente nunca me había tocado tener a una inteligente y astuta bruja como amante, una bruja peligrosa que quisiera, y que pudiera matarme.

Ahí continúa en su sitio el retrato de Arnoldo Charles, pintado por "el cerdo" Aguirre. Qué buen retrato. La sonrisa que me regala desde la pintura el "camarada mono" me convence de que estoy haciendo lo correcto. Bien, amigo mío. Me apuraré. Y realmente este olfato de detective que poseo no me falla, ya que no tengo que buscar mucho. Detrás de unos viejos abrigos de piel que parecen de principios del siglo pasado, hallo un baúl también viejo, y siguiendo mi instinto, lo abro con las ganzúas, hallando adentro un cofre ovalado de madera policromada con escenas de garzas y lirios, al más puro estilo faraónico cerrada con un candado que, pese a ser mucho más reciente que la caja, es muy, pero muy antiguo. Es hermoso, pero las ganzúas no me sirven aquí de lo viejo que es, así que debo romperlo. En la cocina debe haber algo que me sirva, porque nunca he sabido dónde guarda Ritssi su herramienta; mientras me dirijo ahí, no puedo evitar pensar que a Alma Meriba le gustan las antigüedades. Por toda la casa hay muebles y pinturas viejas, además del par de abrigos y el baúl... En especial esa caja de apariencia egipcia; ha de ser antiquísima. No podría precisar la fecha, quizá sea de finales del siglo XIX, cuando los europeos sintieron una admiración por el "exotismo" y compraban como enajenados cualquier artesanía hecha en lugares lejanos. Quizá sólo el "camarada mono" pudiera fecharlo correctamente, al ser tan culto; pero de que es muy viejo, no me cabe la menor duda. ¿De ahí, de ése placer por lo antiguo habrá sacado la idea torcida de sacrificar ancianos? Y me viene a la cabeza sin querer otra cosa: Aguirre dijo, antes de morir: "Ella le ofrece ancianos a su dios, el demonio Quiún. Ella cree que así puede abrir las puertas de su prisión para traerlo a este mundo, donde le dará a ella y a los discípulos, El Tabernáculo, poder sobre muchas cosas y una vida muy, muy larga, como la de ella, que vio cuando los esclavos hebreos levantaron las pirámides de Egipto". Después de ver esa caja, y algunas de las prendas de ése guardarropa, ya no estoy tan seguro de que Aguirre estuviera exagerando. También está la "amistosa" advertencia de "La Diabla": "Algo muy viejo, con un enorme y feo aguijón, y sobre todo, malo..." Creo que el Comisionado de Paz Pública conoce mejor que yo al enemigo. Qué triste que no haya hecho nada ante los asesinatos de sólo Dios sabe cuántos ancianos.

Sigo con suerte: camino a la cocina me he topado con otra puerta, y siguiendo una corazonada, la he abierto y bajando unas escaleras, ¡oh sorpresa! me he topado con la cava de Ritssi, y también, con el escondite de sus herramientas. Este cabrón tiene de todo, hasta un garfio para escalar paredes; creo que me puede servir, así que lo tomaré prestado. Tomo también unas sólidas pinzas de bombero para romper el candado que custodia el cofre de Alma; espera, esto también me puede servir, tomaré esta mascarilla de ebanistería para polvos finos, uno nunca sabe -ojalá tuviese una para gases pesados-. Y me tomo también un instante para curiosear el chupe de Igor. Vinos, licores, y una caja llena de whisky y otra de vodka... No quiero decir o pensar que sea un borracho, pero tiene tanto whisky como un explorador que fuese a la India y temiese ser mordido muchas veces por las cobras... Espera, quizá me puedan servir... Si, ¡ijajay! Con estas botellitas podría hacer cócteles molotov... Sí, creo que puedo hacer una docena; no creo que a Ritssi le moleste, para no llegar desarmado ante la bruja y su conciliábulo. Eso me dará un mayor margen de maniobra.

Regreso al closet, y con las pinzas rompo al fin el candado; que bueno que las hallé, con una palanca hubiese lastimado esta hermosa artesanía. Empiezo a buscar, y hallo más de lo que podría pedir. ¡Bien! ¡Su credencial para votar! Espera... Aquí está un pasaporte viejo de Alma, fechado en... ¿1968? Sí, comparando ambas fotos y firmas es ella, solo el peinado y la ropa son diferentes. ¿Cuántos años tiene, pues? A simple vista aparenta unos treinta y cinco, más o menos; y esto... Una... una cédula de identidad francesa junto a un permiso para entrar al país firmada por el mismísimo Porfirio Díaz... ¿Y estos otros? Madre mía, estos otros documentos de identidad son... franceses. De cuando Maximiliano de Habsburgo intentó crear el Segundo Imperio y Don Benito Juárez se lo impidió. Son permisos para comerciar con México telas. Y estos otros... también franceses, y por la fecha... No puede ser, son salvoconductos emitidos por el primer imperio napoleónico, y si no me equivoco, son para salir de Egipto, por la probabilidad de guerra con Inglaterra... Las firmas en todos ellos... ¡la caligrafía es la misma! ¡Estoy viendo la firma de Alma Meriba en documentos que abarcan más de trescientos años! No puedo creerlo. Éste se ve muy viejo, está escrito con caracteres árabes, ¿será del imperio otomano? Y este otro aún más viejo, escrito en un latín raro; por la marca en el sello de cera parece bizantino, o quizás de la república de Venecia, no puede ser... ¿Qué es esta bruja, un vampiro? No puedo evitarlo, me tiembla el cuerpo de miedo. Me estoy enfrentando a un ser que, a juzgar por estos papeles, tiene más de mil años de vida. Jamás me he sentido más pequeño e insignificante. Impotente. La úlcera me empieza a molestar de nuevo, sudo frío, y nuevamente recurro al pañuelo que Alma me dio para secarme la frente mientras saco la leche de magnesia para calmar el malestar, pero no bien bajo la botella, el ángel exterminador de Quiún ya está sobre mí. Apenas puedo hacerme a un lado mientras le aviento por reflejo la pesada y larga pinza; el espantajo chilla, parece que le ha dolido ya que le ha abierto un boquete, pero únicamente he conseguido exacerbar sus ansias asesinas... ¡Debo sobrevivir a toda costa! ¡Trata de envolverme! ¡Maldición! ¡Quemas, cosa hija de la chingada...! ¡AAARGH! ¡Si lo logra, esto se acabó! Lucho, tiro patadas con todas mis fuerzas en el hueco que la pinza hizo, busco un poco de espacio para poder sacar la pistola, y con gran esfuerzo lo consigo: le doy un par de balazos a bocajarro a ésa maldita cosa, que como en las anteriores ocasiones, chilla horriblemente antes de deshacerse. ¡Maldición! ¡Van a salirme ámpulas donde ésa cosa me tocó! Ha estado muy cerca, casi me mata esta vez... Todo me da vueltas, siento que me desmayo; de no ser por el retrato del "camarada mono", su pintada sonrisa al óleo dándome valor, creo que no podría seguir.

¿Cómo es que me encuentran? ¿Cuál es el elemento que les permite hallarme? Debo serenarme, usar la lógica y ver si en el comportamiento de los... "ángeles" éstos hay algo que me dé un indicio. ¿Qué es lo que hacen? Realmente parecen perros, como chacales olisqueando el aire, como detectando un rastro, cazando... Y son ciegos, de eso no me cabe ninguna duda ya que el último que me acaba de atacar, no fue capaz de esquivar el fierro que le arrojé. No observan, huelen. Y de pronto, la verdad le llega a mi abrumado cerebro: ¡el pañuelo! Es verdad, Aguirre me dijo más de lo que yo mismo quiero creer: "Yo no maté con mis manos a don mono, no, pero sí conduje al ángel de Quiún, con la Marca de Meriba" "¡Corre todo lo que puedas! ¡De todas maneras, ya estás marcado, y cuando ya no le seas útil, también te eliminará, como a mí". ¡La susodicha "marca" es el chingado pañuelo! Mientras traiga éste pinche trapo, seguramente los enviados de Alma Meriba seguirán apareciéndose. Hora de probar esta hipótesis: si mi razonamiento es verdadero, lo primero que debo hacer, es dejar el pañuelo en... el sótano. Es el lugar más aislado de esta casa con una única entrada, y salida. Tendré el control por un momento. Me dirijo entonces al sitio, y dejo el pañuelo sobre la mesa de trabajo de Ritssi; a continuación, busco en la cocina algo que destruya las feromonas de Alma, algo como el cloro, o hidróxido de amoníaco. Uso un lavapisos con este último compuesto y me tallo vigorosamente el rostro, las manos y por si las flys, mi tilín con todo y bolas, ya que después del pañuelo, es la cosa que cargo que más ha de oler a las intimidades de la bruja ya que no he tenido tiempo para darme un regaderazo; madre mía, al contacto con el químico sin diluir, me arde un chingo, ¡quien me manda andar de cachondo! Sin embargo, me achispa, despejándome la cabeza. Acto seguido, también lavo los chones, la gabardina y lavo también los bolsillos donde guardé el pañuelo, y por si las flys, también las solapas a las que paso un trapo de cocina humedecido en el detergente. Y espero un momento después de volverme a vestir, parapetado detrás de una vitrina, justo atrás de la puerta que conduce al sótano con el arma preparada, al "ángel de Quiún".

Mi espera no dura mucho: aparece el "ángel exterminador" igual de impresionante que todas las veces; es la primera vez que lo veo con detenimiento: semejante a primera vista a la Esfinge flota, ondula en el aire como si estuviese hecho de humo. Mi primera impresión fue acertada, ya que parece un chacal hecho de humo blanco; aparentemente mi hipótesis de que es ciego también es correcta, ya que se desliza justo a mi lado y debo apretar el cuerpo para que no note el temblor de mis miembros, el castañeteo de mis dientes mientras rezo un Padre Nuestro en mi cabeza pidiendo ayuda divina. Tiemblo. Las piernas se me aflojan cuando noto eso que, por analogía, pudiera ser el rostro del "ángel": es, sin duda, un rostro humano, el rostro de un viejito. No sé por qué, pero hay una infinita tristeza en ése arrugado rostro, que a momentos se convierte en el de un chacal, y al siguiente es humano. Estoy de suerte. Pasa de largo sin notar que tiemblo bañado en sudor frío, y flotando baja las escaleras; debo moverme, como un cazador. La presa está en mi trampa pero no debo confiarme. Eso que está abajo es como un tigre, capaz de acabarme de un único zarpazo. Me acerco cauteloso a la puerta y observo lo que el demonio hace: llega hasta el pañuelo, y me busca olisqueando el aire, y al no hallarme, chilla horrible y angustiosamente. Es un ruido estridente, me pone los nervios de punta y ya no aguanto más. Disparo, una, dos veces, y le doy hasta la tercera por el temblor de mis manos, justo cuando se da cuenta de donde me hallo y se pega a las paredes, bufando agresivamente mientras sube las escaleras buscando alcanzarme antes de deshacerse en cenizas blancas... ¡Ah, mi estómago! Siento como si un cuchillo lo atravesase, y debo recurrir a la leche de magnesia; la bebo mientras bajo la escalera, cojo una botella de vodka en memoria de mi gran amigo Arnoldo Charles y mojo con él el pañuelo; sobre un serrucho que uso como plato, quemo el pañuelo maldito que arde rápidamente en una larga y azulada, agresiva llamarada. Ahora Alma Meriba no sabe dónde estoy, tengo el elemento sorpresa de mi parte. Lo malo, es que reforzará la vigilancia, y quizá también, mande más "ángeles", o a los matones de "Quimera" hacia aquí. Subo de nuevo a la recámara, tomo la portátil de Ritssi, el cargador y una batería recargable, todos los documentos que hay en el baúl y los echo en la mochila salchicha, así como a las pinzas de bombero, pensando en hallar otros candados que no pueda abrir con las ganzúas; tomo una sábana que rasgo, bajo de nueva cuenta y con premura, hago bombas molotov mezclando los licores con azúcar que tomé previamente de la cocina. Diez. Las acomodo en la mochila y también pongo en su interior la mascarilla y el garfio, y salgo igual de sigiloso como entré. En ése momento, una camioneta blanca da vuelta a la esquina, y siguiendo correctamente a mi instinto, me parapeto rápidamente detrás de un zaguán. Cinco matones bajan y entran a la casa de Ritssi. Ni siquiera se toman la molestia de ocultar sus armas: uzis y AR-15; entran, usando una llave que seguramente es la de la dueña.

Debo apurarme. Al no hallar el cadáver de Ritssi, sabrán que no ha muerto y comenzarán a buscarnos. Sobre mí, está claro que Alma sabe cuando he destruido a sus enviados: el que sigan viniendo, es la prueba de ello, sólo espero que ella no sepa del escondite en donde se halla su marido. Ex marido. De mi cuenta corre que terminando esta noche, así será. El tiempo está en nuestra contra, cada minuto cuenta; aún así, debo encontrar un sitio donde pueda armar el informe, eso es de vital importancia en el descabezamiento de ésa extraña sociedad, ése será el primer golpe y ha de ser contundente. Si mal no recuerdo, en la calle de Salamanca esquina con Durango hay un Vip's que abre durante toda la noche. Paro un taxi en Insurgentes y le pido al chafirete que me lleve ahí. Debo tomarme un momento para armar toda la historia, y seguir con mi plan antes de ir a enfrentar a Alma Meriba, que seguramente ya me está esperando; confío en que, al sentirse poderosa, se haya ensoberbecido y no intente huir, porque eso la haría ganar. Sencillamente se sentaría a esperar el momento adecuado para matarme y cambiar de identidad, como lo ha hecho por cientos de años. Sin embargo, un sentimiento extraño me hace levantar la vista, y alcanzo a distinguir a varias unidades del CISEN y la PGR que a toda prisa van hacia la dirección de donde vengo... Silenciosos, se mueven entre el tráfico como sombras; cuando he llegado a seguirlos en sus operativos como reportero de nota roja, siempre se me han figurado orcas que van de cacería, totalmente diferentes en su accionar a la policía "normal". ¿Acaso "La Diabla" por fin ha comenzado a moverse? No lo creo. No se ha movido ni un ápice desde que Aguirre fue asesinado, ¿por qué habría de moverse ahora? Irán a echarle el guante a otros, esta delegación política es de las más violentas de la ciudad. Sí, eso ha de ser…

CONTINUARÁ…


                ¿Qué les está pareciendo? Este cuentito es muy largo; quizá debiese llamarlo una novela ligera y corta. Es el penúltimo relato de mi libro “Los Jóvenes Soñadores”, que desearía publicar.

                Bueno, les prometo que la siguiente entrega será la última de este cuento. Y ahora vamos a un par de cosas que he hecho en estos días:



     "Todo el mundo tiene algo que decir". Papel marquilla y lápices de grafito y tinta china. Y es cierto. Cuando alguien quiere a alguien, todo el mundo tiene algo que decir. Importe o no, todo el mundo. Este es un pequeño desahogo y nada más. Los otros dos son más... serios, por decirlo de alguna manera.


                Este dibujo se titula “Llegaron los Payasos”, y es una alegoría sobre el momento cuando la cordura huye ante la marcha implacable de los payasos que tomaron mi mente. Son lápices de cera de colores sobre papel marquilla y es grande, son 59x42 cm. Un poco para rememorar un día perdido en la memoria, cuando su seguro servidor vino a este mundo a dar lata.








                Estos son detalles. Y el siguiente es una acuarela y es un retrato de mis queridas primas las chicas Manzano:


                Recuerdo cuando niño, iba a Oaxaca a pasar los veranos. Recuerdo el aire tibio, el olor a muchas plantas, los cocuyos y las luces extrañas que se veían por las noches en el largo cuarto donde dormíamos. Extraño esos años, en serio. Estos son detalles:








                ¡Espero que les hayan gustado! Y ahora sí, sin más por el momento, me despido de ustedes.  ¡Hasta la entrega que viene! ¡Sayonara! ¡HISTORIETA O MUERTE! ¡VENCEREMOS!




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